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Toda cosa silenciosa: La serie de Claire Deveraux - Libro Uno
Toda cosa silenciosa: La serie de Claire Deveraux - Libro Uno
Toda cosa silenciosa: La serie de Claire Deveraux - Libro Uno
Libro electrónico386 páginas4 horas

Toda cosa silenciosa: La serie de Claire Deveraux - Libro Uno

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Información de este libro electrónico

Tímida y sorda, Claire Deveraux, de veintitrés años, ha trabajado duro para conseguir su trabajo soñado como oficial del servicio exterior en la Embajada de EE.UU. en París. Sin embargo, su vida idílica se rompe cuando encuentra a una mujer tirada en el suelo del baño muriendo de una herida de bala. La mujer moribunda pronuncia tres palabras a Claire y oculta una memoria USB en el bolsillo de Claire. Los artículos son claves para localizar las ganancias de un robo bancario. El asesino, sefuro de que Claire ahora tiene la posesión exclusiva de esos objetos, debe encontrarla, recuperar las palabras clave y la memoria USB, luego matarla antes de que pueda resolver el rompecabezas y recuperar el dinero. Sabiendo que está decidido a encontrarla y matarla, Claire debe hacer todo lo posible para mantener su corazón latiendo.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento16 feb 2024
ISBN9781667469942
Toda cosa silenciosa: La serie de Claire Deveraux - Libro Uno
Autor

Alan Brenham

Alan Brenham is the pseudonym for Alan Behr, an author and attorney. He served as a law enforcement officer before earning a law degree and working as a prosecutor and a criminal defense attorney. He has traveled to several countries in Europe, the Middle East, Alaska, and almost every island in the Caribbean. While working with the US Military Forces, he lived in Berlin, Germany. Behr and his wife, Lillian, currently live in the Austin, Texas area.

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    Toda cosa silenciosa - Alan Brenham

    TODA COSA SILENCIOSA

    Alan Brenham

    Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y hechos son producto de la imaginación del autor o utilizados de forma ficticia, y cualquier similitud con personas, vivas o muertas, negocios, organizaciones y hechos son mera coincidencia. Todas las marcas comerciales, marcas comerciales registradas, marcas de servicio, marcas de servicio registradas son propiedad de sus respectivos propietarios y se utilizan aquí solo para fines de identificación. El autor no tiene ningún control ni asume ninguna responsabilidad por los sitios web de los autores o de terceros o de sus contenidos.

    TODA COSA SILENCIOSA

    Copyright © 2023 por Alan Brenham

    Diseño de portada por Maddee James Xuni.com

    Todos los derechos reservados

    Primera publicación: Septiembre 2023

    Todos los derechos reservados bajo las Convenciones Internacionales y Panamericanas de Derecho de Autor. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopiado, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin permiso por escrito del editor.

    ––––––––

    ADVERTENCIA: La reproducción o distribución no autorizada de esta obra protegida por derechos de autor es ilegal. La infracción criminal de derechos de autor, incluyendo la infracción sin ganancias monetarias, es investigada por el FBI y se castiga con hasta 5 años de prisión federal y una multa de $250,000.

    ACERCA DE LA VERSIÓN IMPRESA: Si compró una versión impresa de este libro sin cubierta, debe tener en cuenta que el libro es propiedad robada. Fue reportado como sin vender y destruido al editor, y ni el autor ni el editor ha recibido ningún pago por este libro despojado.

    DEDICACIÓN

    A mi esposa y mejor amiga, Lillian. Nunca dejas de asombrarme con tus soluciones a mis bloqueos de escritor y por crear el título para esta novela. A mi nieta, Jessica Trumble, por su experiencia en Paris, Francia, y otras ciudades del norte de Europa.

    CAPÍTULO UNO

    Sábado, 7 de Mayo

    No era cosa de todos los días para Claire Deveraux ver a un hombre entrar en el baño de mujeres. Se estremeció al pensarlo. Ella lo había visto barriendo a la multitud con la mirada antes de empujar la puerta marcada como Dames. Manteniendo la puerta a la vista, levantó su cámara a Diana de Versalles, su dama favorita en el Louvre. O este tipo cometió un error y saldría corriendo con la cara roja, o la mujer que había entrado justo antes que él era su esposa.

    Unos minutos más tarde, salió. Su cara estaba sonrojada pero se veía tranquilo, como si salir del baño de damas fuera algo cotidiano para él. Su mirada se encontró con la de Claire antes de que ella mirara hacia otro lado, sorprendida e inquieta. Se dio la vuelta y se mezcló entre la multitud.

    Claire dejó pasar unos minutos, observando que la mujer aún no había salido. Curiosa, entró y se encontró con una mujer tirada en el suelo de baldosas. Un charco de sangre florecía por debajo de su hombro.

    Vio el miedo de la mujer cuando sus ojos se encontraron con los de Claire. Levantó el brazo, así que Claire se arrodilló a su lado. Tenía lo que parecía ser una herida de bala en el pecho. Claire tomó toallas del dispensador cercano, presionándolas contra el pecho de la mujer. No fue de mucho. La sangre saturó las toallas.

    Los párpados de la mujer revolotearon mientras su boca formaba una palabra que Claire leyó como, "L’homme. Se agarró de la esquina de la chaqueta de Claire, y luego respiró con dificultad. Sus labios formaron una segunda palabra seguida de una tercera, que Claire entendió que era champán y Trois." Ella exhaló, luego su brazo cayó al suelo. Sus ojos permanecieron parcialmente abiertos, fijos en un lugar lejano. Claire presionó sus dedos contra el cuello de la mujer, pero no había pulso.

    Salió corriendo del baño, buscando a un oficial de policía o un guardia de seguridad. Y ahí estaba ese hombre mirándola. Quiso correr, pero vio a dos guardias parados junto a una pared del otro lado.

    Claire dijo, ¡Mujer muerta! y apuntó en dirección al baño. Los guardias la miraron en blanco.

    Escribió un mensaje en su smartphone. Mientras los guardias lo leían, buscó al hombre, pero había desaparecido. Los guardias corrieron al baño mientras hablaban con sus micrófonos. Minutos más tarde, el caos golpeó la habitación mientras la policía francesa inundaba el área.

    El tiempo pasó borroso. Finalmente Clare se encontró en una oficina frente a un hombre con un abrigo de tweed marrón y una corbata de color nogal. Le entregó a Claire una toalla de papel y le señalo las manos. Ella se limpió la sangre de la mujer mientras él ponía un cuaderno sobre el escritorio. Se presentó como el Inspector Gagne de la Brigada Criminelle, más conocida en la embajada como La Crim. Ella ni siquiera intentó hablar prefiriendo escribirle un mensaje corto en su teléfono. Mi nombre es Claire Deveraux. Y soy sorda. Siempre trataba de evitar hablar. La gente la miraba con gracia o sonreía cuando lo hacía.

    Sus ojos cayeron al escritorio frente a él mientras se rascaba la parte posterior de su cuello. Su mano se movió para masajear su barbilla. Ella había aprendido mucho tiempo antes a ser paciente, así que esperó mientras él consideraba las opciones que se le ocurrían. Quizás intentaba pensar en algún policía cercano que supiera lenguaje de señas. O estaba maldiciendo en silencio su suerte de tener que comunicarse con una persona sorda.

    Escribió en la pantalla de su celular. Puedo leer los labios. Le escribiré lo que vi.

    Él le empujó su bloc de notas. Cuando terminó su testimonio, ella lo firmó y le devolvió el bloc de notas.

    Leyó su declaración y luego le escribió una pregunta en la libreta. ¿Era l’homme chanpagne Trois todo lo que le dijo?

    Claire asintió

    Apuntó a su cámara. ¿Le tomó una foto?

    Claire abrió el visor de la cámara y examinó la toma. Sí, ahí estaba -pero solo era una vista parcial. Se había inclinado, por lo que la imagen solo captó parte de su cara y el costado de su cabeza.

    Gagne le dijo que tenía que tomar prestada su cámara. Le dijo que la recuperaría al día siguiente cuando volviera para dar una declaración formal.

    Demasiado para lo que se suponía iba a ser un día encantador tomando fotos. Claire se fue todavía, temblando por el episodio. En toda su vida, solo había visto animales muertos en las carreteras de Texas. Nunca un ser humano. Pasó por la pirámide invertida mientras se dirigía a la salida del Carrusel du Louvre, deseando haber tomado una foto. Aunque hubiera tenido su cámara, su corazón no estaba dentro de ella. Había tenido suficiente por un día.

    Su cerebro seguía reproduciendo la imagen de esa pobre  mujer tendida allí, como una escena repetida de una película de horror.

    Aceleró el paso para llegar a la salida. Entonces vio al asesino salir de detrás de una esquina, entre ella y la puerta.

    Claire se preguntaba si también iba a dispararle. Queriendo evitar una pelea, levantó las manos, con las palmas a la vista, y se inclinó hacia atrás. Le decía que se alejara en lenguaje de señas. Era la única solución pacifica disponible.

    En su rostro se dibujó una sonrisa, como la del Coyote cuando pensaba que tenía acorralado al Correcaminos. Ahí es cuando Claire supo que su encuentro no iba a terminar bien. Ella comenzó a retroceder, pero él la agarró del brazo y la tiró hacia él. No era difícil de hacer, ya que solo pesaba cuarenta y ocho kilos mojada.

    Claire se sacudió para liberar su brazo, y luego lo golpeó en la cara con el talón de su mano. Él retorció su cabeza hacia atrás. Ella rápidamente siguió con dos golpes rápidos en el pecho.

    Retrocedió, dando un paso hacia atrás. Se sacudió y volvió a acercarse a ella. Con su movimiento hacia adelante, Claire agarró su brazo y lo empujó hacia adelante. Le clavó la rodilla en la ingle.

    Él se dobló.

    Ella lo golpeó con un puñetazo en la nuca, dejándolo caer de rodillas.

    Sabía que debería haber regresado con Gagne y los oficiales, pero no lo hizo. En cambio, corrió hacia la salida, cruzó la calle corriendo. Con náuseas, se encogió sobre una acera y vomitó su desayuno. Limpiándose la boca con la manga, miró a la salida del Louvre de la que acababa de salir. No había rastro de él.

    No pudo dejar de temblar incluso después de llegar a la estación de metro más cercana. Sabía que vendría a buscarla. Sabía que no cometería el error de sujetarla. Le dispararía. Después de varios minutos y un par de respiraciones largas y profundas, se las arregló para calmarse lo suficiente como para afrontar el abordaje de un tren abarrotado.  En el camino a casa, ella seguía viendo su imagen y la de la mujer muerta.

    Una vez dentro de su apartamento, Claire cerró la puerta y se desplomó sobre el sofá. ¿Por qué ese hombre tuvo que matar a esa mujer? ¿Por qué tenía que suceder en el Louvre, de todos los lugares? ¿Qué significaban sus últimas palabras? Por supuesto, ella había dicho l’homme. No había error ahí. Claire repitió cada palabra. "L´homme. Champán. Trois."

    Una pregunta le molestaba. ¿Podría haber omitido leer una palabra de sus labios cuando sus ojos bajaron a la herida del pecho de la mujer y a las toallas empapadas? Aunque había sido solo por un pequeño segundo.

    CAPÍTULO DOS

    Sábado 7 de Mayo, por la tarde

    Le puse una bala en el pecho pero no pude encontrar la unidad flash, dijo Martin, bebiendo de una botella de agua.

    ¡Mierda! dijo la voz masculina en el otro extremo. ¿La revisaste a fondo?

    Su sostén. Su bragas. Sus bolsillos y su bolso.

    ¿Le revisaste el pelo? ¿Las manga si acaso tenía?

    Revisé los lugares principales donde una mujer esconde cosas. No era como si pudiera pasar todo el día buscando. Era el baño de mujeres. Tuve suerte de que otra mujer no entrara."

    Tsk. Bien, lo entiendo. Pero no te rindas. Recuerda que te pagué para recuperar esa memoria USB y las palabras del enlace. ¿Puedes volver al baño y buscarla?

    Lo intentaré, pero hubo una gran complicación. Una joven me vio saliendo del baño. Entró, salió y se dirigió directamente a un guardia. No pasó mucho tiempo antes que el lugar estuviera lleno de policías.

    Bueno, contestó su empleador. ¿Crees que vio lo suficiente como para dar tu descripción a seguridad?

    Si no fue capaz de dar una descripción, puede que me haya tomado una foto. Estaba allí fotografiando obras de arte.

    ¿Era una fotógrafa?

    Sí. Puede que me haya tomado una foto yendo al baño. No lo sé. Hubiera tirado de su cámara pero no quería atraer más atención.

    Una foto. ¿Qué puedes decirme específicamente sobre ella? ¿Edad? ¿Altura? ¿Peinado y longitud? ¿Qué llevaba? ¿Gafas, no usaba gafas?

    Ella está en sus principios a mediados veinte. Un metro cuarenta y nueve a un metro sesenta y cuatro. Sin gafas.

    ¿Qué pasa con el color de cabello y el estilo? ¿Era delgada? ¿Gorda? ¿Qué?

    Pelo rubio. Delgada.

    Martin se frotó su adolorido codo, el resultado de la paliza que ella le dio. Unos pocos lo habían intentado, pero nadie lo había golpeado antes. Su rapidez para someterlo lo impresionó y molestó. No había manera de que admitiera de que la acorraló y que luego ella le pateara el trasero.

    Bien, ¿Cuánto tiempo estuvo Roche en el baño antes de que entraras?

    Adivinando, diría que dos o tres minutos.

    Eso es suficiente tiempo para ocultar la unidad flash. ¿Fuiste capaz de buscar en el baño en absoluto?

    No tanto como quisiera. Pero no tenía mucho tiempo. No quería estar allí cuando otra mujer o dos entraran y me vieran la cara.

    ¿Quizás Roche lo tiró antes de llegar al baño? Eso es posible, ¿no?

    Todo es posible. Revisaré ese baño tan pronto como las cosas se enfríen. Mientras tanto, la rastrearé hasta su apartamento.

    No dejes piedra sin voltear. Si alguien abriera el archivo en el dispositivo, todo mi trabajo se convertiría en humo.

    En este momento todo el Louvre está lleno de policías y se quedará así por un par de días. Demonios, puede que hayan cerrado el lugar. La policía probablemente esté revisando su cámara para ver una foto. Si no había una buena, probablemente tienen a esa fotógrafa sentada con un artista dibujando una composición mía."

    Okey. Tienes que encontrarla. No me importa cómo. Simplemente que no te atrapen.

    Haré lo que pueda. Sin promesas.

    Lo que necesites hacer. Si te ayuda, adelante, y toma una oportunidad. Hay demasiado riesgo.

    ¿Cómo demonios puso Roche sus manos en él?

    Ella era mi secretaria.

    ¿Cuánto está en riesgo? No tiene sentido arriesgar mi trasero por algo menos a un buen día de pago, se dijo Martin.

    Más de lo que puedes imaginar. Escucha, según su descripción, creo que esa fotógrafa frecuenta el Louvre. Me pondré en contacto con alguien que podría conocerla. Llámame cuando encuentres la unidad flash.

    Martin regresó a la entrada del Louvre donde Roche había entrado. Aunque entrar en el museo ahora estaba totalmente fuera de cuestión, él comenzaría a retroceder desde allí a todos los lugares que Rche había visitado. Si Roche no estaba muerta cuando la fotógrafa entró en el baño, Roche podría haberle dicho dónde estaba escondida. Si ese a fotógrafa tenía el dispositivo, podría habérselo entregado a la policía. Mientras se dirigía a la última parada de Roche, se preguntaba por la fotógrafa. ¿Era una freelancer como pensaba su empleador, una empleada de una revista de viajes, o simplemente una mera turista? Si era una turista, tendría más suerte encontrando la proverbial aguja en un pajar que una fotógrafa en París.

    CAPÍTULO TRES

    Sábado 7 de Mayo, por la tarde

    Claire exprimió una rodaja de limón en un vaso de agua y trató de sacar la imagen de la mujer muerta de su mente pensando en las exposiciones del Louvre que no tuvo la oportunidad de fotografiar. Eso estaba bien, se dijo a sí misma. Volvería otro día. El Louvre abriría a las nueve, así que quizás mañana, después de dar su declaración al inspector Gagne. El asesino de la mujer no sería tan tonto como para estar allí, sabiendo que la seguridad habría aumentado.

    Claire se quedó en casa el resto del día, disfrutando de una copa de Merlot por la tarde con algunas cuñas e queso Edam. De vez en cuando, abría las cortinas de las ventanas y echaba un vistazo. Dudaba de que el asesino la siguiera, pero seguía desconfiando.

    Cuando no estaba buscando al asesino, se paseaba por la sala, bebiendo vino. ¿Por qué esa mujer dijo esas palabras? ¿Qué querían decir?

    A las tres de la tarde, y dejando a un lado su perplejidad por las tres palabras, Claire redactó un email a sus padres para enviarlo después de recuperar su cámara.

    Mamá y papá, estoy adjuntando alunas otos que tomé en el Louvre. A ustedes les encantaría hacer una gira. Espero que vengan a visitarme aquí. Hay mucho que ver. Espero que estén bien. No he sabido de Boyd o Megan últimamente. ¿Ellos están bien?"

    Una vez que Claire hubo terminado el borrador, pensó más sobre el posible significado de las tres palabras. Champán hombre tres. Hombre champán tres. El hombre compra su tercer champán. Hombre con tres champanes. Hombre bebiendo tres champanes.

    Dios, tenía que haber un centenar de formas diferentes de combinar esas tres palabras. El ojo de su mente imaginó al asesino atacándola después de decirle a Gagne lo que vio. Esas palabras tenían que ser la razón por la que le disparó a esa pobre mujer, y ahora iba tras ella.

    Segura de que Gagne querría que ella lo describiera a un artista, Claire, usando la imagen en el ojo de su mente, tomó un bolígrafo y comenzó a tomar notas sobre la cara del hombre. Era alto. Por supuesto. Todos eran más altos que ella. Tal ves entre un metro ochenta y cinco a un metro noventa y dos. ¿Tenía un cara larga? No, tenía la cara ovalada y los labios delgados. No había cicatrices ni tatuajes visibles. Parecía tener entre treinta y cinco y cuarenta años sin barba, bigote o gafas. Tenía un corte de pelo al estilo César y la mirada más fría que alguna vez hubiera visto. Llevaba una camisa de rayas azul y blanca y un abrigo de tweed marrón. Olvídalo, se dijo a sí misma. Seguramente, ya habría quemado esa ropa.

    ¿Qué hay de sus manos? Le preguntarían eso. Tenía un anillo de oro en el dedo anular derecho. Claire recordó haberlo visto cuando la tomó del brazo. Tenía una letra o símbolo en una de las caras. Fuera lo que fuera, era negro. Se esforzó por enfocar su mente en ese anillo. Claire no pudo descifrarlo por mucho que lo intentara. Había una cosa que notó muy bien. Le faltaba el dedo meñique en la mano derecha.

    Claire arrancó la hoja con la lista de la libreta y la metió en su bolso para presentarla a Gagne al día siguiente. Ella vio un espectáculo francés durante el resto de la tarde y hasta la noche para mantener sus habilidades de lectura de labios afinada. El botón de cancelar el subtitulado fue un hermoso invento.

    Con la oscuridad instalándose, Claire revisó dos veces el cerrojo y las cerraduras de la ventana antes de dirigirse a la ducha. Más tarde, se acostó en la cama y leyó algunos capítulos de El año de la Niebla de Michelle Richmond.

    Dándose cuenta que se quedaba dormida, puso el marcador de página en su lugar y puso el libro en la mesita de noche. En cuestión de minutos estaba soñando con estar atada a un detector de mentiras. Gagne seguía preguntándole qué le había dicho la mujer. Ella le daba la misma respuesta en señas una y otra vez, pero las agujas de la máquina se balanceaban salvajemente arriba y abajo. Le gritó que dejara de mover las manos. Cuando las puso en su regazo, le exigió que le dijera la verdad, que dejara de mentir. Todo lo que podía hacer era encogerse de hombro. Entonces, de la nada, el asesino apareció en la habitación. Sacó un arma de su cintura y la la punto hacia ella. Su cara estaba retorcida mientras él y Gagne le ordenaban que les dijera lo que la mujer le había dicho. Claire comenzó a hacer señas. Fue entonces cuando el asesino le quitó el seguro al arma.

    Sus ojos se abrieron de golpe. Lentamente volteó el dormitorio antes de encender la luz. El reloj al lado de la cama mostraba  1:35 AM. Se salió de la cama y fue al baño a hacer pis. Con el sueño tan real que casi se revisa los brazos para ver si había marcas de correas.

    Deslizándose en una bata, Claire salió al balcón y sintió el aire fresco de la noche en su cara. Algunos autos pasaban por la Rue du Marché Saint-Honoré, pero las aceras estaban desprovistas de gente. Se preguntó cómo sería escuchar el sonido de las bocinas o el chirrido de los frenos como lo que había leído en las historias y en la televisión.

    Mirando a lo lejos, Claire pensó en la mujer muerta. ¿Tenía familia? ¿Un marido? ¿Hijos que la extrañarían? ¿Vivían en París o en una de las ciudades periféricas?

    Después de un rato, Claire regresó a la cama y leyó otro capítulo en el libro de Richmond.

    ***

    Su siguiente recuerdo fue despertar a las corrientes de luz del sol a través de los listones de las persianas. El reloj de la cabecera mostraba 8:22. Salió de la cama y recogió el libro de Richmond del suelo.

    Antes de vestirse, Claire fue directamente a la puerta principal. Miro el cerrojo y luego lo retorció para asegurarse de que todavía estaba cerrado. Hizo lo mismo con cada una de las ventanas y la puerta del balcón.

    El desayuno era lo usual: dos tazas de café, un pain au chocolat. Le encantaba la textura de hojaldre con el tesoro de chocolate negro en el centro. Tomó un segundo bocado mientras releía su descripción escrita del asesino.

    ***

    Claire llegó al Palacio de Justicia poco antes de las nueve del domingo. El edificio de la policía judicial estaba situado en la Île de la Cité, la misma isla que la catedral de Notre-Dame. La sede era un edificio de tres pisos con torretas con vistas al río Sena y ocupaba toda la manzana.

    El inspector Gagne la hizo sentarse en una habitación con solo una mesa, cuatro sillas y cuatro paredes blancas. Claire cruzó sus brazos para dejar de temblar y miró alrededor de la habitación. Sta era su primera vez en una sala de interrogatorios de la policía.

    Una mujer detective se presentó a través del lenguaje de señas francés como la Inspectora Valliant. Ella explicó a través de señas cómo procedería la entrevista. Primero, Gage le haría una pregunta a Claire, y Valliant la interpretaría en señas. Claire daría su respuesta en señas a Valliant, quien a su vez la traduciría a Gagne.

    Claire relató su observación de la mujer entrando al baño. El asesino se asomó fuera de la puerta mientras admiraba algunas obras de arte, y luego entró. Unos minutos más tarde, salió como si nada hubiera pasado. Claire había esperado que la mujer emergiera pero nunca lo hizo. Curiosa, entró en el baño y encontró a la mujer en el suelo. Claire describió tomar toallas para tratar de detener la hemorragia. Ella sacó su bloc de notas, escribió las tres palabras que la mujer dijo, y lo empujó hacia Valliant.

    Mientras Gagne leía las tres palabras, Claire le dio en señas a Valliant una descripción de su pelea con el hombre cuando salía del Louvre. Cuando le preguntaron porqué no se lo informó a Gagne, Claire respondió que estaba asustada y solo quería salir. Cuando se le preguntó cómo era, Claire sacó la hoja de papel que había usado para recordar detalles sobre el hombre.

    Una vez que la entrevista de una hora concluyó, Gagne le hizo firmar una declaración formal que contenía más detalles que la que había escrito antes. Le devolvió la cámara y luego l entregó a Claire su tarjeta de visita. Le pidió que no se fuera de París, ya que podría necesitarla para una segunda entrevista e identificación.

    Valliant le preguntó en señas, ¿Tiene familia, quizá hermanos con los que quedarse por temas de seguridad?

    Claire le respondió, Tengo bastantes hermanos. Soy una trilliza pero los otros dos están en Texas. Pensó en Megan y Boyd.

    Claire se reunió con el artista de la policía y Valliant para crear una semejanza del hombre que vio entrar y salir del baño de mujeres... el hombre que la atacó.

    Conducida a casa por un oficial de la policía, Claire se detuvo en un carrito de comida fuera de su edificio. Era cerca de la hora del almuerzo, por lo que su apetito se había disparado. Claire se deleitó con una baguette de jamón y queso de treinta centímetros. El carrito también tenía crepes recién hechas, por lo que se compró una cubierta con Nutella. Cambiando de opinión sobre una segunda visita al Louvre, Claire miró hacia arriba y hacia abajo de la calle antes de introducir el código para desbloquear la puerta principal de us edificio de apartamentos. Recogió su correo y subió las escaleras al tercer piso.

    CAPÍTULO CUATRO

    Domingo 8 de Mayo

    Martin visitó los tres lugares, dos tiendas y una cafetería, donde Roche se había

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