Durante la Guerra Civil española proliferó de manera inmisericorde el tráfico de armas. Algunos de los datos sorprenderán, porque los dos bandos ocultaron las diferentes operaciones de dicho tráfico, o bien por ilegales o bien para salvaguardarse de un espionaje que estaba en todas partes. Para saber por qué se expandió la compra de armas deberemos analizar la situación en la que se encontraba el Ejército español, y así pondremos en contexto sus causas y no nos quedaremos en una mera crónica.
En 1930, el Ejército español estaba bastante obsoleto. Con la llegada de la Segunda República, los nuevos dirigentes se dieron cuenta de que tenían que modernizarlo. Durante los seis primeros años de la República, el gasto en Defensa superó el 10 % de media de los Presupuestos del Estado, una inversión necesaria después de los diversos fracasos en África; además, el Ejército estaba sobredimensionado con mandos intermedios escasamente preparados. Manuel Azaña era consciente de ese problema y trató de corregirlo con una serie de jubilaciones, para dimensionar en su justo término el Ejército.
PACTO DE NO INTERVENCIÓN
Al estallido de la Guerra Civil, el presidente del Consejo de Ministros, José Giral, autorizó la entrega de armas a la población. Entre el 19 y 20 de julio escribió un mensaje a su homólogo francés Léon Blum: El presidente del Gobierno accede a entregar armamento a España hasta que Gran Bretaña hace ver la peligrosidad de esa acción al presidente de la República francesa, Albert Lebrun, que comunicó a Blum que De esa inquietud nació, el 8 de agosto de 1936, el «Pacto de No Intervención» que fue creado a propuesta de Francia por presiones del Reino Unido. Un total de 27 países europeos lo suscribieron: Albania, Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Checoslovaquia, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Gran Bretaña, Rumania, Suecia, Turquía, Unión Soviética y Yugoslavia. Estados Unidos participó en el embargo de armas, aunque el presidente Roosevelt estuvo a punto de eludir el pacto. Huelga