Con la retirada de Rusia de la División Española de Voluntarios (División Azul), en octubre de 1943, no terminó la presencia de soldados españoles en suelo soviético. Ni siquiera la vuelta de la Legión Azul, cinco meses después, cerró definitivamente el capítulo de la participación española en la Segunda Guerra Mundial, ya que un número impreciso de soldados quedó prisionero de los soviéticos, no pudiendo ser repatriados hasta el año 1954. La complejidad de la situación internacional, la difícil personalidad de Stalin, el aislamiento internacional de España y las lentas negociaciones entre ambos gobiernos provocaron que el pacto para su retorno se cerrase casi una década después del final de la guerra. Esta es la historia de los múltiples intentos de acuerdo, de los protagonistas e instituciones que participaron en los mismos y del viaje de vuelta de aquellos 286 españoles que, a bordo del buque Semiramis, retornaron a España, concluyendo por fin aquel episodio bélico y «ruso» de nuestra historia.
«El disminuyó la marcha; las hélices perdieron velocidad. La costa, radiante de sol, se perfilaba nítida y perfecta frente a nosotros. Minutos más tarde, Barcelona, engalanada y bellísima, estaba ya encima. La estatua de Colón, con su gran dedo apuntando al mar; las agujas de la Sagrada Familia, de Gaudí; el perfil de la catedral gótica; el palacio de la Exposición, iban siendo reconocidos por los repatriados catalanes, que lo explicaban, alborozados, a sus compañeros. Las gaviotas, en número incalculable, habían salido a nuestro encuentro y rodeaban el dándole, respetuosas, escolta de honor. Ellas fueron las primeras en llegar, pero tras ellas, a medida que nos acercábamos, vimos un mundo infinito de chalupas, piraguas, canoas, balandros, embarcaciones de todo tipo movidas a remo, a viento o a motor que se acercaban a nosotros en santa misión de abordaje. Fue una hermosísima avalancha de 1955).