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La victoria del Vístula: Archivo Político y Privado del Lic. Teodoro Picado Michalski, #4
La victoria del Vístula: Archivo Político y Privado del Lic. Teodoro Picado Michalski, #4
La victoria del Vístula: Archivo Político y Privado del Lic. Teodoro Picado Michalski, #4
Libro electrónico106 páginas1 hora

La victoria del Vístula: Archivo Político y Privado del Lic. Teodoro Picado Michalski, #4

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Obra histórica dedicada a su primo Stas Kaminski. Trata sobre el momento histórico que vivía Polonia y sobre la política europea de ese tiempo. 
Volumen 4, 76 pg.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 jul 2022
ISBN9789968499187
La victoria del Vístula: Archivo Político y Privado del Lic. Teodoro Picado Michalski, #4

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    La victoria del Vístula - Teodoro Picado

    Mariscal Joseph Pilsudski

    Dominio Público, wolnedzwieki.pl

    Prólogo

    El fin de esta publicación, la primera que se hace en castellano, según tenemos entendido, sobre la batalla de Vístula, no es sino dar a conocer sucintamente la forma en que los ejércitos polacos vencieron a las fuerzas comunistas que en agosto de 1920 llegaron a las puertas de Varsovia para implantar la organización soviética en Polonia y en el resto de Europa.

    Conquistada Europa por el imperialismo rojo, en aquella época de post guerra singularmente propicia, los destinos del mundo habían cambiado, y, ya se duelan unos de que el cambio no sobreviniera, ya sea que celebremos otros que las cosas no ocurrieran de distinto modo, lo cierto es que el momento histórico de la batalla del Vístula será siempre de sumo interés para los unos y para los otros.

    Si alguien abrigare dudas acerca de lo afirmado, para perderlas le bastará leer el final del Capítulo II, donde trascribimos sugestivos conceptos de Tujachevski, jefe de las fuerzas rojas que operaron a orillas del Vístula. Ese capítulo así como el que le precede y el que le sigue, se escribieron para que el lector se pusiese al tanto de antecedentes sin los cuales no acertaría, a darse cuenta de la maniobra salvadora concebida por el mariscal Pilsudski. La califican también de milagrosa, y en realidad parece serlo porque hubo tan genial capacidad en concebirla como valor, decisión y patriotismo en ejecutarla.

    Reproducimos también aquí, porque guardan relación estrecha con el tema, y aun pudieran dar alguna luz, dos artículos que hace algún tiempo la vieron en el Repertorio Americano.

    Al desarrollar el tema de esta publicación acudimos a las fuentes originales, no sólo por parecernos así mejor, sino porque recientes los hechos a que se refiere, no se ha escrito sobre la batalla estudio histórico que no se deba a quienes en ella fueran actores de uno u otro bando. En francés se ha publicado un estudio estratégico debido a la pluma del general Camon, y no sabemos de más.

    Lo que le damos al lector se le trae directamente de las fuentes históricas originales, que se citan en el texto cuando se juzga necesario. Bueno o malo, no hay nada, o muy poco, de segunda mano.

    El autor

    Capítulo I

    Introducción—El armisticio de 11 de noviembre de 1918 y Polonia—El ejercito—El sentimiento patriótico

    El triunfo de los Aliados en la Guerra Mundial consagró jurídicamente la reconstitución del Estado polaco y reparó, hasta cierto punto, el crimen internacional de los repartos; pero si en virtud de ese triunfo adquiría Polonia un puesto en el concierto europeo, no obtenía en cambio la reconstitución física o territorial a que tenía derecho como insustituible elemento para perfeccionar su existencia política.

    Al suspenderse las hostilidades de la Guerra Mundial, Polonia quedaba, prácticamente, en manos de sus enemigos y seculares verdugos. Había sido el escenario de la guerra en el frente oriental, y los Imperios Centrales arrebataron a los rusos la porción que éstos venían dominando desde hacía muchos años de común acuerdo y con el beneplácito de aquéllos. Los verdugos se disputaron nuevamente la presa; la suerte de las armas eliminó al moscovita y dejó la víctima en las garras de Alemania y Austria Hungría.

    Los hijos de Polonia habían servido en los ejércitos beligerantes, y prodigado su sangre, —esa sangre que en el curso de una centuria ha corrido desde los confines de Siberia hasta la Península Ibérica— con la eterna ensoñación de la libertad de la patria.

    Mientras que todo el mundo veía en el armisticio de 11 de noviembre de 1918 el avenimiento de la paz y continúa celebrando los aniversarios de esa fecha, ya no como conmemoración de la victoria de los unos sobre los otros, sino como terminación de una hecatombe para todos dolorosa, en cambio los poloneses, en aquel entonces, veían a su país en ruinas y, sobre esas ruinas, disputándoles la libertad y el porvenir los mismos ejércitos extranjeros que durante tantos años lo habían hollado. En esa fecha las madres y esposas de los Estados Unidos, de Francia, de Italia, de Inglaterra, de Alemania y de tantos otros países beligerantes recibieron jubilosas la perspectiva feliz del regreso de los suyos al hogar, y, en cambio, las madres y esposas de Polonia veían a sus hijos y maridos abandonar el hogar, —destinados quizá a no volver jamás a él— para buscar la muerte en nuevos campos de batalla.

    Desarmadas, —al suscribirse el armisticio, y aún antes—, las fuerzas austro alemanas que ocupaban el país por las organizaciones militares secretas que se habían constituido y desarrollado en el misterio y en el sacrificio durante la dominación extranjera, iniciaba Polonia una brillante epopeya nacional: reconquistaba Poznania de manos de los alemanes, rechazaba a los checos que quisieron arrebatarle el principado de Cieszyn, combatía a los ukranianos que ocupaban las provincias del Sudeste, se enfrentaba a los rusos que se apoderaban del territorio que los alemanes abandonaban, creaba un ejército, daba de sí un genio de la política y de la guerra: Pilsudski.

    Los núcleos del ejército polaco se formaron en los lugares más diversos. Hay que citar, en primer término, las organizaciones militares fundadas por Pilsudski en Galicia antes de la Guerra Mundial, que dieron origen a las legiones que participaron en ésta al lado del Austria y se propagaron en toda Polonia. En Rusia, al disgregarse el ejército imperial, los polacos constituyeron diversos cuerpos armados. Eran como islotes en medio del mar revolucionario. En Francia al iniciarse la guerra no más, se formaron grupos de voluntarios que combatieron en la Legión Extranjera, porque el gobierno francés, temeroso de disgustar a Rusia, su aliada, no les concedió beligerancia. No fue sino a la caída de los zares que Francia, libre ya de compromisos, promovió y auxilió la formación de un ejército polaco, constituido con los elementos que antes militaban en la Legión Extranjera, con los soldados y oficiales polacos que habiendo servido en los ejércitos de los Imperios Centrales permanecían en calidad de prisioneros de los Aliados, y especialmente con elementos de la colonia polonesa de los Estados Unidos. Estas fuerzas llegaron a sumar cuatro divisiones y estuvieron al mando del general José Haller, a quien mencionaremos más adelante. Hay que agregar además, al referirse a las bases del ejército polaco, el sin número de jefes y oficiales que sin pertenecer a ninguno de esos cuerpos, habían

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