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Una pequeña fiesta llamada Eternidad
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Una pequeña fiesta llamada Eternidad
Libro electrónico66 páginas41 minutos

Una pequeña fiesta llamada Eternidad

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Un mundo que se acaba, pero no todavía: el pasado que nos encauza hacia el futuro, la noche –con su día– y la revolución.


«Pincho la música fuerte en la sobremesa. / Bailo antes del postre. / Me tomo la cerveza antes de que se caliente. / Me salto los preámbulos del amor. / Pero no me doy prisa.» El momento justo, que llegue cuando llegue: Gabriela Wiener sube el volumen y dispone cada elemento en su lugar, no siempre el que se espera, nunca el que conviene. En Una pequeña fiesta llamada Eternidad se baila como bailan los cuerpos al sonar el amor y el deseo, las utopías y las decepciones, la rabia y la esperanza; también las ficciones que «nos ayudan a soportar la vida» frente a la misma vida que no sabemos si decir o no. De fondo se oye a Sylvia Plath, Anne Sexton, el golpe beat, Carmen Ollé.

En esta celebración inagotable se ama y se promete todo, incluso la salvación. Desde la escritura, y desde el sexo, y desde la insurgencia: en Una pequeña fiesta llamada Eternidad hay fuego y purpurina. La primera persona se conjuga singular y se comprende plural, colectiva. Un libro en el que Gabriela Wiener se asoma hacia la eternidad que sigue a la derrota, y nos lo cuenta aún más personal, aún más político.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 sept 2023
ISBN9788433919090
Una pequeña fiesta llamada Eternidad
Autor

Grabriela Wiener

Gabriela Wiener es escritora y periodista peruana residente en Madrid. Ha publicado los libros narrativos Sexografías (2008), Nueve lunas (2009), Llamada perdida (2014) y Dicen de mí (2018); la novela Huaco retrato (2021); y los poemarios Ejercicios para el endurecimiento del espíritu (La Bella Varsovia, 2014) y Una pequeña fiesta llamada Eternidad (La Bella Varsovia, 2023). Sus textos han aparecido en antologías nacionales e internacionales y han sido traducidos al francés, inglés, italiano, polaco y portugués. Sus primeras historias se publicaron en la revista peruana de periodismo narrativo Etiqueta Negra. Fue redactora jefa de la revista Marie Claire en España y columnista de The New York Times en español. Hoy escribe una columna para Público. Ganó el Premio Nacional de Periodismo de Perú; por un reportaje de investigación sobre un caso de violencia de género. Es creadora de varias performances que ha puesto en escena junto a su familia. Recientemente escribió y protagonizó la obra de teatro Qué locura enamorarme yo de ti.

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    Una pequeña fiesta llamada Eternidad - Grabriela Wiener

    Índice

    Portada

    Podía ver la revolución desde mi váter

    Promesas desde la bañera de Mafe

    Ama rápido

    Un poema económico

    Hija de la coca

    Huaco erótico

    Embarazadas

    Hermanas

    La mujer del leño está en Tinder

    Los idiotas en Wild Wild Country

    Todo dolor tiene su pajarito

    Tengo que escribir una columna

    Utopía

    La colonia

    Qué es el frío

    Ligándome a unaUcraniana

    Pon de tu parte

    No están

    Créditos

    PODÍA VER LA REVOLUCIÓN

    DESDE MI VÁTER

    Llegamos de Lima a un piso con doce personas

    y un solo váter en Pla de Palacio.

    Hicimos progresos.

    Pudimos subalquilar a un alemán

    un piso de 20 metros cuadrados en Sagrada Familia.

    Nos mudamos al barrio más aburrido de Barcelona

    para tener a Coco.

    La Ronda de Guinardó.

    Luego descubrimos que detrás de la nevera

    había un nido de cucarachas.

    Eran miles.

    Clarice Lispector hubiera escrito muchísimos libros en mi casa.

    Él se quemó los antebrazos sirviendo paella.

    Yo metí nombres en una base de datos

    de la Asociación de Veterinarios de Cataluña.

    Lloré en el baño de la Asociación de Veterinarios de Cataluña.

    Fui becaria a los 30.

    Fui a muchos cócteles literarios.

    Demasiados.

    Escribí por dinero, todo,

    hasta el horóscopo de cómo folla cada signo.

    Y nunca había oído la palabra «decolonial».

    Por eso seguí corriendo detrás de Europa,

    detrás del boom

    y de Bolaño,

    de una obra,

    del Babelia.

    Por un piso,

    por papeles,

    por dinero,

    por prestigio.

    Y un día por fin pude volver a ser periodista

    y escritora

    y alquilar un piso en el Raval.

    La calle Carmen está al lado de la Boquería.

    Podía ver a los turistas desde mi váter.

    Yo nunca había oído la palabra «gentrificación».

    El piso nos costaba mil euros,

    un maldito montón de billetes,

    pero lo valía.

    Teníamos lavaplatos,

    invitábamos a Caparrós a comer ceviche,

    mi hija tenía una habitación llena de juguetes bonitos

    y hablaba en catalán.

    Mi baño era tan grande

    que mis amigos se drogaban en él

    de cinco en cinco.

    Y el walk in closet, oh, podía verme de cuerpo entero.

    El colegio de Coco quedaba a dos calles de allí, justo al lado de nuestro bar favorito,

    El Benidorm.

    Podíamos salir del bar y llevarla al colegio

    o salir del colegio y llevarnos al bar.

    Me emborrachaba hasta enseñarle las tetas

    a Javier Calvo.

    Podíamos ver A dos metros bajo tierra

    durante seis horas seguidas.

    Una vez vino a visitarnos una amiga

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