Mi propia gente
Sep 01, 2022
3 minutos
Por Carmen Ferreiro
recí en una familia sencilla, unida y feliz a pesar de las dificultades económicas de aquellos tiempos. Al llegar la adolescencia empecé a cuestionarme mi compromiso cristiano. Leía el Evangelio y siempre la misma inquietud: la fe tiene que impregnar toda mi vida y se tiene que traducir en obras. Y si quería ser una buena cristiana, no podía hacerlo sola, así que empecé a participar en el grupo de jóvenes de la parroquia. Al terminar bachillerato tuve que dejar los estudios y con 16 años empecé a trabajar de administrativa en una empresa grande. Más tarde, con
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