LA INTERNACIONAL NAZI EN TOLEDO
A En apenas 24 horas, transcurridas entre el 27 y el 28 de septiembre de 1951, las ruinas del Alcázar de Toledo acogieron dos reuniones que hicieron saltar las alarmas tanto del FBI como de la CIA y los servicios de inteligencia franceses. ¿La razón? Aquellos encuentros tenían como nexo de unión a Otto Skorzeny, antiguo coronel de las Waffen-SS, y reunieron en la ciudad del Tajo a la mayor concentración de soldados alemanes de las Waffen-SS en suelo español tras el fin de la II Guerra Mundial.
«Caracortada» (por su enorme cicatriz en la mejilla izquierda), o «el hombre más peligroso de Europa» (como lo denominaba la prensa estadounidense), acudió a Toledo un día antes de la cita para reunirse, además, con el conde de Mayalde, José María Finat y Escrivá de Romaní, en el Palacio de Buenavista. El comandante de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos Robert B. Bieck, perteneciente a la embajada americana en Madrid, fue el agente de la CIA encargado de seguir los pasos de Skorzeny durante su visita a Toledo. Bieck firmó la mayor parte de los informes que recogen la «peregrinación de alemanes al Alcázar», unos documentos ya desclasificados por la CIA y que han sido recogidos en mi libro Otto Skorzeny, el nazi más peligroso en la España de Franco (Editorial Almuzara, 2021).
Dichos informes corroboran lo plasmado en 1998 por la historiadora alemana Birgit Aschmann en su tesis Treue Freunde…? (¿Fieles amigos?), un completo análisis de las relaciones hispano-alemanas entre 1945 y 1963. En la página 149 de dicha obra, la autora señala a Skorzeny como «instigador» de una «peregrinación [curiosamente la misma palabra que luego emplean a su vez los informes de la CIA] internacional al Alcázar de Toledo, el símbolo español de la resistencia y la victoria, donde en 1951 miembros de las SS procedentes de todas las naciones se encontraron con el hombre hecho mito que lideró su defensa, el general Moscardó, así como con el conocido comandante de la División Azul, y entonces ministro, el general Muñoz Grandes».
La profesora Aschmann cita como fuente una carta del director del ministerio Wolfgang Holtz al secretario de Estado de la Cancillería alemana en 1951, Otto Lenz, y fechada el 8 de septiembre de ese mismo año. En su tesis destaca además que «solo en Hamburgo se habían registrado 600 antiguos
