Cuentos Habbaassi II
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Un día el jefe del poblado le dijo:
―Bien, ya tienes edad para valerte y para trabajar para ti, ¿cuándo vas a demostrar todo lo que vales?
―Todavía no me ha llegado mi momento ―dijo pensativo―, reservo mi entusiasmo y dedicación hasta que me llegue mi tarea.
Pasó cerca de un año y el joven seguía sin ser productivo para la comunidad; cuando el principal le iba a pedir cuentas de su pérdida de tiempo llegó al pueblo un anciano, preguntando por alguien para un trabajo muy importante.
Todos recordaron las palabras del chico, y rápidamente condujeron al anciano delante del muchacho, y cuando estuvo delante le dijo:
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Cuentos Habbaassi II - Juan Moisés De La Serna
TU DESTINO
Desde que tuvo uso de razón supo que tenía mucho que dar de sí mismo, y no era porque otros se lo hubiesen dicho, sino porque lo sentía así y así se lo decía a los demás.
Un día el jefe del poblado le dijo:
―Bien, ya tienes edad para valerte y para trabajar para ti, ¿cuándo vas a demostrar todo lo que vales?
―Todavía no me ha llegado mi momento ―dijo pensativo―, reservo mi entusiasmo y dedicación hasta que me llegue mi tarea.
Pasó cerca de un año y el joven seguía sin ser productivo para la comunidad; cuando el principal le iba a pedir cuentas de su pérdida de tiempo llegó al pueblo un anciano, preguntando por alguien para un trabajo muy importante.
Todos recordaron las palabras del chico, y rápidamente condujeron al anciano delante del muchacho, y cuando estuvo delante le dijo:
―Me han dicho que buscas trabajo, y que no temes el esfuerzo, tengo uno que te puede interesar, si lo quieres es tuyo.
A esto que el Jefe de la comunidad le dijo:
―Este muchacho debe de rendir cuentas ante sus semejantes, y no puede irse, habiéndose aprovechado de la comida y del esfuerzo de otros, antes de partir, debe pagar lo que ha disfrutado este tiempo sin que haya producido nada.
El anciano se puso delante del jefe de la comunidad y colocó enfrente suya un cayado labrado con extrañas figuras, y le dijo,
―Bien, entonces serás tú el que venga conmigo en su lugar, te advierto que la vida que llevarás no será envidiable, ya que no tendrás casa fija, ni familia, ni bienes.
»Únicamente esta vara que ahora te presento y con ella habrás de ir allá donde se te requiera para impartir justicia entre los semejantes.
»De forma que siempre se cumplan tus palabras una vez hayas dictado sentencia, y no podrás cobrar ni aceptar regalos de ese trabajo, ya que tu recompensa está en saber que has hecho bien en otros y nada más. El resto, la propia naturaleza te lo proporcionará, sin esperar nada de ella.
»Y antes de todo esto, te tienes que formar durante años en la justicia, ya que sino ¿cómo podrías administrarla sino la vives dentro de ti?
Dicho esto el anciano se volvió y se puso a andar hacia las afueras del poblado. El jefe de la comunidad, no terminaba de reaccionar, cuando vio las caras de los demás, que habían entendido que era una misión que requería mucho esfuerzo y constancia y que no podía demorarse en la partida, por lo que dijo al muchacho:
―Ve con él, que haré lo que debes para saldar tu deuda en esta comunidad, ya que el trabajo en verdad es grande, pero también sacrificado, y no me he estado preparando ni estoy predispuesto para ello, por lo que ve y cumple tu destino.
Dicho esto, el muchacho marchó contento pensando, al final fue lo que tenía que ser, la justicia se empieza con uno mismo
.
NUEVAS RESPONSABILIDADES
Desde esa mañana, parecía que su vida había cambiado, todo tenía sentido para él, ahora sabía lo que tenía que hacer, tanto tiempo perdido, tantas horas malgastadas en esforzarse por parecer y por comprender el por qué, y de la noche a la mañana, es capaz de conocer su futuro.
Había estado esperando este momento, el instante en que su mente se había abierto lo suficiente como para conocer su futuro. Era un paso necesario, pero tan novedoso para él, que desconocía que a otros les hubiese pasado.
Si sabía que algunos estaban predestinados hacia ciertas tareas, bien porque lo heredaban de sus padres y abuelos o bien porque habían nacido con esas cualidades que le permitían alcanzar su futuro.
Pero esto era diferente, él lo había buscado y deseado durante mucho tiempo, y sin darse cuenta, había alcanzado un mayor desarrollo de su mente.
Cierto que había hecho caso a la más anciana de su pueblo que le había pedido que durante unos días llevase una vida ordenada, con frecuentes ejercicios de relajación y poca comida; pero no entendía qué tenía que ver, y se acercó a la anciana a preguntárselo.
―Me alegro de tu paso, ya que ha costado mucho tiempo el lograrlo, y estos momentos eran los más propicios para conseguirlo, debido a que nuestra hermana la luna nos ofrecía su luz negra, era el momento en que tú podías despertar de tu letargo y así ser un hombre de provecho para los demás.
El chico se quedó pensando y preguntó,
―¿Cuánto tiempo he esperado?
―Eso ahora no tiene importancia ―le dijo La anciana―, lo único importante es que ahora puedes empezar el camino del desarrollo personal ya que lo que has conseguido es aperturar