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Diez y Siete Postales de Soledad: Editorial Alvi Books
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Diez y Siete Postales de Soledad: Editorial Alvi Books
Libro electrónico87 páginas1 hora

Diez y Siete Postales de Soledad: Editorial Alvi Books

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Este libro no es una guía de viajes. Es, más bien, un compendio de relatos como andariega por un mundo que es mucho más hermoso de lo que a veces sentimos. Narro en él asuntos personales, sensaciones, sentimientos, a veces a solas, a veces compartidos.
IdiomaEspañol
EditorialXinXii
Fecha de lanzamiento27 dic 2021
ISBN9783987620324
Diez y Siete Postales de Soledad: Editorial Alvi Books

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    Diez y Siete Postales de Soledad - Soledad Morillo Belloso

    @solmorillob

    soledadmorillobelloso@gmail.com

    Este texto es propiedad intelectual de

    Soledad Morillo Belloso.

    Sobre estas postales

    Todos, en mayor o menor medida, hemos sufrido mucho con esta pandemia. Han sido demasiados meses de claustro, de temor, de desconcierto.

    Un día de septiembre de 2021 desperté muy temprano soñando despierta. Tenía la cabeza repleta de recuerdos de escenas de mi vida, de cosas que me han pasado, de lugares a los que he tenido la suerte de ir. Me di cuenta que no tenía sentido guardarme estas historias para mí. Y entonces decidí escribir Diez y siete postales de Soledad, que no es otra cosa sino contar, en mis propias palabras y con mi irreverente estilo, esas cosas lindas y locas que me han ocurrido, esos momentos hermosos, a veces hasta  sublimes, que he tenido en mi vida. 

    No es una guía de viajes. Son más bien relatos de mis propias andanzas, sin orden cronológico o geográfico, por un mundo que, aunque hoy no lo sintamos, es de veras un regalo para nuestros sentidos.

    Algunos pueden pensar que no es el momento para bonitas narraciones. Yo creo que es lo contrario. Cuando la vida aprieta hay que recurrir a los sueños, curucutear en nuestro archivo de memorias y procurar eso que nos conmovió, nos arrancó una sonrisa, nos cambió.  Es tiempo de compartir.

    Así las cosas, aquí van estas postales. De veras deseo que muchos disfruten leyendo tanto como yo encontré placer y cierto remanso al escribirlas.

    Mi buen y querido amigo de tantos años Oscar Montauti, cineasta, hombre de mucha vida y recorrido y con la mirada entrenada para narrar historias, me honra con unas líneas que son como las estampillas puestas en las esquinas superiores de estas postales. O, más bien, sus letras son como la cinta con la cual hacemos el atado de unas cartas que queremos guardar en un cajón con flores de lavanda. 

    La vida no es corta, pero hay que saber usarla. Es un viaje que necesita tener la brújula del corazón.

    Un viaje se vive tres veces: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos. Anónimo

    Saudade de Salvador

    A los veintisiete, las mujeres se hacen más lindas. Frente al espejo, se descubren distintas. El ardor se torna en fervor, el ánimo en rutina. La piel deja de ser reja y prisión, los ojos camelan, el cuello pide pasión. Las manos saben de caricias y el cuerpo se vuelve atrevido. A los veintisiete, a las mujeres les cambia la vida. Es la edad de los secretos, de los recuerdos, de las nostalgias.

    Era linda. Y lo sabía. Inteligente. Y lo sabía. Estaba triste. Y lo sabía. Tenía veintisiete. Y lo sabía. Salvador de Bahía me recibió del único modo posible: con descontrol. Nunca había estado allí. Conocía Río, São Paulo, Manaus. Pero Salvador era otra cosa. Un país dentro de otro, con otros tiempos, otros humores, otras cadencias. Con olor a calor, sabor a perfume, miradas de encaje. Si había que navegar un mal de amores, mejor que aquello, imposible. Si la vida prometía tristeza, en Salvador todo tenía tono de amor derrotado en batallas de besos extraviados, en trifulcas de alientos y desalientos. 

    A los veintisiete las mujeres ya han aprendido que el despecho no se ahoga en alcohol. Hay que zambullirse en cansancio. Trabajar es terapia y medicina. Horas, muchas horas, hasta que el pensamiento agote, que el cuerpo caiga rendido en la cama y el sueño llegue en salvamento. Remedio para ojos que no pueden llorar más. 

    Si alguien sufre de mal de amores, hay cura en el jeitinho baiano. Es el vaivén del mar dictando cátedra. Que todo en la vida va... y viene. Todo. En Itapoá la luna llena se ve más llena, más espléndida. Y habla. Y ríe. Y canta. La magia es discurso perpetuo. Y ese mar marca todo y a todos. El lento caminar de las gentes es atributo de quienes saben de las riquezas de la vida, aun en medio de la pobreza. Es la vida que seduce, que abrillanta, que aleja la condena. 

    En las calles llenas de secretos del Pelourinho,  encontré el modo de reír de nuevo. Sin decretos. Sin edictos. Sin convicciones. En el café de cada final de tarde en cualquier esquina veía el transitar lento de las mujeres adornadas de pasión. Iba allí y leía novelas de Amado. Si alguien entendía la esencia femenina, ese era Amado. Lo admiraba de siempre. Soñaba con alguna vez conseguir su don para las letras. En las calles de Salvador lo buscaba por las esquinas. Él estaba por todas partes. En cada ventana abigarrada de adornos oxidados y baldosas coloridas, en las puertas abiertas a lo de siempre y a lo de nunca. Las mugres lucían limpias. Lo pobre parecía rico; lo rico, pobre. El ayer se confundía con los sueños del mañana que llegará, contra viento y marea. Porque no importa cuánto creamos que nada cambiará, pues cambiará, porque sí, porque nada 

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