Observe & Reflect: 35 años a vista de vigilante de seguridad

Por José Cabezos Ribas

José Cabezos Ribas nació en Stª Perpetua de Mogoda (Barcelona) el 27 de agosto de 1962. Divorciado, padre de dos maravillosas hijas, actualmente comparte su vida entre su pueblo natal y la ciudad de Llerena (Badajoz) en Extremadura.

Alrededor de 1988, por casualidades de la vida, llega al mundo de la Seguridad Privada, destino que parecía de paso y se convirtió en definitivo.

El objetivo de esta obra es tan sencillo como difícil, mostrar al lector que de positivo puede tener la profesión de Vigilante de Seguridad. Como se dice en la obra: «Profesión con malos sueldos, malos horarios y socialmente no demasiado reconocida».
Después de 35 años como profesional en todo tipo de servicios, el autor nos expone las razones que cree que valorizan su profesión.

Así deja claro el autor: «Después de 35 años trabajando, cosa diferente es durante los 35 años, sobre el terreno, en el día a día es muy difícil ver el positivismo a ser VS».

Como dicen en el sector: «La Seguridad no es un lema, es una forma de vida».

• Idioma: Español
• Editorial: Letrame Grupo Editorial
• Fecha de lanzamiento: 19 ene 2024
• ISBN: 9788411819879

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© José Cabezos Ribas

Diseño de edición: Letrame Editorial.

Maquetación: Juan Muñoz Céspedes

Diseño de cubierta: Rubén García

Supervisión de corrección: Celia Jiménez

ISBN: 978-84-1181-987-9

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

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¿POR QUÉ?

Esta breve presentación vendría a representar la pescadilla que se muerde la cola, su inclusión en el libro es resultado o consecuencia del propio libro. Me explico, cuando me planteo escribirlo lo comento con familiares y amigos, salvando alguna entusiasta excepción, las respuestas suelen coincidir en un mismo sentido: «Un libro sobre tu trabajo, ¿a quién le puede interesar?, no creo que a nadie le interese».

Uno se queda con estos comentarios en la mente y empieza a analizar, con un pie en la jubilación, después de treinta y cinco años dedicado a una profesión resulta que el comentario de tus allegados es «¿a quién le puede interesar lo que has hecho todos estos años?». Estos años representan casi toda mi vida, es una reflexión muy seria, no digo que no tengan razón, pero inconscientemente me siento obligado a rechazar esa idea, ¿debería admitir con facilidad la inutilidad de mi trabajo, que ha servido simplemente para sobrevivir?

Soy de los que creen que todos los trabajos deben aportar algo al trabajador y a la sociedad, por modesto que sea, posiblemente este libro esté cerca de ser una especie de Mi diario profesional, un auto balance que me siento en la necesidad de hacer, para valorar si estos más de treinta y cinco años de mi vida habrán servido para dejar una huella en este mundo, por mínima que sea.

INTRODUCCIÓN

El sector de la Seguridad Privada es un mundo muy curioso; normalmente, buscamos el sector privado de cualquier actividad como referencia de un servicio más selecto, esos prestigiosos colegios privados, universidades privadas, ese doctor privado, ese dentista privado, mil cosas hasta llegar a la seguridad, aquí sucede lo contrario, nos encontramos con una seguridad clarísimamente de poco nivel, sin entrar en hipócritas polémicas, es evidente que el personal está poco formado, ahora bien, ¿quién está bajando el nivel de la formación? ¿Quién está haciendo que cada vez sea más fácil ser vigilante de seguridad (VS)? Me atrevo a pensar que esta es la clave para mantener el sueldo bajo: poca preparación, poco sueldo. Cosa que parece interesar a empresas y clientes.

Las responsabilidades están a tres bandas: responsables policiales de Seguridad Privada, obviamente las empresas de seguridad, por último y no menos importante el cliente que contrata el servicio de seguridad. Por supuesto debería haber un cuarto actor en este tema, que son los sindicatos, pero esto mejor dejarlo, merecería un libro en exclusiva, queda pendiente.

Por extraño que parezca, este sector, a vista de vigilante, está falto de toda lógica, me atrevería a decir que la mayoría de los servicios funcionan por unos vigilantes que para sorpresa de muchos trabajan por encima de sus posibilidades.

Analicemos un poco, por encima, cuatro obviedades que a simple vista todo el mundo puede valorar.

En un mundo libre cualquier empresa debe tener la libertad de tener o no tener seguridad privada, puesto que ella la paga. Exceptuamos aquellas que por su actividad es obligatoriamente necesaria. Dicho esto, si deciden tenerla después de analizar necesidades, riesgos y posibles peligros, debería ser competencia de los responsables policiales de SP el establecer los mínimos aceptables que garanticen esa seguridad y lo importante, que parece no preocupar a nadie, garantizar la seguridad del propio personal de vigilancia. No hay que ser un lince para entender que, en la protección de una gran industria, pongamos por caso, un vigilante solo es carne de cañón. Desarmado aún más.

Seguridad Privada debería ser la encargada de marcar esos límites de obligado cumplimiento, por debajo de ellos considerar que el cliente no la cree necesaria, no hace falta seguridad, pues nada de vigilantes ni uniformes. Hay que acabar con la seguridad de apariencias.

Pasamos a hablar de las empresas de seguridad, quitando honrosas y contadas ocasiones, lo que prima es el tema comercial y no perder el cliente que ante el elevado coste de la SP obviamente intentará recortar todo lo que pueda y un poquito más. Acabando por conseguir un despliegue operativo que, generalmente, no es lo que tendría que ser.

Aquí llegamos al cliente, el papel de este quizá es el que resulta más desconcertante, no hablamos del cliente pequeño que hace lo que puede, estos son los menos. Normalmente de SP tiran grandes empresas o negocios que se la pueden permitir, comprensiblemente buscan ahorrar todo lo posible a pesar de eso.

El tema es simple, tienen una partida de gastos considerable y, para empezar, o no hay nadie de la empresa al frente de ese departamento de seguridad o está el típico responsable de mantenimiento que bastante tiene con lo suyo. Esta figura debería ser clave en cualquier empresa que se precie de tener seguridad. La falta de este responsable deja muy claro que una vez más estamos ante una seguridad de escaparate, apariencia y poco más.