El Problema De Necesitarla: Honey Peak, #2
Por Shaw Hart
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Corrine James no es necesaria aquí.
Se lo he dicho, o al menos lo he intentado, pero hay algo en la curvilínea cuidadora que me hace morderme la lengua.
No quiero una cuidadora en casa.
No quiero que nadie me vea luchar, pero mi hermano está preocupado por mí y sé que insistirá.
Cuando le digo que no la necesito, me ruega que la deje quedarse. Necesita este trabajo y por eso cedo.
Ese es mi primer error.
Solo serán unas semanas y luego me la quitaré de encima.
Solo hay un problema.
A medida que pasan las semanas, me doy cuenta de que le mentí a ella y también a mí mismo.
Creo que tal vez realmente podría necesitarla. No como cuidadora en casa, sino como algo mucho más.
Pero soy mercancía dañada.
Ella nunca podría estar interesada en mí.
¿Podría?
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El Problema De Necesitarla - Shaw Hart
UNO
Heath
—No tenías por qué hacer todo esto —le digo a mi hermano, Patrick, mientras nos dirigimos a la cabaña que me compró.
—Quería hacerlo. Además, será agradable tenerte tan cerca. Brennan está tan emocionado de tener a su tío de vuelta en Estados Unidos.
Me fuerzo a sonreír cuando él se vuelve y me sonríe. Abre la puerta mientras yo intento subir los dos escalones del porche con el bastón.
—Podemos poner una rampa si lo necesitas. Este fue el único sitio que encontré en la ciudad que no tuviera un montón de escaleras, ni dentro ni fuera —dice mientras abre la puerta principal.
—Es genial. Realmente no tenías que hacer todo esto. Podría haber encontrado mi propio lugar.
—No pasa nada. ¿De qué sirve tener un montón de dinero si no puedes gastarlo en la gente que te importa?
Patrick estudió informática en la universidad. Creó su primera aplicación cuando tenía unos diecinueve años. Después de graduarse, creó algunas más para el estado de California y el transporte público. A los veinticinco años se hizo conocido en el mercado.
Sin embargo, todo eso terminó cuando nuestro hermano mayor, Caleb, y su mujer murieron en un trágico accidente de coche. Dejaron atrás a su único hijo, Brennan, y como yo estaba en el extranjero, en Afganistán, Patrick fue el único que pudo hacerse cargo.
Volví a casa para el funeral y para asegurarme de que Patrick y Brennan iban a estar bien juntos antes de volver al servicio. Intenté volver para ayudar siempre que pude, pero no tenía mucho tiempo libre.
Estuve diez años en la Marina y los últimos cinco como SEAL. Había planeado retirarme de los SEAL, pero una mala explosión hizo que me dieran el alta médica antes de tiempo. Un trozo de metralla me alcanzó el nervio ciático y me tuvo fuera de servicio los últimos seis meses. He estado en un hospital para veteranos desde que volví a Estados Unidos y ayer me dieron el alta.
Cuando salí, Patrick y Brennan estaban allí esperándome y me llevaron de vuelta a Honey Peak, Michigan. Allí se habían mudado tras la muerte de Caleb. Necesitaban empezar de nuevo y el pueblecito de Honey Peak era el lugar adecuado.
—Te hemos instalado en la primera planta —dice Patrick mientras entramos.
La casa es realmente bonita. Es una casa de campo de dos plantas a pocas manzanas de Main Street, en una calle tranquila. También está justo al lado de la casa de Patrick y Brennan.
La casa tiene el suelo de madera oscura y las paredes están pintadas de un verde pálido. Parece que acaban de pintar las paredes y estoy segura de que Patrick había arreglado la casa antes de que yo llegara.
—La cocina está a la izquierda —dice, señalando más allá del salón, donde veo el fregadero y la nevera—. El dormitorio y el baño están al final del pasillo.
Miro hacia el pasillo que tenemos delante y veo unas cuantas puertas abiertas.
—Se ve bien.
—Hay más dormitorios y baños arriba, pero con el bastón y los nervios dañados, supuse que preferirías estar aquí abajo.
—Sí, será más fácil tenerlo aquí abajo.
—Hay dos dormitorios abajo. En realidad, el dormitorio principal está aquí abajo, así que preparé ese para ti.
—Gracias.
Patrick se dirige al salón y empieza a mullir algunos cojines del sofá.
—Te ayudaré a instalarte aquí y luego tengo que ir a buscar a Brennan a la escuela.
—Y a ver a tu chica —le digo, y él se limita a sonreír.
Lleva saliendo con la profesora de Brennan desde que se conocieron en una noche de padres y profesores hace unos meses. Al principio habían decidido esperar a que Brennan dejara de estar en su clase para empezar a verse, o al menos eso me dijo, pero tengo mis dudas. Se escabulle para verla cada vez que puede.
—Quizá —admite y yo esbozo una sonrisa.
—Estoy bien aquí si quieres irte.
—¿Estás seguro? —me pregunta y yo asiento con la cabeza.
—Sí, voy a descansar.
—Vale, pues el cuidador no tardará en llegar —dice mientras empieza a dirigirse a la puerta y mi cabeza da un respingo para mirarle.
—¿Qué? —le pregunto y él me frunce el ceño.
—¿Qué?
—¿Qué cuidador?
—Te contraté una cuidadora interna. Ella puede ayudarte por aquí.
—No necesito una cuidadora. No necesito ayuda.
Se queda mirando mi bastón y luego me devuelve la mirada.
—Estaré bien —insisto, pero él niega con la cabeza.
—Al menos conócela. Tal vez pueda quedarse unos días para que te instales en la casa y luego podemos decirle que ya no la necesitamos. Solo dale una oportunidad. ¿De acuerdo?
—Bien —cedo al cabo de un minuto y él me sonríe con satisfacción.
—Gracias. Llegará pronto. No te pases con ella.
Asiento y me saluda con la mano mientras se marcha.
Me dirijo al sofá y suspiro mientras tomo asiento, apoyo la pierna en la mesita y tiro el bastón al sofá de al lado. Hago una mueca de dolor al moverme y me alegro de que Patrick se haya ido.
Quiero a mi hermano. Es la única familia que me queda, aparte de Brennan, pero también sé que si supiera el dolor que aún siento, insistiría en que me fuera a vivir con él.
Lleva rondándome desde que salí del hospital y sé que solo quiere ayudar, pero no soporto tenerlo constantemente a mi alrededor. Estoy acostumbrado a estar solo, a poder cuidar de mí mismo, y no me gusta la idea de tener a