Dos... Solo dos
()
Información de este libro electrónico
Poemas y quizás más de dos razones para ser feliz.
Dos... Solo dos, es un poemario escrito en lenguaje sencillo. Combina relatos y poemas, requiere de una lectura pausada y sosegada para apreciar mejor y así situar al autor.
Esta obra está cargada de sentimientos muy sensibles, razona otros tantos, relata momentos de una vida y va siempre de la mano de la imaginación, mezclando fantasía y realidad. Además, refleja al ser humano que, con valentía, reconoce sus errores y tiene la humildad para pedir perdón. Como refleja su portada, este poemario aboga por un mundo nuevo, un mundo mejor.
José Alcalde Hernáez
Con Castilla por tierra natal y las calles de Madrid por universidad, el autor José Alcalde Hernáez vuelve a nuestras manos con su segunda obra. En su madurez ha cumplido el sueño que aquel niño inocente tuvo algún día. Desde que trabajaba de joven en el campo soñaba con la gran ciudad, y con expresar a todo el planeta ese pequeño mundo que tiene en su mente. El camino ha estado lleno de piedras, momentos de soledad, pero la luz siempre ha guiado su pluma, y su corazón, hasta estas mismas letras.
Autores relacionados
Relacionado con Dos... Solo dos
Libros electrónicos relacionados
Círculo vicioso Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Versos Libres Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesYa no necesito ser real Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNoruega te mata Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa divinidad sexual (traducido) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVidas frágiles: Una caja de música para Carmen Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl encargo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAmez Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuando fui humana Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesAlgo roto, algo quemado y algo negro. Antología improbable Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFacundo Cabral: Crónica de sus últimos días Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl camino del deseo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones30 cm.: La distancia por recorrer más importante de tu vida Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPalabras Para Un Cuerpo De Ceniza Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesTratado del amor urgente Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesFumar en la bañera Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesArchipiélago de pasiones Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Carta Dialéctica Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn lugar en el mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Bestia Colmena Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mi otra madre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa herida Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones70 años de conversaciones con escritores de paso Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLágrimas Secas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPerdido en el Ártico: El arte de sobrevivir a uno mismo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesRecuerdos de la tradición en décimas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Magia De La Transformación Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesVolver al mundo Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDías de lluvia en Buenos Aires Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCerebro adicto: Memorias de un neurocientífico que examina su pasado con las drogas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Poesía para usted
Valentía II Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Kamasutra (texto completo, con índice activo) Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La divina Comedia: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Valentía Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Mero Cristianismo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5100 Maneras distintas de decir te quiero Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Paraíso Perdido: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5La Iliada: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Huellas del Amor Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Mariposas rotas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las cosas que dije en silencio Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poemas de amor Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Emocionario Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Sabines a la mano: Poesía escogida Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Crea Tu Mejor Año Un Día a La Vez: Una Guía Poética Para Inspirar Paz Y Conseguir Este Año Lo Que Mas Quieres Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLibro de oro frases celebres Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Corazón de miel. Poemas de amor. Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cantar de los cantares. (Anotado): Traducción Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEl pequeño libro de la vida de Rumi. El jardín del alma, el corazón y el espíritu Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Poemas Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Cantar de mío Cid: Clásicos de la literatura Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Colección de Gustavo Adolfo Bécquer: Clásicos de la literatura Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Aforismos Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Antología poética Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La belleza oculta de las palabras cotidianas Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesPodría estar hablando de ti Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Hojas de hierba Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Mis suicidas predecesores Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Antología poética Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Antología poética para jóvenes Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificaciones
Categorías relacionadas
Comentarios para Dos... Solo dos
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Dos... Solo dos - José Alcalde Hernáez
Agradecimientos
Mi dedicación a don Marciano Nieto Moreno, mi profesor en la escuela Nacional. Agradezco a Juan, mi gran amigo, a Irene, Lara, Marisa, Valeria, Almudena, y al artista casi anónimo de mis ilustraciones. Acordarme también de mis hijos, el pequeño, mi hijo Oscar y en especial a Daniel, mi hijo mayor, por su sacrificio y dedicación para hacer posible la publicación de este libro; sin su ayuda esto no habría sido posible.
Prólogo
Dos, solo dos.
Tres palabras misteriosas; vacías para algunos, indiferentes para otros.
La tierra y el mar, una madre y un hijo, no se sabe. Para cada cual puede tener un significado distinto. Para el autor, ese loco al que tanto conozco, esas tres palabras suponen quizás una etapa, o quizás una aventura… yo tampoco lo sé.
Sin embargo, sí sé lo que esas tres palabras misteriosas suponen para mí, el primer lector del libro.
Significan, primero, admiración. Admiración por alguien al que ningún vendaval ha sido capaz de derribar. En segundo lugar significan orgullo. Orgullo de ese hombre que trabaja desde antes que salga el sol y escribe hasta mucho después que aparezca la luna.
Te admiro y estoy orgulloso de ti, papá.
Daniel.
Querida gran señora
De niño estos lugares me daban miedo, hoy me trae hasta aquí la soberbia, la osadía que salió de mi boca aquella noche fría ¡No necesito nada de ti! Estas fueron mis erróneas palabras, el niño hecho hombre que creía saberlo todo, dejaba de ser humilde, olvidaba que la vida es larga; los precipicios, muchos.
Tu humilde respuesta, cargada de sentimientos y pensada para el futuro ¡Algún día acudirás a mí para descansar sobre este hombro! Palabras sabias de una madre.
Llegó ese día, señora espectacular, aquí estoy para pagar buena parte de la factura a mi soberbia y osadía, sentado en este mármol frío al pie de tu sepultura, por si tuvieras un ratito, para prestarme tu hombro, gran señora, aunque sea por caridad.
He llegado hasta aquí, mi mente y mi estado; frío. Tu hombro, mi fe en ti y mi silencio me darán calor, no necesito repasar mi vida contigo, lo sabes todo, sigues mis pasos donde quiera que estés.
Nunca pudimos imaginar ni usted ni yo lo que nos tocaría vivir en años venideros. Aquel niño que buscabas, al que llamabas con voz potente por las calles del pueblo, un niño rebelde al que enseñaste a vivir en la escasez y la desigualdad, hasta que descubrió que tenía dos manos para mover y dos piernas para caminar; para luchar por tener algo más. Se saltó el protocolo sin pedir permiso al cabeza de familia, se tomó la libertad de decidir y trabajar. Aquel adolescente, al que pronto golpearon el amor y la vida, se detuvo, lloraba.
Buscó tu pecho para recibir consuelo y descansar.
Aquel joven que se hizo hombre, rompió las ataduras de la familia, del entorno, de los recuerdos que le hacían preso. Emigró, buscando los duros que mantuvieran su propia economía, en playas y chiringuitos, en restaurantes de lujo de la gran ciudad.
Todavía alguna vez en mis sueños despierto; me parece que cuando llegue la noche viajaré a mi hogar, en el pueblo, para confesarme con usted, entregarle los dineros que el trabajo me reporta en abundancia, para que no le falte de nada en