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Amar es renacer
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Amar es renacer

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Una  historia siemtre presente, del siglo XX al XXI.

 

Una historia de amor de una pareja perteneciente a la ahora llamada por muchos sociólogos y estudiosos de la sociedad, generación "Baby Boomer", por haber nacido entre 1950 y 1960. Él, un abogado litigante y ella, una médica cirujana que, a pesar de tener desempeños disímiles, se apoyaron mutuamente para exitosamente sortear, en la segunda mitad del siglo XX y primeras décadas del XXI, épocas turbulentas económicas y políticas de su País y del continente Sudamericano, donde nacieron y se desarrollaron como familia. Son un ejemplo de una generación que logró asimilar exitosamente grandes revoluciones y avances tecnológicos, utilizándolos y adecuándolos a su vida cotidiana.

Agua y aceite convertidos en una emulsión, … agua y fuego convertidos en vapor. Ellos, un hombre y una mujer, demuestran que es factible convertirse en uno solo y resurgir gracias al amor… Tal como la arena y el mar, la espuma en la cresta de una ola, o la nata sobre la leche, … fueron elementos diferentes que terminan uniéndose de manera simbiótica, en límites difusos de articulación.

!Una vivencia de muchos!, ...en la cual se reitera que, a pesar de encuentros y desencuentros, se demuestra que el tiempo y el espacio son relativos y que, … el amor es una energía imperecedera, permanente, trasmutable, evolucionadora, siempre presente en el Universo.

 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento2 sept 2022
ISBN9798835140619
Amar es renacer
Autor

Rudy Rafael Castillo Mirabal

. Rudy Rafael Castillo. Mirabal Nacido en el Tigre, Estado Anzoátegui, Venezuela. Es Ingeniero Metalúrgico, especialista, MsC y PhD, con amplia experiencia Industrial y jubilado del Sector Universitario. Es firme en ratificar que: “La familia es la base de la sociedad”, que “Siempre se puede aprender algo nuevo” y que “Se puede renacer cada día”. 

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    Amar es renacer - Rudy Rafael Castillo Mirabal

    Todos los derechos reservados para esta obra.

    Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita del autor o de sus apoderados legalmente avalados, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, grabación u otros, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público.

    En la obra aparecen algunas personas y lugares históricos, así como acontecimientos basados en hechos reales, sin embargo, la obra en una nóvela de ficción y cualquier parecido con la realidad es simple coincidencia.

    Resumen

    Una historia de amor de una pareja perteneciente a la ahora llamada por muchos sociólogos y estudiosos de la sociedad, generación Baby Boomer, por haber nacido entre 1950 y 1960. Él, un abogado litigante y ella, una médica cirujana que, a pesar de tener desempeños disímiles, se apoyaron mutuamente para exitosamente sortear, en la segunda mitad del siglo XX y primeras décadas del XXI, épocas turbulentas económicas y políticas de su País y del continente Sudamericano, donde nacieron y se desarrollaron como familia. Son un ejemplo de una generación que logró asimilar exitosamente grandes revoluciones y avances tecnológicos, utilizándolos y adecuándolos a su vida cotidiana.

    Agua y aceite convertidos en una emulsión, ... agua y fuego convertidos en vapor. Ellos, un hombre y una mujer, demuestran que es factible convertirse en uno solo y resurgir gracias al amor... Tal como la arena y el mar, la espuma en la cresta de una ola, o la nata sobre la leche, ... fueron elementos diferentes que terminan uniéndose de manera simbiótica, en límites difusos de articulación.

    Una historia de muchos, en la cual se reitera que, a pesar de encuentros y desencuentros, se demuestra que el tiempo y el espacio son relativos y que, ... el amor es una energía imperecedera, permanente, trasmutable, evolucionadora, siempre presente en el Universo.

    Principio y final

    Rosa Elena, lo observó yaciendo en la cama y no pudo evitar que una lágrima de amor y cariño, rodara por su mejilla. José Rafael, su esposo, seguía siendo, a pesar de sus ochenta y cinco años y los efectos de su reciente enfermedad, el mismo hombre a quien, ... conoció hace exactamente sesenta y dos años atrás.

    Se limpió rápidamente sus ojos humedecidos por las espontáneas lágrimas y sonrió con cierta tristeza. ¡Se había prometido ser fuerte y no demostrar debilidad o flaquear frente a su amado esposo!, lo cual era definitivamente para ella, una proeza, ya que siempre se caracterizó por ser excesivamente emotiva y con mucha dificultad para ocultar sus sentimientos.

    Ella, estaba aún con su vestido de dormir. Lucía un pijama de color rosa, que había cubierto con una ligera bata muy vaporosa, de un color púrpura. La cual se había colocado, mientras fue al cuarto de baño y posteriormente a la cocina, de donde regresaba con un vaso de agua, que colocó sobre una mesita de su habitación repleta de medicamentos. 

    Al desplazarse por la habitación, en dirección a su cama, su esbelto cuerpo fue iluminado por los rayos del sol que despuntaba y que entraban por el amplio ventanal de su habitación, atravesando las persianas verticales que allí estaban.

    El resplandor, como una leve caricia, recorrió su figura y generó cierta luminosidad en los reflejos de su pelo amarillo, que hábilmente había logrado su estilista, al aplicar colorantes y otros productos capilares, que lograron no solo disimular sus canas, sino también darle prestancia a su abundante cabellera.  

    Su pelo estaba parcialmente recogido, pero algunos mechones rebeldes descendían por su orejas y cuello, generando una hermosa vista. Ella, nunca fue una mujer voluptuosa o exuberante... pero había que reconocer que, hoy, a pesar de sus ochenta y cuatro años, seguía luciendo, como siempre fue, ...  delicada y atractivamente femenina.

    Como casi toda mujer, siempre fue moderadamente coqueta. Pero, a diferencia de muchas de sus contemporáneas e inclusive algunas de sus amigas de menor edad, sin usar mucho maquillaje, ¡Siempre lucía de mucho menor edad!

    Quizás era por su genotipo, producto de una mezcla de inmigrantes italianos con criollos latinos, su tipo de fisonomía, el cuidado de su dieta y el uso habitual de cremas protectoras, ... pero, un hecho si era cierto, todos y todas, alrededor de su círculo familiar y de amistades, algunas con cierta envidia o admiración, reconocían su habilidad para mantenerse fresca y muy femenina, luego del paso del tiempo.

    Se acercó al lecho matrimonial y se sentó cuidadosamente en un borde de la cama, sin dejar de mirar el rostro de su esposo, el cual permanecía inmutable.

    Pasó su mano por la frente de él y con delicadeza ordenó su cabello en su frente.

    No pudo evitar, regresar en el tiempo y recordar algunos de sus momentos de mayor felicidad. Por su mente desfilaron varios episodios memorables, ... como cuando lo conoció. Luego, en cascada indetenible, vinieron a su mente detalles de su matrimonio y del nacimiento, casi secuencial de su hijo e hija, Carlos Luis y Angela Patricia. Ambos ya, en este momento, con hijos grandes y profesionales, quienes vivián en el continente europeo y norteamericano.

    En ese momento se preguntó internamente, sin ningún resentimiento, sino como parte de una reflexión, ...

    ¡Cuántas vivencias tuvimos con hijos, familiares y amigos!, ... ¿Cuántas personas estuvieron junto a nosotros?, ... a cuantas personas criamos, ayudamos y educamos, ... y aquí, estamos, ¡solos!

    Definitivamente, ... así no lo queramos aceptar, ... ¡nacemos y, ... morimos solos!

    Rosa Elena, se quedó meditativa, como si analizara profundamente un caso clínico. Luego su mente se elevó y a vuelo de pájaro visualizó la vida al lado de su esposo.

    Juntos, crecieron profesionalmente, aunque en ramas totalmente diferentes, ella, médica cirujana y él abogado litigante. A pesar de tener desempeños tan disímiles, se apoyaron mutuamente para exitosamente sortear épocas turbulentas económicas y políticas de su País y del continente Sudamericano, donde nacieron y se desarrollaron como familia.

    Reflexionó, en ese momento sobre los nacidos en su época. Ahora, muchos sociólogos y estudiosos de la sociedad, los habían clasificado como la generación Baby Boomer. Así ellos clasificaban generalmente a las personas nacidas entre 1946 y 1964, durante la explosión de natalidad posterior a la Segunda Guerra mundial.  

    ¡Bueno, la verdad es que su familia era realmente numerosa! ¡Fueron siete hermanos!

    Juntos, como perros y gatos, pero siempre unidos, crecieron en la segunda mitad del siglo XX, con el desarrollo de la televisión y de la tecnología audiovisual.

    Rosa Elena, siguió mirando a su esposo yaciendo en el lecho y pensó,

    — ¡Cuántos cambios nos tocó vivir, desde la segunda mitad del siglo XX hasta el siglo XXI, de una cultura analógica hasta una digital, de comunicarse con cartas y telegrama, al uso de teléfono vía cables, y a la comunicación inalámbrica con video, texto y audio integrados!

    Acarició el rostro de su marido y le susurró,

    — Logramos superar tantos cambios, adaptarnos a ellos y montarnos en la onda de la tecnología, ... mi querido José. Fuimos afortunados al vivir todos esos cambios en la historia de la humanidad. ¡Momentos buenos, ... momentos malos!, convergencias y divergencias, ... ¡Nuestro amor, fue nuestra energía y será nuestro renacer!

    El análisis de Rosa Elena, era innegable para muchos de su generación.

    Los años 60 y 70, fue la época de los hippies, con su movimiento de paz, amor y protesta por la prolongada guerra de Vietnam. Ellos adornaban sus trajes y sus cabellos con flores psicodélicas y se paseaban por las avenidas con sus pancartas que promovían el amor libre, mientras llenaban el ambiente de una espiritualidad existencialista.

    Si, definitivamente su adolescencia, tal como lo fue la hoy llamada generación Baby Boomer, estuvo marcada por los efectos de la Post guerra, que provocó brechas generacionales con una fuerte división cultural, entre los individuos más conservadores y los defensores del cambio de tendencia progresistas o izquierdista. Estos últimos eran normalmente los promotores del feminismo, las luchas sociales, de igualdad, de la defensa por el medio ambiente, la paz y el amor, con mucha sintonía con las luchas antiimperialistas. Contrarios a la Guerra de Vietnam.  

    Que, por supuesto, contrastaba con aquellos defensores del establishment, conservadores, promotores del dominio tecnológico de pueblos subdesarrollados y de la división de clases. Eran aquellos opuestos a la contracultura y movimientos pro derechos humanos, sociales y ambientales. La mayoría de ellos impulsaban que su grupo y familia, fueran líderes, especialmente haciendo carreras profesionales y negocios con el ejército, la justicia, los negocios y sobre todo los políticos.

    Recordó en ese momento Rosa Elena, la música de su niñez y adolescencia, como el twist, el rock’n roll y la música inolvidable de los Beatles y Santana, que contrastó con la que sus padres escuchaban, tales como boleros y canciones latinoamericanas.

    Afortunadamente, ella y los suyos, arraigados quizás a la tradición, siempre se mantuvieron cercanos a la música hispana y tropical.

    En ese momento añoró con nostalgia, los acordes de Samba pa ti, que bailó en un ladrillito, con quien ahora era su esposo José Rafael. Allí, con esa pieza, en una sala semioscura en una fiesta de celebración de fin de curso, quizás por efectos del ambiente, de las hormonas y del sentimiento que habitaba en ellos, surgió su primer beso.

    ¡Después de eso, vinieron las complicaciones!, ... pero, ... "lo que es del cura, va para la iglesia y terminaron, contra viento y marea", juntos.

    No fue fácil, y definitivamente, no todo fue color de rosas. Mas allá de los avatares de las situaciones económicas y políticas, y todos los retos que les tocó enfrentar y vencer, también debieron acoplarse como pareja. Ya que cuando la juventud va madurando y la pasión se modifica o apacigua, es siempre necesario evolucionar y sin cambiar la personalidad, crecer al lado de la persona que se vuelve ya parte de su familia, aprendiendo a convivir con los cambios de la edad, de los tiempos y de los escenarios que les toque vivir.

    Sus caracteres no eran idénticos. Él era tranquilo y pasivo, planificador y pausado. No daba un paso sin haber pensado muchos detalles, pro y contra de su actuar. Afortunadamente, al igual que ella, no era extremista.

    Ella, por su parte, se reconocía un tanto un fosforito. Era pasional y fuerte y, sí, ... muchas veces actuaba sin pensar demasiado en las consecuencias que esa acción pudiera generar en el futuro. Pero, en la vida, como en su profesión, muchas veces, no se tenía mucho tiempo para planificar y programar.

    En su ejercicio como médica cirujana, por supuesto, que era imprescindibles, estudios y análisis previos, pero, ... en una emergencia, o en una operación, con un cuerpo humano abierto frente a ti, ocurren tantos imprevistos, que requieren, acción y decisión inmediata.

    Afortunadamente, tenía esa habilidad, ... o, ¿intuición?, para actuar positivamente.

    Volvió a acariciar la frente un tanto fría de su esposo y dijo en voz baja,

    — Somos diferentes, ... como la llave y la cerradura. Que encajan perfectamente y que hacen un equipo ideal.

    Se inclinó sobre él para darle un beso en la mejilla y luego de un fuerte suspiro, se levantó. Pasó por el espejo del tocador y luego de ver su triste expresión reflejada en él, procedió a retocarse un poco, como para eliminar parte de la palidez de su rostro, se peinó y ajustó su cabellera.

    Finalmente, tomó un lápiz y escribió algo en un papel, que dejó muy visible sobre la mesa de noche. Tomó varias pastillas, que rápidamente procedió a tragar con ayuda de un sorbo de agua del vaso allí dispuesto, al lado de una gran cantidad de medicamentos diversos.

    Posteriormente, caminó hacia el lado desocupado de la cama y se acostó en el lecho, junto a su esposo. Tomó con calma su mano, entrelazándola a la de ella y cerró los ojos.

    Cualquiera que los hubiera podido mirar en ese instante, estaría de acuerdo en que esa pareja, era muy unida. Con los años, dos personas que se aman y se compenetran al vivir juntos en paz y armonía, terminan generando un halo que los vincula y los une entrañablemente.

    Como la arena y el mar, la espuma en la cresta de una ola, o la nata sobre la leche, ... elementos diferentes que terminan uniéndose de manera simbiótica, en límites difusos de articulación.

    Agua y aceite convertidos en una emulsión, ... agua y fuego convertidos en vapor, ... así eran Rosa Elena y José Rafael Pocaterra, un hombre y una mujer convertidos en uno solo.

    Así, como bellos durmientes fueron encontrados días después, por unos agentes policiales, que debieron romper la puerta principal, para entrar a la casa, incitados por unos vecinos que estaban extrañados y muy preocupados, al no recibir respuesta a las llamadas, que vía telefónica y de manera expresa habían hecho varias veces a la puerta de su casa.

    El agente policial que lideraba el grupo, se acercó a la mesa de noche para leer un mensaje escrito, el cual decía, ...

    La muerte, es simplemente el tránsito a otra etapa de nuestros destinos. ¡El amor fue y siempre será siempre, nuestro renacer

    La transición de los años sesenta

    Era mayo de 1968 y José Rafael Pocaterra Sánchez, de catorce años se desplazaba a toda velocidad en una bicicleta nueva, que le había comprado su padre, quien era un trabajador de una contratista petrolera.  Andaba, como Alma que se lleva el diablo, como decía un viejo dicho. Su camisa azul claro del liceo, apenas sujeta por un par de botones, parecía una bandera queriendo alzar el vuelo.

    Don Rafael Pocaterra, su padre, lo miraba desde lejos, a través de la ventana de su casa, disfrutando indirectamente de la libertad y juventud de su hijo. Lo veía venir a gran velocidad montado en su bicicleta y en ese momento, no pudo evitar esbozar una sonrisa, mientras pensaba,

    Humm, menos mal que me decidí por comprarle esa bici, en lugar de la moto que él quería.

    —¡Ustedes se imaginan!, ... si así anda, casi volando, ... ¿cómo sería en una moto?

    Don Rafael, era un descendiente de una familia humilde, pero muy trabajadora, que como casi todas las de su pueblo natal, venían de estar relacionados con desarrollo agropecuarios. A diferencia de su hijo, él siempre debió trabajar duro, desde niño, en el campo sin tener acceso a mayor educación que la que recibió de su madre.

    Afortunadamente, muy joven, había logrado calificar como operador de taladros petroleros hacía unos 12 años atrás, lo cual era un trabajo de obrero calificado y estable, que le había permitido tener ingresos suficientes, para construir una casa decente, acondicionada modestamente, garantizar alimentos, ropas y sobre todo una buena educación para sus dos hijos.

    José Rafael, era el varón en el cual cifraba todas sus esperanzas para que su familia perdurara en el tiempo, llevando honesta y orgullosamente el apellido y estirpe de la familia Pocaterra adelante, ya que su hija, ... ¡hay su hija!, ... ¡Esa era una alma perdida!

    Don Rafael, sacudió sin pensar su cabeza, como quien niega algo. Mientras se alejaba de la ventana y se dirigía lentamente hacia sus habitaciones y continuaba con su análisis mental.

    Primero, ... ¡que era mujer!, ... y segundo, que ella parecía ser la antítesis de las mujeres de la familia. Era rebelde por naturaleza y cabeza dura. No

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