La autoestima en la vida de una mujer sola

Por María Luzdivina Mojarro

Yo siempre sentí que había alguien que en todo momento me cuidaba, primero pensé que era un ángel, pero después supe que era mi autoestima. Yo no lo sabía, nunca me lo imaginé, pero la manera en que yo me veía en el espejo, fortalecía mi autoestima y en el transcurso de mi vida, me di cuenta de lo fuerte que era mi espíritu.

Por eso escrib

• Idioma: Español
• Editorial: ibukku, LLC
• Fecha de lanzamiento: 20 nov 2020
• ISBN: 9781640866775

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DE MIS SENTIMIENTOS

Era una fría mañana de otoño, yo me sentía un poco nostálgica y por la ventana veía pasar el tráfico que corría en la calle del barrio en donde he vivido desde hace muchos años.

Y al mirar el tráfico que corría rápidamente me imaginé como si así hubiera pasado mi vida y como si la tormenta de mi vida también hubiera pasado y luego hubiera llegado la calma.

Así había sido mi vida después de todo lo que pasé. Ahora mi vida es muy tranquila, ya no la vivo tan aprisa como antes. Pero sigo siendo la misma persona, con los mismos sentimientos y las mismas emociones.

Por eso yo creo que este es el mejor momento para escribir este libro, porque recordar es volver a vivir. Y así, recordando fue que me vino a la mente cuando mi mamá me decía: "Hija, cuando empezaste a caminar, recuerdo que te veías tan graciosa cuando te parabas frente al espejo, te tocabas el pelo y te movías como buscando tu mejor pose en el espejo.

Luego te quedabas inmóvil mirándote por unos segundos".

Por eso mi mamá siempre comentaba: Esta niña va a ser modelo o alguien muy importante cuando crezca.

No, no fui modelo, pero sí importante, porque pude equilibrar mis emociones y en los momentos más difíciles de mi vida corría al espejo y me ponía la ropa más bonita que tenía. Eso me tranquilizaba y me hacía sentir mucho mejor.

Así pasó mi vida, con tormentas y calmas, pero lo cierto es que hubo muchas cosas inexplicables en mi vida.

Yo también sentía dolor, pero el dolor no era como para gritar o llorar. Podía soportar y controlar el dolor, por eso, cuando una vez en que me caí y se me abrió la rodilla, yo llegué al hospital muy tranquila. La gente que estaba en el hospital me miraba asombrada al ver mi herida y notaba que mi cara no reflejaba dolor.

Tantas cosas inexplicables de mi vida… como cuando después de un chequeo rutinario me dieron un diagnóstico equivocado de cáncer. Yo no me acobardé, ni sentí miedo, esperé pacientemente y, después de un mes, me informaron que no era cáncer.

Recuerdo bien el comentario que hice <<Wow, wow, qué bueno que soy como soy, porque si yo fuera diferente, sí me hubiera enfermado>>.

Y así, mirando el tráfico que pasaba por mi calle, me acordé de los momentos más difíciles de mi vida. cuando por tantos problemas que tenía, me estaba volviendo loca y cómo pude controlarme. Después, cuando me llegó la depresión, cómo pude con ella.

Y así ha pasado mi