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101 Maneras de Meditar: Descubra Su Verdadero Yo
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101 Maneras de Meditar: Descubra Su Verdadero Yo
Libro electrónico127 páginas1 hora

101 Maneras de Meditar: Descubra Su Verdadero Yo

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¿Qué es exactamente la meditación? En los términos más simples, se trata de relajar el cuerpo, callar a la mente y tener un enfoque. También es una manera de acceder intuitivamente al conocimiento, para experimentar un mundo más allá de los sentidos, para comunicarse con el inconsciente personal o colectivo y, más importantemente, para entender quién eres.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 ene 2023
ISBN9798215730768
101 Maneras de Meditar: Descubra Su Verdadero Yo

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    101 Maneras de Meditar - Linda A Lavid

    INTRODUCCIÓN

    El día que comencé a escribir este libro, desperté con un momento de inspiración. Vino golpeando una aburrida mañana de Abril en la luz granulada del amanecer cuando yo, medio dormida, intentaba recordar si la noche anterior me había cepillado los dientes y había cerrado la puerta de enfrente. ¿Qué era esta revelación?

    No puedes lanzar una granada al agua y llamarlo pesca.

    Al fin, ¡la respuesta! Yo, entonces, alcancé un diario cercano y comencé a hacer una lista – una lista de meditaciones.

    Historia de fondo…

    Yo soy una terapista con una Maestría en Trabajo Social. A través de los años, he aconsejado familias, adultos y niños en agencias, hospitales y escuelas. Ha sido una carrera recompensada. Pero hace cinco años, mi práctica tomo un giro cuando decidí explorar terapias alternativas. Una vez que me entrené y certifiqué, me embarqué en un sorprendente e inesperado viaje.

    Antes de seguir adelante, déjenme admitir que soy de naturaleza escéptica. Me gustan las pruebas de las cosas, preferiblemente estudios y estadísticas con resultados que indiquen un ritmo de éxito más allá de la aleatoriedad. Por suerte, sin embargo, también soy curiosa. Y así comencé mi búsqueda.

    Mi introducción inicial a las terapias alternativas ocurrió después de que fui a una sesión de hipnosis para perder peso. La sesión fue poco extraordinaria. Me senté, cerré los ojos y escuché la voz del hipnotista. El guion que leyó fue placentero, pero difícilmente sorprendente. Me fui a casa. El resultado: Dejé de comer postres por un año completo y perdí 32 libras. Fue fácil, divertido y muy, muy extraño. ¿Cómo pudieron 20 minutos cambiar 55 años de comer dulces?

    Resulta que la hipnosis ha existido por siglos, pero la mecánica de cómo funciona permanece incierta. Sí, comprometer al subconsciente está involucrado, pero después de eso, es una adivinanza. Para encontrar la respuesta, decidí estar entrenada.

    El curso de certificación se enfocó en la hipnoterapia (hipnosis), como también en terapias transpersonales y de regresión. Brevemente, estas terapias dependen en desbloquear o replantear puntos de referencia más allá del individuo, es decir lo espiritual, para lograr un cambio positivo.

    De nuevo, esto parecía extraño y contra intuitivo para mi cerebro matemático. Aun así, ya certificada, utilicé las destrezas. El resultado: Los clientes, que ya no estaban atrapados en un pensamiento circular y liberados de problemas emocionales, pudieron expandir su enfoque para un verdadero cambio holístico. Yo estaba asombrada. ¿Qué hacía a estas terapias tan exitosas? ¿Relajación? ¿Despejar a la mente? ¿El ser espiritual? Yo no tenía idea y seguí adelante.

    La sanación con imágenes se convirtió en mi especialidad. Con esta modalidad, los clientes definen una imagen que representa un problema, condición o preocupación que les gustaría cambiar. Puede ser física, emocional o social. Una vez identificada, la imagen es procesada. Esto se logra guiando al cliente a un estado de relajación, visualizando una imagen, luego procesándola a través de observación y comunicación; sí, el cliente le habla a imágenes dentro de su cabeza, y yo lo puedo escuchar. Es divertido, misterioso, y funciona. La historia debería terminar aquí (pero entonces no habría necesidad de hacer este libro) pero otro desafío surgió. Como mi rol era más de facilitadora que de terapeuta, y el proceso es, esencialmente, llevado por el cliente, ¿cómo podía enseñarme a mí misma y a otros a hacerlo individualmente?

    Siguieron los seminarios e investigaciones. Hice CDs, elaboré folletos y hablé por un sinfín de tiempo conmigo misma y con los clientes sobre como practicar en soledad. Desafortunadamente, no fue efectivo. Los ojos de los clientes se perdían y hasta yo misma tuve problemas siguiendo mis propias direcciones.

    Entonces, ese Abril llegó la respuesta:

    No puedes lanzar una granada al agua y llamarlo pesca.

    Eureka! Claridad en medio de la ciénega. Mis complicados intentos de explicar práctica auto curativa eran una exageración. En vez de usar una granada para pescar, todo lo que necesitaba hacer era simplificar el proceso y colocarlo en el vehículo indicado. Un vehículo que había estado usando todo el tiempo: Meditación.

    Más historia de fondo…

    Mis excursiones en la meditación también eran con rodeos. Habiendo sido criada y educada en un ambiente altamente saturado y de una manera de hacer las cosas, la meditación era de otro mundo, extranjero y vagamente blasfemo. Eran principios de los setenta y las religiones orientales, gracias a los Beatles, estaban de moda. Empecé a hacer yoga y meditación.

    Hacer yoga era sencillo, pero la práctica de meditación era confuso. Nadie parecía saber exactamente cómo se hacía o qué esperar. Por lo que leí, parecía que era acerca de nada. Así que eso hice – pensé acerca de nada.

    Por tres meses, pasé 45 minutos al día haciendo yoga y meditación. Dos cosas positivas sucedieron: los músculos se relajaron y las ideas flotaron inesperadamente a mi mente. Pero había un problema – 45 minutos se volvieron abrumadores.

    A través de los años, volvía a la práctica del yoga y la meditación, pero nunca por largos periodos de tiempo. ¿Qué puedo decir? Siempre terminaba siendo acerca del tiempo, sus restricciones y, estoy avergonzada de admitir, era… bueno… bastante aburrido. Pasaron los años.

    Mi próxima exposición a la meditación fue en una visita que le hice a Lily Dale, una comunidad espiritualista en Nueva York. Mi propósito allí era estar en ambientes calmados para escribir. Es un lugar seguro y amable para retirarse. Durante el verano, parte de la programación diaria incluye un servicio de meditación que se lleva a cabo en la pequeña capillas a las 8 de la madrugada. Pensé que sería una buena manera de comenzar mi día de escribir.

    Desde el primer momento, sentí que había llegado a casa. Afuera, las hojas crujían, los pájaros cantaban. Adentro, las vidrieras con tonos de joya brillaban a la parpadeante luz de las velas. Cerré mis ojos, respiré profundamente, y por 25 minutos me transporté. Una parte de mí estaba presente y consciente. Otra parte se sentía sagrada. Regresaba cada día. Para el final de la semana, finalmente me había dado cuenta de cómo disfrutar la meditación. En vez del enfoque Espartano de estiramiento y de pensar en nada, necesitaba un poco de diversión.

    Seguí practicando sanación por imágenes con los clientes y meditaba por mí misma. Había puntos (acomodar el escenario con sonido, luces, olor) de comunidad, pero las prácticas diferían. Una era personal y espiritual. La otra era profesional y tenía que ver con imágenes. La unión entre las dos ocurrió esa mañana de Abril cuando claramente entendí que los principios de meditación, eran los mismos que los de sanación por imágenes. No solo era la relajación del cuerpo y mente, pero del foco. Específicamente, así estés experimentando nada o experimentando algo, estás meditando. Y así nació 101 Maneras de Meditar.

    Así que, ¿qué es exactamente la meditación? En los términos más simples, se trata de relajar el cuerpo, callar a la mente y tener un enfoque. También es una manera de acceder intuitivamente al conocimiento, para experimentar un mundo más allá de los sentidos, para comunicarse con el inconsciente personal o colectivo y, más importantemente, para entender quién eres.

    Antes de seguir adelante, quisiera decir que además de relajar el cuerpo, mente y tener un enfoque, no hay una manera correcta o incorrecta de meditar. Lo que funcione para ti es la forma correcta. La meditación es personal y se acomoda a tu marco de referencia y elección de foco.

    ¿Por qué meditar? Todos tenemos tantas preguntas: ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué me comporto de esta manera? Y, para responder a estas preguntas, observamos, razonamos, experimentamos. Sin importar cuántas respuestas obtengas, siempre quedarán preguntas. Sospecho que si la vida fuera clara y fácil de dividir, el misterio y la intriga de vivir nos aburrirían rápidamente y nos consumiríamos. Estamos hechos para preguntar, para buscar. Está en nuestro ADN. Pero hay otras razones para meditar.

    La meditación cura a todo nivel. Físicamente, un estado meditativo: suelta toxinas, calma el estrés, mejora la relajación, mejora la eficiencia corazón/pulmón, aumenta la energía, reduce la fatiga, y aumenta el oxígeno a través del cuerpo. Para heridas emocionales, trauma psicológico, la meditación es un bálsamo curativo y un recurso acomodadizo para soltar cargamento innecesario. Finalmente, para darle sentido al caos – a veces exterior, a veces producido por nuestras propias manos – la meditación nos ayuda a tomar un paso atrás y tener una perspectiva mayor más allá de la personal.

    La meditación es versátil. Idos están mis días de enfrentarme a 45 minutos de práctica que parecían que eran removidos de mi día a día. La meditación es una manera de explorar y entender los grandes misterios, pero también es una forma de entenderte a ti mismo. Respuestas a preguntas grandes o pequeñas pueden aparecer con cualquier meditación. De hecho, puedes meditar por una razón, pero un descubrimiento puede aparecer en otra área. Ejemplo: Tal vez, tú estás meditando para drenar

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