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YACO Y LA ETERNIDAD: UNA FÁBULA EN EL MÁS ALLÁ
YACO Y LA ETERNIDAD: UNA FÁBULA EN EL MÁS ALLÁ
YACO Y LA ETERNIDAD: UNA FÁBULA EN EL MÁS ALLÁ
Libro electrónico129 páginas1 hora

YACO Y LA ETERNIDAD: UNA FÁBULA EN EL MÁS ALLÁ

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Los sentimientos que llevan adelante el relato son la amistad y la gratitud.
El estilo de la narrativa es experimental y, entre otros detalles, combina prosa y guión teatral.
Yaco es un perro callejero que por primera vez en mucho tiempo es feliz, porque Ema, la loca vagabunda del mercado, lo ha adoptado. Pero de pronto, humanos desconocidos, amenazantes, le impiden reencontrarse con Ema.
Gracias a Ala Quebrada, la gaviota sabia y enigmática, Yaco comprende que se encuentra en el Entremundos, un mundo intermedio, una dimensión onírica en donde las ilusiones se viven como realidad.
Apenado, por estar ahora para siempre separado de Ema, Yaco se aviene a buscar un nuevo dueño de quien ser el amigo fiel... ese es el deber de un buen perro – aún estando en el Entremundos.
Yaco emprende una azarosa travesía ornamentada por una increíble galería de personajes: animales y humanos, apariciones amables y monstruosas, que le traen peligros, cambios en su conducta, aprendizajes y enseñanzas.
Yaco se adentra en la profundidades del Entremundos, lucha por sobrevivir mientras se enfrenta a sus temores y a un pasado que le cuesta recordar. Ala Quebrada aparece esporádicamente dándole consejos, que él no siempre quiere escuchar.
Finalmente, Yaco debe elegir entre una vida soñada y placentera... y los deberes de un buen perro.
De inspiración a esta fábula han servido: El Libro Egipcio de los Muertos (Libro de la Salida al Día), el Libro Tibetano de los Muertos (Bardo Thodol) y los mitos de Preta Loka, Caronte y del Limbo. También los trabajos de Emanuel Swedenborg, Edgar A. Poe, Hermann Hesse, Richard Bach, Antoine de Saint-Exupéry – y de Raymond Moody, Pim van Lommel, Dirk K. F. Meijer, Bernardo Kastrup, Federico Faggin, Rupert Sheldrake, Eben Alexander, Chris H. Hardy, Robert Lanza... y muchos otros.
La historia está basada en Cholito, un perro callejero asesinado en 2017, en Chile - y que motivó la creación de la "Ley Cholito", que penaliza el maltrato animal.
IdiomaEspañol
EditorialXinXii
Fecha de lanzamiento25 jun 2023
ISBN9788797020647
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    YACO Y LA ETERNIDAD - Rubén Palma

    YACO Y LA ETERNIDAD

    Una fábula en el Más Allá

    Dedicado a Cholito

    cuyo asesinato motivó la promulgación

    de la «Ley Cholito» en Chile

    Rubén Palma

    Índice

    Copyright
    YACO Y LA ETERNIDAD

    Ema, ¡yo no te he fallado!

    Ema es conocida en el mercado.

    Y ahora estoy escondido en el vertedero.

    Cuando perdí de vista a mi familia, la busqué por todas partes.

    En la banda de Colmillos vagaban perros curtidos.

    —¡Vete, perro inmundo! ¡No quiero más miseria!

    ¡Despierto sobresaltado!

    —¡Una ayudita por el amor de Dios!

    ¿Cómo hago para despertar de esta pesadilla?

    —Yaco, Yaco… ¿me oyes?

    ¡El olor de la Perrocán llega a mí!

    —Yaco, Yaco… ¿me oyes?

    De pronto… ¡una gaviota está posada en la basura!

    Sucedió antes de unirme a la banda de Colmillos.

    —Yaco, espérame. ¡No te muevas de aquí!

    —Yaco, Yaco… estás vivo de otra manera.

    Vago y vago… solitario por este tenebroso Entremundos.

    Detrás del mercado, diviso a un niño.

    Una anciana está sentada en la puerta de su casa.

    Eran dos niños y sus padres en una casa en altura.

    ¡No lo puedo creer!

    Un aleteo encima de mi cabeza… Ala Quebrada.

    —¡Perro lerdo, mira lo que has hecho!

    —¡Perrooo!

    La zona de los animales es la más oscura del Entremundos.

    ¡Llamas se interponen entre la Perrocán y yo!

    Antorchita, ¿tú qué buscas en este Más Allá?

    Ahora puedo distinguir a Ala Quebrada entre otras gaviotas.

    ¿Dónde? ¿Dónde estará el Entremundos de Luz?

    Para encontrar el Entremundos de Luz debo dejar la zona del mercado.

    Me detengo y me vuelvo.

    Hace ya mucho que avanzo en la misma dirección.

    ¡Un débil resplandor a lo lejos!

    ¡Un humano camina por la orilla del río!

    ¡Al fin me acerco al Entremundos de Luz!

    —Bienvenido tú, afortunado, que desde el fracaso encontrarás la paz.

    ¡Un animal salta y se interpone entre el Abismero y yo!

    Corremos lado a lado, Colmillos y yo.

    Los perros van llegando de a uno a la entrada del mercado.

    —¡Yaco… estamos listos!

    Con dificultad, le cuento a la banda cómo perdí a mi familia.

    —Yaco, Yaco… ¿Así vas a ser un buen perro?

    —Yaco, ¿te acuerdas del gato café?

    —¡Jauría mía de las Tinieblas… a mostrar lo que valen!

    —¡Somos la jauría de la Perrocán! ¡Nada nos detiene!

    —¡Jauría mía de las Tinieblas!

    Con la Perrocán y la jauría a nuestras espaldas entramos a la cueva.

    La tenue luz del Entremundos de Tinieblas me ciega.

    Algo me toca el lomo.

    —¡Perro cagón, no te eches a morir!

    Voy agrandando el hoyo a medida que avanzo.

    ¡Algo está pasando!

    Los ayudantes siguen subiendo y bajando los platillos de la balanza.

    Finalmente, los ayudantes se detienen.

    Salgo a la superficie.

    Poco a poco, vuelvo a sentir mi cuerpo.

    Escucho algo detrás de mí.

    ¡Me alegra escuchar ese aleteo tan conocido!

    Me alejo del Mar de Luz y comienzo a buscar.

    Continúo mi carrera hasta alcanzar al Maestro Pelotero.

    Otra vez, meto mi hocico en un túnel del Maestro Pelotero.

    Por fin saco mi hocico fuera del túnel.

    ¡¿Quién me puede estar llamando por mi nombre?!

    YACO Y LA ETERNIDAD

    Una fábula en el más allá

    Todos los derechos reservados

    © Editorial Epizontes y Rubén Palma

    Contacto: rbnpalma@gmail.com

    Edad: 16+

    Portada de Leandro Franchino

    ISBN 978-87-970206-4-7

    E-Book Distribution: XinXii

    www.xinxii.com

    logo_xinxii

    La Voz:

    —Si tú eres tú, entonces… ¿qué no eres tú?

    Ema, ¡yo no te he fallado!

    Porque yo, Yaco, soy un perro ¡que siempre ha querido ser un buen perro! Y estoy dispuesto a acompañar a mi dueña en las buenas y en las malas.

    Emaen cuanto pueda entraré al mercado para volver a estar contigo.

    Pero a la entrada del mercado están esos dos humanos con garrotes. A través de las tinieblas veo sus rostros. Y sus miradas amenazan que me golpearán si me descubren.

    ¿De dónde salieron? ¿Qué les he hecho para que quieran golpearme? Por suerte los puedo ver desde mi escondite, aquí, en el vertedero. Ellos no pueden verme.

    Ema… te echo tanto de menos. Necesito gemir y aullar. Pero guardo silencio, para que esos humanos no me descubran. Esperaré escondido hasta que llegue la noche. Entonces, se irán de la entrada del mercado.

    La soledad y las ratas me asustan. Los insectos me asustan. Acabo de ver un ciempiés horrible. Y más me asusta aún el perro muerto tirado a mi lado. Al cuello tiene una soga, quizás fue ahorcado por humanos. Su cuerpo carcomido me da pena y asco. Evito mirarlo. Trato de no imaginarme cómo será estar muerto y ser comido por otros animales.

    Ema… tan pronto esos humanos se vayan, ¡correré a encontrarme contigo!

    Ema es conocida en el mercado.

    Ella tiene su rincón al lado de la fuente de agua.

    Durante el día se sienta en las baldosas y mendiga. Duerme tapada con trapos en la noche. Su ropa, rostro y pelo están siempre sucios. A menudo les grita insultos a perros y humanos.

    Esa temprana mañana en que me uní a Ema… ahí íbamos los perros de la banda de Colmillos, nuestro líder. Vagábamos por los callejones del mercado, quizás la suerte nos traería algo para comer.

    Los humanos no nos quieren en el mercado. Algunos nos tratan como a basura con patas.

    Vagábamos, cuando un humano le dio una patada a la pequeña Pufi, que gimió adolorida. Colmillos rugió su rabia, listo para morder. Nuestros ladridos rodearon al humano, quien escapó asustado. Al esconderse detrás de un puesto de carne, empujó la balanza del mostrador al suelo. Los humanos del puesto salieron con palos para golpearnos. Yo escapé del alboroto… y de todo.

    Llegué corriendo a la fuente de agua, más cansado que nunca de vagar con la banda de Colmillos.

    Ema estaba sentada sobre sus trapos en su rincón, comía una manzana.

    El alboroto ya había pasado. Pero en vez de reunirme con la banda, me eché al suelo frente a ella. Hacía ya tiempo que yo había dejado de ser un perro limpio. Ahora andaba sucio y con garrapatas. Y como si esto fuera poco, me faltaba un buen pedazo de oreja.

    Cuando Ema se dio cuenta de que yo la observaba, me tiró la manzana masticada por la cabeza: —¡Vete, perro inmundo! ¡No quiero más miseria!

    Así me recibió Ema.

    Y ahora estoy escondido en el vertedero.

    ¿Qué raro?

    La noche no llega. Los nubarrones cuelgan del cielo como si nada se los pudiera llevar. Las tinieblas y la luz

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