Aula 101: Recuerdos De La Enseñanza

Por Yolanda Vera Martínez

Aula 101 es un libro con historias reales, relatadas por una maestra con dedicacin y paciencia. Las ancdotas nos permiten ver lo que la maestra vivi da tras da con tantos estudiantes, algunos que pudo guiar y otros que simplemente no se dejaron ayudar. Ella, con su entrega, vivi y sinti desde el cario y respeto de muchos, hasta el desprecio de algunos. Sus experiencias muestran lo que todo buen maestro disfruta y sufre por llevar a cabo su labor de educar a la juventud. Los invito a que se dejen llevar al mundo del Aula 101.

Patricia Contreras de Dueas
Secretaria y Maestra
Estado de California

• Idioma: Español
• Editorial: AuthorHouse
• Fecha de lanzamiento: 9 ago 2018
• ISBN: 9781546254348

Yolanda Vera Martínez

Yolanda Vera Martnez obtuvo su Ttulo Universitario en Ingls y una Maestra en Liderazgo Educacional. Ha publicado su trabajo literario en peridicos y libros. Ha recibido varios reconocimientos por sus obras poticas. Es autora de Poemas Cotidianos de una Latina, La vida en Versos y La Cosecha. Trabaj 16 aos como secretaria y 22 como maestra de artes lingsticas en Ingls y en Espaol. Naci en Chicavasco, Hidalgo, Mxico pero ahora reside en Santa Rosa, California. En Aula 101, Martnez relata su jbilo, al compartir el xito de sus estudiantes, as como algunas experiencias negativas al lidiar con los retos propios de la juventud. Sus reconocimientos como maestra sobresaliente son un aliento para toda persona que aspira a un puesto en la educacin.

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© 2018 Yolanda Vera Martínez. Todos los derechos reservados.

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Publicada por AuthorHouse 08/08/2018

ISBN: 978-1-5462-5435-5 (tapa blanda)

ISBN: 978-1-5462-5434-8 (libro electrónico)

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CONTENIDO

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCION

EXPERIENCIAS TRISTES Y DESAGRADABLES

Hasta los fuertes lloran al despedirse

Miedo de substituir a mis colegas

Hice mi parte

Miedo inverso

Evitando percances

El cuarto de las lágrimas

Haciendo trampa en los exámenes

Prejuicios y discriminación

Padres—los primeros maestros

Algunos padres son el verdadero problema

El día más triste de mi carrera

No pude salvar a todos

Presión de los compañeros

T O N T E R I A S

Ted se salió por la ventana

Compartiendo el almuerzo y toda la tostada

El aula 101 y la ventanilla

Confusión de las mejores

Niños enamorados de la maestra

Mi gemela

La vacilada del maestro Stone

EPISODIOS DE JUBILO

Un concierto para mi

La llama que me visitó

Música—Un instrumento para enseñar

Imitando a la maestra

La clase más madura que haya existido

La clase con más sed de aprender

Oficial para lidiar con las ausencias

El policía de la escuela y sus enseñanzas

Algunas acciones no deberían castigarse

¿Maestra o facilitadora?

Los escogidos en Score for College—Haciendo puntos para la universidad

Un estudiante me revivió

Than compartió un alimento conmigo

Miembros de la familia como estudiantes

Barbara y los diseños gráficos

Algunos estudiantes son responsables de sus actos

Una graduación universitaria

Los trofeos de volibol

Ayudante anónima

Igualdad para iguales

CREDENCIALES Y CURSOS QUE IMPARTI

Escogiendo una especialidad

La gramática—mi encanto

Aceptando mi acento

Cursos que enseñé

RESPONSABILIDADES RELACIONADAS AL TRABAJO

Consejera de clubes

¿QUE HACEN AHORA ALGUNOS DE LOS ESTUDIANTES?

RECONOCIMIENTOS

ESCUELA PREPARATORIA SANTA ROSA

SANTA ROSA, CALIFORNIA

¿GRADUACION O JUBILACION?

RESUMEN

N O T A S

DEDICATORIAS

A los cienes de estudiantes que pasaron semestres

o años en el Aula 101, retándonos unos a otros

para así aprender juntos.

A los maestros que dedican sus vidas

a instruir mentes sedientas

de sabiduría.

A la juventud llena de energía

que prueba la paciencia e inteligencia

de los maestros día tras día.

AGRADECIMIENTOS

Veinte y dos fructuosos años en la enseñanza no habrían sido posibles sin la confianza y fe que muchas personas tuvieron en mi. Agradezco a:

Yvonne Turner, Patricia Fitzpatrick, Judy Ohlemacher y Pete Larsen por abrir sus salones de clase, para que pudiera yo dar mi servicio en la Secundaria Lawrence Cook y la Escuela Preparatoria Santa Rosa.

Bob Bunting, Mike Panas y Bill Waxman, Directores en diferentes épocas de mi carrera, por apoyar mis ideas, programas y proyectos.

Mary Jo Renzi por intercambiar clases conmigo y enseñar como equipo. Rompimos la rutina y aprendimos diferentes estilos de enseñar.

Compañeros maestros y empleados, por ayudarme en la meta común de educar a la juventud. Doy gracias especialmente a Andy Brennan for asegurarme que puede uno aprender por lo menos lo básico en computadoras.

Mike Mouat, Danitsa Finch, Phil Weil, Jim Tonna, Amanda Newlon, Alberto Paulsen, Emma Zavala-López—miembros del Departamento de Idioma Extranjeros—por ser mi familia en el trabajo y por compartir información, materiales y buen sentido del humor.

Michelle Feleay, Janyce Bodeson, Carol Delgado, Marty Hoteling, Erick Bohn y Lori Simerly por ser la voz de los marginados y por sus esfuerzos en mejorar el programa de Inglés como Segunda Lengua.

Daniel Villalva, mi consejero profesional y co-asesor de los estudiantes de Santa Rosa Junior College que querían seguir carreras en la educación y medios de comunicación.

Padre Gabriel Ruiz, CMF, por ser mi consejero espiritual.

Mi esposo Juan; hijas Chela y Cheli; hijos Juan y Rolando, nuera Sophia; nietos Mercedez, Alicia, Tomás y Mateo por cuidarme y apoyarme en mi profesión e intereses personales.

Mi abuelita Aurora, a quien recuerdo con cariño, por haber compartido conmigo su entusiasmo en la enseñanza—fue maestra también—y quien me inspiró a seguir esa carrera.

Infinitas gracias a Dios por el regalo de estas personas y por la juventud con quien tuve el honor de trabajar.

INTRODUCCION

En Aula 101, comparto mis experiencias de 22 años en la enseñanza. Mis estudiantes tenían de 15 a 18 años de edad. Eran de diferentes culturas y niveles socio-económicos, pero siempre estaban llenos de energía y de sabiduría juvenil. Los cortos capítulos son verdaderos, pero cambié la mayoría de los nombres para proteger la privacidad de los personajes.

Mi ultima graduación

Durante la puesta del sol, el pasto, recién cortado, me hacía tener frío con su frescura, pero llevaba un rebozo para taparme las rodillas. Por experiencia, sabía yo que esperar.

La banda de la Escuela Preparatoria Santa Rosa (EPSR) tocaba Pompa y circunstancia para los más de 400 estudiantes que marchaban por el area de atletismo de la Escuela Vocacional Santa Rosa, porque allí había suficiente espacio para los graduados y sus familias.

Mi asiento designado estaba en la tercera fila del frente, pasillo central, cerca del podio, y 20 estudiantes estaban bajo mi supervision, a la derecha. Familias y amigos de los graduados estaban sentados en las gradas a la derecha y a la izquierda.

Era una ocasión de regocijo, pero yo me sentía algo triste esa noche. Era la vigésima primera ceremonia de graduación que había presenciado allí, y…mi última. Tal como los graduados, ya no volvería el año siguiente a la escuela, ni a el Aula 101—mi segunda casa—pero quería pensar en la ceremonia como mi graduación y no mi jubilación.

El Presidente del Cuerpo Estudiantil nos guió en el saludo a la bandera, seguido por el himno nacional que presentó el coro de la escuela. Luego, escuchamos a los jóvenes oradores hablar de sus experiencias durante sus cuatro años de estudio en la EPSR.

La esperada distribución de diplomas siguió. ¿Cuál sería la broma de los estudiantes este año? Era diferente, muy creativa, aunque algo vergonzosa, especialmente para el Sr. Jim Jones, representante del Consejo de Educación y padre de uno de los graduados.

El primero en ser nombrado fue Michael Adams, quien en vestimenta negra y camisa blanca, caminó hacia adelante. Recibió su diploma con la mano izquierda, estrechó la mano del Sr. Jones con la derecha y, accidentalmente, soltó una pantaleta color rosado, como de talla 40, y continuó hacia donde lo esperaba el fotógrafo, como si nada hubiese ocurrido.

Mientras tanto, nombraron al siguiente estudiante, y el Sr. Jones, con su zapato derecho, café, brillantemente pulido, empujó la prenda a un lado, mientras otorgaba el segundo diploma, y el segundo estudiante también soltaba otra prenda.

Cuando tocó el turno al décimo estudiante, dejaron de soltar prendas en el suelo y empezaron a ponerlas sobre el podio, que se encontraba en frente del foro principal. Desde el podio, el subdirector, Ray Kelley, anunciaba los nombres de