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Dos... Solo dos
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Libro electrónico118 páginas48 minutos

Dos... Solo dos

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Poemas y quizás más de dos razones para ser feliz.

Dos... Solo dos, es un poemario escrito en lenguaje sencillo. Combina relatos y poemas, requiere de una lectura pausada y sosegada para apreciar mejor y así situar al autor.

Esta obra está cargada de sentimientos muy sensibles, razona otros tantos, relata momentos de una vida y va siempre de la mano de la imaginación, mezclando fantasía y realidad. Además, refleja al ser humano que, con valentía, reconoce sus errores y tiene la humildad para pedir perdón. Como refleja su portada, este poemario aboga por un mundo nuevo, un mundo mejor.

IdiomaEspañol
EditorialCaligrama
Fecha de lanzamiento16 nov 2017
ISBN9788491129561
Dos... Solo dos
Autor

José Alcalde Hernáez

Con Castilla por tierra natal y las calles de Madrid por universidad, el autor José Alcalde Hernáez vuelve a nuestras manos con su segunda obra. En su madurez ha cumplido el sueño que aquel niño inocente tuvo algún día. Desde que trabajaba de joven en el campo soñaba con la gran ciudad, y con expresar a todo el planeta ese pequeño mundo que tiene en su mente. El camino ha estado lleno de piedras, momentos de soledad, pero la luz siempre ha guiado su pluma, y su corazón, hasta estas mismas letras.

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    Dos... Solo dos - José Alcalde Hernáez

    Agradecimientos

    Mi dedicación a don Marciano Nieto Moreno, mi profesor en la escuela Nacional. Agradezco a Juan, mi gran amigo, a Irene, Lara, Marisa, Valeria, Almudena, y al artista casi anónimo de mis ilustraciones. Acordarme también de mis hijos, el pequeño, mi hijo Oscar y en especial a Daniel, mi hijo mayor, por su sacrificio y dedicación para hacer posible la publicación de este libro; sin su ayuda esto no habría sido posible.

    Prólogo

    Dos, solo dos. Tres palabras misteriosas; vacías para algunos, indiferentes para otros.

    La tierra y el mar, una madre y un hijo, no se sabe. Para cada cual puede tener un significado distinto. Para el autor, ese loco al que tanto conozco, esas tres palabras suponen quizás una etapa, o quizás una aventura… yo tampoco lo sé.

    Sin embargo, sí sé lo que esas tres palabras misteriosas suponen para mí, el primer lector del libro.

    Significan, primero, admiración. Admiración por alguien al que ningún vendaval ha sido capaz de derribar. En segundo lugar significan orgullo. Orgullo de ese hombre que trabaja desde antes que salga el sol y escribe hasta mucho después que aparezca la luna.

    Te admiro y estoy orgulloso de ti, papá.

    Daniel.

    Querida gran señora

    De niño estos lugares me daban miedo, hoy me trae hasta aquí la soberbia, la osadía que salió de mi boca aquella noche fría ¡No necesito nada de ti! Estas fueron mis erróneas palabras, el niño hecho hombre que creía saberlo todo, dejaba de ser humilde, olvidaba que la vida es larga; los precipicios, muchos.

    Tu humilde respuesta, cargada de sentimientos y pensada para el futuro ¡Algún día acudirás a mí para descansar sobre este hombro! Palabras sabias de una madre.

    Llegó ese día, señora espectacular, aquí estoy para pagar buena parte de la factura a mi soberbia y osadía, sentado en este mármol frío al pie de tu sepultura, por si tuvieras un ratito, para prestarme tu hombro, gran señora, aunque sea por caridad.

    He llegado hasta aquí, mi mente y mi estado; frío. Tu hombro, mi fe en ti y mi silencio me darán calor, no necesito repasar mi vida contigo, lo sabes todo, sigues mis pasos donde quiera que estés.

    Nunca pudimos imaginar ni usted ni yo lo que nos tocaría vivir en años venideros. Aquel niño que buscabas, al que llamabas con voz potente por las calles del pueblo, un niño rebelde al que enseñaste a vivir en la escasez y la desigualdad, hasta que descubrió que tenía dos manos para mover y dos piernas para caminar; para luchar por tener algo más. Se saltó el protocolo sin pedir permiso al cabeza de familia, se tomó la libertad de decidir y trabajar. Aquel adolescente, al que pronto golpearon el amor y la vida, se detuvo, lloraba.

    Buscó tu pecho para recibir consuelo y descansar.

    Aquel joven que se hizo hombre, rompió las ataduras de la familia, del entorno, de los recuerdos que le hacían preso. Emigró, buscando los duros que mantuvieran su propia economía, en playas y chiringuitos, en restaurantes de lujo de la gran ciudad.

    Todavía alguna vez en mis sueños despierto; me parece que cuando llegue la noche viajaré a mi hogar, en el pueblo, para confesarme con usted, entregarle los dineros que el trabajo me reporta en abundancia, para que no le falte de nada en

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