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Sofía
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Libro electrónico83 páginas1 hora

Sofía

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Sofía tenía la capacidad de hacer todo lo que se propusiera, todo lo que soñara o deseara lo lograba con su propio esfuerzo, era feliz, tenía todo para no sentirse sola, porque se ganaba el cariño de las personas que la conocían, tenía un corazón bueno, saludaba y ayudaba al humilde que vive en la calle, pero Sofía quería sentir y vivir el amor, tal vez eso no era para ella, porque sería tan fuerte que cambiaría para siempre su corta historia.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 dic 2020
ISBN9781643347554
Sofía

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    Sofía - Irma Yesenia Campos Collaz

    Su primera vez

    La primera noche juntos, él se abalanzó encima de Sofía, que apenas se había quitado la ropa y, asustada, estaba bajo las sábanas blancas de aquel hotel. Sofía apenas pudo sentir las seis embestidas de su esposo, ella apenas empezaba a sentir, deseando un poco más y él se detuvo con un gemido y, luego de una pausa, cayó dormido al lado de ella, que solo quedó excitada entre los fluidos y algo de sangre, pero no logró sentir nada, fue cuando Sofía pensó: ¿Esto es hacer el amor? y sintiendo un enorme vacío en su cuerpo y corazón, con una extraña sensación de querer algo más, que en ese momento no supo que era, la escena se repitió al menos 5 veces en su primera noche juntos, pero terminaba en el mismo tiempo y forma. Pasaron los 3 primeros días juntos en ese hotel donde salían a comer y caminar un poco, se bañaban, él se subía arriba de ella y sin besarla, uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, un quejido y caía cansado. Sofía solo podía pensar que lo quería y, talvez, así eran los matrimonios, que lo que había mirado en las películas de romance era actuación, tenía un esposo y eso la hacía sentir feliz.

    Su primer hogar

    Un rancho de apenas unas 14 casas donde todos eran familia, buenas personas con gran corazón, humildes, sencillos, compartían la mesa y reían mientras comían, pero casi todos con la misma historia donde no importa si la mujer siente o necesita amor, cariño, atención, que quiere ser escuchada, está en casa y el hombre sale a divertirse por su cuenta, en las reuniones familiares los hombres están aparte y no con sus esposas, dónde las muestras de cariño ante la gente no son bien vistas, ¿qué van a pensar? Que no tiene tiempo a solas, el hombre es incapaz de acercarse a su esposa y tomarle la mano o darle un beso, igual a solas no lo hacen.

    Sofía sentía la necesidad de acercarse a su esposo y robarle un beso, que la tomara de la mano o la abrazara, él solo la apartaba y decía:

    —Nos van a ver.

    Sofía decía:

    —¡Que importa! Eres mi esposo y nos queremos.

    Se apartaba con un sentimiento de rechazo, tristeza, soledad y algo de enojo, sin entender que le pasaba, deseaba sentirse amada.

    Pasando los dos primeros meses entre que conoció a la nueva familia, cada hábito, costumbres, tratando de adaptarse a la vida de un rancho a la cual no pertenecía, cumplía con todos los deberes de esposa, como toda pareja nueva, hacían el amor en el cerro, en el monte, hasta en el río, pero todos con el mismo resultado, ella deseaba que él la mirara a los ojos, que la acariciara, que le dijera que la quería, pero eso no pasaba. Sofía le preguntaba:

    —¿Me quieres?

    Él contestaba:

    —¡Pos sí!

    Pero Sofía sabía que eso no venía del corazón, era como sacarle un te quiero forzado. Con los días él empezó a llegar más noche a dormir porque iba con sus parientes a tomar y escuchar música... ¡¡¡Eso lo hacía ser el hombre!!! No un mandilón, dicho por su padre.

    Sofía se empezaba a sentir sola, vacía. A solas lloraba, la rutina de todos los días y esa extraña sensación de querer sentir algo que no estaba sintiendo, esto la hacía pensar que se había equivocado, que debió buscar otra salida, pero ya estaba ahí y el matrimonio es para toda la vida.

    Justo en esos días se entera de que está embarazada, eso la llenó de ilusión, un bebé crecía dentro de su vientre y llenaría ese vacío que venía sintiendo desde niña, su esposo no cambió ni mejoró, todo era igual, llegadas tarde oliendo a alcohol, queriendo su cena caliente para luego vomitarla, subiese encima de ella, que terminaba asqueada, sin lograr sentir nada.

    Fueron unos meses muy difíciles, la vida de un rancho es algo monótona, donde la mujer espera al marido, si es que no se quedó con algún vecino platicando o tomando alcohol o cerveza. A pesar de todo Sofía era muy trabajadora, hacía sus deberes e iba a casa de su suegra a ayudar en lo que pudiera y, en las tardes, se ponía a tejer algunos zapatitos, chambritas y cobijitas para su bebé. Sofía, con su cuerpo muy delgado y con una panza cada día más grande, visitaba a sus padres que estaban preocupados por su mala alimentación, pero ella los calmaba diciendo: Si como y muy bien. Ellos aconsejaron venirse a vivir al pueblo al menos más cerca de las clínicas, cosa que si accedió el esposo y entró a trabajar, pero las cosas entre ellos eran igual, sin embargo, en ese momento a ella no le importaba, esperaba un bebé que pateaba cada día más y más, pronto se llegó la hora del parto difícil, en el cual ella tuvo un desmayo y, gracias a los doctores, lograron que naciera el niño, si un niño, en cuanto ella lo miró supo que era el gran amor de su vida, pero el bebé debía quedarse 6 días en observación, ella volvió a casa llorando por dejar a su hijo tan lejos, pues, para ir a verlo eran más de 2 horas en carro, y como quedó muy lastimada no la llevarían a verlo hasta el día del alta. Sofía lloraba todos los días y noches, porque sentía que se lo estaban quitando, pero no era así. Al séptimo día fue por su pequeño hijo, desde ese momento llenó toda su vida, todo lo demás no importaba. Por el momento...

    Conforme iba pasando el tiempo el deseo,

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