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Medianoche en la Tierra de los Sueños: Cantares de Pallanthia, #1.1
Medianoche en la Tierra de los Sueños: Cantares de Pallanthia, #1.1
Medianoche en la Tierra de los Sueños: Cantares de Pallanthia, #1.1
Libro electrónico135 páginas18 horas

Medianoche en la Tierra de los Sueños: Cantares de Pallanthia, #1.1

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Información de este libro electrónico

El joven señor regresa de su búsqueda. Es motivo de gozo para su familia y sus aliados. Su señor padre decreta fiesta, se abren las despensas del castillo, se sacan los barriles del vino bueno y las mejores viandas, se despliegan los estandartes, se cantan canciones y se cuentan historias. Han sido veinte veranos de paz, de campos bien labrados y cosechas abundantes, de caminos seguros y noches serenas, de prosperidad para el reino y sus gentes.

Pero mientras los jóvenes festejan la hazaña de su amigo y la bella gente danza, los pecados de sus padres amenazan su futuro y un viento de tormenta comienza a cobrar fuerza.

Bienvenidos al reino de Pallanthia, tierra de caballeros y juglares, en donde los caminos de mortales e inmortales se entrecruzan tejiendo historias. Espero que disfruten de la estancia, pero recuerden: no prueben la comida de las hadas...

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 ago 2021
ISBN9798201929855
Medianoche en la Tierra de los Sueños: Cantares de Pallanthia, #1.1
Autor

Ismael Fernández García

Sobre mí: Me llamo Ismael Fernández García, cántabro de 1977, licenciado en Historia Antigua y Medieval por la Universidad de Cantabria, lector voraz de cómics, fantasía, histórica, ciencia ficción, terror, autores del siglo XIX, reglamentos de wargames o de rol... cualquier cosa que me permita evadirme un rato de los problemas cotidianos. Trabajé de Auxiliar Técnico Educador en Centros de Menores, en Centros de Atención a la Discapacidad y en colegios de primaria y también de Técnico de Jardín de Infancia en guarderías. Formé parte de asociaciones juveniles de juegos de rol, estrategia y simulación. Colaboré en jornadas de ocio alternativo. Y todo aquello no fue más que el principio antes de embarcarme en la aventura de la escritura y la publicación. Aventura que deseo compartir por muchos años con todos los aficionados a la lectura. Como un paso más en esta aventura, planeo dar nueva vida al JDR "Ital: El juego de Rol Heroico Medieval" del cual iré desgranando parte de sus historias en mi blog. Espero que las disfrutéis tanto como yo.

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    Medianoche en la Tierra de los Sueños - Ismael Fernández García

    Cantares de Pallanthia

    Libro Primero

    El Manto de la Noche

    El Seductor Manto de la Noche Oculta Peligros sin Nombre

    Ante todo agradecer a Antoniel, Azor, Bakur, Carranza, Elgi. Kyzrrel y Soth por los buenos ratos pasados.

    Serie: Cantares de Pallanthia.

    Libro Primero: El Manto de la Noche.

    Tomo I: Medianoche en la Tierra de los Sueños.

    © Ismael Fernández García, 2020.

    Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su trasmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.

    Imagenes interiores de Ismael Fernández García

    Blog del autor https://laitarca.blogspot.com/

    Imagen de portada obtenida de esudroff en Pixabay

    Tomo I

    Medianoche en la Tierra de los Sueños

    OSCURIDAD, SOMBRAS Y SUSURROS.

    Oscuridad, sombras y susurros en torno a un trono. Sobre el trono, una figura poderosa y llena de melancolía. Sus ojos no brillan más al contemplar la púrpura regia de su manto. Los cumplidos de sus cortesanos, sin despertar el más mínimo interés en su Señor, se pierden en los amplios salones de la Corte.

    Ante el trono, un bulto cubierto de cadenas gime de dolor. La sangre que mana de sus heridas fluye por el frío empedrado. Ninguno en la sala osa acercarse. Ninguno osa abandonar el cobijo de las sombras. Ninguno experimenta hacia el desgraciado sentimientos de piedad o gratitud ¿Para qué incurrir entonces en la ira de su Amo?

    Sentado en su trono, el Señor de los presentes y de millares más, mira fijamente al desgraciado que tiembla en el suelo ante él. Hace frío en su morada. No hay más brillo que el de las estrellas allá donde él aposenta sus reales, ni más fuego que el de su poder... o el de su furia.

    —Luz —musita desde el trono, con voz firme y plena de extrañas tonalidades.

    Sorprendido, el cautivo intenta protegerse los ojos, pero un pinchazo en el costado se lo impide, y un nuevo reguero de sangre comienza a formarse en el suelo. Un murmullo surge de entre las sombras. Cegado por la luz, dirige su mirada en torno a sí, pero no acierta a ver nada. Un grito femenino y mal sofocado se oye surgir de entre el grupo de cortesanos. Una cicatriz le cubre de la frente al mentón, y con su único ojo aún intenta identificar a los presentes.

    —Bienvenido de vuelta a Lardar —susurra, casi para sí, esbozando una media sonrisa, el Señor de la Corte Oscura.

    —... ¿Lardar?... —gime, casi sin aliento, el encadenado. 

    —Sí.

    —... Yo... no... debería estar aquí.

    —Lamento que pienses así muchacho, pues tú firmaste nuestro pequeño acuerdo.

    —Pero... ¡No es justo! —protesta el joven malherido.

    —¿Acaso te dijeron que lo sería? ¡Guardias! —añade con un gesto de su pálida y fina mano—. Encerrar a este despojo en las mazmorras.

    En respuesta a sus palabras, cuatro figuras vestidas con finas libreas de seda negra e hilos de plata, armadas de espadas y escudos, abandonan el refugio de las sombras y, entrando en el cerco de luz en torno al cautivo, lo prenden de sus grilletes y abandonan la Sala de Audiencias.

    —El linaje de Othain[1], una y otra vez el linaje de Othain —repite para sí el soberano de los presentes y de millares más —. Que el Bardo sea traído ante mí dentro de tres ciclos —añade al final. 

    Y abandona la sala. Ni tan solo una mirada dirige a su corte de sombras. Avanza erguido, como sólo sabe hacer un verdadero rey, sin dejar traslucir duda o debilidad alguna ante unos vasallos que anhelan ocupar su trono más que acabar con los enemigos de él, su Señor, Caródamon, ayer de los Featath, hoy de la Corte de la Medianoche, mañana del Tapiz en su totalidad.

    ...............................

    Más tarde, en las mazmorras de Lardar, un malherido bardo comienza a recobrar fuerzas. Los pensamientos se agolpan en su mente, incompletos, inconexos, no comprende lo que ha ocurrido. Creía haber alcanzado una cierta paz, creía haber aprovechado una inesperada segunda oportunidad para enmendar sus errores. Pero sin embargo se encuentra atrapado e indefenso ante el más cruel de los poderes que conoce.

    Su último encuentro debería haber sido definitivo, el golpe fue rápido, imparable, limpio y letal,  el bardo murió. Pero sin embargo, eran demasiados los lazos que le ataban al mundo, el destino le negó el descanso que con tanto ahínco deseaba. Y Caródamon deseaba averiguar por qué, o de lo contrario, languidecería en oscuras y lóbregas mazmorras hasta el final de los tiempos. Pero cómo explicar algo que ni él mismo comprendía.

    Escucha el retumbar por los pasillos de las botas de los guardias, se encoge en el ángulo más oscuro de su celda, no desea enfrentarse al juicio del que fue su señor, pues sabe que no tiene las respuestas que busca. Pero es inútil, las antorchas le ciegan, cargado de cadenas como está le es imposible resistirse.

    —El Amo te ha llamado —le dice con seca voz uno de los guardias de negras libreas

    El cautivo, vacilante, se pone en píe, alzando las manos hacia sus carceleros, uno le prende de las cadenas y le empuja fuera, mientras el resto lo rodean, no hay escapatoria posible para los condenados a la Prisión de Obsidiana.

    Con premura, los guardias, lo conducen escaleras arriba, no esta permitido hacer esperar al Amo de la Medianoche. Nadie osa acercarse a la temida guardia, solo algunas furtivas miradas traicionan el interés de la corte por el caído en desgracia, esta vez no podrán saber qué se dice ante el trono, Caródamon ha ordenado que todos, sin excepción, abandonasen la sala, desea hablar en privado con el bardo.

    Las puertas de ébano se cierran tras el último de los guardias y el cautivo se queda de pie en la vacía sala, no busca el cobijo de su bosque de elaboradas columnas de mármol, marfil, plata y oro, por contra, permanece en pie ante el temido Trono de Tinieblas, las cadenas le pesan, los pulmones le duelen y le cuesta respirar el frío aire de la atmósfera de terror con que se circunda su captor. Sabe que nunca perdonó debilidad alguna. Sabe que si algo puede salvarlo es su entereza de ánimo, por más que en el pasado le faltara, ahora más que nunca necesita mantener la calma.

    En lo que intenta recuperar el resuello, ve como las antorchas del fondo de la sala se encienden una tras otra para después apagarse en cuanto la imponente figura del Señor de la Corte Oscura pasa junto a ellas, como si su mera presencia negara toda luz.

    Éste, ignorando a su prisionero, se toma su tiempo antes de ocupar su trono. Ensimismado, contempla una de las numerosas columnas de la sala, enredaderas de plata y oro cubren su práctica totalidad, y en el capitel, en virginal marfil se puede ver a una amazona de salvajes cabellos tender el arco en una cacería bajo un cielo sin estrellas. Y sin que nadie lo pueda ver, mientras en sus recuerdos acaricia a la amazona con sus largos y finos dedos, una lágrima resbala por las perfectas facciones de Caródamon el Tirano de la Oscuridad.

    —¿Sabes por qué te conservo con vida? —rompe el silencio, al fin, con voz firme

    —No —contesta, exhalando un suspiro, el cautivo bardo.

    —Entonces te lo diré. Quiero saber como has vuelto aquí después de que te matara, con mis propias manos, hace más de veinte años.

    —Entonces acaba conmigo ya.

    —¿Cómo dices? —retumba en la sala la enojada voz de Caródamon.

    —No puedo responderte a tu pregunta. Ni tan siquiera sé cómo aparecí de nuevo en Lardar.

    —La Barquera te trajo a mí presencia. Tu cuerpo malherido apareció en el río sin nombre que conduce al Olvido.

    —¿El Olvido? Me habéis privado del descanso que tanto anhelo...

    —¿Descanso? ¿Así llamas al fin de los sueños?

    —Sí, así lo llamo.

    —En ese caso, si en verdad es lo que deseas, cuéntame todo lo que te ha pasado desde tu retorno al plano mortal, y gustoso te enviaré allí donde todo deja de existir. Pero si me engañas, los tormentos con que te castigaré serán legendarios.

    —No lo dudo, de modo que comenzaré el relato de mis desdichas, justo desde el momento en que volví, tras veinte años de vacío, a este plano de la existencia.

    .......................................

    La aurora iluminaba las verdes llanuras de Pallanthia, y otorgaba un ominoso tono rojizo, a las todavía distantes nubes de tormenta, que se divisaban en el lejano horizonte.

    Desde hacía horas, aún antes de que Fasol, el primer sol de Ital, comenzara a surcar la bóveda celeste, los criados del Grande del Reino, Shoren Othaindoun, se afanaban en sus labores con determinación y renovados bríos, pues la jornada se presentaba ardua en el viejo Castillo Othainloun. El primogénito del señor había vuelto al solar paterno, su búsqueda como novel había sido concluida con éxito, tras dos años de aventuras, y le correspondía ahora a su padre entregarle el blasón familiar y ordenarlo caballero[2]. Todos los vasallos y parientes de su padre asistirían a la ceremonia, e incluso algunos de los Grandes habían dado respuesta afirmativa a las invitaciones que se les había enviado.

    Veinte veranos hacía ya de la última vez que mis pies hollaron

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