TERAPIA DE CONVERSIÓN
NO BUSQUES SOLUCIONES DESESPERADAS EN INTERNET. NO TIENES NINGÚN PROBLEMA DEL QUE DEBAS ‘CURARTE’
ntes de actuar de forma impulsiva, recuerda siempre esto: si formas parte del colectivo LGTB+ y te pesa, si te hacen sufrir en clase o en el trabajo, si deseas intensamente ser o si tu familia considera que fuera de la heterosexualidad todo es abominable, no busques soluciones desesperadas en Tu problema no eres tú, son los demás. Eso de que 9 de cada 10 personas no pueden estar equivocadas no aplica en este caso. Si eres gay, lesbiana, bisexual, asexual, o género no binario y el mundo a tu alrededor quiere convencerte de que tienes un trastorno, atiende: no lo tienes. Por eso las llamadas «terapias de conversión», que ofrecen ciertas asociaciones, psicólogos y en internet, o si tecleas «dejar de ser gay» o «dejar de ser lesbiana» son referencias a estas supuestas terapias, que en realidad sólo ocasionan dolor. De hecho, las organizaciones y los profesionales que luchan contra ellas rechazan esta denominación, pues sugiere algún tipo de e impulsan a nivel internacional el término ECOSIEG, siglas que corresponden a Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual, Identidad o Expresión de Género. Se trata de prácticas que captan a personas desesperadas por encajar en su ambiente familiar o social y que terminan creyendo que su tiene solución. «Un día conté a un sacerdote que me gustaban los hombres y me dijo que estaba viviendo una mentira. Me comentó que tenía que descubrir la verdad y buscar la atracción por las mujeres», relata Javier, que estuvo dos años en terapia cuando tenía 23. «Me aseguraron que en un máximo de tres años no tendría ningún tipo de ansia», dice. Mintieron. Su experiencia con las ECOSIEG es paradigmática: educado en una familia muy religiosa, rechazó lo que en casa ya se consideraba antinatural y acudió a escondidas a uno de estos grupos religiosos que dicen tratar la homosexualidad. Al no convertirse mágicamente en heterosexual, terminó siendo repudiado primero por su comunidad religiosa y luego por su familia. Se sucedieron las ideas de suicidio, los problemas emocionales y las dificultades para mantener relaciones íntimas. «Nada ha cambiado. Sigo siendo el mismo, pero destruido como persona. Te manipulan tanto que ya no sabes ni lo que quieres», confiesa.
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