Colombia, el mayor productor de cocaína del mundo, enfrenta un cambio en la política de drogas
SAN JOSÉ DEL GUAVIARE, Colombia— Los canosos agricultores habían llegado en motocicletas y camionetas desde sus hogares en la selva hasta un campo de fútbol situado a horas de la ciudad más cercana.
Se sentaron pacientemente en sillas blancas de plástico bajo un calor sofocante mientras los representantes del gobierno daban su discurso: plantar cultivos legales como la caña de azúcar y la piña —o dedicarse a la ganadería— y abandonar la hoja de coca, la materia prima de la cocaína.
A los que se inscriban les esperan subsidios en efectivo, prometieron los oradores. Los ayudaremos a comercializar sus nuevos productos, a construir nuevas carreteras. Hubo pocos interesados. Los cocaleros, como se conoce a los cultivadores, ya lo habían oído todo.
"Ya lo intentamos y el gobierno nunca cumplió sus promesas", dijo uno de los hombres, de 44 años y padre de tres hijos, quien solo ofreció su nombre de pila, Elver.
"Rompimos nuestras plantas, pero nunca recibimos la ayuda que necesitábamos", dijo. "Así que ahora volvemos a plantar coca. Es la única forma de ganarse la vida aquí".
Esto es algo que el primer presidente de izquierdas de Colombia promete cambiar, incluso mientras la superficie sembrada de hoja
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