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Pablo Neruda y Matilde Urrutia. La eterna amante del capitan
Pablo Neruda y Matilde Urrutia. La eterna amante del capitan
Pablo Neruda y Matilde Urrutia. La eterna amante del capitan
Libro electrónico136 páginas2 horas

Pablo Neruda y Matilde Urrutia. La eterna amante del capitan

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Este libro cuenta la historia de amor del poeta Pablo Neruda y la cantante Matilde Urrutia. El era ya un reconocido poeta cuando la conoció, y ella una cantante con gran tesón y relativa fortura. Fue amor a primera vista, y cuando, después de encuentros furtivos y períodos de distancia, pudieron convivir, ya no se separaron hasta la muerte del poeta.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 jul 2012
ISBN9781939048066
Pablo Neruda y Matilde Urrutia. La eterna amante del capitan
Autor

Esteban Campos

Esteban Campos es licenciado en Historia, docente en la facultad de Filosofia y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Miembro de la seccion Historia reciente en la Latin America Studies Association (LASA), se le reconoce como especialista en historia de los movimientos politicos y sociales latinoamericanos de los ultimos treinta años.

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    Pablo Neruda y Matilde Urrutia. La eterna amante del capitan - Esteban Campos

    Es noche cerrada en Santiago de Chile, mas la oscuridad no trae la calma, el descanso. Los amantes tiemblan entre las sábanas, sí, pero susurrando apenas. Hay olor a guerra, hay olor a muerte. Cada tanto se escuchan gritos, insultos que se pierden a lo lejos. También frenadas y algún que otro disparo aislado.

    Es el 22 de septiembre de 1973. En la Clínica Santa María, un hombre corpulento, pero que ha perdido mucho peso en los últimos meses, se debate entre la vida y la muerte. Su esposa le tiende la mano, no puede abandonarlo.

    Pablo Neruda se está muriendo, y con él muere un país entero. Por las nobles arrugas morenas de Matilde Urrutia, las lágrimas abren surcos, como la crecida de un río durante una tormenta. El pecho del moribundo se ha movido un poco hace unos minutos. Por un momento pareció que su media vida volvía a despertar, pero no. Por la cabeza de Matilde no pasa la idea de que ésta pueda ser la última vez que vea a Pablo vivo. El cuerpo del poeta tiembla. Y ya no se mueve más. La mujer llora sin consuelo sobre el cadáver; también, las enfermeras.

    A varios kilómetros de allí, en la región de Valparaíso, las puertas de su casa en la ribera de Isla Negra ceden ante el bruto acoso de un pelotón militar. Una vez adentro, los sicarios descargan varios minutos de odio en una orgía de vidrios rotos, recuerdos quebrados y papeles agitándose en el aire, como palomas heridas.

    Once días antes, el golpe militar de Augusto Pinochet ponía fin a un largo período de gobiernos constitucionales, desencadenando una política de terror contra la oposición de izquierda. Así concluía, con violencia, la vía chilena al socialismo, el proyecto de cambio social que puso sobre la mesa la Unidad Popular, conducida por Salvador Allende, el compañero presidente.

    Matilde Urrutia había podido salir a flote de ese gran naufragio nacional, y su lucha estaba destinada a convertirse en testimonio del país sobreviviente. Pero este otro naufragio, definitivo, no tendría consuelo ni remedio…

    El dulce yugo

    El presente libro narra una historia de amor, pero en realidad, por él circulan varias historias que confluyen en un gran relato general. En primer lugar, recorremos la vida de Matilde Urrutia, la eterna amante del Capitán, la musa que inspiró buena parte de sus versos. Dada la innegable estatura del creador, abundan las biografías y ensayos en torno de la vida y obra de éste; se cuentan sus peripecias políticas, sus viajes, sus batallas intelectuales y también sus flaquezas humanas. Pero como vivimos en una sociedad milenariamente patriarcal, falta aún un acercamiento profundo a la vida de Matilde en tanto Matilde.

    Sin pretender esta breve obra cubrir tal deficiencia, nos enfocamos en primer lugar no solamente en la amante o la esposa, sino también en la mujer, aquella que quería ser libre como un pájaro y terminó cayendo en la dulce dependencia del mago de las letras. En segundo lugar, contamos la inevitable y a la vez apasionante historia de Pablo Neruda, la del joven tímido que termina viajando por el mundo y atrapando mujeres en su red para satisfacer un relegado deseo. Y con ambos relatos se va tejiendo la trama de un gran amor; sin idealizaciones, pero con condimentos que lo tornan singular.

    La de Pablo y Matilde no fue una pasión que se dio de una vez y para siempre. No fue una materia pura, unívoca y libre de accidentes; así, aunque los amantes se miraron y se enamoraron de inmediato, en realidad ese amor a primera vista no duró demasiado. Casi nos atrevemos a decir, sin ser expertos en la materia (¿alguien puede exhibir su diploma?) que el suyo fue un amor a segunda vista, o un "amor después del amor".

    Como veremos, tres años pasaron desde el encuentro inicial hasta que el azar los reunió de nuevo, y ya iban a ser amantes maduros. Sin embargo, fue un amor casi adolescente, de encantamientos, de risas, aquel amor que a la larga revoluciona lo cotidiano y vence a la fatiga del tiempo. También fue un amor prohibido.

    Cuando conoció a Matilde, Pablo estaba legalmente casado con María Antonieta Hagenaar, pero se había separado de ella sin firmar un papel y vivía con Delia del Carril. Por eso su historia va a ser también un enredo plagado de fugas, engaños, complicidades y, por qué no, de traiciones. No vamos a pulir el bronce de los héroes, pero tampoco a acotarlo con presupuestos morales.

    Menos habrá aquí profundos análisis literarios. Si en el curso de estas páginas hacemos referencia, por ejemplo, al supuesto carácter machista de la poesía de Neruda, donde las metáforas aparecen como formas de reducir a la mujer a un objeto sexual, es sólo para intentar un relato que vaya un poco (sólo un poco) más allá de la lectura superficial. Eso no nos impide afirmar que, junto con Salvador Allende, Matilde y Pablo fueron la pareja más romántica de su generación. No eran románticos en el sentido trágico, como el amor suicida y narcisista que aparece en Goethe con Las desventuras del joven Werther, quien se quita la vida por el amor de Lotte, una mujer casada. El de Matilde y Pablo fue un amor contemporáneo, que debió enfrentarse a menudo con los prejuicios de su época. Fue un lazo indisolublemente ligado al compromiso social (primero el del poeta; más tarde el de la viuda), pulido en versos como los de La carta en el camino, poema escrito en 1959:

    "Pero tampoco puedo olvidar a mi pueblo. Voy a luchar en cada calle, detrás de cada piedra. Tu amor también me ayuda".

    Atravesado por la violencia del tiempo que les tocó vivir, un tercer relato aborda el conflictivo contexto histórico que debió sortear la pareja. Las vidas paralelas de Matilde y Pablo están cruzadas por sus experiencias en Chile, Argentina, España, Francia o la Unión Soviética, en un mundo de fronteras ideológicas que, por entonces, encontraban su límite en el Muro de Berlín. Al reconocer la relación entre la musa y el poeta más allá de la historia oficial, podemos captar con mayor fidelidad algo del verdadero amor que se profesaron, con sus miserias y grandezas. Sin el mármol heroico ni la sublime ficción de las novelas complacientes, el de ellos fue un amor irremisiblemente poético:

    "Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida."

    Capítulo I

    Tiempos difíciles

    En Preguntas de un obrero ante un libro, Bertolt Brecht descubría un rincón de la Historia oscurecido por el olvido:

    "Tebas, la de las Siete Puertas, ¿quién la construyó?

    En los libros figuran los nombres de los reyes.

    ¿Arrastraron los reyes los grandes bloques de piedra?

    ¿En qué casas de la dorada Lima vivían los obreros que la construyeron?

    La noche en que fue terminada la Muralla China, ¿adónde fueron los albañiles?"

    Piedra en la piedra, el hombre ¿dónde estuvo?, diría luego Neruda en Alturas de Macchu Picchu, siguiendo sin duda el interrogante del alemán acerca del hombre anónimo. Y en la línea de ambos, podríamos cuestionarnos:

    ¿Cuántas mujeres atravesaron el tiempo en las sombras, eclipsadas por la luz de la Historia que se escribe desde el poder? Napoleón Bonaparte señaló en un célebre aforismo que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Detrás, pero nunca a su lado, o adelante.

    ¿Por qué la Teniente Coronela Juana Azurduy en el Alto Perú de las guerras de independencia, o la exquisita poetisa Sor Juana Inés de la Cruz en el Siglo de Oro mexicano, tuvieron que ponerse botas y vestirse de varón en algún momento de sus vidas, para ser tenidas en cuenta?

    ¿Por qué en los corridos de la Revolución Mexicana es más fácil recordar a la mítica Adelita acompañando a las tropas de Pancho Villa o quizá yéndose con otro? Pocas veces se reconoce a la mujer de carne y hueso que encabezó a la población de Parral, para resistir la invasión del ejército yanqui en marzo de 1916.

    ¿Por qué Matilde Urrutia siempre es el gran amor de Pablo Neruda? Como aquí intentamos reconstruir la historia de una relación, vamos a invertir los papeles convencionales, para dar la palabra en primer lugar a ella.

    No es para nada casual que el único testimonio escrito capaz de contarnos algo sobre la musa del notable poeta chileno, se denomine precisamente Mi vida junto a Pablo Neruda. Al no ser un relato autobiográfico, sino una colección de memorias que evocan con pasión y dulzura los recuerdos de la pareja, la historia de Matilde Urrutia se pierde en un pasado plagado de interrogantes. Símbolo de una entrega total al gigante de las letras latinoamericanas, parece como si su vida no pudiera contarse por fuera de la experiencia amorosa que la marcó para siempre. A pesar de todo, sabemos por varios testimonios y biografías de Neruda que su primer encuentro sentimental es del año 1949, cuando ella tenía treinta y siete años y él cuarenta y cinco.

    La niña en los mercados

    Matilde Urrutia nació el 5 de mayo de 1912 en Chillán, en la VIII Región de Chile, que tiene como cabecera a la ciudad de Concepción. Tierra épica y de tragedia, escrita con la sangre cruzada de indomables indios araucanos

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