Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Felicidad: ¿Evolución o Escape?
Felicidad: ¿Evolución o Escape?
Felicidad: ¿Evolución o Escape?
Libro electrónico223 páginas3 horas

Felicidad: ¿Evolución o Escape?

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Felicidad, ¿evolución o escape? es una novela que narra la historia de una niña llamada Felicidad. La historia oscila entre la búsqueda de felicidad, de huidas y de luchas constantes por sobrevivir y ser ella misma. Se trata de una narración entretenida en donde el personaje principal se relaciona con los demás actores de la novela de una forma cercana y difícil: hay eventos trágicos, alegres, dudosos, cambios repentinos, etc., en el fondo, la novela deja un cuestionamiento que parece ser el meollo del trabajo: ¿Felicidad evoluciona o huye de sí misma? Cada lector debe responder a tal objeción a partir del análisis de los escenarios y los hechos que vivió Felicidad. Por ende, la novela exige una lectura atenta y sosegada.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 mar 2020
ISBN9781643343525
Felicidad: ¿Evolución o Escape?

Relacionado con Felicidad

Libros electrónicos relacionados

Biografías literarias para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para Felicidad

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Felicidad - Betty Erazo

    cover.jpg

    Felicidad 

    ¿Evolución o Escape?

    Betty Erazo

    Derechos de autor © 2019 Betty Erazo

    Todos los derechos reservados

    Primera Edición

    PAGE PUBLISHING, INC.

    Conneaut Lake, PA

    Primera publicación original de Page Publishing 2019

    ISBN 978-1-64334-351-8 (Versión Impresa)

    ISBN 978-1-64334-352-5 (Versión electrónica)

    Libro impreso en Los Estados Unidos de América

    Tabla de contenido

    Una vida sin requisitos

    El amor en tiempos de desamor

    Resonancias de un secreto

    El peso de cargar con un secreto

    Cuando sucede lo inesperado

    Entre la ficción y la realidad: inseguridad y desconfianza

    El cariño tenue y el intenso dolor: entre la dicha o la desdicha

    Frustración e impotencia

    Intervención de Diana, la profesora

    Entre la alegría y la angustia

    El dolor no es solo mío: (No solo en mi familia)

    Nuevos encuentros

    Despidiéndose de sus amistades, de la señora Luz y de la vecindad

    Inocencia de la juventud

    Boda eclesiástica

    Decisiones difíciles

    Una nueva vida por explorar

    La angustia por un supuesto embarazo

    La llegada de la mejor amiga

    Pensando en el divorcio

    Amor y desconsuelo en la enfermedad

    Decisiones que cambian la vida

    Agradecimientos

    Esta novela autobiográfica no hubiera sido posible su publicación sin la ayuda de muchas personas cercanas a mi vida. En primer lugar, quiero agradecer a Dios por manifestarse en mi vida, en esta historia y en mi familia. Rememorar ciertos momentos de mi vida ha sido un reconocer la obra de nuestro Creador.

    No puedo dejar de agradecer a mi hermana Martha Ojeda, con su amor y su alegría cambió mi vida. Ahora estás con Dios, pero estoy segura que desde el cielo sigues intercediendo por mí, por tus hijos y todos tus seres queridos.

    También quiero agradecer infinitamente a Fr. Lucio Nontol, TOR., quien, con su apoyo, al escuchar esta historia me animó a escribirla, muy agradecida por su tiempo, paciencia y cariño con que me apoyó durante el trabajo de esta novela.

    Por último, quiero agradecer a mi esposo Efrén y a mi hija Stephany, con su amor y apoyo me impulsan a seguir adelante.

    Prólogo

    Cuando sentimos que todo nos agobia, que todo nos molesta, que todo nos dificulta e impide seguir viviendo, es normal que pensemos en un escape. Reconocer que queremos escapar de una situación determinada es de valientes. La edad es independiente: cambio de pareja, cambio de ambiente, cambio de trabajo, etc., es una actitud tan natural como la búsqueda de agua en un desierto. Cada persona tiene una forma de actuar que se entiende si se conoce el contexto donde se vive.

    El personaje principal de la novela es Felicidad, una niña, adolescente que llega a la adultez y que constantemente está cambiando, experimentando, conociendo nuevas realidades y vivencias cuyo final pareciera incierto, inseguro y hasta cierto punto un retorno al principio. Las marcas de la vida le recuerdan vivencias de la infancia que le acompañaran toda su existencia. Sin embargo, se abre una luz que da pie a pensar que por fin el río encuentra su cauce. La novela oscila entre un escape continuo de situaciones diversas y una aparente evolución inconsciente que la misma Felicidad parece dar cuenta en el desarrollo de la novela.

    La autora deja la opinión al lector. El lector de esta novela se convierte así en un personaje activo que a partir de su reflexión extraerá su opinión y se dará respuesta a la pregunta que plantea el título de esta novela.

    La novela es de lectura fácil, entretenida y cargada de enseñanzas sapienciales.

    La novela nos regala un escenario lleno de paisajes que no se limitan a lo geográfico, sino que describe los paisajes del ser humano que como tal tienen su belleza, también grandes abismos que parecen incontrolables.

    La novela nos puede ayudar a vislumbrar una realidad llena de cuestionamientos que invitan al lector a tener que pensar qué haría en esas circunstancias.

    Nadie parece más desgraciado que el que nunca experimentó una desgracia. Piensa que entre los males que parecen tan terribles, no hay ninguno que no podamos vencer; ninguno sobre el cual no hayan triunfado los grandes hombres. ¡Sepamos triunfar también nosotros sobre algo!.

    Séneca.

    Una vida sin requisitos

    Para muchos la verdadera vida es la vida que no llevamos, la vida deseada, la anhelada, pero ella no existe más que aquella que experimentamos a diario. La vida por venir es la que vivimos en la cotidianidad, en situaciones diversas, contrariadas, penosas, lamentables pero reales, sin tapujos, sin apariencia, sin ningún requisito que nos prevenga o nos ayude a afrontarla. Muchos piensan en un sinnúmero de requisitos para acoger una vida, piensan en todos los preparativos donde no quepa lo inesperado, pero tener todo para ser feliz no es garantía de serlo, la vida transcurre entre vaivenes, a veces, inusitados, sorpresivos pero ciertos y reales. En un país poco afortunado económicamente, una niña de unos cinco años que vive en un lugar donde la pobreza y la falta de dinero se hacen relevantes entre otras muchas necesidades, se hace fuerte el deseo de vivir de otra manera. La carencia de bienes materiales no pudo entristecer ese corazón limpio e inocente de aquella niña deseosa de ser mejor, ella era la novena hija de catorce hermanos, fruto del tercer compromiso de su madre.

    Su madre (en adelante Victoria), una mujer apuesta, descontenta con lo que veía, huyó en busca de mejoras. Desafortunadamente, la mamá de Victoria murió cuando apenas ella tenía cuatro años. El padre de Victoria se hizo de otra mujer dejando a la niña con sus familiares. Cuando ella tenía trece años su tío estaba solo en casa con Victoria y quiso abusar de ella, la tiró a la cama y quería quitarle la ropa, la niña asustada luchó con todas sus fuerzas y pudo escapar de él.

    En ese momento Victoria decidió huir, ya que también había escuchado que su tío, siguiendo la tradición cultural del pueblo y para eximirse de toda responsabilidad, la quería comprometer con un hombre mucho mayor que ella, el cual llevaba el mismo apellido porque eran de una comunidad que no quería mezclarse con otro apellido. Victoria no dudó en romper con esa tradición y decidió dejar su pueblo. Su huida la liberó de juntarse con un hombre que ella no deseaba ni amaba y también de tener hijos con problemas y malformaciones biológicas según dice la ciencia médica. Ella no sabía todo esto, pero su decisión hizo que evitara el suplicio de cargar con responsabilidades impuestas.

    Cerca de sus quince años conoció a su primer hombre, Adrián, con el cual tuvo dos niñas. Era un militar que casi no compartió con ella porque se pasaba todo el tiempo en el cuartel militar y apenas la veía. Al poco tiempo él es trasladado a la parte oriente, la selva amazónica. Para Victoria no era fácil pues de una ciudad pequeña la llevaron a la selva donde había zancudos, diferentes clases de mosquitos, sapos, monos, anacondas, culebras venenosas, entre otros animales salvajes. Un calor insoportable donde el sudor recorría por todo su cuerpo, esto era sorprendente para ella porque eran sus primeras sensaciones en un ambiente tropical húmedo, Victoria vivía en un constante miedo y no era feliz.

    Ella, una mujer hermosa de piel blanca, ojos verdes azulados, pequeña de estatura, pero de cuerpo atrayente, no faltaba un hombre que quisiera estar con ella y piropear su belleza.

    Al no sentirse amada por Adrián decide dejarlo, huyó con sus dos hijas pequeñas, Francisca y Estela a otro pueblo de oriente y volvió a sentirse atraída por otro hombre llamado César, se comprometió con él y tuvieron cuatro hijos varones. Jorge, Sandro, Luis y Guillermo. A su corta edad Victoria ya tenía seis hijos. Por un lado, Victoria no estaba muy consciente de la gran responsabilidad que tenía en sus manos, sin darse cuenta solo pensaba en ella misma y al no sentirse amada ni comprendida con César, su segundo marido, nuevamente volvió a sentirse decepcionada, vacía, el encanto se terminó otra vez, ni los niños podían llenar la soledad que ella sentía, esto era muy desesperante y doloroso.

    Por su mente pasaba dejarlo y hacer lo que siempre hacía, huir, huir de los problemas, huir de ella misma y del miedo a enfrentar su realidad a causa de la gran responsabilidad que tenía con los niños. No obstante, en un día de sol y propicio para la caza, César decidió ir a cazar, preparó su rifle, lo miró, lo acarició como sabiendo que le esperaba un buen día, de pronto hizo un mal movimiento y se disparó él mismo muy cerca de su ojo derecho, este cayó enfermo, la infección llegó al ojo, lo perdió, pasaron los meses, no hubo mejoría y al poco tiempo murió.

    Victoria quedó sola viviendo con los suegros (José y Mariana), al transcurrir el tiempo el suegro insinuó muchas veces que quería tener intimidad con ella, Victoria sintió miedo, repugnancia, dolor e impotencia. No tenía en quien confiar, recordó a su madre muerta, lloró, se lamentó, le dolió no tener una hermana ni siquiera una amiga con quien compartir sus problemas, miedos, angustias e inseguridades.

    La muerte de su hombre la impulsó a buscarse la vida, los niños tenían muchas necesidades, hacía falta dinero y aunque se mantenían con lo que sembraban, cazaban y cosechaban a Victoria no le interesaba aprender sobre cómo trabajar en la tierra; el sol dañaba su piel, también tenía miedo a los insectos y a cualquier animal salvaje.

    Pronto le propusieron un trabajo de cocinera en una escuela para niños, aunque estaba apartado de donde ella vivía, aceptó el trabajo, se rentó un cuarto pequeño donde solo cabía su cama. El cuarto tenía una ventana donde se podía mirar el paisaje lleno de árboles y escuchar claramente el sonido de los sapos y animales nocturnos.

    Visitaba los fines de semana a sus hijos, pero el acoso de José era muy obvio, cada vez con más insistencia y furia. Mariana, la suegra, se dio cuenta y pidió a Victoria que tuviera cuidado, pero no se atrevió a reclamar a su esposo el deseo incontrolado por la nuera.

    De regreso a su cuarto después del trabajo, Victoria pasaba todos los días cerca de un salón donde se reunían jóvenes a jugar billar, cuando sintió la mirada de un muchacho muy joven, aunque para Victoria no era raro que un hombre la mirara y le dijera algún piropo, pero este hombre era diferente a todos, se hicieron amigos y compartieron sus penas. Él quería conocer mucho más de ella, no solo su belleza física, pese a que se sentía fuertemente atraído por su buena apariencia y esos ojos azulados lo descontrolaban.

    Alfredo era su nombre, unos cuantos años menor que ella, de piel trigueña. Su padre, un hombre que había inmigrado de la ciudad para trabajar en la construcción de carreteras, había muerto, su madre vivía muy adentro de la selva. Un hombre con tantos problemas como Victoria.

    Él estaba en lo mejor de su juventud, trabajaba talando árboles, sus brazos se habían vuelto musculosos por el uso diario de las herramientas, Victoria se sentía muy a gusto y comprendida por él. También él estaba dispuesto a aprender de ella, conocer de su experiencia sobre la vida; no fue difícil para ellos decidir vivir juntos.

    Mariana la abuela de los niños se puso muy molesta porque tenía otros planes para Victoria, quería que se casara con el hermano menor del difunto; José se molestó tanto que trató de hacerle daño a su nuevo pretendiente. Se les complicaron las cosas y no podían vivir su romance en libertad, en esos días visitaron unas monjas en la escuela donde Victoria trabajaba, les mencionó que tenía dos niñas pequeñas y ellas ofrecieron llevárselas, Victoria lo pensó, se entristeció, pero decidió que sería lo mejor para las niñas, por otra parte, la suegra se hizo cargo de los cuatro niños. Prácticamente ella abandonó a sus seis hijos y se fue sola con Alfredo. Alfredo feliz de tener a la persona que amaba aparentemente, empezaron a vivir juntos.

    El amor de ambos resultó tan poderoso que fueron capaces de dejar todo tipo de obstáculo con tal de vivir lejos de aquello que les impedía amarse.

    El amor en tiempos de desamor

    Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré; jamás te abandonaré. (Hebreos 13, 5).

    Más vale tener poco, con temor del Señor, que muchas riquezas con grandes angustias. (Proverbios 15, 16).

    Como la situación no iba bien decidieron quedarse en la habitación que Victoria rentaba. Por su parte, Alfredo no le podía ofrecer nada mejor más que su amor y comprensión, pero al esperarle y recogerle todas las tardes en la escuela donde ella trabajaba se dio cuenta que el rector de la escuela la miraba de una manera que a él no le gustó. El saber todo lo que sufrió Victoria con sus compromisos anteriores le molestaba. Alfredo no permitiría que ningún otro hombre la volviera a tocar, ella sería solo para él, pensaba en su interior.

    Para ese tiempo Victoria ya estaba embarazada de su primer hijo con él, aprovechándose de esto, Alfredo le pidió que dejara el trabajo y que él se encargaría de proveer para el hogar todo lo necesario, en realidad, él estaba celoso y no quería perder a su amada. Ella asintió por el estado de salud que vivía y decidió pacientemente esperar a su hombre en la casa.

    Alfredo conocía la selva, se ingeniaba para que no faltara el alimento, también pagaba el alquiler de la habitación cada fin de mes; pasaron los meses y nació su primer varón, Javier. Él estaba feliz de ser papá, ella también lo estaba, aunque pensaba en sus otros hijos, los niños iban a visitarles de vez en cuando con Mariana, Victoria su madre no podía acercarse a verlos, porque los celos de José-el exsuegro-cada vez iban en aumento y si veía a Alfredo le haría daño. Una de las monjas, sor Caridad, siempre llevaba a las niñas para que no perdiesen el contacto con su madre.

    El tiempo pasaba y los varones iban menos a visitar a Victoria, ella se fue acostumbrando a vivir sin ellos, aunque los extrañaba y muchas veces no podía expresar estos sentimientos. Al año de su primer hijo Javier, ya venía otro varón en camino, Josué. Tuvieron que mudarse a una habitación más grande, al tiempo que pudiera tener una pequeña cocina donde preparar los alimentos. Las cocinas del lugar funcionaban a base de leña o según fuere el caso con carbón. Eran afortunados los que tenían ciertas comodidades para cocinar porque las cocinas comunes estaban hechas a base de barro.

    Todos los domingos asistían a misa. El sacerdote, un italiano llamado Adolfo que había sido enviado de misión a la selva los atendía siempre. Cierto día se fijó que no comulgaban y entonces se autoinvitó a comer en su casa. Victoria preparaba un seco de gallina, plato típico en Suramérica, servido con arroz blanco, la gallina estofada al vapor condimentada con ajo, cebolla, achiote y hierbas propias del lugar para darle un color y sabor exquisito. También preparaba ají picante para acompañar el almuerzo y de bebida una limonada fresca que solo los limones de la selva pueden brindar, un color amarillento y ese sabor cítrico con su aroma incomparable. Mientras comían Adolfo dijo a Victoria lo bien que cocinaba, a ella le agradó mucho el comentario y le pidió que volviera otro día a comer con ellos, así lo hizo, esto dio tiempo al sacerdote a profundizar en la conversación sobre su estado eclesial con respecto a su matrimonio. Les dijo que no era bueno vivir sin el sacramento del matrimonio, entonces él se ofreció casarlos, de testigo sería otro sacerdote y para completar la celebración un compartir en su comunidad con las monjas y los niños que vivían o estudiaban en el centro educativo.

    En medio de este gran acontecimiento, el clérigo les aconsejó que en un futuro se casen por la ley civil, aunque eran conscientes que lo más importante era el matrimonio eclesiástico. A Alfredo le fascinó la idea, pero a Victoria le asustaba el matrimonio, ella no se sentía confortable en ese momento pero sabía que Alfredo era el amor de su vida. Las experiencias del pasado le habían hecho una mujer dudosa y temerosa de hacer compromisos de larga duración, aunque en sus adentros presentía que lo que hacía era lo mejor. Era más difícil para ella entender acerca del matrimonio pero como Adolfo les había explicado que al vivir así estaban en pecado, que podrían mejorar su vida recibiendo el sacramento del matrimonio, entonces optaron por casarse. Persuadidos de que el matrimonio era lo mejor para ellos, no les importaba los adornos externos, ni la vestimenta que podían llevar.

    Para la novia no hubo vestido blanco con su cola larga, tampoco para él hubo un atuendo, ni traje negro, no tuvieron damas ni caballeros, ni siquiera fotos para mostrar a sus hijos en un futuro. A pesar de todo hubo una gran disponibilidad de Adolfo el sacerdote y una buena homilía la cual ellos recordarían toda su vida. Resonaba en sus adentros que las realidades importantes de la vida pasan desapercibidas porque se anidan en el corazón y cuanto más cerca del corazón están las experiencias de la vida menos adornos externos necesitan. Su matrimonio civil lo postergaron hasta que tuvieron que realizarlo después de cuarenta años porque les exigían unos documentos para viajar al extranjero.

    A todas luces se veía que Alfredo y Victoria se amaban. Los hijos que iban viniendo los aceptaban con sosiego, con alegría y con mucha disponibilidad para darles lo que podían. La familia iba creciendo, venía su tercer hijo, después de Javier y Josué era una niña, Felicidad, de la que hablaremos más adelante. A Alfredo no le importaba si era otro varón o una niña, era feliz cuando su familia aumentaba, la frase que él siempre decía: No importa lo que venga con tal que venga sanito o sanita.

    Con este amor y esta disponibilidad para acoger la vida, los embarazos no paraban, era como si cada vez que Victoria se levantaba de la cuarentena ya estaba esperando otro bebé. Ella era feliz con Alfredo, pero todavía no se adaptaba a

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1