Como estudiante de medicina, vio a mujeres casi morir por abortos ilegales. A sus 83 años, su trabajo no ha terminado
BOULDER, Colorado - El doctor Warren Hern no tiene que imaginar lo que pudiera ocurrir a muchas mujeres en Estados Unidos si la Corte Suprema anula el caso Roe contra Wade.
En 1963, era un residente que trabajaba por las noches en el Hospital General de Colorado, en Denver. Las mujeres llegaban en shock séptico, algunas probablemente a horas de la muerte.
"Nadie hablaba de porqué estaban allí," recordó Hern.
Pronto descubrió que sufrían complicaciones derivadas de abortos ilegales. En un caso, una mujer se disparó en el vientre y condujo ella misma hasta la sala de urgencias.
Hern había encontrado su vocación: garantizar el acceso a los abortos legales, una misión por la que cree que merece la pena morir, como han hecho varios de sus amigos.
Con la previsión de que la corte emita una sentencia en los próximos meses que pudiera desencadenar la prohibición del aborto en hasta 26 estados, Hern ha vuelto a comprometerse con el trabajo de su vida en el centro de uno de los debates más polémicos de la historia política estadounidense.
Lo más probable es que el derecho al aborto sobreviva en Colorado, donde creció y ha trabajado durante más de 50 años, realizando unos 20,000 abortos. Su clínica es ya un refugio para las mujeres que buscan el procedimiento, ya que otros estados han restringido el acceso.
Ahora, con 83 años, Hern cree que hay una razón por la que ha vivido para ver a amenazado al caso Roe. Debe ayudar a más mujeres. En su opinión, esas serán las afortunadas.
"Creo que veremos muchos abortos inseguros y mujeres muriendo," dijo.
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Cuando Hern cursaba el segundo año de preparatoria, leyó un libro que le cambió la vida: la autobiografía del doctor Albert Schweitzer.
Al igual que el premio Nobel alemán alsaciano, Hern tenía amplios intereses, como la música, la fotografía y la teología. Schweitzer acabó dedicándose a la medicina, y Hern decidió que él también lo haría.
No fue hasta su tercer año en la facultad de medicina –y sus rotaciones en obstetricia, ginecología y pediatría– cuando los detalles de esa visión empezaron a tomar forma.
A Hern le encantaban los partos. Pero odiaba tener que tratar a niños maltratados por sus padres. Le parecía mal que las mujeres con embarazos no planificados solo tuvieran dos opciones legales: la
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