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El ombligo como centro cósmico: Una contribución a la historia de las religiones
El ombligo como centro cósmico: Una contribución a la historia de las religiones
El ombligo como centro cósmico: Una contribución a la historia de las religiones
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El ombligo como centro cósmico: Una contribución a la historia de las religiones

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La sabiduría proverbial de Gutierre Tibón ha configurado una rigurosa y documentada contribución a la historia de las religiones, advirtiendo la gravitación simbólica de ciertos signos y manifestaciones: el ombligo como centro cósmico y erótico, el saber onfálico y las subyacencias mitológicas de semejante postulación.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento8 abr 2015
ISBN9786071626721
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    El ombligo como centro cósmico - Gutierre Tibón

    T.   

    I. PRELUDIO A LA ESENCIA

    ANTROPOCÓSMICA DEL OMBLIGO

    METÁFORAS ANTROPOCÓSMICAS

    SOBRE LA CIFRA SIETE

    Los valores antropocósmicos¹ del ombligo no se pueden entender sin el contexto de las metáforas, muchas viejas de milenios, en que se compara el cuerpo humano con la naturaleza. El universo está construido como el hombre, con los mismos elementos y exactamente en el mismo orden: al concepto de arriba corresponde la cabeza, al de detrás, la espalda, al de abajo, los pies. Lo confirma un sinnúmero de idiomas en que las voces que expresan relaciones espaciales proceden, sin excepción, de denominaciones de partes del cuerpo humano.

    Las metáforas antropomórficas se ramifican en la forma más sorprendente. En un tratado seudohipocrático de autor anónimo del siglo VI a.C., Sobre la cifra siete (Perí ebdomádon), se equipara la tierra suave con las partes blandas del cuerpo y las piedras con los huesos; el agua de ríos, lagos y mares con la sangre; el aire con nuestro aliento; la luna con el diafragma; el calor solar con el de las entrañas; el calor de las estrellas (originado por el sol) con el calor debajo de la piel; y el frío firmamento con la piel humana.²

    Puesto que hay una completa correspondencia entre el cosmos y el cuerpo del hombre, el médico sólo puede curar si dirige su mirada simultáneamente sobre ambos aspectos de la misma unidad.³

    Análogas equiparaciones se encuentran en la literatura médica de la Grecia antigua, y todas abrevan en las mismas fuentes orientales. Un ejemplo de la concepción hindú:

    Así como el ojo humano se parece al ojo

    cósmico, el sol… así como el aliento

    humano se parece al de los dioses en el

    universo…

    La India ejerce evidente influencia sobre Persia. En la literatura irania se encuentra este pasaje:

    En los libros sagrados se dice:

    el cuerpo humano es una imagen del

    mundo… la piel equivale al cielo;

    la carne a la tierra; los huesos a

    la montaña (o sea, a la roca pétrea);

    las arterias a los ríos; el vientre al

    mar; los cabellos a la vegetación.

    Las enseñanzas iranias llegan a Grecia y a Roma y persisten en la Edad Media cristiana. San Gregorio Magno, papa de 590 a 604, a quien se debe la liturgia de la misa, es autor de la sentencia, muy difundida en la Antigüedad: Homo quodammodo omnia: el hombre es, en cierta manera, todas las cosas.

    Los exegetas medievales, en busca de la unidad entre macrocosmo y microcosmo, especulan sobre la composición del cuerpo de Adán, nuestro primer padre. Su carne es la tierra; sus huesos, las rocas; su sangre, el mar; su cabello, las plantas; y (aquí subintra la filosofía) su pensamiento corresponde a las nubes.

    Análogamente todos los órganos del cuerpo humano, el corazón, el hígado, los pulmones, inclusive la sangre y la bilis, tienen su correspondencia astral: anatomía mágica en relación con la astronomía mágica, es decir, la astrología. Cada órgano está regido por un planeta (figs. 60 a 63) u otro cuerpo celeste. En esta concepción se fundan las predicciones astrológicas.

    Es bien sabido que en todo el mundo sobrevive el concepto popular de que sangre y carne se identifican con el reino animal, cabello y uñas, con el reino vegetal, y los huesos, con el reino mineral.

    LA BOCA DEL RÍO Y EL PIE DEL MONTE

    En el lenguaje metafórico actual, brazo se aplica a la parte de un río que se separa de su cauce principal o al canal ancho del mar que entra tierra adentro; antiguamente brazo era la rama de un árbol⁸ o de una cordillera.⁹ Recodo es la revuelta brusca del río; boca, la salida del río al mar.

    Tal como hay la boca del río¹⁰ y el brazo de mar, existe el pie de la cuesta o del monte,¹¹ el ojo de agua, el lomo de la ola o del surco. También loma viene de lomo, como cabeza de cabezo: el cabezo es un cerro alto, un montecillo aislado, o un escollo redondo en medio del mar.

    Ya que hemos citado el recodo: ¿cómo no recordar el codo, ankoon en griego, origen del nombre de la ciudad adriática de Ancona, por la forma del promontorio sobre el cual se construyó? La extremidad superior de la isla de Sylt, la mayor de Alemania en el Mar del Norte, tiene una curva llamada Ellenbogen, o sea, codo, por su forma inconfundible. En la punta del codo se yergue el faro.

    La oronimia de Inglaterra es rica en colinas mamilares llamadas Paps;¹² en el occidente de México sobresale el Cerro de la Tetilla, con sus imponentes 2 300 metros de altura; otras Tetillas se admiran en el legendario valle de Tepoztlán. No hay que olvidar el fabuloso pezón de Mollie, Mollie’s Nipple, que domina el Gran Cañón del Colorado desde 1 692 metros de altura.

    DELFOS ES EL OMBLIGO DE LA DIOSA MADRE

    La identificación del ombligo, considerado centro del cuerpo humano, con el centro del universo, es concepto antiquísimo. Lo he definido antropocósmico y a ese concepto consagro muchas páginas de este libro.

    Antropocósmica por excelencia es la concepción helena de la tierra vista como una gigantesca diosa madre; su ombligo es Delfos,¹³ centro del mundo. Antropomórfico, con toda evidencia, sería pobre expresión cuando se trate de comparar el cuerpo humano y sus partes con el cosmos: La tierra está acostada bocarriba como un ser humano que mira al cielo tal como se mira al padre, reza una sentencia de la literatura hermética.¹⁴

    A gran antigüedad deben remontarse los conceptos antropocósmicos griegos. El paladar es ouranískos, cielito, por comparación de la bóveda palatina con la del cielo, ouranós: Urano es el dios celeste, padre de Saturno, abuelo de Júpiter. La calota craneana del hombre es llamada pólos, el que gira, por identificarse con lo más alto de la bóveda celeste: parece que ésta girase, día tras día, alrededor del imaginario eje del cielo.

    Debe ser más reciente el nombre de la primera vértebra cervical, la que sostiene la cabeza: atlas, como el mítico gigante que sostiene el cielo, un cielo concebido esféricamente, como una cabeza humana de desmesuradas proporciones (cf. p. 20). Antropocósmica es la representación del sangrador con los signos del zodiaco insertado en su cuerpo. Sobre su cabeza está el aries, debajo de los pies los piscis. El cosmos como hombre y el hombre como cosmos.¹⁵

    ANTROPOMORFISMO SAGRADO EN GRECIA

    Es pertinente comprobar cómo un proceso de espiritualización del primitivo antropomorfismo se verifica en la Grecia antigua, al tratarse de la deidad. A Zeus Kosmetas, el ordenador (sin duda con el sentido de aquel que produce el orden en todo), estaba consagrado un templo de Esparta.¹⁶ La cabeza y el rostro del príncipe de los dioses son el cielo; sus ojos, el sol y la luna; su espíritu (nous), el éter; su torso (aer), las nubes; su cintura, el mar; su abdomen, piernas y pies, la tierra. Esta representación debe remontarse al periodo preclásico, ya que en el clásico se ennoblece y el dios se concibe como una unidad indivisible: Zeus es éter, tierra, cielo, el todo; y si fuera posible, aún más que el todo, dice Esquilo.¹⁷ Eurípides espiritualiza aún más al dios: ¿Ves allá arriba el éter sin fin, que rodea la tierra en tierno abrazo? ¡Lo tengo por Zeus, lo considero dios!¹⁸

    ANTROPOMORFISMO BÍBLICO

    Los atributos antropomórficos de Dios abundan en la Biblia: Dios tiene cabeza, ojos, manos, brazos, pies;¹⁹ escribe con el dedo sobre las tablas de piedra;²⁰ pero (proclaman con razón los exegetas) estos atributos no tienen valor más que el puramente metafórico, simbólico.

    Así Saadia Gaón, el egipcio (882-942), considera que cuando la Biblia alude a la cabeza de Dios, se refiere a su sublimidad; análogamente, ojo es providencia; cara, favor; mano, potestad; entrañas, compasión; pies, sumisión. La afirmación de Maimónides, el cordobés (1135-1204), acerca de la incorporeidad de Dios, se ha convertido en dogma fundamental del judaísmo.²¹

    En la iconografía cristiana, el ojo de Dios sigue representándose en el místico triángulo de Dios Padre; el dedo de Dios se usa como símbolo de la omnipotencia divina que se revela en algún acontecimiento excepcional.

    PROTÁGORAS Y LOS MACHIHEMBRADORES

    Cuando Protágoras se refiere al hombre como medida de todas las cosas,²² alude más a la medida en el comportamiento de cada hombre, según sus circunstancias en el tiempo y el espacio,²³ que a la medida geométrica. Pero el principio protagórico se aplica admirablemente a los aspectos físicos. Es indiscutible que el hombre se ha comparado con el cosmos como persona entera, y que proporciones tomadas del cuerpo: brazo, codo, cabeza, palmo… se han usado como medidas materiales del mundo físico hasta el momento en que los revolucionarios franceses crearon el sistema métrico.²⁴ Con todo, no deshumanizaron enteramente las medidas naturales, ya que la decimalización corresponde a los humanísimos 10 dedos, de manos y pies. A fines del siglo XX hay pueblos adelantados que siguen hablando de pulgada, uña, mano, cuarta.²⁵

    Protágoras habría aplaudido el verbo machihembrar, elegante tecnicismo que usan, sin un asomo de malicia, los carpinteros. Con todo, el estructuralismo de Lévi-Strauss, que limpia las imágenes, es decir, los símbolos, de su velamen²⁶ críptico, modera la pretensión protagórica del hombre como medida de todas las cosas.

    LA VÍA LÁCTEA, LECHE DE JUNO

    La tendencia antropomórfica del mundo clásico llega a dimensiones cósmicas. Una montaña: el Atlas, en los confines occidentales de la tierra, que parece sostener la bóveda del firmamento, se transforma en un hombre gigantesco: Atlas, el que soporta sobre sus hombros al cielo (cf. p. 18). En el cielo, la Vía Láctea nace en circunstancias que siempre se evocan con deleite. Júpiter tuvo una aventura con Alcmena, la de los pies seductores, que le dio un hijo, Hércules. Alcmena no era una diosa, sino un simple ser humano, y Júpiter quiso asegurar a su nuevo vástago la inmortalidad. Sabía el príncipe de los dioses que lo podía lograr con una sola gota de leche de su esposa, Juno, puesta en los labios de Hércules. Lo malo era que Juno, indignada por las infidelidades de Júpiter, nunca habría aceptado amamantar al hijo espurio de su divino consorte. ¿Qué hizo Júpiter? Recurrió a la más ingeniosa de las estratagemas: colocó al recién nacido al lado de Juno dormida. El niño Hércules coge el pecho de la diosa, pero ésta despierta y lo rechaza bruscamente. El chorro de leche de Juno, que se esparce en aquel instante en el cielo, forma la Vía Láctea, el gran camino blanco por el cual, desde entonces, pasará Júpiter para entrar en el Olimpo (fig. 1).

    1. La Vía Láctea. Juno amamanta a Hércules en presencia de Júpiter, padre del infante.

    Óleo de Rubens en el Museo del Prado, Madrid.

    CABEZA, CABELLO Y OJO

    Para comprender mejor la equiparación del ombligo, centro del cuerpo humano, con los centros cósmicos (tierra, cielo, todo el universo) es preciso analizar las otras partes del cuerpo asimiladas con conceptos simbólicos, a menudo abstractos.

    Platón compara la cabeza, por su forma esférica, con un universo: cada cabeza es un microcosmo.²⁷ En contraste con el cuerpo, manifestación de la materia, la cabeza simboliza el espíritu: de ella emana la autoridad de ordenar, aclarar, regir, dirigir. En la raíz indoeuropea* reg he descubierto el valor básico de cabeza y lo he comprobado con el vasco buru en mi libro América, 70 siglos de la historia de un nombre.²⁸ Acerca de los cabellos, que representan ciertos poderes del hombre (la fuerza, la virilidad, como en el mito de Sansón) o de la mujer, cuyo pelo se equipara con la vegetación, he llevado a cabo estudios exhaustivos en mi libro Mujeres y diosas de México.²⁹

    2. Personaje femenino con orejas largas. Escultura románica del siglo XII en el portal inferior del templo de Vézelay, Borgoña.

    Chevalier, III, 329.

    Es incomparable la riqueza simbólica de los ojos. La he investigado brevemente en mi ensayo sobre la letra O, derivada de la ’ayn hebreofenicia, ojo, e inicial del griego ophtalmos, ojo.³⁰ Según los místicos, la vida es sueño, el mundo y la verdadera realidad se encuentran en la unidad divina, Dios es la única fuente real de donde procede todo. ’Ayn, ojo, se usa pues en su doble acepción de realidad y de manantial, para expresar la existencia de la más profunda esencia divina. Avicena alude a los sabios que penetran hasta el ’ayn, o sea, hasta la contemplación de la naturaleza íntima de Dios.³¹ En castellano hemos conservado el ’ayn hebreo y árabe en la expresión ojo de agua, manantial:³² admirable transposición metafórica.³³ En el capítulo V examino la identificación, no menos admirable, de ojo con ombligo. Es básica para explicar el lugar místico (ojo del conejo lunar en el lago de Tezcoco) en que se fundó la ciudad de México, ombligo de la Luna.³⁴

    NARIZ, OÍDO, BOCA Y LENGUA

    La nariz, como el ojo, es símbolo de la clarividencia. Entre los bámbaras la nariz, junto con la pierna, el falo y la lengua, es uno de los cuatro obreros de la sociedad. Órgano del olfato, descubre las simpatías y las antipatías, guía el movimiento de las piernas y completa la acción de los demás obreros responsables del buen o mal funcionamiento del cuerpo social.³⁵

    En el simbolismo hindú, las orejas representan la inteligencia cósmica. En India y en China, las orejas largas son señal de sabiduría e inmortalidad. Así vemos representado a Buda. Las orejas de Lao-tse tenían siete pulgadas de largo. Personajes semiangélicos con orejas largas se encuentran también en el arte románico francés. No se deben al capricho del escultor, sino a una simbología cuyo valor se ha perdido (fig. 2).³⁶ El simbolismo sexual de la oreja no es privativo de estirpes africanas como los dogones y los bámbaras de Mali, que ven en el pabellón, el falo (¿quién ignora la sensibilidad erógena del lóbulo?), y en el conducto auditivo, la vagina (es igualmente simbolismo cristiano). La Iglesia ha preferido no profundizar demasiado este tema, en tanto que el hereje Eliano fue condenado en el Concilio de Nicea (325) por haber dicho que El verbo penetró por el oído de María.³⁷ El misal de Salzburgo se ha adueñado de estos versos del poeta Enodio:

    Gaude, Virgo mater Christi

    Quae por aurem concepisti

    Alégrate, Virgen, Madre de Cristo, que concebiste por el oído. En el breviario de los maronitas se lee: Verbum Patris por aurem Benedictae intravit: El Verbo del Padre entró por el oído de la Bendita.³⁸

    El hombre primitivo comparó su boca con toda entrada y salida que veía en la naturaleza que lo rodeaba: la boca, por donde entra el aliento y el sustento corporal; la boca, de donde sale el pensamiento forjado en palabras; la boca que se une a otra boca para sellar el pacto de amor. La boca es el símbolo de la potencia creadora y, sobre todo, de la insuflación del alma, o sea, de un grado elevado de la conciencia.³⁹ Acerca de los treinta y dos ebúrneos moradores de la boca, he dedicado a su simbolismo mi libro El mundo secreto de los dientes.⁴⁰ La lengua (vivaz inquilino de la boca, maestra en juzgar sabores, gimnasta incansable, árbitro de los sonidos y del habla) es simbólicamente una llama; posee su forma y su movilidad. Destruye o purifica. Su poder es tan completo que la muerte y la vida le pertenecen.⁴¹

    CUELLO, HOMBROS Y MANOS

    El cuello simboliza la comunicación del alma con el cuerpo. En la poesía erótica árabe-persa el cuello se compara con un árbol de alcanfor (por su aroma y su esbelto tronco), con una vela, un peine de marfil, una rama florida y un lingote de plata. El cuello, en efecto, ocupa un lugar de elección en el cuerpo humano, no sólo como sede del alma, sino por su hermosa dignidad.⁴²

    Los hombros son la potencia, la fuerza de realización, la resistencia. Atlas sostiene la Tierra en sus hombros, Cristo sostiene en los suyos la cruz: alegoría de redención.

    Junto con los hombros, los brazos y las manos representan el poder de hacer, obrar y actuar;⁴³ además, el socorro, la protección. Como instrumento de la justicia, el brazo secular inflige el castigo a los condenados: grato recuerdo del Santo Oficio. En el budismo y el hinduismo, los mudras, ademanes de la mano con características posturas de los dedos, simbolizan actitudes espirituales. Los mudras existieron también entre los mayas⁴⁴ y otros pueblos meso y suramericanos.

    PECHO, VIENTRE Y FALO

    El pecho de los ángeles es baluarte inexpugnable bajo cuya protección un corazón generoso distribuye sus dones vivificantes;⁴⁵ el seno de Abraham, lugar de descanso de los justos. El pecho femenino es emblema de maternidad, de dulzura, de refugio. El seno derecho simboliza el Sol y el izquierdo la Luna.⁴⁶

    El vientre, símbolo de la madre, análogo a la cueva,⁴⁷ refleja, como el pecho, ternura y amparo. Lugar de transformaciones, se le ha comparado con el laboratorio del alquimista.

    Obvio el valor simbólico del falo; también el pie, el pulgar, la piedra erecta, la columna, el árbol tienen simbología fálica, sin ser necesariamente erótica: sólo significan la potencia generadora.⁴⁸ En el esoterismo hebraico, es el séptimo miembro del hombre; los demás son las piernas y los brazos, la columna vertebral y la cabeza. Según los alquimistas, Adán es la manifestación varonil del prístino Andrógino, y la flecha de Mercurio despierta su poder generativo. En la Miscellanea d’Alchimia (Biblioteca Laurenciana de Florencia, siglo XIV), el falo es representado como un lozano árbol de gallardo tronco, con tupido follaje y gran riqueza de frutos (fig. 3).

    3. Adán como manifestación varonil del prístino Andrógino, según los alquimistas.

    Miscellanea d’alchimia (Ms. Ashburnham, 1166), Biblioteca Laurenciana, Florencia. Campbell, fig. 229.

    MUSLOS, PIERNAS Y RODILLAS

    Los muslos, por su función en el cuerpo: soportes móviles, significan fuerza y firmeza. La Cábala hace hincapié en estas características análogas a las de la columna.⁴⁹

    La pierna, instrumento de la marcha, es símbolo del acercamiento entre los hombres. Suprime las distancias, favorece las relaciones humanas. La rodilla es símbolo de la autoridad y de su poder social. Doblar las rodillas es hacer acto de humildad, pero hacer doblar las rodillas equivale a imponer nuestra voluntad. Arrodillarse es prosternarse, adorar. Plinio (siglo I) señalaba la índole religiosa de las rodillas, símbolo de potencia, poder y reciedumbre.⁵⁰ Los antiguos griegos creían que los dioses, reunidos en consejo, tenían los destinos de los hombres y los dones que les reservaban en sus rodillas. Nos lo recuerda Homero en el famoso verso de la Odisea: Está sobre la rodilla de los dioses.⁵¹ Goethe transforma el dicho heleno en la metáfora más surreal: En las rodillas de mi corazón.⁵²

    EL PIE

    El pie, instrumento del paso, tiene vasta y fascinante simbología. Según Seudo-Dionisio el Areopagita (siglo V), los pies representan la movilidad y la rapidez de la carrera perpetua que lleva el alma hacia las realidades divinas.⁵³

    Buda, al nacer, midió el universo marchando siete pasos en cada dirección del espacio. Vishnú lo mensuró en tres pasos: en el oriente, en el cenit y el occidente. En el Pico de Adán (Sri Lanka) la enorme huella de pie se atribuye a Adán, desterrado del Edén, a Buda y a Shiva.⁵⁴ En el Monte de los Olivos se enseñan las huellas de Jesús.⁵⁵ Los semidioses modernos, o sea, los actores de la pantalla, dejan sus huellas en la explanada de un famoso cine de Hollywood, el Palacio Chino.

    El hombre marca su huella en los caminos (buenos y malos) que escoge, en función de su libre albedrío. Esto explica las ceremonias del lavatorio de los pies, como rito de purificación. El psicoanálisis se ocupa del pie como símbolo erótico, más fuerte en los dos extremos de la sociedad: entre los primitivos y entre los refinados.⁵⁶

    ARTERIAS Y VENAS

    Identificaciones antropocósmicas de las arterias se encuentran en autores antiguos: en el tratado griego Perí ebdomádon (cf. p. 15) se compara el calor solar con el de las arterias, y en los libros sagrados del Irán las arterias equivalen a los ríos (cf. p. 16). En las lenguas modernas, arterias son calles o vías de comunicación importantes.

    Análogamente, las venas se vuelven los filones o las vetas de las minas, en que se encuentran los metales, el carbón, el azufre o la sal gema. En el siglo XVII español, vena era el conducto natural por donde circula el agua en las entrañas de la tierra; todavía hoy agua de vena lo es de manantial. Se descubren venas en los árboles, en las hojas, en los mármoles.

    Clásico tropo es llamar vena a la inspiración poética, la fecundidad intelectual, el ingenio. Covarrubias, en 1611, escribía: La vena de la vida, que contiene en sí el espíritu vital.⁵⁷ El psicólogo se regocijará con la transposición semántica de los andaluces, quienes llaman vena a los celos del macho cabrío.

    ARTEMIDORO, EL ONIROCRÍTICO

    El valor simbólico del cuerpo humano y sus partes se manifiesta en los sueños a través de una elaboración subconsciente de millares de siglos. Desde fines del pasado y en éste, Freud y sus adeptos han analizado sus implicaciones en la psicología profunda. Existe una amplia literatura psicoanalítica en este campo, que no conviene resumir aquí; pero sí es de interés conocer la primera gran interpretación de los sueños, realizada por un filósofo griego estoico del siglo II de nuestra era: Artemidoro de Daldis. Éste se apoya en su predecesor Aristandro de Télmessos, quien cinco siglos antes acompañó en sus expediciones a Alejandro Magno como onirocrítico, o intérprete de los sueños. Artemidoro afirma:

    Al cabo de consultar todos los libros de los sabios y de los antiguos maestros del pensamiento; de recoger noticias y documentos hasta —y más allá de— los confines del mundo en Asia, en Italia y en las Grandes Islas Desconocidas y tan densamente pobladas, yo, Artemidoro Daldiano, he franqueado, más que todos, los umbrales del divino misterio.⁵⁸

    Ignoramos cuáles son las Grandes Islas Desconocidas, pero es digno de saberse que La gran cabala del lotto, el libro consultado por millares de jugadores del lotto (la lotería italiana) para sacar de sus sueños los números revelados por sus visiones oníricas, se basa todavía en la ciencia de Artemidoro.

    Veintidós siglos y medio después de Aristandro, el psicoanalista vienés Wilhelm Stekel⁵⁹ estudió a sus antiguos colegas helenos y se enteró de que su interpretación contenía inquietantes precisiones, dignas de comentarse. Este tema se vincula estrechamente con la concepción antropocósmica, o sea, la de la relación hombre-universo. Empecemos, como lo hace Artemidoro, con la cabeza. Soñar con tenerla crecida significa poderío para el hombre ambicioso, riqueza para el comerciante, victoria para el soldado. Soñar con tener cabellera larga y fluente es buen auspicio, máxime para la mujer, el hombre de estudio, el artista y el sacerdote. Indica elevación del intelecto. Soñar con tener cabellos enmarañados es indicio de graves desgracias. Soñar con tener oídos en número superior al de que todo mortal está provisto es indicio favorable para quien desea la obediencia del cónyuge, de los hijos y de los empleados. Para quien trabaja bajo la dependencia de un amo, el tener muchas orejas es señal de esclavitud.

    4. El sueño de las espigas que salen por los oídos, buen auspicio según Artemidoro Daldiano.

    Grabado en madera de Pietro Parigi, 1941, en Il libro dei sogni de Artemidoro.

    Supe de cierto Aristides de Éfesos —relata Artemidoro— que soñó con grandes y prósperas espigas de trigo que brotaban de sus orejas (fig. 4). Más tarde recibió el don de un fértil terreno con el cual rápidamente se enriqueció."⁶⁰

    LA MUJER CON MUCHOS PECHOS

    No tener nariz es presagio de noticias desagradables, persecuciones y muerte de los enfermos, ya que las cabezas de los muertos no tienen nariz. Tener dos narices es indicio de discordia entre amigos, y digo discordia, ya que cada cosa doble o bifurcada significa desavenencia.⁶¹

    Acerca de los sueños dentales, es notable la convergencia de lo que escribe Artemidoro con lo que se sigue creyendo en la actualidad.⁶²

    Llagas, enfermedades, livideces en el cuello, en la garganta y el mentón pronostican enfermedades, porque todo el cuerpo depende del cuello. Si es sano, el cuerpo es sano, si enfermo, el cuerpo se halla inmovilizado.⁶³

    La mujer que sueña tener muchos pechos se halla a punto de cometer adulterio. Estar herido en el pecho por un amigo lleva tristes noticias a los viejos, pero a los jóvenes y a las mujeres trae amor.⁶⁴

    Soñar con muchas manos es indicio de trabajo para el obrero y el campesino; para los demás promete hijos y riquezas; pero para los maliciosos significa cadenas.⁶⁵

    Soñar con las rodillas significa fuerza y vigor, probabilidad de emprender viajes y empresas de gran importancia.

    Tener más de dos pies es buen auspicio para mercaderes y capitanes de mar: a los primeros acarrea negocios, a los segundos, tranquilidad y opulencia, así como un mar favorable, ya que, con varios pies, el barco correrá veloz sobre las olas.⁶⁶

    EL SUEÑO DEL OMBLIGO

    ¿Y el ombligo? Artemidoro, en su capítulo XXXVI, afirma: "El ombligo, para quien tiene padres, indica a los mismos; para quien ya no los tiene indica la patria, madre común de los pueblos.⁶⁷ Si soñáis tener un ombligo grueso y pesado, esto indicará muerte del padre o de la madre o sucesos infaustos para vuestro país. Por el contrario, soñar con el ombligo sano es indicio de vigor y vida cómoda".⁶⁸

    En la Cabala del lotto, soñar con el ombligo vaticina el nacimiento de un niño, pero su interpretación cabalística (o sea, el número que hay que jugar debido a la inspiración que llega por el misterioso camino del sueño) es muy distinta a la que se identifica con el umbilico en el Oriente Mediterráneo: el 7, o en Mesoamérica: el 5 y el 13. Es, por razones indescifrables, el 19.⁶⁹

    METÁFORAS ANTROPOCÓSMICAS EN EL NUEVO MUNDO

    MAGIA CAPILAR

    En el Nuevo Mundo, las metáforas antropocósmicas, es decir, las transposiciones de sentido de partes del cuerpo humano a lugares reales o imaginarios, terrestres o celestes, son tan frecuentes como en el Viejo Mundo. Describo algunas de ellas: la identificación del ombligo con el centro será objeto del capítulo VII. Disponemos de un amplio material gráfico, herencia del México antiguo, ya que los escribas aztecas, o tlacuilos, tuvieron que representar nombres de lugares con dibujos, a menudo antropomórficos, para permitir la inmediata lectura de sus glifos en las matrículas de tributos.

    Cuáitl es cabeza, pero también cima, extremidad, como en las lenguas del Viejo Mundo. Cuamila, pueblo tlaxcalteco, es la cabeza de la sementera, o sea, está en la extremidad del campo de cultivo.⁷⁰ Desde una época antiquísima (fines del segundo milenio antes de nuestra era), la cabeza se identifica con la milpa. Lo he demostrado en otro estudio, basándome en ritos de magia capilar que describieron Sahagún y Durán, y sobreviven en la Amazonia y entre ciertos indígenas de Nuevo México, Honduras y Guatemala, así como en mil y mil estatuillas de barro en las que la cabellera tiene un indudable propósito de magia agrícola.⁷¹

    Como la cabeza, también el cabello (tzontli) equivale a cumbre, altura; el pelo humano se compara con el techo pajizo: con tzontli y tlapoa, descubrir, se forma el verbo tzontlapoa, destechar.⁷² De la misma manera que nosotros decimos llevar a cabo, en que cabo es cabeza, los nahuas llaman tzonquizqui toda cosa acabada y concluida.⁷³

    CABELLO Y OJO

    L’Histoyre du Mechique de Thévet (mediados del siglo XVI) contiene un mito de la creación digno de recordarse, pues describe la metamorfosis de la diosa terrestre, Tlaltecuhtli, en todo el fruto necesario para la vida del hombre. Los dioses hicieron de su cabello árboles y flores y yerbas; de su piel, la yerba muy menuda y florecillas; de los ojos, pozos y fuentes y pequeñas cuevas; de la boca, ríos y cavernas grandes; de la nariz, valles y montañas. ⁷⁴

    Conviene comentar la afinidad del cabello (la diosa posee todas las prerrogativas humanas) con el reino vegetal, como en el Viejo Mundo; además la relación del ojo con pozos y fuentes como el ojo de agua (cf. cap. I, nota 32).

    DE ATLIXCO A CHICHÉN

    Ixtli, en náhuatl, es cara, rostro y, por extensión, ojo; aplicado al ámbito extrahumano, toda superficie. Xalixco, la ciudad nayarita que está en la superficie de la arena, da su nombre al estado mexicano de Jalisco. Atlixco: en la superficie del agua. Ixtli, combinado con el tla, abundancia, de ixtla, mucha superficie, o sea, llanura. Si le añadimos a Ixtla la voz huacqui, seco, obtenemos el lugar de llanos secos, Ixtlahuaca. Calixtlahuaca es la llanura de las casas, donde se admira el templo redondo de Quetzalcóatl; Coixtlahuaca, que fue orgullosa capital mixteca, es la llanura de las serpientes; Xochistlahuaca, la gentil capital amusga, llano de las flores; Juxtlahuaca, la puerta de la Baja Mixteca, planicie verde, y la vecina Tecomaxtlahuaca, famosa por sus brujos, llanura de los tecomates, es decir, de los vasos de barro.

    Los labios y la boca, en náhuatl, se llaman ten(tli). Metafóricamente, el borde o la orilla de todas las cosas; pero adquiere otro valor figurado, enteramente abstracto: el de recuerdo, memoria.⁷⁵ Tenco, en la boca, significa de memoria.⁷⁶ Atentli es la orilla del mar; atoyatentli, la ribera del río; tilmatentli, la orilla del vestido, y amatentli, el borde del papel.⁷⁷ Acatempa, la población donde ocurrió el histórico abrazo de Guerrero e Iturbide, está a la orilla de los carrizos, y Tianguistenco, la villa del gran mercado en el Valle de Toluca, a la orilla del tianguis. Atenco significa en la orilla del agua, o sea, en la ribera, y el jeroglifo enseña una boca con los labios abiertos, rodeada hacia atrás por el signo del agua (figura 5).

    En maya, chi’ es boca, pero también orilla. Ch’en es pozo: Chichén es la orilla del pozo.

    Los 32 ebúrneos habitantes de la boca se llaman tlan(tli); su apócope, tlan, es sufijo locativo en infinidad de nombres de lugar mexicanos. El diente fijo en su alvéolo es paradigma de lo que está.⁷⁸ Los escribas aztecas representan tlan en los nombres de lugar con una, dos o más muelas: Petatlán está escrito con una estera y dos muelas; Tochtlan, con un conejo y tres muelas, y así por el estilo.

    5. Jeroglifo azteca de Atenco (Tezcoco), en la orilla del agua, en la ribera, representado antropocósmicamente. La orilla está figurada por unos labios abiertos, ten (tli), rodeados por el agua, a (tl); co "en" va sobrentendido.

    Códice Mendocino 53, fig. 2; Peñafiel, 58.

    6.

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