Joan Roca. Asuntos de familia
Esta entrevista huele. Bueno, en algún futuro lo hará. El aroma del fricandó, la tierra mojada o la menta saldrá del papel hasta la nariz, donde el olfato conectará con el cerebro y, en el laberinto de la memoria, se encontrará con el recuerdo. La tradición directa de los hermanos Roca (Joan, Josep y Jordi) parte de una antigua barbería en las fueras de Girona que compraron Montserrat Fontané (madre) y Josep Roca (padre) en la Navidad de 1966, pero fue el 13 de abril de 1967 cuando empezó a funcionar el restaurante familiar Can Roca. Montserrat llevaba manejándose con los fogones desde los catorce años, ayudando a su hermana María, y Josep, que era conductor de autobuses, también procedía de familia hostelera, pues en 1920, su padre (también Josep) y su madre (Angeleta) decidieron abrir Can Reixach, en San Martín de Llémena, en La Garrotxa. Como recuerdo, y en honor a la cocina materna y a la tradición de la gastronomía catalana, Joan Roca publica Cocina madre. Desde luego, los genes no engañan.
¿Imaginar es lo mismo que crear?
“La cocina es una herramienta potentísima”
Imaginar es necesario para poder crear. Crear quiere decir hacer algo nuevo aunque esté inspirado en cosas conocidas. Hay que dejar volar la imaginación para que la creatividad fluya.
Con nueve años ya quería ser cocinero y le encargó a su madre una chaquetita de cocinero que hoy todavía conserva. Lo normal es que, a esa edad, un niño quiera ser astronauta, ¿no?
Es extraño, es verdad, pero ahora es más habitual debido
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