Antes de que Francis Drake, Henry Morgan o Barbanegra se hicieran famosos por sus ataques contra el Imperio español, un corsario francés (o pirata, dependiendo del punto de vista) demostró que asaltar los barcos que navegaban entre América y Europa era un más que lucrativo negocio. Su nombre era Jean Fleury (c. 1485-1527), y para lograr este hito escogió una acción digna de las mejores hazañas: robar el tesoro de Moctezuma.
Fleury (o Juan Florín, como lo llamaban los españoles) era originario de la localidad normanda de Dieppe, aunque no todo el mundo está de acuerdo. Como buen aventurero, sus orígenes están envueltos en cierto misterio. En este sentido, alguna teoría dice que era la misma persona que Giovanni da Verrazzano, un explorador de Florencia que se hizo fa- moso en el primer tercio del siglo xvi al explorar las costas de América del norte por encargo de Francisco I, rey de Francia. Lo que sí está fuera de toda duda es que trabajó bajo las órdenes de Jean Ango, uno de los principales