El Hijo De Satanás
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Aunque es una historia de ficcin, mucho se acerca a la realidad donde las pasiones humanas desenfrenadas, los placeres y el dinero, nos hacen claudicar de nuestro camino recto y nos alejan de Dios, sin embargo l, una vez ms sale a defendernos contra ese mal y sacrifica todo por salvarnos.
Ojala que esta novela sirva de reconocimiento para algunos que estn, en estos momentos, envueltos en la oscuridad, retomando el nico y verdadero camino que nos lleva a la felicidad eterna.
Víctor M. Martell
Nacido en Cienfuegos, Cuba, viajo a los Estados Unidos, viviendo en New York y últimamente en Miami. Estudió periodismo aunque nunca se dedico a esta profesión a tiempo completo, lo hizo en el comercio y logro ser un profesional en ventas. Sin embargo, su inquietud por ayudar a los necesitados lo ha hecho escribir profusamente en periódicos y revistas, ganando algunos premios, como el "Press Award" en Canadá con un ensayo sobre La Madre Teresa de Calcuta de la que fue un ferviente admirador. Este es el cuarto libro publicado por este autor de cuentos de ficción pero todos llevan un mensaje a sus lectores. El primero "El Santo" historia que se desarrolla en una cárcel, se vendieron todos sus ejemplares y el producto en su totalidad fue a parar a los necesitados, a través de una institución a la que él ha sido voluntario por más de veinticinco años. Del segundo "Destruidos por la computadora" ha recibido muchos elogios. El tercer libro "Dos Cuentos Cortos" nos mostro dos historias completamente diferentes, en ellas nos puso a pensar y tomar nuestras propias decisiones, no hay duda que en las dos historias hay elementos y actitudes de las cuales podemos sacar grandes enseñanzas para nuestra vida. Ahora nos entrega esta historia que aunque su titulo nos produce temor, hay grandes similitudes con las experiencias que vivimos a diario donde la sutileza del mal se nos entrega disfrazada de los placeres mundanos: sexo, poder, dinero, lujos y todo no es más que dejarnos arrastrar por los caminos que están muy lejos de la verdadera felicidad.
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El Hijo De Satanás - Víctor M. Martell
Copyright © 2016 por Víctor M. Martell.
Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.: 2016914180
ISBN: Tapa Blanda 978-1-5065-1630-1
Libro Electrónico 978-1-5065-1629-5
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
Fecha de revisión: 27/08/2016
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background.tifEL HIJO DEL DIABLO
E ra una casa completamente destruida, donde faltaba, lo más indispensable, una mujer a un joven se movía en ella tratando de buscar algo en la alacena, como para poder tener un motivo de prender la cocina, en la cual había una olla vacía, se notaba que aunque la casa estaba limpia, allí reinaba la pobreza más espantosa, sonaron unos golpes en la puerta y la mujer camino hacia la misma.
Buenas, Doña Matilde.
Hola Antonia, ¿Cómo has estado?, por lo que veo, tampoco hoy has encendido el fogón. ¿Cierto?
A usted no puedo mentirle, no, no he podido hacerlo, no tengo nada que poner a cocinar. Veremos a ver cuando llegue Pepe.
Pepe, cuando llegue, si es que llega, lo hará borracho, como siempre, lo que puede es que traiga una nueva paliza para ti. Mira te traje estas viandas y un pedacito de carne, para que hagas un revuelto, porque tienes que alimentarte. Eso sí, no le guardes nada a ese desgraciado, que lo único que está haciendo es acabando con tu vida.
Yo sé, Doña Matilde, pero; ¿Qué hago?
¡Botarlo de aquí!
No puedo, me mataría, ya usted sabe cómo me trata, no me da nada, si no fuera por usted, me hubiera, hace mucho rato, muerto de hambre.
Si, hija, pero; debes de irte, es mejor pedir limosnas en la calle que estar al lado de un tipo así, un día te va a matar, el no está bien de la cabeza, es un alcohólico, un enfermo y como tal para poder regenerarse debe de recibir ayuda, pero no lo hace, porque además de enfermo es sinvergüenza, por ello nunca pienses que lo hará, así que no esperes un cambio en el, al contrario, cada día que pase te tratara peor, por favor, acaba de dejarlo.
Sí, creo que usted tiene razón, ya lo he pensado y voy a hacerlo, definitivamente me voy a ir de aquí.
Así se habla hija, yo te recibiria con mucho gusto en mi casa, pero; él sabe de nuestra amistad y como somos vecinas, te buscaría allí, trayéndote a la fuerza para acá nuevamente, debes de irte bien lejos y rehacer tu vida, porque tu aun eres bien joven.
Gracias, Doña Matilde, voy a cocinar esto y es muy probable que mañana mismo me marche de acá y para siempre.
Por favor, despídete de mi, te voy a extrañar porque he llegado a pensar que eres para mí esa hija que tanto desee tener, y que nunca tuve, por eso me da rabia, lo que este maldito está haciendo contigo.
Gracias, usted es muy buena.
Ni tanto y ahora me voy, para que puedas cocinar. Adiós.
Saliendo Doña Matilde, rápidamente la mujer se puso a cocinar, pelo las viandas y puso la carne en una gran olla, iba a hacer todo aquello, como para tener fuerzas, porque mientras hablaba, con aquella viejecita que tanto la quería, había tomado una gran decisión, mañana mismo, se escaparía de aquella miseria inmunda, en la que la habían sumergido, aquel maldito hombre.
Recordó mientras preparaba la comida, el día que conoció a su marido, en su pueblito, sí, claro, lo veía tomar en la cantina, pero; pensó que era porque estaba con sus amigos, además no había conocido otro hombre y era la oportunidad de irse a la gran ciudad, estaba aburrida del campo, pensaba que al salir de allí, iba a ser una princesa y eso es lo que le decía el sinvergüenza de Pepe, era solamente para acostarse con ella, porque, cuando se vino con él a la ciudad, lo único que le había brindado era: aguantar hambre, y vivir en la indigencia, era abusador, solía pegarle y tomar tragos, ya prácticamente trabajaba para pagar los licores que consumía diariamente. Corrieron las lagrimas por sus mejillas, que diferente hubiera sido, el quedarse al lado de sus padres, ahora no podía volver, que dirían ellos, que hablaría la gente del pueblo, regresar sola y hambrienta, eso no, debía enfrentarse a la vida y hacer cualquier cosa por subsistir, aunque tuviera que venderle el alma al diablo.
Y eso, ¿Que está pasando?
¿Eres tu Pepe?
De pronto, sintió como un estruendo y luego una risa, fue hasta la puerta y no había nadie, tuvo miedo, mucho miedo, no sabía ¿porque?, entro nuevamente a la casa y espero a ver si pasaba algo mas, todo estaba tranquilo y el único ruido que se oía, era el agua que estaba hirviendo en la olla.
Parece que fueron suposiciones mías, en fin, déjame terminarme esta comida.
Esto era lo que más deseaba, el hambre le traspasaba el estomago, ya era obsesionante y mucho mas con aquel olorcito que empezaba a desprenderse de la olla, cuando hubo terminado de ablandarse todo, se sirvió un gran plato y aun quemándose las entrañas, porque estaba hirviendo todavía, se lo comió todo, dejando el resto en la olla, estaba exhausta, debido a la debilidad que sufría, aquella sopa caliente le produjo un gran sueño, se tiro al camastro y pronto se quedo dormida, pasaron las horas y ya era tarde en la noche cuando despertó.
Ah… Oh, Que rico es dormir con la barriga llena, debe ser tarde, es de noche, ese maldito ni regresa, debe estar emborrachándose, vendrá de madrugada a ponerme problemas, como siempre, ojala ni venga, así mañana no me encuentra, mejor voy a comerme el resto de la sopa esta, total, no debo guardarle nada, que se muera de hambre, eso es lo mejor que puede pasarle, claro morirse, ese desgraciado. Ehhhhhh. ¿Quien esta ahí?
Nuevamente, aquella mujer había oído como un relámpago en la noche y aquella risa, inconfundible, era la misma que había oído antes; pero esta vez, no le puso mucha atención, estaba concentrada en calentar la olla nuevamente, para acabar con aquella maravillosa sopa, porque mañana se iba, ya esto lo tenia decidido.
Qué rica esta, en verdad que necesitaba esto, bueno voy para la cama, para que cuando llegue este borracho, me encuentre dormida, a ver si me deja descansar, porque mañana me espera una larga faena.
Eran alrededor de las cuatro de la mañana, y por la calle venia un hombre dando traspiés, estaba completamente borracho, llego frente a la puerta de aquella inmunda casucha y prácticamente, no era capaz de abrir la puerta, luego de mucho trabajo lo logro y haciendo todo el ruido posible, penetro en el aposento, se dirigió a la cocina, buscando tomar algo y vio la olla sobre el fogón, al parecer la infeliz de Antonia, olvido guardarla, la abrió y monto en cólera cuando la vio vacía, sabía que allí hubo comida, dando traspiés entro en la