Prosas y poemas a mi estilo
Por Horacio García
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Prosas y poemas a mi estilo - Horacio García
espejo.
Lucía
Como todas las mañanas, Lucía daba vueltas en la cama, le gustaba disfrutar ese momento, un coqueteo con las sábanas, unos pocos minutos, suficientes para despejar su mente y juntar fuerzas para levantarse. Por la ventana de su cuarto, ya se veían los rayos del sol, anunciando el nuevo día, le gustaba mirar un árbol añoso, de verde follaje, que hacía las veces de santuario de gran cantidad de aves, un coro matutino, que la tenía como espectadora. Había que comenzar, antes de bañarse pasó frente al espejo, una confidencia, creo que uno de los mayores secretos interesantes de develar, de lo tantos encantos y misterios de la mujer, es contemplar su despertar, natural, con el cabello revuelto, sin maquillaje o prendas ajustadas, tal cual es, por cierto el privilegio de quien duerma con ellas, bueno, volviendo al relato, su imagen en pijama corto, dejaba ver en parte su cuerpo, acorde a su edad, ni demasiado joven, ni demasiado mayor, la justa, donde la mujer se siente más plena, más segura y por cierto, pensó, me veo bien, quizás un poco más de ejercicio no me vendría mal. Amaba su pueblo, casas bajas, bellos árboles, gente amable, pero no estaba conforme, su empleo en la librería, le permitía vivir y pagar sus gastos, pero necesitaba más, la monotonía, la rutina le pesaban, la sed de aventuras, emociones, algo que le diera una cuota de peligro, de audacia, la emocionaban hasta el punto de hacerla temblar. Mientras estaba bajo la ducha, solía quedarse largo rato, le gustaba sentir el agua caliente en su piel, como una caricia que recorría todo su cuerpo, cerrar los ojos, como si se transportara y estuviera en una selva, bajo una cascada, rodeada de palmeras, con grandes pájaros de colores volando en el cielo y gritando alborotados, un mar de aguas verdes, una playa virgen y el esplendor de la naturaleza frente a sus ojos, el sonido de las olas al romper, era como si escuchara una melodía que le daba calma, el sol abrazándola como un fuego sensual, quemando su piel y el roce suave y cálido de sus pies con la arena blanca, a lo lejos la visión de pescadores con sus redes, botes y veleros, mecidos por el viento, en una danza con cadencia sobre las aguas, caminar, recoger caracoles, chapotear con los pies, en esa espuma blanca que deja el mar cuando besa la orilla y encontrarse con él. Lo veía alto, robusto, con la barba a medio crecer y el mentón firme y partido, ese rasgo masculino que a ella le encantaba, que le daba personalidad, la piel curtida por la sal y el sol, marinero, ella lo imaginaba pirata y surcar los mares en su barco y en esos momentos, era feliz, pensaba que le hacía el amor en la playa y su mente febril, latía y su cuerpo se estremecía, en una mezcla de goce y alta dosis de una adrenalina, que, para ella, era tan necesaria como el oxígeno. Pero ya era tarde, Lucía, cerró el grifo de la ducha, se cambió, desayunó y salió presta a abrir su negocio, sus clientes la esperaban, su clásica sonrisa y amabilidad y la rutina de todos los días, posiblemente esa sería su vida para siempre, nadie jamás podría adivinar que ella vivía en dos mundos, la librería y el de sus aventuras, de sus viajes con él, de sus fantasías, de sus sueños despierta, un secreto bien guardado, rodeada de libros, buscaría un nuevo lugar, una travesía, quizás un país lejano o una etapa de tiempo diferente en la historia, así alimentar los personajes, la puesta en escena, una profesional de la fantasía, siempre volver a ser protagonista, para después recordar el sabor en su boca, el calor en su piel, el temblor en su cuerpo, la ansiedad y el placer de escapar de su mundo gris.
Nosotros
Leía por allí que existe una nueva generación, dicen que todavía no le pusieron nombre y la verdad no creo que lo necesite, me pregunto, ¿es necesario clasificar?, en definitiva, ¿no somos todos seres humanos?, la señalan como un grupo de personas que van entre los cincuenta y los setenta años, que tienen ganas de vivir, de experimentar cosas nuevas, que se adaptaron a la tecnología, que generan vínculos en las redes sociales, que tienen metas, sueños, que consideran la edad experiencia, pero jamás una carga, ni les pesa, quizás porque aprendieron a renegar de los estereotipos, esos que permanentemente quieren clasificar, creo que las palabras anciano, tercera edad, viejo
comenzaron a quedar obsoletas. Decía no a los nombres, pero sí a la pertenencia, me siento bien de pertenecer y reconocerme en otros, como amigos, como pares, amo mi libertad, mis sueños, celebro mi entusiasmo, disfruto de mis nietos cuando estoy con ellos y disfruto mi tiempo y mis proyectos cada día, no hay contradicción, no existe antagonismo, ni dicotomía , en ambos casos, ser abuelos es maravilloso, pero también lo es ser hombre y mujer y celebrar la vida, no dejarla pasar y sobrevivir, hacerlo a pleno, en cada acción, entusiasmarse y usar nuestra energía para lo que nos guste. Ayer me mandaron fotos de la portada del libro que estoy por publicar y me sentí como un joven ante su primer proyecto, esa adrenalina de lo nuevo, esa endorfina que hace que nuestra sonrisa brille, eso tiene valor, no tiene precio y, si lo tuviera, lo pagaría con ganas. Mis afectos son importantes, los amo, los siento míos, siempre la familia ocupó un lugar importante en mí, pero también estoy convencido de que generando ideas, armando proyectos, dándoles nacimiento y concreción a mis ganas, no les quito tiempo, porque soy feliz, estoy alegre y eso también se traslada a ellos y el tiempo juntos adquiere calidad, no hay reclamos ni reproches, se torna más interesante, porque en realidad no dependo de su visita, que siempre recibo con mucha alegría, ni vivo pendiente de lo que hacen o de sus cosas, solo por si me necesitan, pero ellos saben que cuentan conmigo, porque tengo vida propia y estoy orgulloso de eso. En definitiva, franja etaria, generación evolucionada, adultos mayores, no sé, yo solo sé que soy Horacio, que tengo 61 años bien transitados, que cada día me levanto con ganas de reinventarme, que agradezco y celebro la vida, que me gusta mi trabajo, que disfruto mi hobby de escribir, que me encanta que otros me lean, haber aprendido a dejar salir sentimientos, haber perdido los miedos y la vergüenza del qué dirán, conocer la herramienta maravillosa que es internet y la gran comunicación que me permite, la enorme cantidad de vínculos que me dejan crecer y por supuesto disfrutar mis afectos. Quizás en algún punto te sientas identificado, a lo mejor actuás o pensás parecido a mí, en lo personal me encanta y sé que compartimos cosas, que podemos ser amigos y, la verdad, lo importante es que existimos, mientras tanto, ustedes, muchachos, pónganle el nombre que quieran...
Fantasía y deseo
Soy un extraño en tu cuarto, una silueta entre sombras, que te observa sin nombrarte, quien te provoca suspiros, quien estremece tu alma, el que busca tus secretos, tu anhelos, quien acaricia tu pelo, con paciencia, con desvelo, pero en silencio profundo, para que siga tu sueño. Soy el que besa tus miedos y altera tus fantasías, para que vean la luz y se junten con las mías.
Soy el que invade tu mundo, en sigilo, sin permiso, presente sin que lo notes, quien se refleja en tus ojos, que iluminan cada noche, quien arde solo de verte y te desea en penumbras, tan sensual, tan mujer, tan femenina, quizás como el horizonte, más me acerco, más lejana, sintiéndote yo tan mía.
Soy un ladrón temeroso, no quiero ser descubierto, me quedo viendo tu cuerpo, como un lobo contenido, quien acrecienta su hambre, su latir y sus sentidos.
Puede el deseo matarme, hervir la sangre en mis venas, arder mi piel y mi aliento, que te besa sin rozarte, te acaricia sin tocarte, que se estremece y se pierde más allá de tus mareas.
Furtivo acecho en la noche, solo por verte dormida, ansiando estar a tu lado, que me abraces, me acaricies, sentir las pieles unidas, rozar tu cuerpo sería el éxtasis, el clímax, poesía, tu calor, nuestro mayor goce, pero frenar mi pasión solo es morir de agonía.
Te hago el amor en mi mente, entre sábanas de seda, tu cuerpo, mi refugio, mi utopía, mi quimera, tus formas me desesperan, son un camino prohibido, que recorro sin demora, explorando a cada paso, con mis labios encendidos, tu rincones, tus límites, tu frontera.
Pretendo no dejar huella, irme sin que me veas, pero siento que lo hiciste, porque tu cuerpo se mueve, en una suave cadencia, tus colores se acentúan, de pronto te ponés tensa, dejás danzar a tu alma, frenesí de tus caderas, para luego descansar en una muy dulce calma.
Sensaciones encontradas, pasiones desenfrenadas, espacios de mil colores, placeres desconocidos, y tu boca que me quema, me llama, me incita y me consume en su flama.
Pero todo se termina, debo salir de tu mente, así como me creaste, me dejás en la mañana, cruel ser una fantasía en tiempos de la partida, quizás, aunque no lo creas, despierta, vos me recuerdes y quizás hasta me extrañes y vas a esperar la noche, para dormirte con prisa, para soñar con esmero, rescatarme del olvido, para invitarme a tus ansias, para volvernos a amar, para ofrecerme tus ganas.
Simplemente, nos encontramos en sueños, a la misma hora, hasta mañana.
¿Qué es un don?, creo que la mayoría lo identificamos como algo que tiene valor, muchas veces se utiliza agregado al nombre como una señal de respeto, justamente de alguien a quien consideramos importante. Una palabra que encierra magia en sí misma, cuando decimos tiene un don, es porque destacamos algo en una persona, eso que hace y llama la atención, por su excelencia o por su extrañeza, pero que sin duda es especial. Me produce un interrogante, solo un reducido número fue dotado de dones, o quizás lo importante radica en que