Historias De Un Campesino, Hijo De La Merced Del Playón
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vida de Gabriel Velsquez Velsquez, las cuales se pueden narrar sin
ofender mucha gente. Espero que el estatuto de limitaciones no sea
vigente, para no sufrir repercusiones legales por estas revelaciones.
Algunas historias son divertidas, y algunas son tristes. El autor
espera que el lector disfrute de las que tengan humor, y simpatice
con las que representan las adversidades de la vida.
Gabriel Velásquez Velásquez
Gabriel Velásquez Velásquez was born in a small village in Colombia, South America. He immigrated to the United States in 1974 and served 20 years in the USAF and worked for the Department of the Navy another 12 years. He is retired and lives in San Diego, California.
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Historias De Un Campesino, Hijo De La Merced Del Playón - Gabriel Velásquez Velásquez
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ÍNDICE
DEDICATORIA
PRÓLOGO
CAPÍTULO I MI INFANCIA
CAPÍTULO II RESPONDIENDO EL LLAMAMIENTO DE DIOS
CAPÍTULO III MI PRIMER EMPLEO
CAPÍTULO IV MI LLEGADA A LOS ESTADOS UNIDOS
CAPÍTULO V MI REGRESO A COLOMBIA CON UNA ESPOSA AMERICANA
CAPÍTULO VI NUESTRO REGRESO A LOS ESTADOS UNIDOS
CAPÍTULO VII LA FUERZA AÉREA DE LOS ESTADOS UNIDOS
CAPÍTULO VIII VISITAS A COLOMBIA
CAPÍTULO IX MI NOMBRAMIENTO COMO INSTRUCTOR DEL COMANDO DE ENTRENAMIENTO AÉREO
CAPÍTULO X BASE DE LA FUERZA AÉREA MCCONNELL DE KANSAS
CAPÍTULO XI BASE DE LA FUERZA AÉREA MARCH DE CALIFORNIA
CAPÍTULO XII JUBILACIÓN
CAPÍTULO XIII MI SEGUNDA JUBILACIÓN
CAPÍTULO XIV ACERCA DE NUESTRA FAMILIA
CAPÍTULO XV MI AGRADECIMIENTO A DIOS POR TODOS SUS BENEFICIOS
DEDICATORIA
Dedico esta obra a mi pueblo natal de La Merced Del Playón, el pueblo donde vi la luz de mi primer amanecer, y donde anhelo estar cuando se marchite esa luz en mi último atardecer.
Se la dedico también a todos mis familiares y amigos.
PRÓLOGO
Desde hace mucho tiempo, mis dos hijas, Ana Teresa y Julie Anne, me han pedido que escriba las historias de mi vida para la posteridad, debido a que yo tengo mis raíces en una parte muy remota del globo, y poco se sabe acerca de mi infancia. Me lo han expresado claramente y en repetidas ocasiones que esa es la mejor herencia que les podría dejar. Voy a tener la audacia de hacerlo, aunque carezco de la preparación necesaria.
El contenido de esta obra, no es de ningún valor literario; consiste únicamente en la narración de una cantidad de historias verídicas experimentadas por el autor a través de las etapas diferentes de su vida, y en sus correrías por cinco continentes durante muchos años de servicio en las Fuerzas Armadas de Los Estados Unidos.
Esta obra es publicada en Inglés y en Español, con el fin de complacer a las dos audiencias.
Espero que disfruten las historias que traigan humor, y que simpaticen con las que representan las adversidades de la vida.
CAPÍTULO I
MI INFANCIA
Nací en La Merced del Playón, Antioquia, Colombia el 8 de Enero de 1949. Mis padres eran Abraham Velásquez Del Rio y Ana De Jesús Velásquez Álvarez. Mis abuelos paternos eran Nacianceno Velásquez Villa y Cándida Rosa Del Rio Velásquez. Nacianceno era agricultor, y Cándida Rosa fabricaba tabacos a mano, para suplementar el ingreso familiar. Mis abuelos maternos eran Tobías Velásquez Álvarez y Micaéla Álvarez Marín. Tobías era agricultor y herrero; tenía su fragua, y fabricaba todas sus herranientas, pero se dedicaba principalmente a la agricultura y a la ganadería. Mi abuelita Micaéla era ama de casa. Muy poco se sabe acerca de los primeros años de mi infancia debido al hecho de que mis padres fallecieron antes de que yo tuviera la oportunidad de obtener esa información. A continuación, haré un recuento fiel de mis memorias, desde el instante en el cual mi cerebro desarrolló la facultad de almacenar información.
Lo primero que quedó impreso en mi memoria, fue cuando perdí a mi abuelito paterno Nacianceno Velásquez Villa en 1953. Ya no contaba con la delicia de cruzar los maizales en sus espaldas, y nunca más disfrutaría de sus caricias. Ya no podría contemplar su esbelta figura, su cabello tan blanco como la nieve, y ese mostacho tan espeso. Lo lamenté por mucho tiempo porque el era muy paternal, y sospecho que yo era uno de sus nietos favoritos.
La vida continuaba en forma muy sencilla tal como se espera en una pequeña comunidad agrícola totalmente aislada, localizada en un hermoso vallecito, oculto en un pliegue de las cordilleras majestuosas de Los Andes. No teníamos carreteras ni electricidad. Las casas se iluminaban con lámparas de petróleo y velas de parafina, y se usaba leña para cocer los alimentos.
Los días eran muy cortos, y siempre comenzaban con las oraciónes matinales las cuales entonaba mi padre muy puntualmente a las cinco cada mañana. A las seis después de desayunar, mi padre y mis hermanos mayores salían para sus parcelas donde tenían sus diferentes cultivos para alimentar la familia.
Nuestro país es tropical, y las temperaturas dependen de la altitud sobre el nivel del mar. Teníamos tierra en las montañas donde el promedio de la temperatura era de 18 grados, lo cual creaba el ambiente perfecto para ganadería, cultivo de papa, maíz y fríjol. También teníamos tierra en la parte mas baja a menores altitudes lo cual inversamente causa un aumento en la temperatura, y allí se cultivaba café, caña de azúcar, bananos, plátanos, naranjas y aguacates. Teníamos una medida la cual usábamos para medir grano, que llevaba por nombre la pucha
. Esta medida consistía en una caja de madera sin cubierta, de aproximadamente 18cm x 18cm x 7cm de tamaño. El peso equivalente de una pucha era una libra. Fríjol, café y maíz eran vendidos y comprados por puchas.
Yo era uno de 11 hijos. Rigoberto era el mayor, le seguía Rosa Anastasia la cual falleció a la edad de 6 meses, Abrahám, Idilia, Eduardo, Amparo, Claver, Javier, Ana, mi persona y Hernán. A mi nunca me gustaba ser uno de los menores, porque siendo miembros de una familia tan pobre, mi hermano menor y yo, heredábamos la ropa de los demás hermanos.
En 1950 la población total de nuestro corregimiento era de algunos 5000 habitantes, de los cuales 3000 formaban la población urbana, y los otros 2000 la población rural. Teníamos escuelas para la educación primaria, pero si se deseaba continuar con bachillerato, había que radicarse en un pueblo más grande, lo cual no estaba al alcance de nuestros recursos económicos. Las cosas han cambiado. En esta época (2012) le calculo a mi pueblo una población urbana de 200 personas, y una población rural de algunas 100 personas. Una vez que se construyó la carretera, la gran mayoría aprovechó esa oportunidad para salir en búsqueda de pastos más verdes.
Mi madre y mis hermanas permanecían siempre en casa, porque ellas tenían la enorme responsabilidad de preparar los alimentos, la limpieza, y la lavandería la cual se hacia en un torrente cercano. La preparación de los alimentos era una labor muy árdua porque no teníamos electricidad, y no se podía refrigerar nada. Todo tenía que ser fresco. El maíz se almacenaba en el sarzo en grandes cantidades, porque el maíz era el ingrediente más importante en nuestra dieta. Todas las mañanas, una cantidad de maíz se molía y se formaba en una especie de torta la cual se colocaba en una parrilla encima de las brasas, hasta que quedara asada a la perfección. Su nombre es arepa
nuestro substituto del pan porque no teníamos panaderías.
Mi madre era modista, y hacía sus costuras en una máquina Singer muy antigua operada a mano, la cual ella había heredado de su tía Celsa.
Ella era también la que asistía a las personas con fracturas de sus huesos porque no teníamos recursos médicos en esa parte de nuestro país. Mi madre trataba quebraduras múltiples de cualquier naturaleza con una rata de suceso de 100%. La gente trataba de remunerar sus servicios, pero ella nunca le recibió un centavo a nadie, porque creía firmemente en obras de caridad.
A las 6 de la tarde, mi padre y mis hermanos regresaban de sus labores con cargas de leña en sus espaldas, y también algunos productos agrícolas. Después de cenar, mi padre practicaba con su trompeta porque era músico. El era miembro de una banda desde su juventud, y todos sus hijos heredaron esa facción, porque todos ellos fueron músicos. Yo fui el único hijo que nunca aprendió a tocar un instrumento musical de cuerda o de viento, con la excepción del órgano eléctrico. Mi padre entonces