EL NO NACIDO, Perspectiva del Dolor, Crueldad y Justicia

Por Arturo López Acevedo

La historia con contenido de eventos de ficción y de la realidad diaria, nos dirige hacia un mundo de misterio, justicia y venganza. Entrelazando cado uno de ellos a una nueva perspectiva de dolor y justicia de aquellos que no pueden defenderse. Sus enemigos se enfrentarán a un defensor. Muchos lo considerarán un criminal, pero para otros será un héroe. Tú decidirás de qué lado estás.

• Idioma: Español
• Editorial: Arturo López Acevedo
• Fecha de lanzamiento: 11 jul 2022
• ISBN: 9781005943479

Arturo López Acevedo

Arturo López Acevedo (1970) nació en Aguadilla, Puerto Rico, estudió en la Universidad Politécnica de Puerto Rico y se graduó de bachillerato de ingeniería eléctrica en 1994. En el 2000 obtuvo el grado de maestría en administración de empresa y en el 2015, bachillerato en instalación y reparación en sistema computarizado y redes. Desde el año 1991 trabajó en varias empresas de electrónica, comunicaciones y líneas de manufactura como técnico, supervisor técnico e ingeniero de proceso. Actualmente trabaja como coordinador de sistemas de información en el Hospital de Veterano de Mayagüez, Puerto Rico. Perteneció y participó en varias organizaciones de la iglesia Católica y organización humanitaria tales como: Juan XXIII, Legión de María, Juventud Acción Católica, Catecismo, Familia de Jesús, Encuentro Matrimonial, voluntario de la Cruz Roja Americana.

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Dedicada a mi esposa y a todos los que colaboraron en esta obra. A todas las mujeres valientes que lograron superar su dolor dentro de su situación particular. Por aquellas que, sin importar las consecuencias que iban a enfrentar, pudieron darle vida y amor a su prole por encima de todo. Agradecimiento especial y, en primer lugar, a mi Dios dador de vida y a su Madre, Madre nuestra, ejemplo de superación, quien aceptó dar el Sí a esa gran encomienda de ser la Madre de Jesús, aún con la posibilidad de que la apedrearan. Nunca se rindió, permitiendo llevar en sus entrañas su más grande obsequio a la humanidad: dar a luz a nuestro Señor y Salvador.

Prefacio

Esta historia ha sido escrita para concientizar al mundo, sobre todo a aquellas mujeres que en algún momento en sus vidas, han pensado o han accedido a terminar con la vida de sus hijos. El autor no pretende instigar a la violencia, por este medio se hace constar que los nombres y lugares mencionados en esta historia son ficticios y no pretende hacer referencia a alguna persona real o lugar en específico. Sin embargo, es apremiante que, en la actualidad, el ser humano reconozca que el aborto es una decisión desacertada de quienes, anteponiéndose a sus consecuencias nefastas, prefieren lucrarse. Su ambición desmedida les impide reconocer la gravedad de las secuelas que quedan en las mujeres que, consciente o inconscientemente, recurren a este método. En esta historia, el autor desea resaltar la severidad y crudeza con la cual son tratados los bebés durante el proceso de aborto.

Lamentablemente, poco se habla de las consecuencias post aborto que sufren estas mujeres, quienes creyendo haber solucionado su situación, tienen que enfrentar una cantidad de traumas psicológicos y complicaciones físicas que son, en la mayoría de los casos, irreversibles. Esto, sin mencionar un asunto no menos importante, relativo a las estadísticas de mortalidad durante la intervención, las cuales, cada año son más altas. Por lo tanto, ni los que tienen grandes intereses económicos y políticos, ni los gobiernos, ni los médicos, ni las enfermeras se hacen responsables de las consecuencias de lo que suceda en las clínicas de aborto. Más aún, la gran mayoría de las mujeres desconocen que esas personas utilizan los cuerpos desmembrados de los fetos extraídos, para traficar sus órganos y tejidos y así enriquecerse descaradamente. Indiscutiblemente, el aborto, lejos de resolver una situación, es una práctica de mucha violencia contra la mujer. No es alternativa de vida para nadie.

Con mucho respeto a los motivos que pueda tener una mujer para tomar la decisión de abortar, no podemos apoyar esta postura. El crimen del aborto, al igual que la eutanasia, ocurre en la profunda oscuridad de las conciencias de aquellos que creen tener todo el poder sobre los seres humanos, violentando así los derechos básicos de la vida. . Esta cultura de la muerte, es apoyada por un gran grupo de la sociedad que la justifica y la aprueba en nombre de una falsa libertad individual. Lastimosamente, hay quienes defienden esta práctica aludiendo ser dueñas de sus cuerpos, permitiendo que destrocen en sus vientres a sus hijos indefensos, convirtiendo así sus cuerpos en tumbas.

Ya no se trata solo de matar a seres inocentes e indefensos, sino de una silenciosa y sutil, pero más aún nefasta agresión y destrucción de la vida humana. Esto ha logrado que los gobiernos de muchos países claudiquen, por los intereses envueltos en legalizar el aborto y que un gran sector de la comunidad médica lo practique. Este grupo de médicos, al igual que los demás, quienes deberían ser los primeros defensores de la vida humana, prefieren enriquecerse, pisoteando el juramento que hicieron.

No puede estar en manos de los más fuertes y acaudalados del mundo, de aquellos que tienen voz y voto, el ejercicio absoluto del más esencial derecho del ser humano: el derecho a la vida. Existe el grave peligro de que esta maquinaria de la muerte, justificando su egoísmo desmesurado vendiendo sus ideas, manipule su lenguaje, logrando así adormecer nuestras conciencias por nuestra inacción en defensa de la vida, sobretodo de los más indefensos. Aunque los abortistas difieran de esta verdad, la vida es vida desde el momento de la concepción. Bajo ninguna circunstancia, respaldo cualquier acto de violencia, vandalismo, ni muerte hacia los padres, familiares, amistades, enfermeros, médicos abortistas, clínicas o agencias, para logar detener la práctica de abortos.

El ser humano ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza, y Él es el único Dueño y Señor de nuestra vida y puede disponer de ella cuando así lo desee. Estando conscientes de este acto de amor, no podemos violentar los derechos que tiene cada persona, especialmente, los de un niño indefenso que está por nacer.

Por este medio, deseo extender un llamado a todos aquellos que, de una forma u otra, colaboran consciente o inconscientemente en la realización de este acto de violencia, a que reflexionen y analicen el motivo por el cual ceden a esta vil atrocidad. Quien se respeta a sí mismo y a su vida, valorará la vida de los demás. Existen sorprendentes testimonios de personas como médicos, enfermeras, madres, padres y familiares, entre otras, quienes después que han sucumbido a