Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Antino: Sobreviviente Del Siglo Xx
Antino: Sobreviviente Del Siglo Xx
Antino: Sobreviviente Del Siglo Xx
Libro electrónico259 páginas6 horas

Antino: Sobreviviente Del Siglo Xx

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Es evidente que Antino fue un nio precoz muy inquieto sin ser hiperquintico y se adelanto al tiempo de su vida, empez a trabajar desde muy joven (cuando solicit su jubilacin del I.M.S.S slo necesitaba 2,500 semanas cotizadas y el tenia mas de 5,000).
Intento jubilarse a la edad de 35 aos, pero su Padre lo hizo refleccionar y lo devolvi otra vez a la responsabilidad de un empleo formal, hasta los 45 aos.
Siempre tenia claro el camino a seguir y a pesar de haber tenido grandes tragedias en su vida como la muerte de sus hijos y tambien descalabros en su trabajo pues lo perdio todo en mas de dos ocaciones y sin contar la perdida total de su fbrica, siempre se levanto y sigui adelante, confiando en Dios.
En la actualidad solo vive con su esposa Lourdes en Cancn, pues su hija se fue a vivir al Puerto de Veracruz con sus hijos y Antino y su esposa los van a visitar todas las veces que pueden y los extraan tanto que estan pensando seriamente irse a vivir con ellos a Veracruz y planean vivir una casa que han hecho cerca de ah.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento26 jun 2013
ISBN9781463359423
Antino: Sobreviviente Del Siglo Xx
Autor

Miguel Alejandro Jiménez Serratos

Es evidente que Antino fue un niño precoz muy inquieto sin ser hiperquinético y se adelanto al tiempo de su vida, empezó a trabajar desde muy joven (cuando solicitó su jubilación del I.M.S.S sólo necesitaba 2,500 semanas cotizadas y el tenia mas de 5,000). Intento jubilarse a la edad de 35 años, pero su Padre lo hizo refleccionar y lo devolvió otra vez a la responsabilidad de un empleo formal, hasta los 45 años. Siempre tenia claro el camino a seguir y a pesar de haber tenido grandes tragedias en su vida como la muerte de sus hijos y tambien descalabros en su trabajo pues lo perdio todo en mas de dos ocaciones y sin contar la perdida total de su fábrica, siempre se levanto y siguió adelante, confiando en Dios. En la actualidad solo vive con su esposa Lourdes en Cancún, pues su hija se fue a vivir al Puerto de Veracruz con sus hijos y Antino y su esposa los van a visitar todas las veces que pueden y los extrañan tanto que estan pensando seriamente irse a vivir con ellos a Veracruz y planean vivir una casa que han hecho cerca de ahí.

Relacionado con Antino

Libros electrónicos relacionados

Fantasía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Antino

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Antino - Miguel Alejandro Jiménez Serratos

    Copyright © 2013 por Miguel Alejandro Jiménez Serratos.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 05/09/2013

    Para realizar pedidos de este libro, contacte con:

    Palibrio LLC

    1663 Liberty Drive

    Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Gratis desde EE. UU. al 877.407.5847

    Gratis desde México al 01.800.288.2243

    Gratis desde España al 900.866.949

    Desde otro país al +1.812.671.9757

    Fax: 01.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    445905

    ÍNDICE

    ORÍGENES

    INFANCIA

    LA ACADEMIA MILITAR

    ESTUDIOS PROFESIONALES

    HISTORIA LABORAL

    ANTINO, UN HOMBRE RICO

    ANDREA

    EXPERIENCIAS EXTRAORDINARIAS

    EL MATRIMONIO DE ANTINO

    PENSAMIENTOS DE ANTINO

    BREVE RESEÑA DEL VIAJE A TRAVÉSDEL ATLÁNTICO DESDE FLORIDA, ESTADOS UNIDOS, HASTA EUROPA

    CURRÍCULUM VITAE

    DIRECTRICES Y PENSAMIENTOS QUE HAN INFLUIDO EN LA VIDA DE ANTINO

    PARA LOURDES Y ANDREA

    LOS MÁS FUERTES Y VERDADEROS

    AMORES DE MI VIDA

    ORÍGENES

    Sus abuelos paternos

    Formaban una familia totalmente patriarcal con corte mesiánico, pues la mayoría de los abuelos, tíos y primos de esta rama familiar eran líderes natos y muy exitosos económicamente, lo que para ellos era la confirmación de que ésa era la manera correcta de vivir. El asentamiento inicial de sus ancestros en la Nueva España fue en el pueblo de Cholula, en el estado de Puebla. Durante décadas, fueron prácticamente los líderes más importantes de ese lugar, pues desde que se recuerda, fueron los artífices de las obras más importantes de Cholula, como la explanada principal o zócalo; el portal principal, del cual todavía subsisten más de 60% de los locales, algunos son restaurantes, otros son hoteles y los demás son rentados a familiares, particulares e incluso algunos al gobierno local; y el mercado principal, entre otras. Ésta es la historia de los abuelos paternos de Antino.

    Su papá también era un líder nato, como lo muestra la siguiente anécdota: uno de los hombres más ricos y poderosos de este país, el ingeniero Alejo Peralta, no sólo fue un amigo que siempre lo escuchaba, sino que también lo hizo su socio.

    Con todos estos antecedentes, era natural que la mentalidad de la familia respecto a la mujer fuera por completo la de un patriarcado donde el hombre era el jefe indiscutible.

    Su familia materna

    Su bisabuelo, Alfredo Serratos Amador, era general de división y diplomado del Estado Mayor y fue agregado militar en Washington, Estados Unidos. También participó en la Revolución como asesor del general Emiliano Zapata y tuvo un papel importante en las negociaciones de un tratado con el gobierno federal conocido como el Pacto de Xochimilco. Esto se puede leer en el libro Emiliano Zapata, un best seller de Editorial Porrúa. También actuó como diplomático militar en las relaciones entre el presidente Wilson de los Estados Unidos y el gobierno mexicano en una de las intervenciones militares entre ambos países.

    Image13860.JPG

    Los abuelos de Antino

    Su abuelo, Alfredo Serratos Mayagoitia, también fue militar y ostentó el grado de general del Ejército Mexicano. Participó en la toma de uno de los primeros pueblos de México liberado por el ejército de los insurgentes zapatistas. Ese pueblo, que hasta entonces se llamaba San Juan de los Llanos, cambió su nombre a Pueblo de los Libres en alusión a su liberación por parte de los revolucionarios, y así quedó grabado en una placa de bronce colocada frente a las oficinas de gobierno. En ese pueblo fue donde se conocieron el entonces coronel Alfredo Serratos Mayagoitia y la señorita Rosalía Sánchez Romero, los abuelos de Antino.

    Una anécdota triste pero insólita de su familia materna es la historia que protagonizó una de las hermanas de su mamá, la célebre María E., que se había casado con Adolfo, un capitán del Estado Mayor que llegó a ser jefe del área de criptografía. Este capitán y su tía María E. vivían con sus hijos Fernando y Gerardo en la Ciudad Militar que estaba arriba del Hipódromo de las Américas, donde se realizaban carreras de caballos con regularidad. En un momento de debilidad, el capitán apostó en los caballos la totalidad de la paga de un regimiento del ejército que estaba bajo su responsabilidad y, ¡oh, sorpresa!, perdió la apuesta y, con ella, también toda la paga de los soldados bajo sus órdenes. Como era de esperarse, fue detenido y llevado al Campo Militar para ser juzgado por un Consejo de Guerra. Como el delito que había cometido era considerado grave, sólo podría haber dos sentencias: pena de muerte o cárcel de por vida.

    La tía María E. fue a ver al Comandante General, que era el jefe máximo del Ejército y que en ese tiempo despachaba en uno de los edificios más importantes del zócalo de la Ciudad de México, nada más ni nada menos que el Palacio Nacional. Fue a solicitarle el indulto, poniéndose de rodillas frente al general para suplicarle que, en recuerdo de su padre y su abuelo que estuvieron al servicio del Ejército toda su vida, conmutara la pena de su marido, el capitán, por el destierro, ya que ella se comprometería a pagarle al Ejército hasta el último centavo del desfalco cometido por su esposo.

    Ella misma contaba que el general la tomó de los brazos, la levantó de su posición arrodillada y le dijo que las mujeres como ella son la grandeza de México y que le iba a conceder su petición precisamente en recuerdo de su abuelo y su padre, pero que la deuda se tenía que pagar de todos modos.

    La tía María E. se marchó a Estados Unidos a trabajar para poder pagar la deuda, y a su esposo Adolfo lo mandaron durante años a un cuartel en la frontera norte, con su rango degradado y su honra perdida hasta que la deuda fuera liquidada. Y así sucedió. Algunos años después quedó libre y emigró a Estados Unidos donde vivió hasta su muerte.

    Sus papás

    Su padre, de nombre Miguel Armando, era un hombre que carecía de licenciatura profesional, pero era muy inteligente y bien parecido. Fue un industrial exitoso que estuvo registrado en la Secretaría de Patentes y Marcas como inventor, pues tenía alrededor de cinco patentes registradas y por algunas de ellas llegó incluso a cobrar regalías por su uso. Él inventó el famoso tacón aguja para los zapatos de dama, que ahora se ha vuelto a poner de moda. Simplificó mucho la fabricación de zapatos, utilizando materiales sintéticos en lugar de cueros y montó verdaderas cadenas de manufactura. Antino recuerda que un italiano de apellido Ronsy, dueño de un gran emporio de manufactura de zapatos, lo invitó a asociarse con él, pero su padre se negó, porque eso representaba tener que mudarse a vivir a Houston, Texas, donde se encontraba la matriz del emporio. No obstante, el italiano le pagó por años regalías como dueño de la patente.

    También fue pionero en la industria de los plásticos en México y montó la primera máquina de pegado de suelas sintéticas a los zapatos, una máquina alemana de marca Desma. Vestía como dandi y le gustaba comprar automóviles Cadillac, a los que les cortaba las salpicaderas de atrás y les aumentaba como 60 cm para hacerlos únicos en el mercado de autos. Siempre tuvo corazón de artista y, de joven, cantaba con su esposa en la radio. Tuvo ocho hijos y murió a los 72 años de edad en la ciudad de Puebla.

    Su mamá, la maestra Thais

    Se casó muy joven, a los 17 años, y tuvo ocho hijos. Siendo aún muy joven se desarrolló profesionalmente como bailarina de español. Antino la acompañaba a algunas de sus clases con maestros tan famosos como Tarriba, Emilia Díaz y el Sevillano de Triana. Antino recuerda que, en algunos ensayos por las noches, su baile era tan potente y violento que él, que era niño, se asustaba mucho al ver a su mamá en estos ensayos en su casa.

    Después de muchos años, en un viaje a Europa por su trabajo, en los famosos tablados en la marquesina de un teatro de la ciudad de Madrid, Antino reconoció a una de las alumnas de su mamá, de nombre Lupe García, que era la estrella del espectáculo. Antino entró, la saludó y le dijo que era hijo de la maestra Thais. La artista se emocionó hasta las lágrimas y lo abrazó efusivamente.

    Cuando sus hijas Haydee y Silvia eran adolescentes, la maestra Thais también las hizo bailarinas profesionales, la primera, de ballet, en la academia de la famosa bailarina Laura Urdapilleta, su formación duró más de 10 años. A la segunda la mandó a Bellas Artes, a la escuela de baile folclórico más prestigiada de México, con la maestra Campo Bello y la más famosa de todas, Amalia Hernández. También pasó más de 10 años en este campo del baile profesional, con presentaciones frecuentes en el Palacio de las Bellas Artes en el Distrito Federal.

    La madre de Antino fue una mujer maravillosa, con un amor fuera de lo común hacia sus hijos, al grado de que a algunos les hizo daño con tanto consentimiento, pues desde la adolescencia, sobre todo los hombres, dieron muchos problemas.

    Como era maestra en los colegios donde estudiaban sus hijos, a todos les concedieron becas para cursar la primaria e incluso algunos de los hijos de sus hermanas también alcanzaron becas.

    Falleció a la edad de 83 años en la ciudad de Cancún.

    INFANCIA

    Antino fue el tercer hijo de un matrimonio joven, de fines de la década de los años treinta, a principios de la Segunda Guerra Mundial, cuando los países como México, que no estaban en guerra, tuvieron un auge extraordinario por la gran demanda mundial que había en esa época de todos los productos.

    La familia tuvo nueve hijos, pero el primero falleció de recién nacido. Antino fue un niño muy deseado, porque sus dos hermanas mayores habían sido mujeres y la pareja deseaba un varón. Cuentan que la madre prometió a la Virgen María que si el siguiente bebé era hombrecito, le dejaría el pelito largo, como niña, hasta la edad de cinco años.

    Como esto se cumplió, sólo hay que imaginarse las complicaciones que tuvo este niño, no sólo en la escuela sino en todas partes, con los niños de su edad, por su cabellera rubia y rizada como de niña. No era muy bonito, pero tenía su personalidad.

    El problema en la escuela llego tan lejos por este motivo que, como era rubio y muy travieso, lo apodaron el Pollo; pero eran tantas las peleas con sus compañeros que le cambiaron el apodo a Gallo. Como se peleaba casi todos los días, casi siempre se pasaba el tiempo en la dirección de la escuela. No hay duda de que estos hechos le cambiaron en parte su personalidad y, si tenía un temperamento colérico, esto terminó por acentuarlo.

    Formaban una bonita familia. En los primeros 10 años, con dos hermanas mayores y dos menores, Antino era simplemente un consentido y además el azote de sus hermanas.

    La familia pertenecía a la clase media alta de la sociedad, pues vivían en casas grandes y bonitas y el papá usaba Cadillacs; pasaban sus vacaciones en Acapulco y en Estados Unidos; asistían a los mejores colegios de la ciudad y las niñas siempre se vestían como princesas.

    Image13867.JPG

    Antino con el cabello largo

    A pesar de ser una amenaza para sus compañeros, pues era muy bueno para pelear, y estar involucrado con mucha frecuencia en problemas, de alguna manera Antino se las ingeniaba para sobresalir académicamente en la escuela. Así que casi todos sus estudios, desde primaria hasta preparatoria, los hizo con becas escolares que obtuvo por sus propios méritos.

    El temperamento ya lo traen los seres humanos al nacer, pero el carácter y la personalidad se van formando con la vida misma: la familia, los amigos, los maestros y las circunstancias y ambientes en los que se va viviendo.

    Antino era un niño muy inquieto y precoz; le gustaban mucho las novedades en todos los campos y se inclinaba siempre por descubrir la razón de lo que veía en la vida y de lo que ésta le ofrecía. Cuando tenía apenas unos cuatro años de edad, intentó arrancar el coche de su papá, que tenía la llave puesta y estaba en un garaje cerrado. Sólo le dio vuelta a la llave y, como el auto estaba puesto en reversa, simplemente se fue para atrás y virtualmente arrancó la puerta del garaje.

    En otra ocasión, tenían sus hermanas mayores un amigo y vecino llamado Damián, que era un joven alto y fuerte. Cuando Damián deseaba ir a la casa de Antino de visita, saltaba la barda y así pasaba a la casa de sus amigos.

    Antino lo observaba y se le hizo fácil intentar saltar la barda como Damián, descolgándose desde una azotehuela que colindaba con esta barda, pero su sorpresa fue que, como era pequeño, sus pies no alcanzaron la barda y se quedó colgado desde esta azotehuela. Empezó a gritarle a su mamá que lo bajara; su mamá lo escuchó y, a pesar de que estaba embarazada, subió tan rápido como pudo por unas escaleras de fierro de caracol para salvarlo y que no cayera desde esa altura. Como el niño tenía el pelo largo como de mujer y un gran rizo en medio de su cabeza, la madre lo pescó de ahí y logró impedir su caída, que podría haber sido mortal.

    Como fue educado en una familia católica, el 6 de enero de cada año celebraban los Reyes Magos, que le llevaron regalos al niño Jesús de Nazaret. La tradición era que ese día en la madrugada todos los niños recibieran juguetes en recuerdo de aquel hecho.

    Por lo general, los niños escribían una carta con sus peticiones. A esa edad no había un día más feliz. Despertar e ir a ver los regalos de los Reyes era algo muy bueno, porque así, de alguna manera, tenían cierto control del comportamiento de los niños con la advertencia de que, si se portaban mal, los Reyes no les traerían lo que pedían, cosa que casi siempre sucedía. Antino nunca tuvo mejores juguetes que los que le trajeron los Reyes Magos: coches de pedales con luces, bicicletas, juegos de jardín, etc. Aún se acuerda del olor tan especial a pintura de los juguetes nuevos.

    Como su mamá era maestra de baile y daba clases en el mismo colegio al que él asistía, los bailes de fin de año eran muy importantes y su mamá los ponía. Se presentaban en los mejores teatros de la Ciudad de México. Recuerda que alguna vez lo vistieron al estilo de la época de Luis XV y, como Antino tenía el pelo largo y grandes rizos, le quedó muy bien el disfraz y el baile salió muy bien. Lo que más le gustó fueron unos bonitos zapatos de charol negro muy brillantes con una gran hebilla plateada en el frente.

    Al cumplir los cinco años, se hizo una gran fiesta para su corte del cabello, que ya estaba bastante largo. Recuerda que llevaron la silla de la peluquería hasta su casa y que también asistieron algunos reporteros para publicar el evento en el periódico, y todavía conserva la fotografía.

    Sus abuelos paternos vivían en la ciudad de Puebla en una casa muy grande de dos pisos, con ocho recámaras, grandes pasillos y baños privados con vitrales muy bonitos que llamaban la atención. También había otra casa de dos pisos donde vivía una tía con su familia y, además de todo esto, eran dueños de unos baños públicos que para él y sus primos (que sumaban más de 20) constituían algo extraordinario por las grandes posibilidades de acción: jugar a las escondidillas, escalar por las grandes escaleras que había por todos lados para el servicio de los equipos de combustibles, la red de tubos con agua fría, caliente y vapor, enormes tanques para agua fría y caliente y grandes tragaluces por toda la azotea para iluminar las salas de las vestidores de los baños. Lo más impresionante eran dos calderas antiguas muy grandes que siempre estaban prendidas con sus grandes bocas de fuego al frente que emitían una luz muy brillante que provenía de las flamas de los quemadores para calentar los enormes cuerpos de múltiples tubos que calentaban el agua.

    Había una cantidad impresionante de toallas para los clientes y las guardaban en unas roperías. En varias ocasiones, las sacaban y las tendían en una parte amplia de la azotea; hacían casas de campaña con ellas y organizaban verdaderos campamentos árabes como los que salen en las películas del desierto. Simplemente era fantástico.

    En otra ocasión, a Antino y a su primo Ismael, al que apodaban Mailo y era tan travieso como él, se les ocurrió prenderle fuego a una gran enredadera que colgaba de una pared muy alta en cuya parte superior estaba instalado un gigantesco tanque de combustible pétreo para alimentar las calderas del baño. Cuando las llamas se hicieron muy grandes y amenazaban con alcanzar el tanque de combustible, se asustaron tanto los dos chamacos que empezaron a gritar. Entonces salieron los tíos de ambos, empezaron a lanzar cubetazos de agua y llamaron a los bomberos. Cuando se apagó por completo el fuego, una de las tías los encerró en un cuarto muy oscuro durante todo el día como castigo por semejante travesura. En aquel entonces, los niños no tenían más de seis años.

    En esa época la gente utilizaba estropajos para frotarse la piel y así bañarse mejor. Los estropajos eran una especie de filamentos o fibras de origen vegetal de varias longitudes; se tomaba un manojo de estos filamentos y con ellos se hacían pequeños círculos como de 10 cm de diámetro que se vendían junto con los jabones para los clientes. Estos filamentos se almacenaban en un cuarto especial, pues ocupaban mucho espacio como materia prima. Con ellos se formaba un gigantesco colchón de una altura de más de dos metros. Para los niños, este gran colchón funcionaba como una alberca de hule espuma y no necesitaban más para darse las divertidas de la vida, echándose clavados desde el techo del cuarto que contaba con una hendidura grande; ahí se pasaban gran parte de sus ratos de ocio.

    Una aventura que casi termina en tragedia fue cuando una de las primas como de siete años llamada Diana, jugando a las escondidillas en esta azotea llena de peligros, pisó por equivocación uno de los tragaluces y se fue hasta abajo, cayendo en uno de los baños, pero milagrosamente no le pasó nada. En otra ocasión, otro de los niños, de nombre Antonio, se cayó de la azotea, pero se detuvo en uno de los tubos de las instalaciones de las calderas y gracias a eso no se mató; pero resultó que este tubo era de vapor y sí sufrió algunas quemaduras de consideración.

    Esa casa de sus abuelos era simplemente fascinante. También lo impresionaba que, para festejar a alguno de sus tíos, la abuela hacía una gran fiesta. Por tal motivo, su tío Jorge, que estaba a cargo de los baños, se iba a los pueblos cercanos a comprar un par de chivos que llevaba al baño para que el fogonero, que estaba a cargo de las calderas, los sacrificara. El fogonero los degollaba y les quitaba la piel; hacía pequeñas bolsas con fibra de maguey y ponía la carne adentro para hacer la barbacoa; metía todo esto en un gran hoyo que tenia brazas de carbón encendidas y, después de realizado todo el procedimiento, lo tapaba con tierra hasta el día siguiente. Ésta fue la mejor carne que Antino comió en su vida.

    Cuando Antino tenía alrededor de 10 años, él y otro primo que se llamaba Humberto (al que

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1