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No lo hagas
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Libro electrónico132 páginas1 hora

No lo hagas

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Alma Carmona tiene una vida perfecta: un guapo marido cardiólogo al que han ofrecido un puesto de responsabilidad en uno de los mejores hospitales de Estados Unidos y una familia y amigos que la quieren.

Pero toda esa vida de ensueño se derrumba la noche en que su marido es encontrado muerto en un club liberal de Los Ángeles. Todo parece indicar que se trata de un accidente sexual, pero Alma, convencida de que hay algo más, decide adentrarse en un mundo de sexo y lujuria que la seducirá.

En el Black Moon se encontrará con Evan James, director del hospital y amigo de su marido.
-No lo hagas -la advierte cuando la ve contemplando una orgia-. No hagas nada de lo que luego puedas arrepentirte.
Evan decide ayudarla en su investigación en el club, pero lo que comienza como una simple amistad da paso a una historia de amor, sexo, deseo y celos. En la que ambos se verán atrapados.

Déjate seducir por esta adictiva historia.
(Contiene escenas de sexo no convencional, no apta para mentes no abiertas).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 nov 2021
ISBN9788411143318
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    No lo hagas - Reyes Ramírez Llamas

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    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Reyes Ramírez Llamas

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Maquetación: Juan Muñoz

    Diseño de portada: Rubén García

    Supervisión de corrección: Ana Castañeda

    ISBN: 978-84-1114-331-8

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    PRÓLOGO

    Abro la puerta del cuarto de dominación y una sonrisa pícara de satisfacción se dibuja en mi cara al ver a Bianca, la esclava que me ha sido asignada esta noche.

    Atada de brazos y piernas, mira sumisa al suelo. Sin levantar la vista al oír cómo me acerco a ella.

    —Mírame —ordeno con voz firme.

    Poco a poco levanta su mirada y clava sus preciosos ojos verdes en mí.

    —¿Sabes qué te voy a hacer? —pregunto mientras me acerco a la estantería de los cinturones de castigo.

    —No, amo —contesta en voz baja.

    —Mejor…, porque te voy a hacer daño, mucho daño —digo con una sonrisa malévola dibujada en mi boca.

    Cojo uno de los cinturones de cuero que hay en el colgador y me dirijo sigiloso a la cruz de San Andrés, donde permanece expectante.

    —Te voy a azotar diez veces… Ese va a ser el primer castigo —murmuro.

    Le recorro con las palmas de las manos su precioso y desnudo trasero y siento que un estremecimiento recorre todo mi cuerpo. Inspiro hondo saboreando este momento. Excitado y deseando llenarla de marcas. Cojo con fuerza el cinturón y la azoto en ambas nalgas con todas mis fuerzas.

    Bianca apenas emite un leve gemido. La golpeo otra vez, y otra. Se estremece. Veo las marcas en su trasero y eso todavía hace que me excite más. Vuelvo a golpearla. Y llega el décimo.

    —Diez —mascullo entre dientes—. Muy bien, esclava.

    Suelto el cinturón y respiro tan profundo que puedo apreciar el suave olor que desprenden las velas. Contemplo con detenimiento una de ellas. Dejando que el movimiento de la llama me hechice.

    Me acerco y cojo una vela de color rojo… Huele a frambuesa.

    Bianca continúa sin levantar la vista. Ajena a mis movimientos.

    —¿Preparada para recibir un nuevo castigo? —pregunto mientras me vuelvo a acercar a ella. Cojo la vela y paso su llama lentamente por su brazo derecho.

    —Sí, amo —dice con la voz entrecortada.

    Es tal el grito que emite que hace que me despierte.

    Mierda, estaba soñando. Era un sueño tan nítido en el que he podido revivir a la perfección lo que hice en el club la otra noche.

    Me incorporo en la cama y veo que Alma, mi reciente y preciosa esposa, duerme plácidamente a mi lado.

    Miro el reloj y veo que no son ni las seis de la mañana. En media hora sonará el despertador para avisarme de que he de incorporarme un día más a mi puesto como cardiólogo jefe en el hospital Virgen del Rocío.

    Ya quedan pocas semanas para que nos traslademos a Los Ángeles. Me han ofrecido un puesto como jefe de Cardiología en el Cedars-Sinai Medical Center.

    Miro a mi inocente y preciosa esposa y suspiro. Espero que allí no tenga la oportunidad de sacar la perversión que llevo dentro. Espero que esta adicción al sadomasoquismo se quede en Sevilla. Igual que se queda el resto de mi vida.

    Solo espero poder ser feliz con la mujer que quiero y no necesitar nada más de toda esa mierda.

    Sí, eso haré. Hacer feliz y tener hijos con la mujer de mi vida mientras comenzamos una nueva vida lejos de aquí. Lejos del templo del placer. Lejos de la tentación de sacar el monstruo que llevo dentro. Solo estando lejos de todo ese mundo lograré que mi reciente y perfecto matrimonio no se vaya al traste.

    CAPÍTULO 1

    Una semana, tan solo una semana me queda para abandonar mi querida Sevilla. Álvaro, mi marido, ha sido contratado por uno de los mejores hospitales del mundo. Era una oferta que no podía rechazar. Yo, por mi parte, he estudiado Bellas Artes, y en Los Ángeles hay muchos museos y muchas salas de arte en las que podré dejar mi currículum.

    Estos días son de locos y, aunque hemos contratado una agencia que se ha encargado de encontrarnos casa y coche allí, son muchas las cosas que he de preparar.

    Ver a mis padres es todo un drama. Llora una y llora el otro. Como si no me fueran a ver más en toda la vida.

    Entre unas cosas y otras la semana pasa volando y, cuando nos queremos dar cuenta, estamos en un avión rumbo a Los Ángeles.

    —¿Nerviosa? —me pregunta mi atento marido cuando llevamos un rato de vuelo.

    —Emocionada, más bien.

    —Va a salir todo muy bien —dice besando mi mano—. Seremos muy felices, te lo prometo.

    Sonrío y beso sus labios.

    —Lo sé…

    Una de las ventajas de viajar en primera clase es la comodidad y el espacio que hay entre los asientos. Entre el cansancio acumulado y los nervios que he pasado estos días, estoy muerta de sueño… Han sido días muy intensos, y estoy realmente agotada, me acurruco en el cómodo asiento de piel y me rindo al sueño.

    Tras dormir durante unas pocas horas, me despierto y veo cómo Álvaro lee en su tablet.

    —¿Ya te has despertado, dormilona? —pregunta.

    —Sí —contesto, desperezándome—. ¿Cuánto falta para llegar?

    —Cuatro horas —dice mirado la hoja de ruta que hay delante.

    La azafata nos ofrece algo de beber. Álvaro pide un café con leche y yo un zumo de naranja que me sabe a gloria después del pedazo de sueño que me he metido.

    Pasan las horas e iniciamos la aproximación a Los Ángeles. La ciudad se ve majestuosa y enorme desde el aire.

    Aterrizamos y vamos a la terminal de llegadas y miro a la persona que nos está esperando con una pancarta con el apellido Revilla.

    —¿Señor y señora Revilla? —pregunta un hombre trajeado con pinta de chófer.

    —Sí, somos nosotros.

    —Bienvenidos a Los Ángeles. Mi nombre es Alexander y me mandan de la agencia. Soy el encargado de llevarlos a su nuevo hogar.

    Seguimos al hombre rubio y de más de dos metros y salimos de la terminal.

    Un Audi Q7 negro y reluciente nos espera en el parking. El chófer nos coge las maletas y las carga en el maletero. Nos montamos en la parte de atrás y le vemos poner el GPS. Nuestra nueva dirección aparece en la hoja de ruta.

    El camino se hace largo, pero nuestro acompañante permanece en silencio. Ambos vamos mirando por las ventanillas esta enorme ciudad. Es realmente impresionante.

    Nos dirigimos al distrito de Hollywood Hills, cerca de las colinas donde se encuentra el famoso letrero de Hollywood.

    Llegamos a una casa, es la nuestra, la he reconocido por las fotografías que enviaron desde la agencia. Es preciosa, tal y como aparecía en las fotos.

    Un pequeño jardín delantero da paso al bonito portón de madera maciza.

    El chófer nos deja las cosas en la puerta y, tras despedirse de forma muy educada, se va dejándonos solos.

    Entramos y la casa me deja sin palabras: es más bonita que en las fotos todavía.

    Un vestíbulo blanco da paso a un enorme salón todo decorado en gris y blanco. La pared del fondo es de cristal y da al enorme jardín de la parte de atrás.

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