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Kamaru:Lejos De Casa
Kamaru:Lejos De Casa
Kamaru:Lejos De Casa
Libro electrónico221 páginas2 horas

Kamaru:Lejos De Casa

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Kamaru es el planeta de origen, del cual Manuel Ricardo Castañeda Agudelo trae seres al planeta azul (como le llaman a la tierra) a explorar lejos de casa. En la entrada al planeta tierra, dos de los personajes principales, Naumel y Ordisi de la nave Kamaruniana, descubren que veintitrés de los cuerpos y sus ocupantes han perecido, como también se percatan que sus propios cuerpos se encuentran en estado decrépito, aun así, la energía de estos seres Kamarunianos les alcanza para cruzar la atmósfera terrestre cayendo en medio del mar. Naumel cree contemplar la muerte del ente de su mejor amigo Ordisi y para conservar su propia existencia debe tomar un cuerpo humano que esté vacío, es decir, sin aliento de vida. Por lo tanto, decide irse a explorar en la búsqueda de su nuevo traje, ya que al estar lejos de casa necesita de un cuerpo para prolongar su halo. Al no lograr hacer el empalme con su nuevo cuerpo este cae inconsciente y al despertar empieza a padecer amnesia. Después, al intentar realizar labores con Josahim quien lo acogió en su hogar, lo muerde una víbora poniendo su cuerpo en peligro de muerte lo que hace que su ente pueda realizar su primera conexión lejos de casa, iniciando la recuperación de la amnesia. Él descubre que la amistad en el planeta azul es igual a la de su hogar en Kamaru, ya que siente, pero también comparte las alegrías y necesidades de los terrestres como propias; además este ser explora las capacidades y debilidades de los que habitan en la que ahora es su nueva morada; aprendiendo a sobrevivir en el cuerpo adquirido estando lejos de casa. El Kamaruniano viaja a Roma con Josahim, una vez estando lejos de casa entran a la gran ciudad donde se horroriza cuando se da por enterado de la existencia de personas subyugadas por su misma especie, siendo condenadas a una vida llena de vicisitudes, arrebatándoles sus derechos, torturando sus cuerpos y sometiéndoles a la esclavitud. Sin embargo, no todo es consternación, encuentran al hijo de su anfitrión con el que se crea una gran amistad, ratificando sus conclusiones sobre la similitud de la amistad que existe en Kamaru, también se asombra con la majestuosa construcción del anfiteatro Flavio. Este anfiteatro era totalmente grandioso, aquí se realizaban todo tipo de espectáculos especialmente las venationes. Por otra parte, los exploradores estando lejos de casa se encuentran con el sentimiento que les produce gran atracción por las féminas: el amor. El amor que existe en su planeta Kamaru, es considerado como amor eterno entre sus entes, porque al cambiar de cuerpo perdura el amor. El otro ser, Ordisi, que logró mantenerse con vida lejos de casa y de su compañero, finalmente se reintegra a la aventura de la exploración y es allí cuando siente amor, al punto de dar la vida de su traje por la libertad de su amada y la de los horros que los acompañaban en una batalla. Naumel al tener un profundo lazo de amor y amistad con su amigo decide también acompañarlo en su nuevo viaje, apoyándolo y entregando su cuerpo en la batalla. De esta manera los exploradores sacrifican su primer traje lejos de casa.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 abr 2022
ISBN9781005417581
Kamaru:Lejos De Casa
Autor

Manuel Ricardo Castañeda Agudelo

Manuel Ricardo Castañeda Agudelo Bajo el Seudónimo de Manuel Castagud, nació en San Rafael (Antioquia) COLOMBIA, el 01 de mayo de 1967, en el seno del hogar de Marta Oliva Agudelo y Héctor Castañeda Lara (fallecido), ocupando el cuarto lugar entre nueve hermanos.Ha realizado gran parte de sus labores de forma empírica, basándose en lo que lo caracteriza, su imaginación. Siempre se ha destacado por su creatividad e ingenio en el arte de la culinaria, ejerciendo esta actividad por más de 32 años en la ciudad de Cúcuta- Norte de Santander, siendo una de sus fuentes de ingreso durante el transcurso de su vida.Desde siempre le ha encantado escribir, ya sean versos poéticos o historias que llegan a su pensamiento.Actualmente es el autor del libro Best Seller, Kamaru: Lejos de Casa, en las categorías de Observación de las estrellas y vida en la granja de Amazon.

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    Kamaru:Lejos De Casa - Manuel Ricardo Castañeda Agudelo

    Este libro está dedicado a todos aquellos que desde niños han soñado con explorar más allá de su entorno.

    Espero les ayude a despertar el gran poder que en cada uno yace: LA IMAGINACIÓN.

    AGRADECIMIENTOS

    Primeramente, le doy gracias a Dios por darme el don de la imaginación, la cual me ha sido dada desde mi creación y le doy muchas gracias por el privilegio de poder plasmarla en este libro y darla a conocer a todos mis lectores.

    Agradezco a mi amada esposa Yeraldi Serna Ospino quien ha estado conmigo en el propósito de lanzamiento de este libro, siendo mi apoyo en todo el proceso y en la construcción del relato.

    Agradecimientos especiales para Elsa María Palencia por la información que me compartió y que me llevó a encontrar el canal para publicar mi libro.

    Agradecimientos especiales para el maestro Francisco Navarro Lara por compartirme sus conocimientos.

    Agradecimientos a Benjamín Castañeda Agudelo por su apoyo financiero para este proyecto.

    Agradecimientos a Darién Andrés Castañeda por el tiempo que dispuso para ayudarme en algunos detalles de este proyecto.

    Agradecimientos a Frank Alberto Ayala Ospino por aportarme sus consejos como profesional de las letras.

    Agradecimientos a Jessica Carolina Castañeda Garnica por su puno de vista.

    Agradecimientos a Rafael Arteaga por su sabio consejo.

    MANUEL RICARDO CASTAÑEDA AGUDELO

    Nacido el 1 de mayo de 1967, en San Rafael (Antioquia) COLOMBIA. Sus padres Martha Oliva Agudelo y Héctor Castañeda Lara(fallecido), siendo el cuarto de nueve hermanos.

    Ha realizado gran parte de sus labores de forma empírica, basándose en lo que lo caracteriza, su imaginación.

    Siempre se ha destacado por su creatividad e ingenio para el arte de la culinaria, siendo una de sus fuentes de ingreso durante el transcurso de su vida.

    Desde siempre le ha encantado escribir, ya sean versos poéticos o historias que llegan a su pensamiento. Aunque no ha dado a conocer sus escritos y composiciones al público en general, sólo lo ha hecho en su ámbito personal y familiar, en esta ocasión, decidió lanzarse como escritor con su obra KAMARU: Lejos de Casa.

    LIBRO INTELIGENTE

    Estimado Lector, este es un libro inteligente porque puedes interactuar con el escritor a través de sus redes sociales que aparecen a continuación.

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    Email

    manuelricardocastanedaagudelo@gmail.com

    PRÓLOGO

    Sería satisfactorio para mí, que tú como lector, pudieras encontrar en el despertar de mi imaginación la inspiración para hallar la tuya.

    Si te adentras en esta obra descubrirás los diferentes dones que poseemos en nuestro SER, que al explorarlos y apropiarlos te darán a conocer la esencia de tu yo interior, proveyéndote lo necesario para superar todos los inconvenientes de tu diario vivir. Así como los protagonistas de este libro, Naumel y Ordisi que buscan la solución a todos sus conflictos dentro de sí mismos, teniendo presente que han sido dotados con todo lo imprescindible para resolver cualquier situación en su transitar por el planeta azul.

    Además, KAMARU lejos de casa te mostrará lo satisfactorio de colocar al servicio de los demás todo tu ser.

    Los personajes de esta narrativa comprenden la importancia de preservar la existencia propia y la de sus semejantes, teniendo en cuenta que, el cuerpo es solo un traje.

    Manuel Ricardo Castañeda Agudelo

    KAMARU

    Lejos de Casa

    PRIMERA PARTE

    Capítulo Primero

    AMNESIA

    Me sentí perdido, sin rumbo. Me agaché colocando mi oreja en tierra, no sabía lo que hacía, mucho menos por qué hice tal cosa. El suelo estaba húmedo, tal vez llovió el día anterior, al sentir el frío del piso experimenté un pequeño alivio en medio de la zozobra. Me quedé allí un largo rato cansado, creo haberme dormido, aun así, la carpanta era tanta al despertar; abrí y cerré mis ojos, varias veces, parecía no acostumbrado a la luz, cerré nuevamente las ventanas de mi alma y me mantuve sereno, me puse en pie, buscando como orientarme; no distinguía nada, no sabía cómo llegué allí, sólo tenía claro que debía hacer algo, el estómago me rugía como león hambriento.

    Después de caminar por un largo tiempo, llegué a una pared de gigantescos árboles, al acercarme, a lo lejos pude divisar una cabaña, cuando me aproximé a la edificación un hombre me accedió con una hoz, me eché hacia atrás, al mismo tiempo que gritaba:

    —¡Señor, señor tengo mucha hambre, por favor no me haga daño!

    —¿Quién eres? —preguntó el hombre,

    —No lo recuerdo, solo sé que estoy famélico, —respondí.

    El hombre insistió en preguntar:

    —¿De dónde vienes?

    —No lo sé, ayúdeme por favor.

    El extraño de barba abundante, de color nieve, fijó su mirada en mis ojos, bajó su arma y dijo:

    —Ven.

    Lo seguí hacia su casa, a una cierta distancia.

    Al llegar a la puerta pude ver en las paredes unas grotescas cabezas, y por instinto pregunté:

    —¿Qué son?

    —Acabas de entrar en mi casa y ya te crees con derecho a inquirir, —dijo en tono molesto el señor de la casa.

    —No, desde luego que no, es que me causa cerote ver sus ojos, parece que tuvieran vida, —me apresuré a contestar.

    —Y la tienen muchacho, cada una tiene una historia y donde hay historia hay vida, por ahora siéntate.

    Después de esa orden, el hombre salió por la puerta trasera de la cabaña, los ojos de las cabezas me miraban fijamente o por lo menos era lo que sentía, el pánico aumentó, la espera se hizo eterna, me puse de pie, dispuesto a huir, pero no alcancé a correr, el barbudo venía con un recipiente en cada mano.

    —¡Ah! muchacho suertudo, había preparado suficiente pero no sabía para quien; el gusto que te vas a dar; no es por alardear, pero este es el mejor guisado que he preparado en mucho tiempo, —presumió el anfitrión.

    En cuanto colocó el plato frente a mí tomé los alimentos engullendo rápidamente ante el rostro estupefacto del compasivo hombre, quien se apresuró a exclamar:

    —¡Con calma, con calma, nadie te va a quitar!

    Lo volteé a mirar con mi boca llena y una mueca que a mi modo de sentir era una sonrisa, comí tan rápido que al terminar no pude evitar la grosería de un eructo, me aceleré a dar las gracias y me levanté de la mesa. Aún tenía pavor de los ojos que no me dejaban de observar.

    —¿A dónde vas? —preguntó el hombre antes de dar mi primer paso.

    —Ya le dije: no sé para dónde voy, no sé quién soy, sólo sé que estoy muy agradecido con usted, de verdad gracias, muchas gracias.

    Salí de la casa y el hombre me siguió con su mirada; me había retirado un poco cuando escuché su voz.

    —¡Oye! es un poco raro lo que te voy a decir, pero quédate, al menos un día o dos, mientras recuperas tu lucidez.

    Me detuve, al escuchar aquella voz, tuve un sentimiento extraño y caminé hacia él, le extendí la mano dándole las gracias al mismo tiempo que le decía:

    —Sí, sí, que bueno tener un techo sobre mi cabeza, no sé para dónde voy, se siente feo así.

    —Sigue, sigue muchacho, —me dijo mirándome fijamente.

    Se dirigió a una habitación cerrada, mientras decía:

    —No quiero llamarte más muchacho, ¿qué te parece si te coloco un nombre?

    —Si, está bien, —respondí haciendo un ademán afirmativo con mi cabeza.

    —¿Qué tal… Thomas? ¡Ese es un gran nombre!

    Solo me limité a mover mi cabeza en señal de aceptación.

    —No se diga más, mi nombre es Josahim y ésta es tu habitación espero que te guste.

    —¡Oh sí! por supuesto, gracias.

    —Debo reunir las ovejas en el aprisco, ya se me hizo tarde; recuéstate si quieres.

    Ovejas, aprisco, no entendía, pero mientras aquel hombre amable se alejaba, mi mirada se posó otra vez en los ojos de las cabezas, que parecían tener vida y me asaltó nuevamente un miedo que helaba mis huesos, así que grité:

    —Espere, espéreme lo acompaño.

    Josahim sonrió, me hizo un ademán llamándome con su mano izquierda, al tiempo que dijo:

    —Excelente, vamos muy bien.

    Después de comer todo se ve más hermoso, veía las montañas preciosas, el cielo azul del atardecer, las verdes praderas de aquel lugar, la pared de árboles, al contemplarla esta vez me pareció una sublime obra de arte, la deliciosa brisa acariciaba mi rostro y mi sonrisa se dibujó en él; en definitiva, todo es más agradable con el estómago lleno.

    Al llegar a recoger las ovejas, todas estaban en un solo lugar, muy lo contrario a lo que yo me imaginé, que todas estaban esparcidas; mansos y hermosos animales, me encantaron.

    Una vez todas en el aprisco, fuimos a la cabaña por unos recipientes, descendimos a un pequeño riachuelo de aguas frías cristalinas, llenamos los cántaros.

    El hombre me expresó:

    —Me siento muy agradado que hayas venido a colaborar, todos los días subo uno de estos.

    Al llegar a la cabaña, me ofreció una bebida la cual tuve que rechazar, su aroma era muy fuerte, mi nuevo amigo sonrió, diciendo:

    —Mejor, más para mí.

    Se tomó dos porciones en jarro y su semblante cambió, sus ojos se tornaron semi apagados, me volvió a sonreír.

    —Voy a descansar, tú haz lo mismo.

    Se coló en su cuarto, al poco rato escuche un ruido dentro de la habitación, parecía un rugido de un animal.

    En la mañana antes de rayar el alba, sentí movimientos fuera de la casa, era Josahim que ya estaba haciendo sus tareas, se encontraba rajando un tronco, me ofrecí para hacer la labor, me sorprendí de que supiera hacerlo.

    Josahim me dejó, se fue a preparar el desayuno, terminamos a la par, me invitó a lavarme las manos, una vez empezamos a comer me dijo:

    —Hoy será una buena noche para salir de caza.

    —¿De qué se trata? —pregunté.

    El hombre me miró confundido por mi ignorancia,

    —¿No sabes? —preguntó incrédulo, a lo que respondí con naturalidad:

    —No, no sé.

    Mi nuevo amigo no salía de su asombro, me sonrió respondiendo:

    —Las cabezas son de las presas cazadas, ¿quieres venir?

    —Sí, me gustaría, —afirmé.

    —En realidad nunca he ido acompañado, pero contigo me siento a gusto.

    Aquella pequeña confesión, hizo muy amenos los días venideros.

    A la mañana siguiente al regresar de la cacería, mis ropas se chorrearon de sangre de la presa, Josahim me dijo:

    —Que descuidado he sido, no te he ofrecido los trapos que dejó mi hijo, creo que deben quedarte, él tiene tu estatura.

    —¿Tienes un hijo? —pregunté asombrado.

    Me volteo a mirar, vi en sus ojos una profunda tristeza, no me atreví a decir nada más, pero él respondió:

    —Sí, lo tengo, espero que aun siga con vida, se fue hace tres años en busca de aventura, la muerte de su madre lo impulsó a dejar esta tierra.

    Guardó silencio por un instante y prosiguió.

    —Disculpa, la nostalgia me atacó, ven, colguemos ese animal para eviscerar.

    Después de preparar la presa me llevó a un desván, abrió un enorme baúl, tomó un pequeño paquete y me dijo:

    —Busca en ese baúl todo lo que te sirva.

    No pronunció ni una palabra más, me miró, sonrió y se fue del cuchitril.

    Me enseñó a cocinar en medio de risas mutuas, en las tardes yo iba solo a apriscar,

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