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El Milagro Del Comienzo: Una Transición De Estudiante a Profesor
El Milagro Del Comienzo: Una Transición De Estudiante a Profesor
El Milagro Del Comienzo: Una Transición De Estudiante a Profesor
Libro electrónico188 páginas2 horas

El Milagro Del Comienzo: Una Transición De Estudiante a Profesor

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El milagro del comienzo son las reflexiones de un estudiante normalista, las inquietudes y cuestionamientos de un adolescente que despierta a la vida, y las experiencias de un maestro rural que convierte sus primeros aos de servicio en testimonios que buscan contrastar la teora que recibi en las aulas que lo formaron con los hechos reales en el ejercicio de su profesin.
En este relato cuenta lo que sufri y goz, lo que vio, lo que interpret en un momento determinado de su existencia, durante la transicin de ser estudiante a trabajador con responsabilidades, sin hacer de lado la interpretacin que dejan los hechos presenciados, la historia que se vive, las primeras dudas ticas que forman el carcter y abren el camino por el cual se piensa transitar el resto de la vida. Sus notas fueron su conciencia, su mejor confidente y el mejor inquisidor de sus errores. Por eso no trat de afirmar su verdad, sino de comentar su experiencia.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento27 nov 2012
ISBN9781463342739
El Milagro Del Comienzo: Una Transición De Estudiante a Profesor
Autor

Gilberto Nieto Aguilar

Gilberto Nieto Aguilar nació en El Higo, Veracruz, México, el 8 de noviembre de 1952. Ha sido profesor de educación primaria, secundaria y bachillerato. Ha incursionado en la vida sindical de la Sección 32 del SNTE y de la función pública en la Secretaría de Educación de Veracruz. Actualmente es Inspector de escuelas secundarias generales. Ha publicado como coautor tres libros: «Entre la 4 y la 5», selección de artículos publicados en el Diario de Xalapa; «Del quehacer cotidiano al hacer que trasciende», una visión de la educación en México y «Educación Básica. Retos y respuestas desde lo cotidiano», un libro digital. Escribe los martes para la sección editorial del Diario de Xalapa, para la revista quincenal “Análisis Político” así como en los espacios virtuales de gobernantes.com, enfoque Veracruz, acontecer político veracruzano, Pasillos del poder y síntesis Tehuacán, entre otros.

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    El Milagro Del Comienzo - Gilberto Nieto Aguilar

    Copyright © 2012 por Gilberto Nieto Aguilar.

    03-2012-100511301500-01

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Algunos de los personajes mencionados en esta obra son figuras históricas y ciertos hechos de los que aquí se relatan son reales. Sin embargo, esta es una obra de ficción. Todos los otros personajes, nombres y eventos, así como todos los lugares, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

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    432188

    Índice

    Prólogo

    1.   Unas palabras previas

    2.   Contacto con El Mexe

    3.   Tras una idea de la vida

    4.   La llegada a San Pedro

    5.   Reunión con los padres de familia

    6.   El curato del pueblo

    7.   Hombres de carne y hueso

    8.   Peripecias de una excursión

    9.   La vida en la comunidad

    10.   Las fiestas del pueblo

    11.   Los viajes a Uruapan

    12.   Las primeras lecciones de sindicalismo

    13.   La educación a inicio de los setenta

    14.   Concluye el primer año escolar

    15.   Nada de perder el tiempo

    16.   Mi llegada a Veracruz

    17.   Una despedida triste

    18.   Más cerca de mis padres

    19.   Una larga falleba

    A mis padres, por la vida y la esperanza que me dieron

    A mi amada esposa, mi compañera, sin la cual no hubiese logrado lo que tengo ni ser lo que soy

    A mis hijos Gilberto, Nora Alicia y Manuel Alberto, quienes ya vuelan tras sus propios destinos

    A las escuelas normales rurales del país, especialmente El Mexe y Perote

    A todos los Albertos Zavala que han ido por las agrestes regiones de nuestra patria repartiendo sueños, alimentando ilusiones, buscando un ideal

    Prólogo

    Novela de primera mano

    Por Luis Gerardo Martínez García

    E stamos a punto de hacer nuestra una historia que contiene pasajes de primera mano. Una novela escrita por un docente sobre la vida de un docente. Encuentro de ficción real o realidad ficticia. De periodista a escritor, de editorialista a novelista, Gilberto Nieto Aguilar se mimetiza en un escribidor que transcurre del ser docente al ser periodista para poder fusionarse en ese ser que escribe dos cuartillas con tres mil caracteres o 120 cuartillas con 50 mil caracteres. Gilberto Nieto Aguilar escribe desde hace más de 40 años, pero publica desde hace apenas ocho. Y desde entonces, yo diría que es un adicto a hacer público su pensamiento.

    Nieto Aguilar escribe y publica constante y sistemáticamente. Ha hecho suyo el oficio de escribir que enorgullece, asfixia, intimida, alegra, atrapa, absorbe, sacrifica y reconoce. Por profesión por afición escribir es pasión y tentación, requiere atención y corrección, revisión y observación… en ese afán, escribir es reescribir.

    De esta novela histórica o historia novelada, historia de vida que habla de uno y (a su vez) de infinidad de profesores de escuela rural; da rostro e identidad al maestro frente a grupo a quien se debe realmente la educación de México. Nieto Aguilar saca del anonimato al maestro principiante que vive su realidad inmediata que se pierde entre el colectivo magisterial, aunque trasciende en ese estudiante de educación primaria con quien convive día con día.

    Con sus dieciocho capítulos, esta novela nos invita a imaginar, a viajar, a conocer; pero creo que sobre todo nos convoca a valorar y revalorar al profesor como ese ser humano que tiene aspiraciones, limitaciones, amores y desamores, creencias y compromisos como cualquier otro ciudadano. Esto es, Gilberto personaliza y ciudadaniza al profesor en lo profesional y en lo personal. Le otorga voto de confianza al profesor para ser así mismo ese ser en su entorno axiológico y teleológico; en esta novela hace que el profesor confiese en primera persona sus vivencias, en diferentes momentos de su formación profesional y su desempeño laboral; hace que el profesor dialogue con sus pares, con su familia, con sus amigos, con sus profesores, con sus alumnos y con sus adversarios.

    El autor nos dibuja el contorno de los escenarios posibles que su personaje pinta de colores. Nos hace imaginar cada escuela y aula que se mencionan en esta novela. Nos hace vivenciar cada situación y problema al que alude. Nos describe en tono cautivador esos momentos por los que atraviesa todo profesor en sus inicios (con diferentes matices). Nos hace ver aquello que aprende el profesor fuera de la educación profesional, aquello que nadie le dijo que debía saber. Nos permite descifrar los códigos que coexisten en esa divergente e incierta realidad y el sujeto que la construye en su devenir contextual.

    El narrador le da voz al profesor rural; palabra que se le ha negado en el transcurso de esa escuela rural protagonista en la construcción de la educación del México contemporáneo. La voz que sólo se le otorga como profesor frente a grupo, (dentro del grupo ante sus alumnos). Este está vetado por exclusión fabricada a modo.

    En este sentido, lo valioso de la novela es que la primera voz la tiene el profesor que puede pensar en solitario o en colectivo, dialogar y entrar en controversia según su momento y su condición. El profesor protagoniza esta novela con su lenguaje y su imaginario. Más allá de un discurso llano, podemos encontrar un discurso cargado de significados, dando cuenta de su origen, identidad y expectativas; ese lenguaje florido, a veces rebuscado, frecuentemente fresco y muy controversial no es otra cosa que el lenguaje vivo del profesor que recién egresa, en ese entonces, de una escuela de educación Normal. El imaginario que subyace en el colectivo magisterial no es limitativo en tanto posibilita la apertura, el cambio, el interés en circunstancias plenamente contextualizadas.

    La participación del profesor con la sociedad es vital. Y sólo Nieto Aguilar, con pleno conocimiento de causa, se permite reconocer y exponer la diversidad de acciones que un profesor puede hacer por su comunidad. Y eso, sin temor a equivocarme, es aún parte de la vida escolar y social hoy en día. Ya no podemos hablar del profesor como un apóstol (versión muy dicha a inicios del siglo pasado), pero sí podemos hablar de un profesionista comprometido con su formación y con la de sus educandos, de un profesor que no ve sólo su actuar dentro del aula, sino que sabe del significado de trascender más allá del tiempo y del espacio. Podemos hablar, como bien lo hace Gilberto Nieto Aguilar con su personaje Alberto, de un profesor socialmente reconocido por su trabajo, su pensamiento y su templanza más allá de siglas y agrupaciones; el andar del profesor de comunidad en comunidad, de aula en aula, de casa en casa todo el tiempo, le hace tener una visión de altas miras.

    La narrativa armonizada de Nieto Aguilar posee la virtud de la recreación. El lector pronto estará atrapado en esos paisajes escolares del México rural que se extingue lentamente cual pabilo ya casi sin oxígeno; hace gozosa la sensación de frescura, de alegría, de incertidumbre que están presente en cada página y en cada diálogo. Seguro estoy que la lectura de esta novela servirá, incluso, como un momento de reflexión preliminar para aquellos que tengan la necesidad de laborar en un contexto rural. La visión de los propios formadores de maestros tenderá a ser otra… más realista.

    En fin, recomiendo que esta novela de primera mano se lea, se disfrute, se subraye, se critique, se tache, se corrija, pero se lea cada vez que estemos a punto de pensar en la educación… No guardemos en el baúl la vida rural de nuestro país, y menos aún, olvidemos a nuestros profesores rurales que estarán ahí por muchos años más.

    Septiembre 2012

    Xalapa, Veracruz, México.

    Unas palabras previas

    «Escribe todo esto en un libro para que sirva de recuerdo…»

    Éxodo 17:14

    C onocí a Alberto Zavala Orta en la escuela Normal Rural de El Mexe, Hidalgo, en septiembre de 1969. Llegué de Perote, después de que el gobierno del presidente Díaz Ordaz cerrara varias escuelas normales, entre ellas, precisamente la de Perote. En el internado de El Mexe convivimos como condiscípulos durante dos años y más tarde fuimos compañeros de trabajo en Michoacán. Nos perdimos la pista un tiempo hasta que Alberto me buscó en Álamo, Veracruz, donde me entregó una serie de cuadernos y libretas escritas a mano con la petición de que los revisara y le diera mi opinión sobre su contenido. Vi que eran una bitácora de todo aquello que iba viviendo y que, de algún modo, atraía su atención.

    Siempre que recordaba estos apuntes me preguntaba por qué me los había dejado a mí. En un segundo encuentro que tuvimos me dijo que me los había dejado porque deseaba que se los publicara después de revisarlos. Dijo que confiaba en mí porque yo conocía muchos de los sucesos relatados en las páginas, de los que fui testigo o me fueron contados en su momento. El seguimiento posterior que hice de su persona, pierde su rastro en la frontera con Guatemala, y es muy probable que se haya jubilado al iniciar la primera década del siglo XXI.

    Estos apuntes son el relato de las reflexiones de un estudiante normalista, de las inquietudes y cuestionamientos de un adolescente y de las primeras experiencias de un maestro rural. Va de lo que son sus memorias hasta los testimonios que dejan los hechos presenciados, la historia que se ha vivido. Recientemente, al estar revisando sus notas, me animé a transcribir una primera versión en la computadora, llena de citas y relatos que fui entrelazando hasta darle una secuencia, sin alterar las ideas originales.

    El relato de sus vivencias sigue su propia cadencia, avanzando a su ritmo en la exposición de hechos, de sucesos, de su visión de la realidad, su interpretación personal de lo vivido, su punto de vista en el que alguien pudiera no estar de acuerdo, pero seguramente habría de reconocer que son parte de una experiencia personal.

    Alberto cuenta lo que vivió y lo que vio, muy importante para él porque fue su debut no sólo como profesor, sino como persona que prueba su autonomía e incursiona en el mundo laboral de los adultos cuando apenas acababa de cumplir 18 años. En esta relación con la escritura, Alberto se involucró por completo; salió otra persona, porque sus notas fueron su conciencia, el sentir de un instante vivo en tiempo real, repensado más tarde en momentos de calma y sosiego. Los apuntes fueron su mejor confidente y el mejor inquisidor de sus errores.

    No trató de afirmar su verdad, sino de comentar su experiencia. Quiso colocarlas en donde pudieran, algún día, cuestionarse o compararse con otros acontecimientos similares bajo la idea de que los sucesos pertenecen a la vida diaria, a una relación viva, a un existir y aprender a ser persona antes que ser un trabajador.

    Testimonios de unos padres de familia que en los setenta tenían una visión de la vida y de la educación de los hijos distinta a la de ahora; de unos alumnos que recibieron el espíritu de la época y el impulso de un México en camino, siempre en camino, buscando mejores horizontes que no logra encontrar hasta la fecha.

    En estas páginas queda atrapada una voz, quizás aislada; un testimonio de alguien perteneciente a una generación que el tiempo se encargó de retirar del servicio, unos por jubilación, otros porque adelantaron el camino que todos habremos de emprender algún día. Es una evocación para aquellos profesores de más de cuarenta años de servicio que aún deambulan por las aulas como docentes o que ejercen funciones directivas.

    Gilberto Nieto Aguilar

    Xalapa, Ver., agosto de 2012

    Contacto con El Mexe

    «Desgraciados los pueblos donde la juventud no haga temblar al mundo y los estudiantes se mantengan sumisos ante el tirano».

    Lucio Cabañas

    Q uiero comenzar este relato agradeciendo a la institución que me parió al mundo, porque mi madre me parió a la vida. Reconozco que si la escuela en donde estudié para profesor no hubiese alumbrado a mi persona, otro sería el mundo en que me desenvolvería, otro mi destino, otras las circunstancias, sin importar el calificativo subjetivo de mejor , peor , similar o cualquier otro.

    Hasta el fin de mis días agradeceré a mis padres que me hayan dado la vida, y a la escuela de El Mexe que me haya proporcionado los elementos para transitar por el mundo y construir mi propio destino, comenzando por fortalecer mi carácter. Estos versos ilustran el coraje que nos infundían los maestros ante la adversidad:

    Si te postran diez veces, te levantas;

    otras diez, otras cien, otras quinientas…

    no han de ser tus caídas tan violentas

    ni tampoco por ley han de ser tantas.

    Almafuerte¹

    Por eso he decidido comenzar este relato con algo de historia de la Institución que, cual madre cariñosa, me cobijó en su seno desde la adolescencia y me enseñó el camino para ser un hombre de bien. Si no aprovecho las sabias enseñanzas recibidas en estos largos seis años, será por falta de capacidad pero no por falta de voluntad. Así lo creo y así lo siento hasta el momento.

    El Presidente Plutarco Elías Calles, acompañado por el General Álvaro Obregón, llegó el 15 de noviembre de 1926 al vetusto edificio de lo que fuera la Hacienda de San Antonio para inaugurar la Central Agrícola de El Mexe, en el estado de Hidalgo. A decir del respetado maestro Felipe Cortés Martínez, quien se separó de El Mexe en 1969, acompañaron al Presidente el Coronel Matías Rodríguez Melgarejo, Gobernador Constitucional de Hidalgo, otros cuatro gobernadores, varios alcaldes y distintos funcionarios de la política nacional.

    Fue un día de fiesta nacional. Simbólicamente se institucionalizaba la fuente

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