Piamonte, Cauca.— Juan Carlos, mi campesino cocalero colombiano que tiene un sembradío de dos hectáreas de hoja de coca en el suroccidental departamento del Cauca, se queja de que el negocio “no da más”. Dice que los precios de la pasta base de cocaína están “por el suelo”. Apenas en septiembre pasado vendía el kilo de ese producto en tres millones y medio de pesos colombianos, unos 742 dólares. Desde entonces, el precio ha caído en 31%. “Estamos vendiendo (la pasta base) a dos cuatrocientos (dos millones 400 mil pesos) el kilo. Así no estamos en nada porque igual hay que pagar trabajadores y uno queda sin plata”, sostiene Juan Carlos. Este campesino, uno de los eslabones más débiles de la cadena del narcotráfico, asegura que el año pasado registró utilidades netas por unos 50 millones de pesos colombianos, unos 12 mil dólares, lo que en este país equivale a tres salarios mínimos mensuales. “Este año no voy a llegar a 30 millones (de pesos en utilidades)”, asegura. Esa suma representa 2.3 salarios mínimos mensuales de 2023. Juan Carlos dice que hay tanta producción de hoja de coca en esta región del suroccidente colombiano que los compradores —estructuras armadas ilegales que comercializan la droga con
Cambios profundos en el mercado global de las drogas
Jul 03, 2023
7 minutos
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