Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Mi Hermano Mayor
Mi Hermano Mayor
Mi Hermano Mayor
Libro electrónico425 páginas7 horas

Mi Hermano Mayor

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Al nacer, la mayora de los seres humanos poseemos de forma natural el potencial necesario para alcanzar todo lo que deseamos en la vida, la diferencia est en quien usa esa fuerza que impulsa a cualquier realizacin: el esfuerzo.
Desde que empez a tener uso de razn, Mateo luch por ser considerado como una persona ntegra tanto fsica como mentalmente y con la habilidad suficiente para demostrar su valor humano. Gracias a su tesn desde muy pequeo, su afn de superacin lo convirti en el sostn moral de su familia, pues a pesar de su corta existencia encontr en Dios el mejor aliado para enfrentar las adversidades. En la bsqueda eterna de los humanos por encontrarle sentido a la existencia mi hermano mayor nos muestra el valor de conseguir lo que queremos mediante el trabajo individual, porque cuando te esfuerzas noblemente para hacer las cosas bien hechas, no slo ests haciendo cosas buenas y nobles, te ests haciendo a ti mismo y esto es lo ms noble que hay.
Este relato nos muestra que a pesar de los pesares, necesitamos ser diligentes y perseverantes en todo lo que Dios nos ha ordenado hacer. Se trata de dar todo de nosotros mismos. Necesitamos esforzarnos hasta donde podamos, hasta nuestros lmites; del resto, Dios se encargar si es su voluntad. Mi hermano mayor es una historia con temas actuales que conmover al lector de principio a fin, ya que algunos de sus pasajes resultan ser un reflejo fiel de la vida real.
El autor.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento19 dic 2015
ISBN9781506510620
Mi Hermano Mayor
Autor

Luis Martin Hinojosa

Luis Martn Hinojosa, duranguense de origen, curs estudios de tcnico electromecnico, actividad que ejerci en la ciudad de Durango antes de emigrar a Estados Unidos. Su imaginacin propici que en su mente almacenara varias historias que decide escribir para compartirlas. Amante de su tierra, a ella ha dedicado sus libros, que a la fecha suman cinco, teniendo otro en preparacin. Desde hace varios aos radica en Las Vegas, Nevada, dedicado a la industria de la construccin y a la educacin de sus hijos, en quienes ha fomentado el orgullo de ser duranguenses y mexicanos.

Lee más de Luis Martin Hinojosa

Relacionado con Mi Hermano Mayor

Libros electrónicos relacionados

Ficción general para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Mi Hermano Mayor

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Mi Hermano Mayor - Luis Martin Hinojosa

    Copyright © 2015 por Luis Martín Hinojosa.

    Revisión y corrección de estilo:

    Lic. Oscar Gilberto Jiménez Carillo

    Diseño de la portada:

    Jasmine Hodgson

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2015920182

    ISBN:   Tapa Dura              978-1-5065-1064-4

                 Tapa Blanda           978-1-5065-1063-7

                 Libro Electrónico   978-1-5065-1062-0

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.

    Fecha de revisión: 25/05/2016

    Palibrio

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    699011

    AGRADECIMIENTOS:

    A mi esposa y mis hijos

    A mi familia Hinojosa - Flores

    A mis amigos

    Pastor Héctor Pérez

    Hno. Juan Jiménez

    Hno. Edwin Lee

    Hno. Luis Jaimes

    Lic. Gilberto Jiménez Carrillo

    Lic. Jose de la O Holguín

    Dr. José Luis Candelas Macías

    Mi amigo Ruben Ontiveros Rentería

    Profesor Luis Felipe Jiménez

    Paco Triana y su compadre Mario

    Don Jesus Vasquez

    Sergio Sida

    Fermín Ramirez

    Ing. Humberto García Castellanos

    Margarita Chaidez Martinez

    Leticia Juárez y a la Federación Duranguense de los Ángeles CA.

    Y de Las Vegas NV

    A todas aquellas personas que valoran los esfuerzos de los demás y que tienen voluntad de ayudar a quien está en necesidad.

    En Memoria de mis

    hermanos

    Damián Hinojosa Flores +

    Lidia Hinojosa Flores+

    E n una

    hermosa mañana de finales del mes de abril, los estudiantes de la única escuela secundaria que en aquel entonces existía en la llamada región de los llanos, específicamente en el municipio de Guadalupe Victoria, uno de los treinta y nueve municipios que integran el estado de Durango, se cruzaban felices de un lado para otro en la hora del receso. Unos sonreían, otros gritaban y otros a carcajadas demostraban su ánimo y su felicidad. La primavera brillaba en todo su esplendor y testigos de este acontecimiento eran el cantar de los pajaritos y sus alocados vuelos; también todas las plantas floreadas lucían sus lindos colores. Esa mañana, muchas jovencitas caminaban en grupos a sentarse en sus lugares preferidos a disfrutar del cálido sol de la mañana. Otras con una o un compañero. El caso es que todos disfrutaban de una muy temprana y rica primavera. Por fuera de la escuela, concretamente detrás de las bardas construidas de malla ciclónica del enorme terreno de la escuela, muchos jovencitos se aglomeraban en los puestos de comida que además tenía una bastante variedad de dulces y paletas de hielo, no faltando los clásicos aventones y puños de tierra al aire para después caer en las cabezas de algunos, pesada broma que se repetía a cada rato. Otros jóvenes se miraban serios, con serena educación y madurez compraban sus alimentos y se marchaban tranquilos conversando algún tema en su caminar rumbo a la escuela vecina que era el Colegio de Bachilleres.

    En ese momento en que todo parecía la rutina de un día cualquiera, un joven solitario llamado Juan José pasaba por la banqueta de uno de los amplios corredores a un lado de un jardín en donde un grupo de jovencitas sonreían a carcajadas. Esto incomodó al joven, que ajeno a lo que conversaban siguió su camino un poco nervioso. Por ese motivo sin darse cuenta se acercó tanto a los rosales que adornaban un bello jardín, que de inmediato las espinas se atoraron entre sus ropas, en su camisa vaquera a cuadros negros y amarillos y en su pantalón levi's de color beige. Acto seguido las risas nuevamente se escucharon, lo cual indicaba que se trataba de él, como pudo siguió caminando ignorando el rasguño de las puntiagudas espinas entre su ropa y su piel; llegó a su salón de clases y sintió alivio al entrar, pero poquito antes de hacerlo por pura inercia echó un vistazo fijándose solamente en una jovencita que en ese instante le pegaba a un balón de voleibol y sin poder evitarlo alcanzó a mirar unas muy bonitas piernas entre la falda del uniforme color guinda. Miró su rostro dándose cuenta que era la más simpática y bien desarrollada del grupo de jovencitas. A partir de ese momento se fijó en esa joven muchacha de escasos catorce años, mientras que el contaba con dieciséis y cursaba el tercer año y pronto saldría de la secundaria para irse al Bachilleres.

    Entró al salón un poco descontrolado y después de unos minutos que empezó la clase se olvidó del incidente, sin embargo durante los cincuenta minutos de clase, sin tener control ni planearlo, dos o tres veces echó un vistazo a donde estaba el grupo de muchachas con la esperanza de volver a ver a la jovencita que descuidadamente le mostró sus bien formadas piernas, a esa hora todo mundo estaba dentro de sus salón de clases. Pasó el tiempo y la hora de salir a casa se llegó formándose otro gran cruce de estudiantes corriendo y caminando de prisa, pues la mayoría de los muchachos venían de los pueblos cercanos siendo transportados en autobuses y camionetas, por esa razón la prisa para alcanzar un asiento en el camión y viajar cómodamente, de lo contrario tenían que viajar parados y con todos los incómodos y repentinos movimientos de acelerar y frenar del camión. De esa manera, día con día se iba pasando el tiempo y la rutina en todos aquellos jóvenes estudiantes, que a pesar de la difícil situación económica en las que se encontraban la mayoría de sus familias, estaban muy empeñados en continuar con sus estudios.

    El tiempo fue pasando lentamente para aquellos alumnos que luchaban pensando en el progreso y un buen futuro. Nuevamente en la escuela y continuando con la misma rutina, el joven Juan José diariamente pasaba por el mismo lugar en donde observó aquella jovencita de la que se fue enamorando poco a poco sin darse cuenta, sentimiento del cual ella no estaba enterada. De tanto buscarla en toda la escuela y caminando de un lugar a otro sin tener éxito, Juan José optó por ir a investigar a los salones donde por su edad creyó que estaría. Disimuladamente caminó uno por uno observando por entre las ventanas polarizadas sin importarle que lo vieran todos los alumnos, pero a Juan José no le importaba nada en esos momentos, lo que deseaba era volver a ver a esa muchacha que le había robado el corazón desde el primer instante. No sabía porque, pero deseaba verla nuevamente. Al recorrer las obscuras ventanas del último salón que se encontraba pegado al suyo y del cual jamás pensó ir a buscarla, grande fue su sorpresa cuando al pasar la puerta del aula se encontraba abierta y en su caminar volteó sin querer y de repente se detuvo como si lo hubieran sujetado del pescuezo, y con los ojos más abiertos que de costumbre y la boca abierta, miró a la jovencita que sentada muy concentrada en lo que estaba hacienda ni siquiera se fijó en quien estaba parado como un tonto en la puerta, hasta que el muchacho decidido a todo y tratando de conseguir humedecer primeramente sus labios ya resecos en esos instantes, no perdió más tiempo sintiendo que apenas podía hablar, por lo que esperó y espero más que emocionado que ella lo mirara. Tuvo mucha suerte porque en esos momentos la jovencita empezó a buscar algo en su mochila acomodándola arriba de su butaca y de esa manera fue que pudo percatarse de que alguien con sus manos agitadas le hacía señas y con una sonrisa nerviosa le indicaba que fuera.

    Sin mucho rodeo, la muchacha le hizo la seña para que le avisara a la maestra. Sin perder un minuto, Juan José le pidió permiso a la profesora para hablar con la guapa jovencita. Nadie sospechó nada de sus intenciones, solo él y Dios sabían qué sentía su corazón. La jovencita se encontraba impresionada de que un fulano desconocido le llamara y en cuanto la maestra le permitió salir, se enfrentó valientemente a aquel joven de cuerpo atlético y estatura regular, de pelo negro ondulado un poco largo tal como se usaba en esa época, y con una tez morena clara que le daba un toque rojizo causada por la emoción y su inmadurez, pero al mismo tiempo su apariencia física demostraba que era todo un hombre joven hecho y derecho. Al estar frente a él, Elena se estremeció al reconocer que era el joven al que un día ella y sus amigas le estuvieron silbando para chivearlo, recordando también que al fin de la clase de ese día le comentó a una de sus mejores amigas que le había gustado ese muchacho, pero como todo pasó tan rápido y los días transcurrieron y ya no lo volvió a ver, olvidó que su gusto se inclinaba bastante por el joven, pero fue hasta ese momento ya una vez que estuvieron frente a frente, cuando se dio cuenta que en verdad era guapo. Y además pudo admirar de cerca su cuerpo musculoso, sus grandes cejas pobladas y de largas pestañas que claramente adornaban sus grandes ojos cafés. Su bigote también hacia galanía en el bien formado rostro del aquel muchacho dispuesto a todo por conseguir conquistar a la jovencita que tenía enfrente y que creía en verdad le había robado su paz. El aroma de su perfume era suave y de buen gusto, su sonrisa le encantó e inteligentemente esperó que el nervioso joven hablara y dijera cual era el motivo de tan impresionante valentía de solicitar a su maestra hablar con ella.

    Juan José sin saber que decir ni hacer y con los nervios de punta enmudeció, cosa que ella notó, por lo que muy a tiempo sin dejarlo respirar ni pensar y sintiendo en su corazón que lo lastimaba, la astuta jovencita cortantemente le preguntó:

    -¿Que quieres y de donde me conoces?

    Sus bellos ojos se le clavaron en los de él y en el choque brusco de la primer mirada, se estremecieron sus cuerpos hasta la última vibra de su ser, flechándolos inmediatamente el Cupido que andaba rondando por ahí, por lo que al ver a esta pareja, no dudó en lanzar su certero flechazo atravesando sus corazones uniéndolos con la terrible flecha de dos filos, para que desde ese momento sintieran el amor que duele y que te hace subir hasta el cielo con una dicha y una maravillosa corriente extraña que te recorre todo tu ser y que se anida en tu cuerpo y de súbito te deja caer desde lo más alto que te puedas imaginar, así es el amor, así es el paquete que ofrece el Cupido sin que tú mismo -el autor del amor-, puedas estar de acuerdo con ese compromiso, eso solo lo puede confirmar el corazón y es el único que pude decidir, y no la va a pensar; lo decide y lo decide. Pero ten cuidado porque el corazón es engañoso más que todas las cosas, cuidado.

    El tiempo fue testigo y algunas jovencitas amigas de la emocionada Elena, no perdían detalle pegadas a la obscura ventana del salón de aquel romance que se podía decir nació a primera vista, y desde ese día, sin que ellos se lo admitieran, sus corazones habían firmado el convenio con Cupido, que al darse cuenta se retiró sonriendo y dando fe de ese amor que justo había nacido en ese momento y del que solo Cupido pudo escuchar sus propias palabras que al terminar de llenar su contrato decían: el amor ya está en ustedes, ahora es deber de ustedes mismos de alimentarlo para que con el correr del tiempo en vez de dos sea uno solo.

    Juan José al darse cuenta de que aquella chiquilla no era nada tonta y que demostraba todo lo contrario, después de un profundo suspiro que no pudo evitar y jugándose el todo por el todo temiendo que su tonta pregunta fuera a arruinar una buena conversación, dijo unas palabras apenas entendibles para él, a lo que de inmediato la jovencita dispuesta a no perder el tiempo en tonterías le exigió que le hablara más claro y fuerte. El joven al escuchar el tono de su voz se animó y pensó que no podías perder nada si la muchacha se molestaba. Finalmente en una forma que se escuchó un poco ruda le dijo.

    - Oye tú, me dijeron que te habías encontrado mi cadena que se me perdió la semana pasada en este jardín --señalando con la vista el lugar de donde la había conocido-. Ella sonrió y pronunciadamente contestó:

    -¿Yo?

    Después de reírse le contestó:

    -Cómo crees que yo me iba a fijar en una cadenita perdida por alguien tan distraído como tú, yo no la tengo y estas con la persona equivocada.

    El bobo muchacho casi ni escuchaba lo que la jovencita decía, estaba enfocado al movimiento de sus manos y de sus labios y al hablar notó también que cada palabra o ademan los acompañaba con un movimiento de ojos y algunas veces de los labios, también se dio cuenta de que cambió de lugar varias veces y hasta la cachó en algunas ocasiones que lo miraba con sus lindos ojos, que por cierto fue lo que más le impresionó al desconcertado jovencito.

    Pero le encantó aquella breve conversación y la muchacha conociéndose perfectamente también se dio cuenta que algo la estaba haciendo hablar de más con aquel guapo joven haciendo más tiempo, alargando con ello los minutos que pudo haber terminado en tan solo un rotundo no y terminar por regresarse a sus clases pero no, esta vez estaba enfrente de alguien diferente, alguien de quien sin su permiso se había metido a su vida a partir de ese instante e incluso se atrevía a decir que a su corazón, pero por el corto tiempo sería como una burla y ella misma se limitó solo a pensar que era una pequeña porción de emoción de estar rompiendo la rutina de la hora de clase, que incluso el agradable ambiente y su tibia temperatura podrían ser parte de ese sentimiento que apenas estaba haciendo espacio e incomodando poco a poco lo que poseía en su corazón. El joven también conociendo su temperamento se dio cuenta que ella le hacía falta ya en su vida, su mirada hacia Elena era penetrante y diferente a su mirada normal. Sin pensarlo, en esos precisos momentos ambos se dieron cuenta de que estaba naciendo una bonita amistad y fueron suavizando poco a poco las palabras dando un mejor sentido y dirección a su primera y accidentada conversación.

    La cadena que este jovenzuelo andaba buscando, la usaba a un costado de su pierna derecha, e iba atorada desde adentro de la bolsa delantera y el otro extremo de la bolsa trasera derecha, dando así una apariencia del estilo de los mentados pachucos. Era cromada y como de 3/8 de ancho, de largo era poquito alto de la parte de arriba de su zapato y al caminar esta lucía cuando se movía de un lado para otro. Según él, al pasar cerca de un jardín en donde ella y sus amigas solían sentarse, su cadena se atoró en una de las ramas jalándola fuertemente hasta sacarla de las bolsas cayendo al suelo cerca de donde ella se encontraba. Uno de los amigos de Juan José que ese día venía detrás de él, se dio cuenta cuando la muchacha llamada Elena tomó la cadenita sin saber de quién sería, siendo así como por obra del destino, que por casualidad resultó ser la misma muchacha que le gustó aquel día y que también sin querer miró parte de sus piernas descubiertas por la falda guinda de su uniforme.

    Después de ese día, las citas de los dos jovencitos se hicieron más frecuentes reuniéndose en el mismo lugar, al cual pusieron por nombre Burruel. Era un espacio donde se encontraba un árbol grande con ramas muy frondosas que colgaban hasta el piso forrado de zacate verde. Sentados, a veces tomándose un refresco o una paleta de hielo, pasaban las horas de recreo y de repente se daban escapadas de clase en cuanto tenían oportunidad.

    Pasó el tiempo y todo pintaba color de rosa, al fin se hicieron novios y después de ese día buscaron un nuevo y más solitario lugar para sus citas.

    Cuando empezaron a verse como pareja, las horas se les hacían minutos y los minutos segundos y siempre estaban buscando la manera de verse durante más tiempo. Pero el destino empezó a jugar su parte y empezaron los celos, luego los primeros pleitos, luego las separaciones por uno o más días que para los dos se hacían eternos. Todo se fue convirtiendo en un amor doloroso, se notaba en los dos cuando algo andaba mal, incluso quienes los conocían se daban cuenta de sus estados de ánimo. Un día que Juan José estaba esperando a su novia, inesperadamente se encontró con una muchachita también muy joven y guapa y se pusieron a charlar. No escogieron un solo tema, hablaron de muchas cosas y hasta de sus familias, cosa que con su novia Elena nunca lo había hecho, detalle que para Juan José no fue desapercibido. El tiempo pasó y a veces se veía con Elena y a veces con Norma, nombre de la otra joven que en pocos días se enamoró de Juan José. Esta nueva situación le gustó al muchacho, pero no podía darse el lujo de enamorarse otra vez. El día que Elena se dio cuenta de que su novio estaba haciendo amistad con otra mujer, se enojó tanto que lo cortó, ocasionando un sufrimiento para los dos, ya que estaban acostumbrados a verse seguido en la escuela y en otros lugares, por lo que la situación los estaba volviendo cada vez más tristes.

    Así fue pasando el tiempo y se reconciliaban y en poco tiempo nuevamente se separaban, ya no se sabía con exactitud cuando estaban bien y cuando no, porque todo se fue convirtiendo en una rutina. Con el trascurrir de los meses, Juan José se graduó de secundaria iniciando sus estudios de bachillerato. Tiempo después Elena también concluyó la secundaria trasladándose a la ciudad de Torreón con el deseo de continuar sus estudios. Los novios se seguían viendo pero más retirado, cartas y llamadas por teléfono no eran suficientes, hasta que un día en que Elena estaba en el pueblo, sus papas la dejaron ir a bailar. Ese día Juan José se presentó con ella y gozando de tan linda compañía después de no verse por un tiempo volvieron a reiniciar su relación, solo que pero para esto Juan José había salido un par de veces con Norma.

    Mientras bailaban, Juan José pensaba como hacerle para conservar a las dos chicas, y es que en verdad las dos eran muy guapas y no quería deshacerse de ninguna. Elena lo notó pensativo y distraído y atreviéndose a sacarlo de sus pensamientos le preguntó:

    -Me vas a decir que estás pensando si no me voy a sentar.

    -En nada, contestó Juan José sorprendido de que había sido cachado mientras pensaba en Norma. Se agitó un poco por la impresión pero luego calmó sus emociones concentrándose en lo agradable que se la estaba pasando olvidándose rápidamente de la otra guapa jovencita.

    Juan José se había tomado unas cuantas cervezas y con el alcohol en la sangre y la pasión que sentía por su novia, sus pensamientos empezaron a ganarle el control, por lo que luego de pensar mil veces como decirle sin ofenderla, le propuso que le diera la prueba de amor. Ella de quince y el de diecisiete salieron del baile, cada quien por su lado para despistar a los mirones. Se reunieron en la esquina de la plaza, justo en el área obscura en donde todas las parejas de novios hacen sus citas y abordaron la camioneta Ford modelo 68 alejándose a un lugar solitario. Teniendo como testigo los cuatro vientos, debajo de un mezquite y bajo el techo de un hermoso cielo lluvioso y lleno de relámpagos, se entregaron todo su amor durante toda la noche amándose con toda el alma. El aroma del perfume de los dos se confundió con el olor a tierra mojada y el olor del amor. Era una noche de desbordada pasión donde los jóvenes enamorados le dieron rienda suelta a todos los placeres de una entrega total. Los cantos de los grillos y el sonido de la lluvia que caía y corría por un lado de la camioneta, les arrulló en aquella incitante e inolvidable noche de amor.

    Después de esa primera experiencia, aprovechando que con frecuencia acudían a disfrutar de bailes con grupos de fama internacional que en aquella hermosa época interpretaban canciones y ritmos que aumentaban más su pasión, varias veces se siguieron repitiendo esas mismas citas. Se amaban con locura, de eso no tenían ninguna duda, de manera que con subidas y bajadas continuaron su noviazgo hasta que Juan José se graduó del Colegio de Bachilleres. A partir de ese momento las cosas cambiaron porque el joven se fue a trabajar a la capital del Estado, para meses después decidir estudiar la carrera de ingeniería, disposición que consultó con su novia Elena a lo que ella estuvo de acuerdo. También acordaron que una vez que ella se graduara, se iría a trabajar a la ciudad de Durango para de esta manera estar juntos y después pensar en casarse. El tiempo transcurrió sin ningún problema, la fecha de la graduación de Elena se llegó y con anticipación se hicieron los preparativos saliendo todo muy bien. Juan José la acompañó en toda la ceremonia y fue en la cena de gala donde Elena aprovechó para presentarlo a sus amigas, a las cuales les había contado toda su historia.

    Fue una noche inolvidable, pues fue la primera que pasaron completamente juntos. Los dos disfrutaron a lo máximo, detalle que a Elena le encantó. Al día siguiente después de comida, se despidieron en la estación del tren, Juan José se regresaba a Durango y conforme a lo planeado, Elena también lo haría más delante mientras arreglaba sus cosas en su escuela y en un trabajo donde laboraba medio tiempo. El tren estaba por llegar y los dos se abrazaron muy fuerte, pues no se verían en poquito más de un mes besándose con pasión desconocida, cosa que era normal puesto que se amaban y ya querían estar juntos. Elena lloró un poco cuando se despidieron; ya no resistía un minuto más sin su amado. Pero tenían que separarse y hacer lo que habían pensado, finalmente tenían una vida por delante. Se comprometieron mutuamente y esa forma de sobrellevar las cosas los convenció a los dos. Juan José miró una vez más los ojos de su novia que lloraban y la volvió a abrazar aprovechando para jurarse amor eterno. En ese momento, un grito del boletero del tren los sacudió de sus sentimientos.

    - ¡Hey tú!, te vas o te quedas.

    El fuerte y desagradable tono de voz del boletero puso a Juan José en alerta, que rápidamente hizo un lado a su novia mirándolo fijamente a los ojos. El boletero observó muy decidido al muchacho, motivo por el cual optó por suavizar la grosera voz carraspeando su garganta dos o tres veces para luego acomodarse su chaleco y avisarle al joven que el tren estaba por arrancar y debía de abordarlo.

    Juan José se volvió con Elena y en ese instante intercambiaron miradas con un amor tan profundo que hablaba más que las palabras. Subió el joven al tren de un salto sentándose en el primer lugar que encontró. Suspiró hondo acomodándose para descansar, el trayecto era de más de cinco horas por lo que pensó en dormir un rato. Media hora después que salió el tren, se escuchó la música de un grupo norteño muy cerca de donde Juan José dormía. Este se despertó asombrado dando un vistazo para ver qué estaba pasando, dándose cuenta que un grupo de militares se encontraba el vagón acompañando a un hombre que por su apariencia se notaba era influyente. A pesar de que estaban tomando, al principio los pasajeros que compartían el vagón no se molestaron, al contrario disfrutaban el alegre ambiente, incluso algunas personas empezaron a tomar bebidas que el mismo boletero les vendía. Al pasar junto a Juan José, el vendedor se pasó de largo sin ofrecerle bebida al muchacho, y mirándole de reojo sonrió confirmando que lo hacía intencionalmente. En ese momento al joven si se le antojó una cerveza helada, pero al ver la malicia en la cara de su provocador, durante el viaje prefirió no beber ni comer nada que viniera de ese sujeto.

    Pronto se obscureció y la música cobraba más vida, cada minuto se escuchaba más fuerte y se calentaban los ánimos. En cada corrido, los gritos de los militares y del personaje de aspecto influyente se escuchaban más alegres, también las malas palabras se escuchaban más fuertes y subían de tono sin importarles que hubiera señoritas y familias con niños en el mismo vagón. Transcurridas dos horas de iniciado el borlote y escuchar maldición tras maldición, al punto ebrio uno de los militares fue a sacar a bailar a una jovencita que viajaba acompañada de sus padres. Mientras algunos se carcajeaban, de repente se escucharon los gritos de la asustada jovencita y enseguida los de sus papas, provocando que en un instante se suscitara una bronca, ya que el papá de la señorita defendió a su hija como una fiera y el militar haciéndose el ofendido lo empezó golpear. Los dos hombres se dieron un buen tiro y los gritos de los niños asustados se confundieron con los de la mamá de la muchacha, con el escándalo de los golpes, aventones y botellazos que volaban por los aires.

    Al ver que uno de los militares golpeó fuertemente con la culata de su rifle en la cabeza al papá de la jovencita que después del trancazo cayó como res en el matadero, Juan José se lanzó sobre él y de un fuerte puñetazo en la boca lo mandó rodando por todo el pasillo aventando dientes y escupiendo sangre y mocos de la nariz. Sorprendido, el soldado que comenzó con el pleito volteó a ver quién se había animado a desafiar del tal manera a todo el pelotón de militares, pero mientras lo investigaba repentinamente sintió caliente su cara y un líquido espeso y pegajoso le recorrió el rostro nublándole la vista por completo, esto en virtud de que en ese preciso momento recibió un fuerte golpe que le rompió la nariz, cayendo pesadamente sobre el sucio piso del tren. El hombre de negocios que iba rodeado y custodiado por estos militares, llevándose la mano a la pistola que cargaba en la cintura, observó con atención la escena sin perderse un solo detalle de la pelea. Le sorprendió bastante la valentía, rapidez y fortaleza del joven que se atrevió a desafiar al grupo de militares que se encontraban en ese horrible estado de embriaguez. El soldado herido iba sentado a un lado del influyente, se apreciaba que era su mano derecha. Como pudo se levantó otro soldado para dar auxilio a sus colegas, pero al hacerlo se le notó cierta dificultad para mantenerse de pie, por lo que sin esperar, el joven Juan José se le puso enfrente, mientras con una mano detenía al papá de la jovencita que lentamente se incorporaba del piso.

    El militar se bambaleó de un lado para otro cayendo finalmente arriba de las piernas de sus compañeros, impidiendo con ello que los demás se levantaran. Los que iban sentados en el asiento de enfrente se pusieron de pie para atacar al joven pero el hombre de alta influencia los paró en seco, al mismo tiempo que con amabilidad le solicitó al joven que se alejara de ellos, asegurándole que lo que pasó estaba olvidado prometiéndole además calmar a los militares y de ser posible buscaran lugar en otro de los vagones. La voz del señor era suave pero fuerte, parecía que estudiaba cada palabra y en sus actos y conversación se podía apreciar su alta educación.

    Con la cabeza rajada sangrando a chorros y sabiendo que la llevaba de perder en donde quiera que fuera, el papá de la muchacha jaló al joven conduciéndolo a regañadientes al lugar en donde su familia asustada lo esperaba, pero al ver la acción del hombre que parecía influyente, dieron gracias a Dios de solo imaginarse que habría pasado con ellos y con el joven si el señor no hubiera intervenido. Un poco agitado, Juan José se acercó con la familia agredida y juntos se fueron al siguiente vagón donde encontraron dos asientos recién desocupados por una familia que se había bajado media hora antes. Se alegraron de haber encontrado desocupado ese lugar y de inmediato atendieron la herida en la cabeza de Rubén, nombre del padre de la muchacha. Luego de que se aseguraron de que la sangre se detuvo, se pusieron a comer e invitaron al joven a sentarse con ellos dándole las gracias mientras compartían los alimentos que habían preparado para el viaje.

    A pesar que aún se escuchaba suavemente la música al igual que los gritos de alegría de los militares, la familia no tuvo el mismo miedo al enterarse que al igual que Juan José, también se dirigían para la ciudad de Durango, sintiendo que iban a estar seguros en la que faltaba de viaje. Durante el resto del camino los papas de la muchacha, que por cierto era la mayor de sus hijos, iniciaron una amena charla con Juan José y pronto se cayeron bien. Esto porque tenían bastantes cosas en común, era una familia sencilla y humilde de corazón y sin muchos requisitos lo invitaron a su casa, aceptando Juan José las invitaciones, ya que después de varias pláticas se hicieron amigos. Este les comentó el motivo de su viaje a Torreón y algunos temas más, cuando de repente se quedó con la palabra en su boca al mirar que la puerta del vagón en donde iban se abrió con brusquedad. Juan José presionó sus dientes con fuerza y sostuvo la respiración. La familia que atenta escuchaba a Juan José, también quedó sorprendida y sus miradas se dirigieron a donde se escuchó el escandaloso ruido metálico de una puerta, lo que provocó se volviera a sentir la angustia y temor en los estómagos de todos ellos, solo Juan José mantuvo la calma pero estaba alerta.

    Parecía que todo iba en paz pero en el momento en que más estaban disfrutando, se apareció el par de soldados a quien minutos antes Juan José había dado la paliza. Los militares abrieron con rudeza la pesada puerta, el alcohol y el coraje los había descontrolado aún más y todo parecía indicar que buscaban a Juan José. Apresuradamente el papá de la jovencita lo trató de esconder entre unas cobijas que llevaban para el frio, pero el valiente muchacho no aceptó, al contrario, se levantó para que los militares lo vieran. Aferrados a las barandas de los asientos apenas se sostenían, la vista no les ayudaba mucho, la poca luz y el alcohol ingerido les hacía difícil ver más allá de cinco metros. Instantes después y esta vez con más brusquedad, se volvió a abrir la puerta apareciendo tres militares por delante y detrás de ellos el hombre de alta influencia, que a zancadas largas alcanzó a los aferrados militares proporcionándoles una regañada, incluso a uno de ellos lo tomó de los brazos jalándolo de tal suerte que casi lo llevaba en peso, al parecer era el que presumidamente había tomado más alcohol. Ante esta acción los acompañantes del hombre de negocios ayudaron a sostener al ebrio soldado que daba lástima por el estado pobre y vergonzoso en el que se encontraba. Triste y desafortunadamente degradaban el uniforme que vestían. Como dos monigotes de trapo y en evidente estado de ebriedad, obedecieron las órdenes del hombre influyente regresándose por donde vinieron. La familia completa se alegró del destino final de los militares, agradeciendo nuevamente en sus pensamientos a Dios y al hombre de negocios por su intervención; luego el papá de la joven invitó nuevamente a Juan José a sentarse y ya una vez sentado y un poco calmado, empezaron a charlar nuevamente. Tendidos en el piso, los niños pequeños iban dormidos en medio de los dos asientos encontrados, donde se facilitaba una buena charla. Sin darse cuenta de la hora en que la música dejó de oírse, hicieron unos comentarios pensando en que los militares ya se habían bajado en algún lugar, dando gracias a Dios porque aquella loca pesadilla no llegó a más.

    En esos instantes se anunció que el ferrocarril esperaría unos minutos en la siguiente estación para que pasara otro tren que venía atrasado de la ciudad de Durango, este se dirigía a México vía Torreón. Por ese motivo se les comunicó a los pasajeros que durante cuarenta y cinco minutos podían bajar a la cafetería de la estación o ir al baño. El boletero pasaba de un vagón a otro anunciando la situación, Juan José se preocupó un poco haciéndosele raro que el tren se hubiera detenido de forma inusual en aquellos lugares. Pensó en la música y el escándalo que se escuchaba apenas unos minutos antes y de pilón en la espera a que pasará el tren carguero. Todo ese movimiento le sonaba un poco sospechoso pero no dijo nada, estaría en alerta, porque además el boletero lo miraba muy seguido con una sonrisa maliciosa.

    El papá de la joven que Juan José defendió, lo invitó a tomar un café en la estación y a cenar algo. Juan José le agradeció pero como no tenía apetito le respondió que mientras él fuera a tomar café, daría un vistazo por los vagones que en total eran siete. El señor estuvo de acuerdo llevándose a su esposa con él y dejando a su hija Leticia al cuidado de los niños, Leticia era la jovencita que el soldado había atacado. En el instante en que Juan José y la muchacha se quedaron solos tuvo la oportunidad de observarla de cerquitas. A pesar de que la luz del tren era opaca y de muy baja intensidad, aun así se dio cuenta de que era hermosa. Miró a sus hermanitos que estaban bien dormidos, situación que lo animó a pedirle a la joven si quería acompañarlo a echarle un vistazo al siguiente vagón para averiguar que había pasado con los militares. El joven siguió hablando diciéndole que tenía curiosidad de saber qué pasaría con los soldados y con los músicos. La joven se asustó de solo pensar encontrarse con los malvados soldados. Sosteniéndole fuertemente la mano, la asustada muchachada le pidió a Juan

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1