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El Estertor Divino: Para Entender El Fin Del Mundo, Basta Mirar Hacia Adentro
El Estertor Divino: Para Entender El Fin Del Mundo, Basta Mirar Hacia Adentro
El Estertor Divino: Para Entender El Fin Del Mundo, Basta Mirar Hacia Adentro
Libro electrónico90 páginas1 hora

El Estertor Divino: Para Entender El Fin Del Mundo, Basta Mirar Hacia Adentro

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Información de este libro electrónico

Los mundos han sido supervisados desde tiempos inmemorables por inteligencias superiores. La responsabilidad de conservarlos ha recado en especies ms aptas e inteligentes, centinelas, guardianes, creados en el transcurrir de la evolucin.
La descomposicin de la raza humana alert a las fuerzas encargadas de supervisar este equilibrio.
El peligro de alterar la configuracin y la estabilidad compensatoria del universo; las estupideces, la ambicin, el egosmo y la soberbia del gnero humano han orillado intervenciones cclicas, devastaciones, cataclismos, para depurar la conducta de las civilizaciones.
Las mltiples admoniciones en las predicciones sumerias, mayas, cobran fuerza y actualidad: hemos perturbado el desarrollo y la expansin universal. El mundo no tiene tiempo que esperar: o salvamos la tierra y nos salvamos, o somos expulsados como especie para dar paso a otra forma de vida.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento7 mar 2012
ISBN9781463321949
El Estertor Divino: Para Entender El Fin Del Mundo, Basta Mirar Hacia Adentro
Autor

Luis Fernando Delgado Serrate

Luis Fernando Delgado Serrate, naturalizado mexicano, transcribe esta novela, como lo dice: en un hermoso lugar, ubicado en el triángulo mágico de las culturas olmeca, zoque y maya, en el sureste de Méjico. Narración que se inicia en un solo lugar, permite al lector recorrer lugares y continentes, épocas, filosofía, historia, creencias distintas, en una lectura rápida, la cual invita a cuestionar, teniendo como guía al autor, en relación con la profecía del cambio de conciencia. Este libro es recopilación verbal de muchos persona¬jes, en voces hasta de sexta generación, y se constituye como un catalizador en la reflexión, la ansiedad, el miedo, el asombro por lo que viene.

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    El Estertor Divino - Luis Fernando Delgado Serrate

    El estertor divino:

    para entender el fin del mundo,

    basta mirar hacia adentro

    Luis Fernando Delgado Serrate

    Copyright © 2012 por Luis Fernando Delgado Serrate.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2012903877

    ISBN:     Tapa Dura                  978-1-4633-2192-5

                    Tapa Blanda                 978-1-4633-2193-2

                    Libro Electrónico        978-1-4633-2194-9

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, lugares, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor han sido utilizados de manera ficticia.

    Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

    Edición, corrección, diseño: Antonio Alberto Mora. Ilustración de forros: David López Ordóñez.

    Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con:

    Palibrio

    1663 Liberty Drive Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Llamadas desde los EE.UU. 877.407.5847

    Llamadas internacionales +1.812.671.9757

    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    391703

    Índice

    CAPÍTULO I

    CAPÍTULO II

    CAPÍTULO III

    CAPÍTULO IV

    CAPÍTULO V

    CAPÍTULO VI

    CAPÍTULO VII

    CAPÍTULO VIII

    CAPÍTULO IX

    CAPÍTULO X

    CAPÍTULO XI

    CAPÍTULO XII

    CAPÍTULO XIII

    CAPÍTULO XIV

    Este libro fue transcrito por la noche, los sábados de los últimos diez años, en la laguna del Rosario, ubicada en el triángulo mágico de las culturas ol-meca, zoque y maya, para ser leído por las mujeres a quienes amo.

    A mi mujer, Nena.

    A quienes serán mujeres en el 2030, si aún existe la laguna, Pilar Helena, Luisa Fernanda, Carola.

    A quien no ha nacido todavía, Luciana, pero late a la vida en el vientre de su madre.

    A la raza humana, que debe buscar y entender las ideas de las leyes invariables de la naturaleza […] me pregunto en qué tipo de mundo viviríamos ahora (Cari Sagan).

    A mi madre…

    A Valeria, a quien acabo de desenterrar, muerta hace tiempo. Y lo que desenterré fue una caja de rosas: frescas, fragantes, como si hubiesen estado en un invernadero. ¡Qué raro es todo esto! (Jaime Sabines).

    Enero 2012.

    CAPÍTULO I

    Los días del sureste mejicano, en los meses de agosto y septiembre, son lluviosos. Esa húmeda mañana de agosto, Don Manuel Carpió y Pacheco se encontraba sentado en la terraza deljardín de su casa, rodeado por una vegetación frondosa, de buganvillas y palmeras. Apreciaba el verde del trópico, salpicado con el color de las flores en varios matices, rojo, morado, amarillo, las hojas, con su reluciente y brillante color, dejado por la lluvia. Don Manuel escuchaba el vals Las blancas mariposas, transmitido por una radiodifusora local.

    Con los ojos cerrados a orilla de la alberca, percibía la melodía tocada por la orquesta de la ciudad, interpretada por el coro de los niños del Colegio Católico Tabasco.

    Él veía la música en esas voces, y las contrastaba con la paja que se agita al soplar el viento, con el pasto de las planicies creando ondas de sinuosidades de mar. Eran voces en cascada, apretujadas al salir, al hacerse sonido, como los canutosen los manojos de jacinto, que crecen en las lagunas, las fibrasjuntadas con miles de pajillas queriendo saltar todas al mismo tiempo, estando y no estando en las notas entrelazadas, secas, chillonas, de la marimba, que entraba en el tercer tiempo. Al momento que el director daba el alto a la orquesta, de forma abrupta se dejaba escuchar los sonidos diferentes de la madera, la cual conjuntaba una armonía, mezclando los matices, tropicales. Sus ojos se abrieron, y asintió con la cabeza: Así. Tendrá que ser de esta forma. ¡Así será!. Así iba a darles la noticia a sus hijos. Una noticia la cual daría un cambio a sus vidas; como cuando los antiguos afirmaron La Tierra es plana… La idea preconcebida en las religiones antiguas no era equivocada: el error fue la traducción, y la forma en que fue descifrada la información dada por generación en generación. La mala interpretación a una verdad. En nuestro siglo, ya asimilada, lo comprueba la expansión acelerada del universo y su inmensa energía oscura: los antiguos, al hablar de la horizontalidad de la Tierra, no se referían a ella sino al cosmos: ¡el universo es plano!

    Se acomodó la montura de sus lentes, y atrapó un bostezo con su mano. Don Manuel, a sus setenta y cinco años, se mantenía delgado; muy meticuloso en su forma de vestir, y disciplinado para comer. Había llegado a Méjico a finales de los años setenta del oriente boliviano, como le gustaba llamarlo, no siendo en sí originario de esa región. Había vivido casi toda su vida de hombre adulto en la parte tropical del país, la zona caliente que colinda con Brasil y parte de Argentina, sin olvidar que era colla, como se les dice a quienes nacieron en la parte alta del altiplano, en la planicie, a los pies de la Cordillera de los Andes, que cruza el territorio de Bolivia y Chile. Precisamente, él había pasado sus primeros años en las minas de Ca-tavi, perteneciente al departamento de la ciudad de Potosí, lugar de mucho oro, estaño y plata.

    En la época de la Colonia era una ciudad de más de dos millones de habitantes, explotada por los ibéricos.

    Don Manuel cursó sus estudios en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, la capital más alta del mundo, la carrera de ingeniero agrónomo, y empezó a trabajar en las estaciones experimentales agrícolas, las cuales se encargaban de mejorar los pastizales implantando los cultivos transgénicos, así como el cuidado y mejoramiento genético de la ganadería. Todas las estaciones experimentales que se establecieron a lo largo y ancho de América eran apoyadas por una comisión mixta estadounidense. Fue la época en que se fundó el cuerpo de paz, y se intensificó en la administración del presidente Kennedy, estableciendo una red de espionaje y control político en todos los gobiernos del continente.

    En los ochenta, Don Manuel se estableció en el sureste mejicano y aprovechó la prosperidad de la región, la cual despertaba al boom petrolero, construyendo una vida cómoda, sin demostrar mayor aspiración que vivir en una forma discreta con su familia.

    Era un visitante asiduo de la parte peninsular de Méjico, cultivando muchos amigos.

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