En el boulevard de los sueños rotos
Por Luis Díaz
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En el boulevard de los Sueños Rotos es la historia de Anthony, un joven que creció sin la influencia positiva de un padre en una comunidad llena de violencia, prostitución y drogadicción.
En un ambiente lleno de influencias negativas él ,como muchos jóvenes, estaba en busca de eso que le diera sentido a su vida.
En esa búsqueda exper
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En el boulevard de los sueños rotos - Luis Díaz
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Esta pieza literaria como los personajes de la misma son totalmente de ficción, cualquier semejanza a alguna persona es pura coincidencia
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Publicado por Ibukku
www.ibukku.com
Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico
Editor: Lic. Miguel L. Romero
Corrección: Lic. Roberto Cordova Magallanes
Copyright © 2021 Luis Díaz
Emoción Activa
emocionactiva@gmail.com
ISBN Paperback: 978-1-64086-860-1
ISBN eBook: 978-1-64086-861-8
ÍNDICE
Prefacio
1. Virginia
2. Jesenia y la oratoria
3. Un Nuevo Comienzo
4. La Chica Gótica
5. El Sentido de la Vida
6. La Universidad (Henry)
7. Nuevos Horizontes
8. Un Nuevo Amanecer
9. Sasha, Coco y Melody
10. Molly
A mi amada esposa,
por creer en mí cuando yo casi no podía.
A mi madre Betty por ser ese ejemplo
de trabajo y sacrificio que tanto necesité.
A mis hijas Sasha, Melody, Molly y Coco.
Prefacio
En nuestros días es muy difícil encontrar una historia que nos inspire, ya que vivimos en un mundo inevitablemente inseguro, inestable y acelerado. Podría ser normal que una persona no encuentre su motor inspirador, el sentido y significado de eso que llamamos vida… Para una persona joven aún más.
En este relato se narra la historia de Anthony, un joven que pasó por muchas etapas complicadas en su vida que lo ayudaron a encontrar ese valor y significado vital, esa fuerza y ese estimulo maravilloso, que tanta falta hace en nuestros días.
Todo comenzó en un residencial público repleto de drogas, prostitución e inocencia. Había muchas cosas en dicho lugar pero lo que sí faltaba era autoridad, y con esto no sólo me refiero a la policía o a un sistema de Seguridad, sino a la imagen masculina (paternal) que pudiera ser el reflejo positivo para la comunidad y para el crecimiento de dicho residencial y de todos sus habitantes (sobre todo los jóvenes).
Anthony, creció carente de esta figura. No tuvo a nadie que le enseñara a ser un verdadero hombre y cómo tratar a una mujer. Estas cosas las tuvo que aprender en la calle, de la forma más primitiva.
Fue precisamente a través de una joven mujer que descubrió la importancia que tiene la imagen de un padre que lo instruyera y guiara en una relación de pareja. Fue gracias a una mujer que aprendió a tratar de la forma correcta a una fémina y entendió que las mujeres son doncellas y seres preciados por naturaleza que deben ser tratados con amor, cariño y respeto.
Por medio de otra joven, supo lo que era el placer y la fantasía, aunque no todo fue dulzura. En ese caminar, también descubrió lo que era la traición, en todas las formas que se puede vivir la misma.
Por otro lado, su madre le enseñó lo que era el trabajo y el sacrificio, la importancia de creer en algo y que cuando las creencias son las adecuadas se puede llegar muy lejos. Aprendió que los limites muchas veces no los ponemos nosotros mismos. Son las circunstancias que arrastran los sueños hasta el piso y a veces tenemos que luchar para devolver las cosas a su sitio.
Anthony era un joven con pocas probabilidades. Por lo menos dentro de la realidad donde el vivía. Pero mientras maduraba entendió que los sueños que aparentemente parecen inalcanzables, pueden hacerse realidad, aunque para alcanzarlos, se debe pasar por el fuego del sufrimiento y el dolor.
Su vida transcurría entre altibajos de emociones y aventuras. En un momento cuando ya todo parecía perdido encontró el amor. Y no solamente el amor de una mujer, sino además el amor de una de las criaturas más reales y genuinas, el amor de un gato. Dicho amor le enseñó de lealtad y de entrega. Valores que estarían en su vida por siempre.
Virginia era el nombre su madre. En el interminable proceso de la vida, ella siempre fue una constante y siempre que pensaba en ella lo hacía con una sonrisa.
Anthony decidió que era tiempo de cambiar de aires. Se mudó para otro país, en busca de nuevas posibilidades. En dicho país pudo poner en práctica todo lo que había aprendido durante su existencia. También volvió a experimentar la traición y otros sentimientos negativos, pero ya en otro nivel, ya que la mentira jugó un papel protagónico, mientras que el dolor y el sufrimiento fueron en algún momento pilares en de su vida.
Un ambiente gris, sombrío y lleno de sufrimiento pintaron el cuadro de su existencia pero, de pronto, todo eso tuvo un cambio radical. Para Anthony fue como un nuevo comienzo, donde pudo experimentar el amor por segunda vez, pero parecía que esta vez había sido real (y no es que antes no lo fuera, pero la intensidad y la entrega fueron distintas).
La vida de este joven, sin duda, fue una vida llena de excitación y emoción, pero en lo espiritual había un vacío profundo, una carencia de serenidad interior y la total ausencia de Dios. No es de asombrarse que durante este tiempo su vida no tuviera sentido. Pero hay cosas que suceden y lo cambian todo, y en ese caminar encontró el amor y encontró a Dios. Esto le dio sentido, significado y dirección a su vida, que hasta ese punto era una eterna montaña rusa donde sólo había emociones placenteras, pero nada realmente significativo. Anthony lo sabía y entendía que lo que le da sentido a la vida no es nada material medible con unidades humanas, va más allá y es mucho más importante. Algunas personas nunca encuentran ese sentido de vida; otras se pierden en su búsqueda; otras la encuentran cuando tal vez ya es demasiado tarde. Unos encuentran esta pasión y sentido por la vida a través de la música, la pintura, el deporte, el arte, la escritura, y desafortunadamente otros jamás pueden encontrarla.
En un mundo lleno de incertidumbre, de noticias pesimistas, de negatividad y guerra, de ensimismamiento político, de enfermedades incurables o pandemias desgarradoras. Muy pocas veces encontramos una historia que nos conmueva o que nos inspire, a continuación, la historia de Anthony…
1. Virginia
Una tarde lluviosa de otoño, Virginia notó que algo no andaba bien con su cuerpo. Tenía náuseas y desde hacía semanas no le llegaba su tan doloroso periodo. A ella, aunque la noticia tendría que ser motivo de alegría, no le despertaba emoción o felicidad, más bien temor. Temía como él fuera a reaccionar. Virginia no tenía una relación de pareja normal, y aunque para ella él fuera su novio, ella sabía que su compañero estaba casado, lo que convertía su amor en uno prohibido. Al principio, las cosas fueron bien, su novio
o compañero de nombre Antonio era detallista, muy cariñoso pero, después de la noticia, no volvió a serlo, su comportamiento dio un giro total y las cosas cambiaron.
Virginia tuvo una niñez muy difícil. Su madre murió cuando ella era todavía muy pequeña. No pasaron muchos años de luto y su padre se volvió a casar. La pareja de su padre que fungía las veces de madre no era del todo buena con ella. La madrastra en cuestión cuyo nombre era Úrsula sentía mucha rabia porque no había podido quedarse embarazada y a veces arremetía en contra de Virginia por tal motivo. Cuando su padre estaba presente en casa se mostraba cariñosa y amorosa con Virginia, pero en el momento en el que él se iba a trabajar, comenzaban los maltratos.
Cuando Virginia llegaba de la escuela tenía que limpiar la casa, lavar y planchar la ropa y además cocinar. Y pobre si la comida le quedaba salada o sin sabor, la "pela" (golpiza) se la llevaba. Esto iba desde un chancletazo, correazos hasta cualquier extensión que alcanzara y sirviera de herramienta de tortura. Y sí ella respondía tenía que arrodillarse en arroz por treinta minutos. Su niñez fue difícil, lo que más necesitaba es que llegara su príncipe azul, alguien que pudiera librarla de tanto sufrimiento.
Los castigos que recibía eran peores que los castigos que recibían los según impíos en las cruzadas, claro para una jovencita del siglo XXI. En ocasiones Úrsula agarraba una escoba y se la lanzaba. Virginia tuvo que desarrollar habilidades para esquivar rápidamente, de lo contrario no hubiera sobrevivido a tales maltratos. Un momento crucial en su vida fue cuando tuvo un altercado con su hermano, que era aproximadamente de la misma edad de ella, solamente mayor que él por un año. Ella le dio un manotazo en la espalda y su madrastra se percató, pero como no tenía ningún proyectil o arma para usarla le tiró con un hielo que tenía en su mano. Nuevamente, los reflejos de Virginia la salvaron. En esos momentos realmente necesitaba un príncipe azul que la sacara de aquel infierno y la protegiera. La idea del príncipe azul era el sueño de cada jovencita y ella no era la excepción.
Pasaron los años y su príncipe azul apareció. Pero, como suele suceder en la vida real, pronto su príncipe azul se convirtió en un ogro verde. Su actitud cambió después de la noticia de que ella estaba embarazada y solamente pensaba en qué le iba a decir a su esposa y a sus hijos respecto a esta situación y en qué posición iba a quedar ante los ojos de la sociedad ya no tenía previsto que algo así sucediera...
El diablo te quita la vergüenza para que obres mal y luego Dios te la regresa para que te avergüences, en el juego de la vida. El Antonio pensó en el problema, en su arrepentimiento, en todo menos en ella. Llegó hasta el punto de ofrecerle dinero para que finalizara el embarazo, es decir, para que abortara. Es increíble la cantidad de eufemismos que la sociedad utiliza para llamar al más cruel de los asesinatos. Pero, Virginia no sólo era una princesa, sino que también una guerrera.
En una de sus citas (si es que se les podía llamar citas), el Antonio la trató sin ningún detalle o delicadeza y con una brusquedad más aparente que de costumbre. Cuando llegó a recogerla, no le abrió la puerta del carro (algo que igual no es habitual en la actualidad entre los jóvenes pero por lo menos eran detalles que este ser si tenía con ella, hasta ese momento). Fueron al autocine. En el camino un silencio sombrío reinó en el ambiente. El autocine era el último en aquella época y al llegar él no preguntó qué película quería ver o sí quería comer o beber algo. Nada, absolutamente nada. Parecía que en el autocine dos desconocidos compartían un lugar en el tiempo donde el silencio y la descortesía reinaron en todo momento.
El enterarse del embarazo en lugar de ser una buena noticia para él, fue motivo para tornar sus emociones en desprecio y repulsión. Pasó el tiempo y las cosas no mejoraron entre ambos y Virginia, decidida, iba a tener a su criatura con o sin su apoyo. De eso, ella no tenía dudas.
Pasaron 9 meses y tuvo a su criatura sola, y así ella pasó a ser parte de la gran estadística de madres solteras, de guerreras formadas a sí mismas de esta