Una Vida En Las Manos De Dios

Por Lydia Hernandez

Durante toda mi vida he tenido experiencias

que me han hecho crecer como persona, mujer, madre, esposa, hija,

compañera de trabajo y como miembro de una comunidad. Las

mismas me han hecho valorizar a cada integrante de la comunidad

en mi vida. También he podido entender los propósitos de Dios en

mi vida y en todos los seres humanos del planeta Tierra. Algunas de

esas experiencias serán redactadas en mi autobiografía que, por años

he tratado de escribir, y pienso que este es el momento, de hacer mi

sueño realidad.

• Idioma: Español
• Editorial: Page Publishing, Inc.
• Fecha de lanzamiento: 1 dic 2020
• ISBN: 9781643346885

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Provengo de una familia humilde. Mis padres se conocieron en la pieza de caña donde mi madre era regadora de abono y mi padre era operador de máquina. Cuando tenía 5 años nació mi hermana más pequeña. Desde ahí comienza la vida a darme duras experiencias, como el parto mi madre en donde ella se ve al borde de la muerte. Yo, como hija mayor, siempre tuve que asumir responsabilidades de adultos, cuidar de mis hermanos más pequeños, atender la casa, a mi padre y asistir a la escuela en primer grado. Mi maestra, la Sra. Saldaña, fue de mucha ayuda para mí en esta etapa. Ya en el segundo grado las cosas no cambiaban, mi madre seguía de mal en peor y yo seguía atendiendo mi familia. Académicamente era muy aplicada y nunca desatendí mis estudios, lo que fue de utilidad para mí.

Ya en cuarto grado comienza mi segunda prueba o experiencia, mi padre enfermó psicológicamente, perdió todas sus facultades mentales, sus recuerdos, incluso quién era y quiénes éramos nosotros: su familia, su vida y la de nosotros. Se transformó en una persona incapacitada para cuidar y mantener nuestra familia y por nuestra parte, nosotros nos quedamos sin el soporte de un padre físicamente sano. No había comida en la casa, mi madre no podía trabajar. De una familia unida pasamos a ser una familia dividida. No podíamos entrar ni salir de la casa, los vecinos nos alimentaban por un hueco en la puerta, donde pasaban los alimentos para que mi madre nos pudiera dar de