Diario de un viaje por la América del Sur 1815-1816: Apuntes del capitán sueco Johan Adam Graaner durante su travesía por las Provincias Unidas del Rio de la Plata

Por Adam Graaner Johan

En marzo de 1816, el capitán sueco Johan Adam Graaner, desembarcó en Buenos Aires iniciando una travesía que lo llevaría hasta la ciudad de Tucumán. Su viaje era secreto y tenía como objetivo postular a Jean Baptiste Bernadotte, príncipe heredero del Reino de Suecia, a un eventual trono en el Rio de la Plata.
En Tucumán, Graaner fue el único extranjero testigo de la declaración de la independencia. Sus apuntes de viaje hasta ahora inéditos detallan lugares, flora y fauna, pero también son una ventana abierta a la cultura de los rioplatenses, en el amanecer de una nueva nación.
El diario de viaje que presentamos hoy fue traducido al español por Eduardo Berezán, periodista y escritor, autor de varias publicaciones sobre Suecia y América Latina.

• Idioma: Español
• Editorial: Saturn förlag
• Fecha de lanzamiento: 16 sept 2023
• ISBN: 9789198710588

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Diario de un viaje por la América del Sur

1815-1816

Diario de un viaje por

la América del Sur

1815-1816

Apuntes del capitán sueco Johan Adam Graaner durante

su travesía por las Provincias Unidas del Rio de la Plata

Traducción y comentarios de

Eduardo Berezán

Título original en sueco:

Journal hållen under en resa i Södra Amerika år 1815–1816

Traducción y comentarios:

Eduardo Berezán

ISBN 978-91-987-105-8-8

Diario de un viaje por la América del Sur 1815-1816

Titúlo original:

Journal hållen under en resa i Södra Amerika år 1815–1816

Autor Johan Adam Graaner

2023 © Saturn förlag/Editorial Saturn, Estocolmo

2023 © traducción al español y comentarios

Eduardo Berezán

Diseño de cubierta y layout © Saturn förlag

Portada: Emeric Essex Vidal

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Prólogo

En 1816 las Provincias Unidas del Río de la Plata se encontraban en medio de grandes dificultades. El gobierno del Directorio y el Congreso General Constituyente, reunido en Tucumán, enfrentaban una situación política y militar extremadamente grave. El Rey de España, Fernando VII había vuelto al poder y tenía una obsesión; recuperar su colonia en el Río de la Plata a sangre y fuego.

Es en este contexto que en marzo de ese año llega a Buenos Aires el capitán del ejército sueco Johan Adam Graaner. Desde su arribo desplegó una incansable tarea para conocer de primera mano, el devenir revolucionario que culminaría con la declaración de la independencia, en julio de ese año.

Graaner, fue además el único extranjero testigo de aquel acontecimiento extraordinario. Sus contactos en las Provincias Unidas del Rio de la Plata, lo llevaron a conocer a grandes figuras políticas de la época. Junto a ellas, llevó a cabo gestiones secretas ligadas a la futura forma de gobierno de la nueva nación y a un eventual trono en tierra sudamericana, para el príncipe heredero del Reino de Suecia, el mariscal francés, Jean Baptiste Bernadotte.

El mariscal había llegado a Estocolmo en 1810, tras una conjura militar y los buenos oficios en París de un joven teniente sueco, Carl Otto Mörner. Formado durante la Revolución francesa, Bernadotte era un jacobino audaz y ambicioso, que logró salir airoso de los dramáticos cambios que se produjeron en la turbulenta Francia de aquellos años.

Para esa época reinaba en Suecia Carlos XIII. El monarca era ya un anciano y no tenía descendencia. La corte trató de remediar el problema buscando un candidato para que lo sucediera en la vecina Dinamarca. Pero tras varios intentos, todos infructuosos, se aceptó finalmente a Bernadotte como heredero del trono. Suecia vivía una frágil situación geopolítica. Había estado en guerra con Francia, también con Dinamarca y en 1809 había perdido Finlandia a manos de Rusia. Ante la agresividad rusa, en el país escandinavo no eran pocos los que veían a la Francia napoleónica como un aliado importante y necesario.

Pero el futuro de Bernadotte en Suecia no parecía muy claro. La historia reciente del reino, con asesinatos, conspiraciones y hasta un golpe de estado, le generaban temores y un alto grado de inseguridad. Por otro lado, a la inestabilidad política habría que agregarle que Carlos XIII seguía resueltamente aferrado a la vida.

Es por eso por lo que en 1815, temeroso de perder la posibilidad de un trono en Suecia, Bernadotte decidió tantear la posibilidad de hacerse de una corona alternativa en la América de Sur. La región no le era desconocida. Había seguido durante mucho tiempo y con gran interés los vaivenes de las luchas independentistas. Para conocer de primera mano cual era la situación real en el Rio de la Plata, Bernadotte envía a Sudamérica al capitán Graaner, un militar inteligente y distinguido.

Graaner había participado de la conjura militar que había hecho posible la llegada del mariscal francés a Suecia en 1810. Es muy probable que Bernadotte lo haya tratado y conocido ya en aquel entonces. El oficial también tenía experiencia de combate. La había adquirido frente a las tropas rusas en la guerra de Finlandia, en la campaña de 1813 contra el mismo Napoleón y en la fuerza expedicionaria enviada contra la vecina Noruega, que concluyó con la unión entre ambos reinos en 1814.

Por sus valerosas acciones de guerra, el Reino de Suecia lo había condecorado en dos oportunidades. Hablaba varios idiomas y tenía una aptitud especial para la diplomacia. Graaner tenía las calificaciones necesarias para servir al príncipe en misiones secretas más allá de las fronteras del reino.

En agosto de 1815 el capitán Graaner deja Estocolmo con la mira puesta en el Río de la Plata y se embarca junto a su sirviente en la goleta Sällan Wärre.

En los meses anteriores, y como buen militar, Graaner había desarrollado una singular actividad de distracción y engaño. Comenzó pidiendo licencia por un año al estado mayor para, según anunció, cuidar de su salud y para sondear las posibilidades de