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Análisis etnohistórico de códices y documentos coloniales
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Libro electrónico305 páginas3 horas

Análisis etnohistórico de códices y documentos coloniales

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En este libro se presenta la localización del traslado de un pindecuario o libro manuscrito con información sobre las costumbres, las fiestas y las obligaciones religiosas de Charapan, una de las repúblicas purépechas más importantes durante el virreinato.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento22 ago 2019
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    Análisis etnohistórico de códices y documentos coloniales - Dora Sierra Carrillo

    BIBLIOGRAFÍA

    PRESENTACIÓN

    Perla Valle y

    Bertina Olmedo Vera

    Desde sus inicios la etnohistoria, como especialidad de la antropología mexicana, se ha vinculado con el estudio de fuentes escritas de diferentes clases y rangos. El desarrollo de las técnicas y herramientas de otras ramas de la antropología y de ciencias afines ha permitido que la disponibilidad de los materiales documentales de información se diversifique y enriquezca. También se debe mencionar la modernización de numerosos archivos y bibliotecas públicas, la tendencia a la apertura de los coleccionistas particulares y la publicación cada vez más frecuente de documentos en alfabeto latino y de códices prehispánicos y coloniales. Este conjunto de consideraciones justifica que los estudios etnohistóricos retornen al análisis documental ahora con nuevas metodologías y enfoques originales.

    La autenticidad de una fuente de información es cualidad indispensable para considerarla confiable en un proyecto de investigación; sin embargo, es conveniente reflexionar en los límites que las clasificaciones tradicionales han impuesto a las fuentes primarias y secundarias, ya que por la diversificación y procedencia de estas últimas, también merecen una apertura en cuanto a sus posibilidades de información. Por ejemplo, la existencia de sólo una copia o reproducción de un documento desaparecido estaba en total desventaja con el original, no obstante su calidad o el hecho de haberse elaborado en una época cercana a la factura del original, y no se le daba la oportunidad de tenerla en cuenta en un proyecto de investigación. Ahora es posible valorar sus posibilidades informativas si se compara con fuentes contemporáneas y decidir su viabilidad.

    En la actualidad, la diversidad de las fuentes accesibles enriquece las posibilidades de información para el investigador y favorece la aplicación de metodologías adecuadas a los fines propuestos en su proyecto.

    En esta obra se reúnen las ponencias presentadas en la sesión Análisis etnohistórico de códices y documentos coloniales, de la XXVII Mesa de la Sociedad Mexicana de Antropología, realizada en Jalapa, Veracruz, en agosto de 2004. Los autores son investigadores de la Dirección de Etnohistoria del INAH interesados en los estudios en este campo de la antropología y, por consiguiente, en la aplicación de métodos adecuados con base en fuentes escritas. Esta tendencia, común a todos los trabajos presentados, es un buen ejemplo de la variedad de enfoques y procedimientos utilizados en el estudio de problemas etnohistóricos de investigación.

    Como punto de partida en este quehacer, el investigador debe trabajar en la etapa de la construcción de la fuente. Según el caso, empezará por localizarla y obtener los datos generales necesarios para determinar el tipo de documento al que corresponde; también es importante tomar en cuenta sus aspectos materiales y formales, así como tener un conocimiento inicial de la temática que trata.

    Además, la lectura analítica de la fuente —ya sea alfabética, en escritura tradicional indígena registrada en los códices, o de los elementos de otra clase como el ceremonial cívico y religioso con danzas y representaciones teatrales, entre otros— es obligada con el fin de señalar los datos útiles para el proyecto de investigación o relacionados con su contexto. Por consiguiente, las interrogantes planteadas a la fuente básica y a otras fuentes aledañas, permitirán al investigador profundizar en su conocimiento y problematizar la información localizada a partir de los conceptos significativos que forman parte de su estudio.

    Sin duda se puede proceder en otras direcciones impuestas con frecuencia por el propio carácter de la fuente, a veces incompleta y a menudo muy deteriorada, difícil de situar en su tiempo o precisar su procedencia; asimismo, su lectura puede presentar graves escollos que dificultan entender su discurso y que requieren técnicas especializadas que incluso llegan a desviar el desarrollo del proyecto. Así, la lectura y descripción de la fuente se convierten en los objetivos de la investigación.

    Los artículos de este libro presentan diferentes aspectos del procedimiento seguido en la investigación sobre varias clases de fuentes, formatos y materiales. Se abordan problemáticas muy distintas: la ideología y cosmovisión indígenas; diferenciación social, y funcionamiento de instituciones eclesiásticas y administrativas novohispanas, a través de tiempos alternos.

    En Fiesta pequeña de los señores, Bertina Olmedo realiza un análisis comparativo de una de las fiestas del calendario solar de los nahuas del México prehispánico. Utiliza fuentes históricas del siglo XVI que tratan sobre el tema y aprovecha la información actual sobre la procedencia de dichos documentos. La estrategia metodológica que siguió para este estudio fue agrupar las fuentes de acuerdo con la temática abordada para describir la veintena Tecuilhuitontli, fiesta pequeña de los señores, y observar la posibilidad de asociar cada grupo de representaciones o relatos con una región o lugar determinado. La autora concluye que, aun cuando el análisis utilizado fue de gran ayuda para sistematizar la información y aclarar ciertos aspectos sobre la dedicación de la fiesta, los rituales realizados durante ella o acerca de los grupos sociales involucrados, existen problemas para vincular las distintas temáticas con los grupos que las produjeron. El trabajo incluye comentarios sobre las fuentes utilizadas con el fin de ubicar al lector en el contexto en el que fueron escritas.

    El texto Elementos de concha en los códices Borbónico y Magliabechi. Semejanzas y diferencias fue presentado por Lourdes Suárez. El trabajo consiste en una revisión sistemática de dos códices nahuas con el objeto de documentar la representación en ellos de los elementos de concha. En la introducción la autora resalta la importancia de la concha como marcador cultural y, particularmente, el papel que desempeñó dentro del contexto religioso, mágico y mítico de los grupos nahuas del Centro de México en la época prehispánica. Continúa con la descripción de las dos fuentes utilizadas y establece una comparación general entre ellas. En la parte medular del trabajo analiza y compara los elementos de concha más significativos que aparecen en los dos códices, incluyendo información novedosa, como serían los datos de la especie biológica con la que posiblemente fueron manufacturados. Concluye que, a pesar de las diferencias existentes entre los dos códices, los elementos de concha representados en ambos aparecen asociados a los mismos contextos religiosos y casi siempre a las mismas deidades.

    En el rango de fuente en escritura náhuatl puede considerarse el texto "Altepetl, hueyaltepetl y altepetontli. Organización política de los pueblos en el Códice Osuna", presentado por Perla Valle. El estudio se basa en el análisis de las imágenes de una sección de este códice, donde se pintó un número importante de los pueblos sujetos al altepetl de Tlacopan durante la etapa colonial temprana. La complejidad de las pinturas de las cuatro láminas analizadas reúne información sobre las diferentes jerarquías de los altepetl y sus pueblos sujetos, indicando su antiguo rango cuando fueron sede de gobernantes nobles. Por otra parte, en ellas se registra la organización política de la República de indios, al señalar los pueblos con la cabeza del gobernador del cabildo indígena, y se marcan aspectos del ordenamiento colonial de los corregimientos y de los pueblos encomendados que se impusieron sobre los anteriores patrones de asentamientos. La lectura y análisis de estas láminas de una fuente indígena aportan información sobre la complejidad de la organización política en la cuenca de México, relacionada con fuentes escritas también de factura indígena.

    El artículo titulado "La lámina 32r del Códice Jilotepec", presentado por Rosa Brambila, ofrece al lector una minuciosa historiografía sobre esta fuente y aclara las interrogantes e imprecisiones hasta ahora conocidas, en relación con su historia y procedencia. La descripción general del documento proporciona los datos suficientes para situar el estudio de la lámina 32r desarrollado en el texto. Las observaciones de la autora adquieren una mejor comprensión con la descripción de la disposición del espacio en la lámina. Éste es un aspecto de particular significado, que determina la distribución de los personajes indígenas y europeos; además, Brambila señala los aspectos formales que caracterizan a sus diferentes rangos sociales y distingue a funcionarios de diversos cargos de la administración colonial. El análisis de las imágenes permitió a la investigadora precisar la participación de diversos grupos étnicos en la organización política indígena de la localidad. Las actividades registradas en el documento se fecharon con el glifo caña, uno de los portadores del año en el calendario otomí. Con base en las reflexiones sobre este estudio y sus relaciones con el contexto histórico de Jilotepec, la autora concluye con una propuesta interesante y novedosa que redondea el texto.

    El artículo de Carlos García Mora se titula Un pindecuario en la Sierra de Michoacán. Durante las temporadas de campo que el autor pasó en la Sierra de Michoacán en la década de los setenta, recogió varios testimonios orales sobre la existencia de un libro manuscrito con información sobre la historia y costumbres de Charápani, una de las más importantes repúblicas de naturales de los purépechas bajo el régimen novohispano. Este documento perdido era uno de los llamados pindecuarios, es decir, uno de los libros elaborados en los pueblos purépechas durante la Colonia —quizá por iniciativa de los frailes franciscanos— en los que se registraba el calendario de fiestas y obligaciones religiosas, así como los aranceles cobrados a los campesinos por el clero por los servicios de los sacerdotes y su mantenimiento. El investigador se dio a la tarea de buscar este material; el resultado fue que veinte años después, un colega suyo le mostró un traslado elaborado en las primeras décadas del siglo XIX del pindecuario de Charápani. El autor nos presenta una descripción puntual del contenido de este libro y de su estado material; analiza el contexto y objetivos del traslado y, con base en su lectura, aporta información sistematizada sobre aspectos políticos y religiosos de este pueblo de la sierra michoacana.

    Las actas del Cabildo de la fundación de la Villa Rica de la Veracruz es el título de la presentación de Eduardo Corona Sánchez. Trata acerca de la documentación donde se registra el establecimiento del primer cabildo español en México y la fundación de la Villa Rica de la Veracruz. En un primer apartado se refiere a los antecedentes, preparativos y organización de la empresa de descubrimiento y conquista realizada por Hernán Cortés en Las Antillas. En la segunda parte, el autor describe la naturaleza de las tierras conquistadas y las formas de vida de los diferentes grupos de pobladores, es decir, la información geográfica y etnográfica que la Corona española, urgida de conocer las riquezas en oro y plata de las Indias recién conquistadas, esperaba recibir; también había interés por la descripción y comparación de los pueblos y ciudades de Las Antillas y de tierra firme. En la tercera parte, subraya el interés mostrado en las actas por conocer la religión indígena, las características de los templos donde realizaban el culto a sus dioses y sus celebraciones, relación útil para los futuros planes de evangelización. En la última parte del texto se demanda la certificación oficial de la empresa de conquista y colonización; el cabildo solicitaba además el otorgamiento del nombramiento de capitán y justicia mayor a Hernán Cortés, en su carácter de organismo de gobierno legal ya establecido.

    Teresa Sánchez presenta un estudio con el título La encomienda de doña Leonor Moctezuma. Inicia con datos historiográficos y con la descripción de la fuente alfabética en que se basó para su investigación: un expediente integrado en su mayor parte por cartas de indios nobles descendientes de Moctezuma Xocoyotzin, padre de doña Leonor, dirigidas a los soberanos españoles; en las misivas se solicita el otorgamiento de los derechos señoriales que les correspondían a los indígenas como herederos legítimos de los tlatoque aztecas. La autora analiza el contexto histórico en que se desarrolló la nobleza indígena del siglo XVI y según su criterio señala los rasgos positivos y negativos. Incluye un resumen sobre la encomienda en Nueva España para situar la otorgada a doña Leonor en Ecatepec y que sus descendientes usufructuaron hasta que perdieron sus derechos por venta de la misma en la segunda década del siglo XVII.

    Modalidades en un sistema de trabajo establecido en reales de minas coloniales es el título del trabajo presentado por Celia Islas. Dentro del marco del materialismo histórico, la autora analiza la manera en la que los indígenas fueron integrados al trabajo minero desde el primer siglo de la Colonia, bajo un sistema de explotación que incidió en la desintegración de comunidades indígenas y en su estructura tradicional. De acuerdo con los testimonios referentes al trabajo minero novohispano localizados en diversos archivos y documentos publicados, la autora concluye que el objetivo primordial de los españoles involucrados en la minería fue la implantación en la Nueva España de un sistema de trabajo de repartimiento forzoso de servicio retribuido. Por otra parte, la información obtenida le permite establecer una comparación entre las minas del oeste de Nueva Galicia (actuales estados de Jalisco y Nayarit) y el real de Tlalpujahua (Michoacán), ya que en ambos lugares se implantó el mismo sistema, aunque con ciertas diferencias en regularidad e intensidad, las cuales son analizadas en el trabajo.

    Dora Sierra nos ofrece Magia y hechicería. La herbolaria en documentos coloniales, el cual trata sobre la persecución que hubo en la Nueva España contra los indígenas que utilizaban plantas a las que les atribuían propiedades mágicas y terapéuticas, sobre todo aquellas vinculadas con sus antiguos dioses. El artículo empieza con antecedentes generales del Tribunal de la Santa Inquisición en España y su extensión hacia América, con algunos ejemplos de procesos realizados ya en la Nueva España y consignados en documentos del Archivo General de la Nación en los que el Santo Oficio acusaba a los curanderos indígenas de realizar con sus plantas actos de hechicería y magia. La autora analiza el culto indígena que hacia el siglo XVII todavía se llevaba a cabo con tres plantas que personificaban dioses, con base en algunos casos registrados en la obra de Hernando Ruiz de Alarcón. En sus reflexiones finales enfatiza que en todos los ejemplos presentados es patente la supervivencia de la religiosidad mesoamericana durante la época colonial, lo que nos habla de la resistencia ideológica a la que se enfrentaron los evangelizadores en la Nueva España todavía un siglo después de la Conquista.

    La llegada de las capas blancas a la Nueva España es el título del texto de María Teresa Serrano, sobre los antecedentes históricos de la orden de los Carmelitas y su posterior establecimiento en la Nueva España durante 1585. La labor evangelizadora emprendida por esta orden fue notable; fundó conventos en la capital, en varias localidades del centro de México, así como en las Californias y Nuevo México, no obstante que su desempeño correspondió a una etapa tardía de la evangelización. Este aspecto de la labor misional tuvo su fin a principios del siglo XVII y la orden se dedicó por entero a la vida conventual hasta que fue secularizada. En su estudio la autora se basó en fuentes documentales especializadas, entre las que destacan las crónicas religiosas escritas por frailes carmelitas.

    FIESTA PEQUEÑA DE LOS SEÑORES

    Bertina Olmedo Vera*

    Las 18 fiestas nahuas de las veintenas o meses del año solar fueron documentadas ampliamente en las fuentes históricas del siglo XVI. En las obras de los cronistas Bernardino de Sahagún, Diego Durán y Toribio de Benavente, y en manuscritos pictográficos como los códices fraternos Tudela, Magliabechi e Ixtlilxóchitl; en el Códice Borbónico, el Telleriano-Remensis y el Vaticano A podemos encontrar descripciones detalladas e imágenes de cada una de ellas.

    Varios investigadores han estudiado a fondo estas fiestas anuales y han hecho diversas interpretaciones sobre el significado de los diferentes rituales que se llevaban a cabo durante ellas. Entre los estudios más importantes están los de Paso y Troncoso,¹ Kubler y Gibson,² Nicholson,³ Broda,⁴ Carrasco,⁵ Boone,⁶ Couch⁷ y Graulich.⁸ Todos ellos nos ofrecen una visión amplia sobre el tema y son lectura obligada para comprender la vida religiosa de los pueblos involucrados.

    El presente trabajo tiene un objetivo mucho más restringido; se centra en el análisis comparativo de los rituales descritos en las fuentes coloniales ya mencionadas para la veintena Tecuilhuitontli o Fiesta pequeña de los señores, dedicada al dios Xochipilli según algunos de estos documentos. La elección de esta fiesta en particular se debe a que el culto de esta deidad entre los mexicas ha sido tema de mi trabajo de investigación y me interesaba entender, por un lado, por qué sólo en unas cuantas fuentes se menciona su participación en las ceremonias rituales de esta veintena —lo que no sucede con otras fiestas como Tlacaxipehualiztli, Etzalcualiztlio Tóxcatl, en las que la dedicación a Xipe Tótec, Tláloc o Tezcatlipoca, respectivamente, es clara y uniforme—, así como tratar de explicar la gran variabilidad, aparentemente sin relación alguna, en cuanto a los rituales descritos y representados para esta fiesta en cada documento.

    Diversos autores han propuesto que la selección de determinados dioses patronos y rituales plasmados en las distintas fuentes que tratan sobre las fiestas de las veintenas se debe a localismos y que, por lo tanto, reflejan el diferente origen de la información registrada en cada caso. Bajo esta premisa, el interés del presente trabajo es explorar esta relación para el caso específico de Tecuilhuitontli mediante un análisis comparativo de las fuentes antes mencionadas y aprovechando los estudios recientes que tratan sobre su procedencia. Estos documentos se organizaron en grupos de acuerdo con la temática abordada con el fin de observar la posibilidad de asociar cada conjunto de representaciones o relatos con una región o lugar determinado.

    LA FIESTA PEQUEÑA DE LOS SEÑORES

    El culto y las ceremonias religiosas se regían por un calendario solar dividido en 18 veintenas o meses en gran parte de Mesoamérica. En la Relación de Michoacán se incluye una lista, desafortunadamente incompleta, de las veintenas de los tarascos; en el Códice de Huichapan se mencionan las 18 festividades anuales de los otomíes y, de igual manera, existen registros de los matlatzincas y de los mayas. Autores como Caso, Broda, Carrasco, Soustelle y Acuña han investigado los paralelismos entre éstas y las celebradas en el Centro de México.⁹ En cuanto a estas últimas, no hay acuerdo sobre cuál veintena era la que comenzaba la cuenta del año solar, de tal manera que la posición de cada fiesta varía según la fuente consultada. Tampoco hay consenso sobre la correlación del calendario mesoamericano con el europeo, por lo que las fechas de duración de cada veintena varían en los distintos documentos. Las diferentes posiciones al respecto han dado como resultado interpretaciones diversas, y en ocasiones opuestas, del significado de algunas de las fiestas.

    El nombre en náhuatl de la veintena Tecuilhuitontli, con su terminación diminutiva, significa Fiesta pequeña de los señores.¹⁰ Algunas fuentes se refieren a ella con la forma reverencial Tecuilhuitzintli y otras más omiten la terminación, quedando la forma nominal Tecuílhuitl, Fiesta de los señores. Lleva este nombre en contraposición con el de la siguiente veintena, Huey Tecuílhuitl, que significa

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