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Una historia extraordinaria
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Libro electrónico309 páginas4 horas

Una historia extraordinaria

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Te doy la bienvenida a esta pequeña pero fabulosa aventura, un conjunto de sucesos que te mantendrán al lo de la butaca en todas sus líneas desde el

principio hasta el final, es un relato de mucho suspenso, intriga, problemas, preocupaciones, pasión, amor y aventura.

Hoy quiero contarte la historia de un pequeño personaje que intenta

IdiomaEspañol
Editorialibukku, LLC
Fecha de lanzamiento19 jun 2020
ISBN9781640865686
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    Una historia extraordinaria - José Antonio Medina Pulido

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    Una Historia Extraordinaria

    José Antonio Medina Pulido

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    El contenido de esta obra es responsabilidad del autor y no refleja necesariamente las opiniones de la casa editora. Todas las imágenes fueron proporcionadas por el autor, quien es el único responsable sobre los derechos de las mismas.

    Publicado por Ibukku

    www.ibukku.com

    Diseño y maquetación: Índigo Estudio Gráfico

    Copyright © 2020 José Antonio Medina Pulido

    ISBN Paperback: 978-1-64086-567-9

    ISBN eBook: 978-1-64086-568-6

    AGRADECIMIENTOS

    A mi familia: Raquel, Toni, Nancy, Piñi y la pequeña Valentina quienes fueron mi fuente de inspiración. A mis tíos: Estela, José y Abraham por brindarme siempre su apoyo. A mis amigos: Oscar y Montse quienes me animaron en todo momento. A mi gatita que en paz descanse ya que el día de su muerte comencé esta escritura.

    INTRODUCCIÓN

    El miedo es el primer obstáculo que tenemos como seres humanos para ser felices, es un demonio que día a día nos atormenta, nos quiere ver derrotados, humillados, agachados, reprimidos, frustra nuestras metas, objetivos, sueños y aspiraciones. Nos quita felicidad, tranquilidad, paz y nos mantiene hundidos en la mediocridad. Sin embargo hay soluciones para poder lidiar con esta emoción y la más importante de ellas es el amor, el cual es la razón de toda existencia, con él podemos obtener el apoyo necesario para enfrentar y derrotar al miedo que nos oprime y nos castiga.

    Existen variables del amor a las cuales podemos apelar cada vez que este monstruo se haga presente en nuestras vidas, una de ellas es el amor a Dios y la otra es el amor propio, ya que si tenemos la fe en que un poder superior siempre nos ayuda a mantenernos de pie permaneciendo en todo momento a nuestro lado y además tenemos la confianza en nosotros mismos de que podemos sacar adelante cualquier suceso por difícil que parezca, entonces no habrá miedo lo suficientemente poderoso para humillarnos. Nadie dice que será fácil deshacernos de él, pero con estos dos factores y el apoyo de las personas que nos quieren podremos destrozar cualquier barrera que se nos cruce en el camino.

    El segundo obstáculo que tenemos para encontrar la felicidad es el odio, el cual es el sentimiento más feo que alguien pudiera sentir para con otra persona, cuando hay la presencia de este en nuestro interior nos destruye el alma, nos contamina el cuerpo, nos corrompe el espíritu y nos impide vivir plenamente, para confrontar a este solo tenemos una sola pero muy poderosa herramienta: el perdón. Cuando nosotros tomamos la decisión de perdonar a una persona o situación y trabajamos en ello, sentimos que nos revitalizamos, que nos liberamos y estamos en paz con nosotros mismos cuando verdaderamente logramos hacerlo.

    UNA HISTORIA EXTRAORDINARIA

    Dicen que la velocidad de la luz viaja a trecientos mil kilómetros por segundo y que de noche cuando miramos al cielo, estamos viendo al pasado, observando el resplandor que nos llega de todas esas estrellas a como fueron hace millones de años debido al tiempo que tarda en llegar su luz a nuestro planeta. Cuando recordamos algo, por ejemplo a un ser querido que ya no está con nosotros pasa algo semejante, vemos el pasado en nuestra memoria y aunque no lo tengamos de cuerpo presente su luz, su alma, su espíritu y su esencia llegan hasta nosotros.

    Hoy quiero hacer un viaje al pasado y encontrarme con unos grandes seres, gente que me inculcó principios y valores, me guío por el buen camino, me enseñó a querer, valorar, amar y respetar, los cuales formaron una historia única y extraordinaria que les voy a contar a continuación.

    Hace mucho tiempo en una zona montañosa que rodeaba a ríos, valles y lagos, con vegetación nativa exuberante, una fauna muy variada, donde el aire corría puro y escurridizo atreves de los cuatro puntos cardinales, existía un pequeño pueblo de gente trabajadora ya que sus tierras eran muy fértiles, gozaba de buen comercio y abundante ganado, este pueblo de nombre Las Peñas, se caracterizaba por tener un clima maravilloso y muy agradable para dos oriundos y turistas, en este pueblo más que mágico fue donde comenzó todo.

    Hace ya varios años durante una noche nublada con ligera llovizna a finales de otoño, nació un niño, uno de tantos, uno como cualquier otro, normal, común y corriente en apariencia, pero con una habilidad extraordinaria. Hijo primogénito de una familia que se ganaba la vida vendiendo tortillas a la gente del pueblo y de sus alrededores, vivían en una pequeña casa heredada por el abuelo materno.

    Al transcurso de cuatro meses el niño bautizado como Carlos vivía en armonía con su mamá de nombre Claudia López y su papá cuyo nombre era Alberto Sánchez quienes estaban aprendiendo su labor de progenitores con el infante, todo marchaba bien, estaban en perfecta armonía entre ellos y su entorno.

    Siempre estaban al pendiente de su bebé cuidando su adecuada alimentación, aseo personal, la comodidad de la vestimenta que llevaba, su calzado, su bienestar y sobre todo su salud. Un día de entre tantos, raro para la época del año, se percibía un ambiente fresco y a medida que la tarde iba avanzando la temperatura empezaba a disminuir y una ligera briza se asomaba desde la atmósfera lo cual al a postre trajo consigo una disminución de la temperatura, el clima permaneció así hasta el ocaso, trayendo como consecuencia la caer la noche un frío atípico e intenso muy por fuera de lo común para lo que la gente de Las Peñas estaba acostumbrada, esta caída gradual pero constante del clima altero la naturaleza del ambiente congelando ligeramente el pasto, formando una capa superficial de hielo tanto en los lagos de la zona como en las pilas y piscinas construidas para la diversión de la gente.

    Ante este ambiente fresco los padres de Carlitos tomaron sus precauciones, lo abrigaron para combatir el frío y prevenirlo de algunas enfermedades que pudiera contraer. Sin embargo sus esfuerzos dieron pocos resultados ya que muy entrada la madrugada cuando las manecillas del reloj marcaban el número tres, el niño se despertó de su sueño profundo debido a un llanto que para sus padres fue muy extraño ya que nunca antes se había suscitado uno así en él. A la brevedad su madre muy preocupada y tratando de averiguar el motivo de sus lágrimas tocó su frente y se dio cuenta que la bebé experimentaba una calentura muy fuerte por lo cual rápidamente intento controlarlo poniéndole un paño húmedo en la cara, también en el estómago, manos y pies mientras le cocía un té de salvia con ajo endulzado con miel. Nada de eso iba a funcionar. La temperatura del bebé estaba aumentando y siendo las cuatro y media de la mañana, este se empezó a descontrolar con quejas más constantes y llorando cada vez más intenso.

    Con el correr de los minutos la preocupación de sus padres comenzó a aumentar porque no podían soportar ver sufrir a su hijo, de repente su padre se levantó e ignorando el cansancio por la desvelada y el trabajo diurno, se decidió a llevar a su hijo al doctor, sin importar que su salud empeorara por el clima y la sensación térmica que en ese momento se pudieran experimentar a la intemperie, tapó a su hijo con una gruesa cobija y lo puso en sus brazos, posteriormente se dispuso a emprender el corto pero muy abrupto camino que prevalecía en las calles de Las Peñas. Zonas muy empedradas y cuesta arriba que lo hicieron trompicar ligeramente en una ocasión, lo único bueno era que debido al intenso frío no tenía que preocuparse de ningún ladrón que interfiriera en su camino.

    Con quince minutos de trayecto y un reloj que marcaba las cinco horas con cinco minutos en sus manecillas, llegaron al consultorio que por fortuna estaba construido en la misma casa del doctor de nombre Pedro. Este salió a la brevedad al cumplimiento de sus obligaciones y al mirar a su paciente bastó a su padre ver la reacción y cara de preocupación del médico para que su rostro palideciera y sus pupilas se dilataran producto de la angustia. El doctor muy preocupado actuó de pronta manera subministrando el medicamento adecuado al pequeño el cual estuvo en observación por los próximos minutos, pero el tiempo transcurría y el medicamento no hacia su efecto pues el enrojecimiento del oído, su irritabilidad y vómito aparecían y se hacían más intensos.

    La madre que se quedó en casa con una incertidumbre terrible ya que quería estar con su hijo ahora más que nunca en estos momentos tan difíciles para él, pero no le era posible porque tenía que preparar la masa para la venta de las tortillas de ese mismo día, lo único que estaba en sus manos hacer era rezar para que su hijo mejorara. Mientras tanto en el consultorio, su marido y el doctor estaban muy consternados por la salud del pequeño ya que estaban menguando sus funciones vitales, su corazón latía más débil lo que trajo como consecuencia que su frecuencia cardiaca fuera cada vez más pausada, su temperatura aumentaba a medida que lo hacia su sudoración.

    Al transcurrir el tiempo siendo alrededor de las seis y media de la mañana, como por arte de magia, por decreto de los dioses o voluntad del destino, con la llegada del alba el pequeño empezó a mejorar milagrosamente, fuera ya por los remedios caseros o rezos de su madre, la determinación de su padre o las medicinas del doctor, pero cuando el primer rayo de luz tocó a la comunidad de Las Peñas la salud del bebé se reestableció. Su padre y el doctor estaban maravillados con el acontecimiento, sencillamente era difícil de creer el giro positivo de la situación.

    Alberto con una convicción y de manera desesperada pago los honorarios al doctor y salió rápidamente al lugar donde se encontraba su esposa ya instalada vendiendo tortillas en su lugar habitual, Claudia al darse cuenta de la noticia experimentó una sensación que nunca antes había tenido, se desterró de toda preocupación, se deshizo de su nudo en la garganta, sus semblante empezó a dibujar una amplia sonrisa y el color de su piel volvió a su tono natural, todo esto trajo como resultado de que por primera vez en su vida supiera lo que se siente llorar de alegría y que importaba haberse quedado sin dormir un solo minuto y que importaba el frío que los rodeaba o el susto provocado por los malos momento durante esa madrugada si al fin y al cabo su hijo estaba a salvo, su hijo estaba sano, porque un prodigio, un milagro, un suceso extraordinario había acontecido con él.

    Siguieron transcurriendo los días, en plena primavera fechas en las cuales la familia Sánchez López le iba muy bien en la venta de tortilla pero también ocasiones también Alberto trabajaba en un taller mecánico para obtener algún ingreso extra y Claudia por su parte algunas veces se ganaba la vida en una tienda de abarrotes. Todo transcurría tan normal, la vida era tan fácil, tan sencilla y tan bonita que parecía que estaban viviendo en un sueño hermoso, increíble y maravilloso. Carlitos el pequeño bebé era feliz divirtiéndose cuando sus padres lo alimentaban o jugaban con él, todos disfrutaban de la buena relación y armonía que existía entre los tres.

    El tiempo pasaba pronto y de repente llega a los padres del niño una noticia grave y sin precedentes por alguien de la familia llamado Jaime quien era primo hermano de Claudia.

    –Buenas tardes, traigo una noticia para ustedes, supe que Carlitos hace algún tiempo enfermó gravemente y ustedes en su afán de atender a su hijo de la mejor manera, lo llevaron con el doctor Pedro considerado el mejor de esta región.

    –Pero ya hombre que te traes entre manos –exclamó Alberto.

    –Pues verán –prosiguió Jaime –hoy por la mañana los pacientes acudieron a su cita como de costumbre con el doctor Pedro, estos se empezaron a preocupar porque pasaban los minutos y él no les abría, se le hizo raro a la gente puesto que como ya se sabe su casa está junto a su consultorio, entonces la gente opto por tocar la puerta de la clínica de manera insistente y salió su esposa a la brevedad.

    –Ya carajo –intervino Claudia –di lo que tengas que decir.

    Su esposa también extrañada por la situación entró a buscar al doctor Pedro hasta su habitación, cuando de repente todos se sorprendieron al escuchar un grito estruendoso y alarmante emitido por ella misma que sonó muy fuerte según cuentan, ya que solo encontró un cadáver que yacía sobre la cama el cual mostraba una tonalidad fría, pálida, opaca y carente de toda vitalidad.

    –Qué desgracia –se lamentaron al mismo tiempo los padres de Carlitos.

    –La causa de su muerte –prosiguió Jaime –al parecer fue una fuerte fiebre que lo aquejó durante toda la madrugada aunque esto lo confirmarán en su autopsia, los medicamentos y métodos que utilizó para combatir su propia enfermedad carecieron de resultados, es una lástima.

    Al escuchar esto las mentes de Claudia y Alberto comenzaron a recordar lo sucedido con su hijo y lo parecido de su caso con el del doctor, era asombroso, simplemente se les hacía imposible lo que había ocurrido, Claudia empezó a llorar y Alberto la abrazó para consolarla, sin decir nada permaneció en silencio mientras sus brazos la apretaban fuertemente y es que en verdad había poco que decir, los hechos se habían presentado en forma tan extraña y funesta para el doctor, que en ese momento las palabras estaban por demás.

    Ese día por la noche Alberto se puso a pensar en todas las coincidencias y diferencias del doctor con su hijo, por qué uno vivió y el otro no, se preguntaba, porque uno se curó en cuanto cayó el primer rayo de luz y el otro probablemente falleció con el mismo fenómeno. Recabando datos y tratando de encontrar una explicación Claudia por su parte observó algo curioso que le preocupó en principio demasiado pues lo creyó trascendente en los hechos, revisó su calendario buscando las dos fechas clave y notó que entre la madrugada del 14 de abril que su hijo enfermó y la mañana del 12 de mayo que falleció el doctor, transcurrieron veintiocho días, un dato que Claudia asoció inmediatamente con la luna, a lo que pensó –acaso ella pueda tener relación con todo esto –pero inmediatamente trató de alejar ese pensamiento extraño de su cabeza diciéndose a sí misma –tranquila, estas muy nerviosa, mejor duerme, ya mañana será otro día y podrás razonar con más calma.

    Al día siguiente, una fresca mañana en Las Peñas donde el sol se empezaba a asomar de a poco y de manera radiante, las nubes se despejaban con el paso de los minutos, hecho que anticipaba una mañana hermosa, placentera y confortable, ideal para el trabajo diurno de los habitantes pueblerinos, todo formaba un entorno estupendo que contrastaba con la incertidumbre que había en la mente de los papás de Carlitos. La venta de las tortillas ese día marchaba de buena manera y tan normal pero ellos en su interior estaban preocupados, en ratos sus miradas se cruzaban y ambos sabían lo que estaba pensado el otro, sin ser telepatía o alguna clase de poder mental, solo era la intuición y el asentimiento por lo suscitado el día anterior. La gente pasaba por alto la preocupación que ellos tenían porque siempre se mostraron amables y sonrientes como de costumbre sobre todo para no causar preocupación en amigos y familiares.

    La horas pasaron y con ellas llegó el atardecer, cansados por la jornada la familia se encontraba en casa, minutos después Claudia y Alberto bañaron a Carlitos, se bañaron ellos y llegada la noche le prepararon su vivieron y cama para dormirlo, hasta ese momento todo ocurría sin contratiempos. Después Claudia preparó unos frijoles y arrimó además leche con pan a la mesa para cenar con su esposo. Comieron muy callados, ambos trataban de calmar sus ánimos manteniendo su mente en blanco y cuando llegó el momento ella fue la primera que rompió el silencio.

    –Oye amor me preocupa lo que sucedió anoche, todo es tan raro y tan confuso que por momentos mi cuerpo se estremeció por la tensión que me generó la noticia que nos contó Jaime –Alberto respiró profundo antes de contestar.

    –Bueno vamos a tomar las cosas con calma y paso a paso antes de determinar una conclusión apresurada. Hay cosas que tenemos que esclarecer, primero que nada la autopsia reveló que el doctor Pedro falleció por una calentura extrema como la que tuvo Carlitos, más no reveló que se debiera a una enfermedad contagiosa o a una bacteria que el niño le haya podido trasmitir, de lo contrario también nosotros correríamos con la misma suerte –Claudia se levantó en ese momento para tomar un vaso de agua que le ayudara a digerir lo que estaba escuchando –Pero hay un hecho curioso que me inquietó –prosiguió Alberto –porque Carlitos con la llegada del sol sanó completamente como por arte de magia y el doctor por el contrario pereció con el mismo hecho –Claudia miró directo a los ojos a Alberto, se acercó a su lado y acaricio su cabello y espalda como tratando de reducir su tención, ahora ella habló.

    –Ayer por la noche tratando de encontrar alguna explicación lógica miré el calendario desinteresadamente para registrar la fecha de defunción del doctor y me di cuenta que entre el día en que Carlitos se enfermó y el día en que lo hizo Pedro pasaron veintiocho días.

    –Qué estas tratando de decirme –preguntó Alberto consternado –qué tiene que ver eso.

    Date cuenta –continuo Claudia –que veintiocho son los días que tarda la luna en completar un ciclo, crees por lo tanto que ella podría tener alguna influencia con nuestro hijo o el doctor.

    –A donde me quieres llevar con todo esto mujer o dime tú qué conoces de la luna, yo mismo la conozco muy poco en verdad, nunca me he cuestionado nada sobre ella, ignoro casi completamente sus ciclos o faces, movimientos o posiciones y dudo que tú sepas algo al respecto, que poseas tal información o me equivoco.

    Claudia se quedó callada, se levantó y salió de la casa mientras su marido la observaba. Volteó hacia arriba y ahí estaba ella, tan radiante, tan bella y tan imponente en el firmamento obscuro que con su luz y rodeada de millones de estrellas trataban de apaciguar el sombrío y tétrico infinito. Salió su marido y puso la mano en su hombro, ambos contemplaron en cielo unos minutos, ante semejante e imponente belleza se obligaron a permanecer callados.

    –Nada amor –dijo Claudia interrumpiendo el silencio –no sé nada de ella o al menos nada que no sepa cualquier otra persona, solo me doy cuenta que está ahí arriba cada noche, cada vez en diferentes fases pero siempre mostrando el mismo rostro en diferentes lugares. Lo que pasa es que he escuchado tantos cuentos, leyendas y relatos sobre ella que he empezado a pensar que pudiera de alguna forma estar relacionada en todo esto.

    Pasaron los días y la incertidumbre que se generó en los padres de Carlitos se fue apagando poco a poco debido a que ningún hecho extraño se suscitó después, reinaba la alegría, la abundancia, la salud y el buen clima. Tanto Claudia como Alberto fueron perdiendo en la memoria aquel hecho sin precedentes ocurrido con su hijo.

    Y así los días se convirtieron en meses hasta que llegó una fecha muy especial para la familia; el primer año de Carlitos. Fue una fecha tan importante que Claudia se encargó de reunir a todos los parientes para festejarlo, para lo cual tuvo lugar la celebración de una fiesta llena de regalos, música y juegos donde participaron la mayoría de los asistentes sin importar su edad, por otro lado los que decidieron no jugar, animaban el ambiente con ocurrencias y chistes que llenaban de humor el entorno.

    –Qué curioso –pensó Claudia –es la primera vez que salvo navidad o año nuevo está reunida toda la familia y eso me deja bastante satisfecha. Paso un rato más, al caer la tarde antes de que la fiesta culminara Alberto tomó la palabra.

    –Hola a todos, gracias por venir a la fiesta de mi hijo, quiero decirles que estamos muy contentos con la presencia de todos ustedes, que vamos a poner lo mejor de nosotros para que Carlitos triunfe y sea un hombre de bien, con un gran esfuerzo y con la ayuda de todos ustedes lograremos que se convierta en un ser exitoso, sé que lo logrará si siempre se mantiene rodeado de gente que lo adore.

    Esa misma noche después de una cálida merienda los papás de Carlitos veían como dormía plácidamente en la habitación con una ternura, una tranquilidad e inocencia las cuales emanaban de él y hacían alusión a un santo, a un ángel y a un ser maravilloso. Por lo cual concluyeron que su hijo era un niño sano, fuerte y muy especial. Sabían que eran buenos padres, buenos esposos y que darían cualquier cosa por su hijo y en ese ambiente de paz también se daban cuenta que aquel incidente de Carlitos con el doctor Pedro había quedado en el olvido.

    De lo que si no tenían conocimiento era de que Carlitos en realidad sería un ser fuera de lo común, alguien con un don especial, como si un ser divino lo hubiese palpado con facultades y capacidades que van fuera de lo cotidiano, ya que este niño en un futuro desarrollaría una habilidad única con la cual podría desde ayudar al más desprovisto hasta generar situaciones verdaderamente controversiales.

    Pasaron los años y el mundo para la familia Sánchez López había cambiado gracias a que cada vez les fue mejor en su negocio de las tortillas, ahora vivían en una casa más grande y bonita que la que les había heredado el papá de Claudia, fue tanto su éxito que de a poco juntaron el dinero suficiente para construir cerca de su nueva casa una tortillería con un par de máquinas trabajando y seis empleados a su disposición, las tortillas gracias a su sabor y calidad de vendían prácticamente solas a pesar de tener competencia siendo otros dos negocios en el pueblo que se dedicaban a lo mismo, pero siempre la tortillería de Claudia y Alberto fue la única, favorita e ideal de la región.

    El pueblo de Las Peñas estaba creciendo, por ello las necesidades de productos y servicios aumentaba conforme lo hacia la población y al haber más habitantes se tuvo la necesidad de cortar árboles que en su mayoría eran pinos, robles y oyameles, para construir nuevos hogares, esto trajo como consecuencia un cambio en el fabuloso clima que prevalecía en la región ya que empezó a hacer cada vez más calor, el cauce de los ríos se debilitaba, se comenzó a disminuir el número de plantas, animales, insectos y hongos, los lagos redujeron su tamaño, así como la cantidad de especies nativas que habitaban en ellos, en época de lluvias se percibían unas tormentas bastante prolongadas y estremecedoras que se hacían ver más aparatosas debido a que por la falta de árboles el agua corría con más facilidad y velocidad por las laderas y esta al llegar a muchas partes del pueblo lo inundaba en sus zonas planas, en las partes que mostraban desde una ligera a pronunciada pendiente se hacían parecer ríos las calles de la comunidad. Para Carlitos y su familia nada de esto importaba porque era normal para un mundo que poco a poco se estaba expandiendo.

    Así el tiempo trascurrió y trajo a un Carlitos con siete años de edad y a un nuevo miembro de la familia el cual ya contaba con tres años, su nombre era Yolanda, una niña muy risueña y carismática, de piel clara, cabello castaño y cara redondeada en cuyo contorno se dibujaba siempre una sonrisa natural, era una pequeña muy curiosa que a pesar de su corta edad hacia incontables travesuras que desquiciaban a sus papás, ella buscaba mucho a su hermano mayor, le gustaba jugar con él aunque este en veces se enfadaba y se le escondía, poco le importaba esto a Yolanda porque siempre lo buscaba y le insinuaba con un juguete que quería que se siguieran divirtiendo.

    Un día por la mañana Carlitos en la nueva casa en donde vivía con su familia se quedó solo ya que sus padres llevaron a Yolanda a su antigua casa a convivir un rato con sus parientes. Él no los acompañó porque estaba sumido en un sueño profundo y se veía tan apacible que sus padres no lo quisieron despertar –no creo que pase nada,

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