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Mi Vida, María
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Libro electrónico230 páginas3 horas

Mi Vida, María

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Información de este libro electrónico

Esta es la historia de una mujer que empezó como las demás, siendo niña, pero para contarlo completo voy a relatar desde el primer momento, el nacimiento.
Estaban sus padres casados desde hacía ya algún tiempo y no habían conseguido tener descendencia, y aunque sabían que un día tendrían a la tan deseada hija, ésta no había llegado; aunque durante ese tiempo sí habían realizado la función de padres al criar a una niña, ésta era la hija de una mujer del pueblo que falleció en el momento del alumbramiento, y que como no podía ser atendido por ninguna mujer de su familia, el principal de la comunidad se la había entregado a ellos para que la criasen, y así la habían acogido como una hija, ella tenía el nombre de MARÍA.
IdiomaEspañol
EditorialTektime
Fecha de lanzamiento12 nov 2018
ISBN9788893981095
Mi Vida, María

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    Mi Vida, María - Juan Moisés De La Serna

    Índice de contenido

    CAPÍTULO I. EL NACIMIENTO

    CAPÍTULO II. EL CORDERILLO

    CAPÍTULO III. APRENDIENDO A ORAR

    CAPÍTULO IV. LA VIOLENCIA

    CAPÍTULO V. EL CAMELLO

    CAPÍTULO VI. LA VIDA

    CAPÍTULO VII. AYUDA AL PADRE

    CAPÍTULO VIII. ¿QUIERES SER SERVIDORA?

    CAPÍTULO IX. ENTRA EN EL TEMPLO

    CAPÍTULO X. SE LE PONE LA VOZ INTERIOR

    CAPÍTULO XI. VOTOS TEMPORALES

    CAPÍTULO XII. CONOCE A JOSÉ

    CAPÍTULO XIII. ESPOSA Y MADRE

    CAPÍTULO XIV. VIDA EN FAMILIA

    CAPÍTULO XV. PIERDE A JOSÉ

    CAPÍTULO XVI. ENSEÑANDO A JESÚS

    CAPÍTULO XVII. MAYORÍA DE EDAD DE JESÚS

    CAPÍTULO XVIII. JESÚS, HOMBRE IMPORTANTE

    CAPÍTULO XIX. PRIMERA MISIÓN CUMPLIDA

    Mi

    Vida,

    María

    Juan Moisés de la Serna

    Editorial Tektime

    2018

    Mi Vida, María

    Escrito por Juan Moisés de la Serna

    1ª edición: diciembre 2018

    © Juan Moisés de la Serna, 2018

    © Ediciones Tektime, 2018

    Todos los derechos reservados

    Distribuido por TekTime

    https://www.traduzionelibri.it

    ISBN: 9788893981095

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros medios, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar con CEDRO a través de la web www.conlicencia.com o por el teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.

    Prólogo

    Esta es la historia de una mujer que empezó como las demás, siendo niña, pero para contarlo completo voy a relatar desde el primer momento, el nacimiento.

    Estaban sus padres casados desde hacía ya algún tiempo y no habían conseguido tener descendencia, y aunque sabían que un día tendrían a la tan deseada hija, ésta no había llegado; aunque durante ese tiempo sí habían realizado la función de padres al criar a una niña, ésta era la hija de una mujer del pueblo que falleció en el momento del alumbramiento, y que como no podía ser atendido por ninguna mujer de su familia, el principal de la comunidad se la había entregado a ellos para que la criasen, y así la habían acogido como una hija, ella tenía el nombre de MARÍA.

    Dedicado a mis padres

    Índice de contenido

    CAPÍTULO I. EL NACIMIENTO

    CAPÍTULO II. EL CORDERILLO

    CAPÍTULO III. APRENDIENDO A ORAR

    CAPÍTULO IV. LA VIOLENCIA

    CAPÍTULO V. EL CAMELLO

    CAPÍTULO VI. LA VIDA

    CAPÍTULO VII. AYUDA AL PADRE

    CAPÍTULO VIII. ¿QUIERES SER SERVIDORA?

    CAPÍTULO IX. ENTRA EN EL TEMPLO

    CAPÍTULO X. SE LE PONE LA VOZ INTERIOR

    CAPÍTULO XI. VOTOS TEMPORALES

    CAPÍTULO XII. CONOCE A JOSÉ

    CAPÍTULO XIII. ESPOSA Y MADRE

    CAPÍTULO XIV. VIDA EN FAMILIA

    CAPÍTULO XV. PIERDE A JOSÉ

    CAPÍTULO XVI. ENSEÑANDO A JESÚS

    CAPÍTULO XVII. MAYORÍA DE EDAD DE JESÚS

    CAPÍTULO XVIII. JESÚS, HOMBRE IMPORTANTE

    CAPÍTULO XIX. PRIMERA MISIÓN CUMPLIDA

    CAPÍTULO I. EL NACIMIENTO

    Esta es la historia de una mujer que empezó como las demás, siendo niña, pero para contarlo completo voy a relatar desde el primer momento, el nacimiento.

    Estaban sus padres casados desde hacía ya algún tiempo y no habían conseguido tener descendencia, y aunque sabían que un día tendrían a la tan deseada hija, ésta no había llegado; aunque durante ese tiempo sí habían realizado la función de padres al criar a una niña, ésta era la hija de una mujer del pueblo que falleció en el momento del alumbramiento, y que como no podía ser atendido por ninguna mujer de su familia, el principal de la comunidad se la había entregado a ellos para que la criasen, y así la habían acogido como una hija, ella tenía el nombre de MARÍA.

    Había transcurrido bastante desde que esa niña se convirtió en mujer, se casó y marchó a vivir con su marido, pues debéis de saber que por aquel entonces se casaban a temprana edad, por dos razones principalmente, la primera, porque en esas tierras y debido al calor reinante las niñas pasaban a ser mujer pronto y la segunda, porque se pensaba que si se tenían hijos siendo jóvenes estos serían más sanos y fuertes, además hay que tener en cuenta que en esas tierras a los treinta y poco las mujeres ya empezaban a ser viejas, y a los cincuenta ya eran abuelas y a esa edad llegaban pocas mujeres, pues la vida no era tan larga en aquellos tiempos.

    A pesar de que la primera hija que criaron no fue engendrada por ellos, ellos sí esperaban una hija, ya que así se lo habían dicho, aunque el tiempo pasaba y no se producía el anunciado acontecimiento, poco a poco fueron perdiendo la esperanza, ya que sus cuerpos denotaban el cansancio de la edad, sin embargo, sucedió algo maravilloso, un día que parecía como los demás pero que puso en aquellas vidas una chispa de alegría y esperanza.

    Vieron a una cigüeña que se había posado en su tejado para descansar, eso no ocurría con frecuencia, pues esos animales no eran muy abundantes y además solían aposentarse en lugares altos como en árboles secos, pero aquello ocurrió, y estuvo bastante tiempo y todo el pueblo lo comentó, y los ancianos narraban viejas historias sobre hechos extraordinarios que le habían sucedido en alguna ocasión cuando uno de esos pájaros se posó sobre el tejado de alguna familia en particular.

    A pesar de la emoción que aquello les indujo, ellos mantenían la tranquilidad, pues ellos tenían el don de escuchar las respuestas en la oración; en esta se le indicó al padre que esa noche cohabitase con su mujer, él obedeció y también su mujer, y el fruto quedó dentro.

    Todo quedó en el olvido con el transcurso del tiempo y al ver que no sucedía nada, pero para sorpresa de aquella pareja, la mujer empezó a tener las faltas que notan las mujeres a los dos meses, cuando ya casi ni se acordaba del acontecimiento, y todo fue alegría tanto para ellos como para sus parientes, entre los que se encontraban MARÍA y su marido, los que vivían en el mismo pueblo donde ellos moraban aunque su casa estaba un poco alejada de la nuestra.

    Desde entonces se encontraron con muchos más amigos que antes, pues habéis de saber que cuando un matrimonio no tenía descendencia se decía en aquel entonces que era porque el ALTÍSIMO los había castigado de esa forma por algo, y algunos se apartaban un poco temiendo que el castigo les llegase a ellos.

    En poco tiempo todos podían ver que la mujer iba a ser madre próximamente y todo eran alegrías y parabienes, los familiares y amigos les hicieron regalos antes incluso de que viniera aquel nuevo miembro, y eso que por precaución los padres decían que no querían recibir nada de aquello, no vaya a ser que lo que viniera no estuviera bien, pues ambos eran muy mayores y no tenían muchas fuerzas para esas andanzas por lo que no sabían cómo iba a acabar aquello; sin embargo, lo cierto es que aún servían, pues la mujer estaba embarazada lo que fue lo más maravilloso que les pudo pasar a su edad.

    A pesar de sus miedos en los primeros momentos, el embarazo avanzaba de forma normal y todo transcurrió como se tenía la costumbre que sucediera, así que llegado el momento en que la madre dio a luz, se encontró con una niña preciosa, morena y con unos ojos negros, tenía la cabecita cubierta de abundante pelo negro y su cara mostraba unos rasgos que la hacían parecer mayor de su edad.

    La niña según salió de su madre y vio la luz, cerró un ojo primero y luego el otro, haciendo parecer que los guiñaba, eso a la madre le hizo mucha gracia pero a los demás les asombró, pues decían que la niña era muy adelantada para su edad, ya que eso mostraba que tenía dominio sobre su propio cuerpo, e indicaba que la criatura iba a tener madurez muy pronto; pero a la niña lo único que le había pasado es que le había molestado la luz y nada más.

    Cuando la madre la cogió empezó a llorar, tan fuerte que sorprendió a todos, los que allí estaban empezaron a decir que aquel primer grito tampoco era corriente, y pregunto yo, ¿cómo iba a ser corriente si lo acababa de inventar?

    En fin, que todo marchó bien, los padres estaban entusiasmados con la criatura y tras las felicitaciones de todos, tocó darle el primer baño con agua fría como a los varones, aunque se tenía la costumbre de dárselo a las hembras con agua caliente, pero el padre dijo:

    ―Como no hemos tenido hijos varones, ¡déjame hacer! ―Y cogiéndola con mucho cuidado, la metió en agua fría para bañarla y puso a prueba sus pulmones, y funcionaban muy bien, pues los gritos que daba se escuchaban a alguna distancia, tanto que algunas mujeres que permanecían en el salón vinieron a ver qué sucedía y entre ellas y la madre le quitaron a la criatura de las manos y le llamaron ¡Salvaje! por hacerle eso.

    Así fue el nacimiento de esta niña que luego tendría un destino tan especial, y tuvo a unos padres que la quisieron y se desvivieron por ella.

    CAPÍTULO II. EL CORDERILLO

    Mi madre estaba un día a la puerta de la casa y yo MARÍA con ella, ella ya estaba recuperada del esfuerzo que supuso tenerme a su edad, pasó por delante un rebaño de ovejas que llevaban los corderillos de ese año, y como eran aún pequeños mamaba; en ese momento la madre se metió en la casa para hacer algo y cuando salió, la niña no se encontraba donde la había dejado unos momentos antes y empezó a buscarla primero dentro de la casa, entendiendo que podría haber entrado detrás de ella, luego preguntando a las vecinas y por último dio la voz de alarma, que es lo que se hacía cuando a algún miembro de la comunidad le pasaba algo.

    Acudieron todos los que estaban cerca, incluso el pastor que acababa de pasar con las ovejas; todos se pusieron a buscar a la niña y al cabo de un rato, se escuchó la voz de la niña llamando a su madre, todos corrieron en esa dirección encontrándome entre el rebaño, tirando de un corderillo que tiraba hacia atrás y arrastraba a la niña.

    Según pasaba el rebaño, se había metido entre las ovejas y agarrándose a una de ellas se había dejado llevar hasta el lugar en el que consiguió coger a un corderillo que era su meta; cuando el susto pasó, el pastor le dio como regalo el corderillo, pues la dijo:

    ―En verdad mucho has luchado para tenerlo, así que tenlo, pero tienes que llevártelo tú sólita ―Al final después de mucho intentarlo y viendo que no podía con este, mi madre tuvo que cargar con la niña y con el cordero, cada uno en un brazo.

    CAPÍTULO III. APRENDIENDO A ORAR

    Cuando tenía ya los tres años cumplidos, le ocurrió lo siguiente. Viendo un día que su padre salía al campo, le siguió de lejos. El padre se puso a orar en un lugar donde acudía pensando que nadie le veía. La niña lo vio y le escuchó, luego se volvió a la casa y allí delante de su madre le dijo que había aprendido una cosa nueva.

    La madre le pidió que se la enseñara, y fijaros cuál sería su sorpresa, cuando vio que se ponía a orar y que repetía algunas de las palabras que había escuchado a su padre, sobre todo una ¡OH ALTÍSIMO, OS ADORO!.

    Esto dejó a la madre sin saber qué hacer, pues no sabía que había sido observando a su padre como lo había aprendido. Cuando llegó este a casa, le contó todo lo que la niña había dicho y hecho, y él la llamó y la preguntó:

    ―¿Quien ha sido el que te ha enseñado estas cosas?

    ―¡Has sido tú! ―respondió la niña.

    ―¿Cuándo? ―preguntó el padre extrañado.

    ―Esta mañana al salir de casa te he seguido y te he visto hacerlo.

    ―Verás, este es un secreto de familia y a nadie se lo has de decir nunca, pues estas cosas son solo cosa de hombres ―Pues tal era la costumbre.

    CAPÍTULO IV. LA VIOLENCIA

    Veréis lo que pasó en otra ocasión en que tenía ya los cuatro años cumplidos y por lo tanto iba sólita de una casa a otra del pueblo, igual que el resto de los niños de ese tiempo. En aquella ocasión entró en una casa y presenció una riña familiar, una discusión y vio cómo el hombre pegaba a la mujer y cómo ésta se ponía a llorar.

    La niña, con miedo no salía de su asombro, pues en su casa nunca había visto nada parecido, como pudo salió de la casa asustada, en ese momento y como estaba saliendo andando hacia atrás no se dio cuenta de que entró un vecino que acudía a ver qué pasaba en la familia, y viendo a la niña, la cogió en brazos mientras le gritaba en la oreja, ¡Te he cogido!.

    El corazón de la niña se le debió de parar, pues el susto que se llevó fue tal, que la niña se desmayó; al oír el grito acudieron los de dentro y viendo a la niña se asustaron y preguntaron, el hombre les explicó diciendo:

    ―Acabo de llegar cuando la había visto andar hacia atrás con mucho cuidado.

    Ellos comprendieron que los había visto y se había asustado, así que la llevaron a casa de su madre y le contaron todo lo sucedido, y la dijeron:

    ―Será mejor decirle que había tenido un mal sueño, cuando despierte y así todo quedará olvidado.

    Aunque a su madre no le gustaba mentir, pensando que sería lo mejor, siguió el consejo y así lo hizo. Cuando la niña volvió en sí, la preguntó a la niña lo que esta recordaba, y ella le contó lo que había visto y que de repente la habían cogido y se la llevaban volando.

    La madre con lo que la niña le había dicho, montó una historia para convencerla, pero ver que la niña era lista, y que cuando iba por la mitad, le dijo:

    ―Madre, cuando mientes, se te pone la cara colorada ―Y es que la mujer estaba haciendo un verdadero esfuerzo para contar la historia que le habían dicho que contase.

    Cuando el padre llegó por la noche, se enteró de lo sucedido y riñó a la mujer diciendo:

    ―¡En esta casa nunca se tiene que mentir!, si algo es conveniente que se diga se lo dices y ella lo entenderá.

    La niña que creyó que iba a pasar lo mismo que había visto por la mañana, se puso de rodillas delante de su padre, diciendo que no pegase a su madre, que ella era la culpable.

    Podéis comprender que la escena era difícil, el padre la cogió en brazos y se la entregó a la madre, y las dijo:

    ―¡Venir aquí, que nos vamos a la cama! ―Pues era una forma que tenía la familia de sentirse unida.

    Todos juntos en la cama, se sentían seguros y daban de esta forma seguridad a la niña; dicho esto se metieron todos en la cama; estando allí añadió el padre:

    ―¡Quiero que me cuentes todo lo que has visto y oído!

    La niña se lo fue narrando con detalle y según se lo iba contando el hombre le iba explicando por qué sucedían las cosas, y cuando llegó al momento en que el hombre pegaba a su mujer y ésta se echaba a llorar, el padre no supo qué responder, después de pensar un poco dijo:

    ―Eso es porque se le habían desatado los nervios al hombre.

    La niña que escuchó esto, se levantó de la cama y salió corriendo de la casa con una cuerda que había cogido. Llegó a la casa de los vecinos que viéndola se extrañaron, pero ella se puso delante del hombre y entregándole la cuerda, le dijo:

    ―Esto es para que puedas atar tus nervios y así no tengas que pegar más a tu mujer.

    Este sorprendido y sin entender muy bien a lo que se refería la niña, se la llevó de vuelta a su madre que ya se había levantado e iba a salir a buscarla, y encontrándosela en la puerta de su casa la preguntó:

    ―¡Mira lo que me ha dado! ―Y le enseñó la cuerda y le contó las palabras que le había dicho―. ¿Qué quiere decir la niña con eso?

    La madre de MARÍA le explicó lo que había ocurrido, y todos se sintieron contentos de tener una niña que los quisiera tanto. Ver que he puesto por primera vez el nombre de MARÍA, pues tal es el nombre de la niña de esta historia a la que nos estamos refiriendo.

    CAPÍTULO V. EL CAMELLO

    Ahora voy a contar un suceso que aconteció a esta niña cuando tenía cinco años cumplidos. Llegó al pueblo una caravana con mercancías que marchaba de paso, aunque aprovechaban para parar y hacer negocios, de tal manera que dejaban en el pueblo las cosas que les compraban y a cambio se llevaban ganado y comida, sobre todo miel, que se recogía por aquellas tierras y que tenía un sabor muy especial, pues la hacían las abejas de unas flores que por allí crecían.

    Llegaron en camellos y para MARÍA era la primera vez que los veía, y le parecieron tan diferentes, que se puso delante de uno de ello y abría la boca igual que el animal y éste mirándola pareció que simpatizó con ella, pues fue y la sacó la lengua, y la niña viendo que la volvía a meter corrió al hombre que los estaba guardando, y gritando le dijo que el animal tenía una gran serpiente que se la había tragado. El camellero asustado acudió rápidamente a ver al animal que le indicaba y lo que vio fue la lengua del animal que la sacaba otra vez, mientras la niña le decía:

    ―¡Quítasela que le va a sentar mal!

    Bueno, esta anécdota no hubiera tenido más importancia si no es porque al camellero le hizo gracia la niña, y le dijo si quería dar una vuelta en camello, y la subió al animal y ella feliz de estar a tal altura.

    Tenemos a MARÍA subida en lo alto del camello, mirando a todas partes y sin tener miedo, y el hombre viendo que no lo tenía le dijo:

    ―Ven que vamos a dar un paseo.

    Cogió el camello por la brida y MARÍA arriba gritando como si de un muchacho se tratase, a todo el mundo le decía que se apartase, y llegando a un punto salió un perro ladrando y corriendo alrededor del animal, el camello se asustó y emprendió la huida de aquel fiero animal que no medía ni medio metro.

    MARÍA iba gritando de miedo arriba, aunque en realidad, no lo tenía, si no que la situación había cambiado, el hombre en vez de ir delante del animal, iba detrás corriendo y llamándole; en

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