Más paraguayo que la mandioca
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"Mas paraguayo que la mandioca", de Aníbal Romero Sanabria, es una colección de crónicas respecto a la vida paraguaya. La obra invita a un colorido recorrido por las actitudes que muestran los paraguayos frente a determinadas situaciones cotidianas: las influencias y reacciones ante los factores climáticos, el comportamiento frente a los connacionales, los extranjeros, la autoridad. Los gestos de cortesía y los indicadores de adulonería. Pasajes que retratan una forma de ser muy particular del paraguayo frente al escenario mundial.
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Comentarios para Más paraguayo que la mandioca
5 clasificaciones1 comentario
- Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Creo que refleja muy bien al paraguayo contemporáneo. La necesidad de un cambio radical de pensamiento está claro. La educación en los colegios y en la propia casa son fundamentales. Sin embargo, todos esos defectos, aunque no lo crean, están presentes en todas partes del mundo, tanto en Paraguay como en Alemania como en Rusia. La gran diferencia es que, teniendo un motivo real al que aferrarse, el paraguayo es capaz de aguantar, sobrellevar y superar cualquier obstáculo que se le presente, con templanza, esperanza y alegría. Nunca he conocido gente igual que los paraguayos. Su historia, su sufrimiento, su lealtad, su lucha, su fuerza, su inquebrantable alegría y firmeza. ¡Salud gran pueblo paraguayo!
Vista previa del libro
Más paraguayo que la mandioca - Aníbal Romero Sanabria
MÁS PARAGUAYO QUE LA MANDIOCA
ANÍBAL ROMERO SANABRIA
9na EDICIÓN
CORREGIDA Y AUMENTADA
Asunción, Paraguay
2016© ANÍBAL ROMERO SANABRIA / Más paraguayo que la mandioca
Registro intelectual N° 58.230 - 30 de mayo de 1996 - Novena edición Textos íntegros
Ilustraciones: Carlos Sosa (Caló)
Edición digital: Matías Cardozo Estigarribia
Hecho el depósito que marca la Ley N° 1.328/98
ISBN: 9781393637981
Índice de contenido
Agradecimientos para la novena edición
Dedicatoria
Prólogo (Ñe'ẽnondegua)
Presentación
Comentario sobre el libro
Maldita resignación
Apete, aquí cerquita nomás
A lo Luque, a lo Luque
Estoy levantando una muralla
Poner de moda la moral
El país del… «¡Sí, señor!»
La globalización y los diez pecados capitales del paraguayo
Te dije luego…
Condecoración al Comisario de Valle Lorito
El dedo del medio
La ley del menor esfuerzo
Pa'íma he'i
País de timberos
El paraguayo, el mejor amigo del árbol
El hombre escombro
Ay, che Dio…
Partido so'o
Un país de muchos «doctores» y pocos señores
López tiémpope guare
Si el pueblo pide pan, dale cachaca
Patria sin padres
Entre la computadora y el výrorei
Dios se lo pague
Quedate allí, te digo. Epyta upépe o un Paraguay sin paraguayos
Ko'ẽramo (Si amanece)
Entre el telemarketing, el fax y el paraguayo
La yernocracia
La pelota tata, una negra herencia
El výrorei
«Qué lindo está tu pesebre»
El futuro y el paraguayo
La cerveza, moneda nacional
Juntemos nuestros sueños
El paraguayo es más astuto que el zorro
150 dólares contra el pokarẽ
¿El terere es cosa de haraganes?
Chicharõ trenzado
«¡Usted no sabe con quién está tratando!»
Aichejáranga o la autoestima del paraguayo
El paraguayo light
¡Cháke! ¡Cháke!
El cuate
El poguasu y su responsabilidad
Amóntema
El mboriahu ryguatã
El pyrague
Tape po'i
Añambaraka
El tupã henói o una limosna por amor a Dios
Arandu ka'aty
Iñakã porã ko tipo
Asunción es solo la Capital del Paraguay
Me voy y vengo - Aháta aju
¡Sos paragua!
De líderes, maestros y futuro
El Pato Donald ya no corre ni vuela
Sufriendo la honestidad
La maquila y el pokarẽ
Entre el cháke y el chúmbale
Te conozco, mascarita
El dengue y la corrupción
Yo, sembrador
El paraguayo no se vende
Agosto poty
El sueño de la vaquita propia
¿Buscás piko kerosene?
El dictador herrumbrado
Honrar la vida
Entre la democracia y la desesperanza
Las virtudes o fortalezas sobresalientes del paraguayo de ley
Farmacia kue
La tierra sin mal
Del turuñe'ẽ al celular
Che po remói o la buena suerte
Jaguary'ái
Notas finales
Lista de imágenes
El mundo nos mira. Jaku'éke lo mitã
El vaivaí
El che piko
El aichenjáranga
La hora paraguaya
El cuaterismo
El popinda
Para eso somos paraguayos
El Pokarẽ
Maldita resignación
Última hora itépe
Agradecimientos para la novena edición
Al Prof. David Galeano Olivera, por el Prólogo.
Al Prof. Lic. Ramón Silva.
Al Prof. Feliciano Acosta, por proveerme los ñe’ẽnga adecuados y las correcciones al material.
A Bernardo Neri Farina, por la corrección general del material.
A Claudia Fernández G., por sugerencias en la redacción.
A las imágenes de tapa y contenido de Carlos Sosa (Caló).
Dedico este libro a mi compañera y esposa Irma, por todo lo que es y significa para mí.
Prólogo (Ñe'ẽnondegua)
Al iniciar el prólogo (ñe'ẽnondegua) de la octava edición del libro «Más paraguayo que la mandioca» del Prof. Dr. Aníbal Romero Sanabria; primeramente deseo expresar al autor de esta valiosa obra mi gratitud por honrarme como prologuista, y por otra parte, me permito expresarle mi reconocimiento por este libro que es como el espejo en el cual podemos vernos tal cual como somos los paraguayos, sin perder de vista que en su otra publicación «Ya da ya» el Dr. Romero Sanabria nos incita a una casi temeraria reingeniería del paraguayito.
Los títulos que el Dr. Aníbal Romero Sanabria desarrolla —con envidiable y extraordinario ojo clínico— en esta monumental obra «Más paraguayo que la mandioca» son los siguientes «Maldita resignación», «Apete, aquí cerquita nomás», «A lo Luque, a lo Luque», «Estoy levantando la muralla», «Poner de moda la moral», «El país del ¡Sí, señor!», «La globalización y los pecados capitales del paraguayo», «¡Te dije luego!», «Condecoración al Comisario de Valle Lorito», «El dedo del medio», «La Ley del Menor Esfuerzo», «Pa'íma he'í», «País de timberos», «El paraguayo… el mejor amigo del árbol», «El hombre escombro», «Ay, che Dio», «Partido so'o», «Un país de muchos doctores y pocos señores», «López tiémpope guare», «Si el pueblo te pide pan, dale cachaca, dale cachaca», «Patria sin padres», «Entre la computadora y el výrorei», «Dios se lo pague», «Quedate allí, te digo. Epyta upépe o un Paraguay sin paraguayos», «Ko'ẽramo (Si amanece)», «Entre el telemarketing, el fax y el paraguayo» y «La yernocracia»; y prosigue con «La pelota tata, una negra herencia», «El výrorei», «Qué lindo está tu pesebre», «El futuro y el paraguayo», «La cerveza, moneda nacional», «Juntemos nuestros sueños», «El paraguayo es más astuto que el zorro», «150 dólares de pokarẽ», «¿El terere es cosa de haraganes?», «Chícharõ trenzado», «Usted no sabe con quién está hablando», «Aichejáranga o la autoestima del paraguayo», «El paraguayo light», «¡Cháke! ¡Cháke!», «El cuate», «El poguasu y su responsabilidad» «Amóntema», «El mboriahu ryguatã», «El pyrague» «Tape po'i», «Añambaraka», «El Tupã henói o una limosna por amor de Dios», «Arandu ka'aty», «Iñakã porã ko tipo», «Asunción es solo la capital del Paraguay», «Me voy y vengo - Aháta aju», «Sos paragua», «De líderes, maestros y futuro», «El Pato Donald ya no corre ni vuela» y «Sufriendo la honestidad»; para concluir con los siguientes títulos «La maquila y el pokarẽ», «Entre el cháke y el chúmbale», «Te conozco, mascarita», «El dengue y la corrupción» «Yo, sembrador», «El paraguayo no se vende», «Agosto poty», «El sueño de la vaquita propia», «¿Buscás piko kerosene?», «El dictador herrumbrado», «Honrar la vida», «Entre la democracia y la desesperanza» «Las virtudes o fortalezas sobresalientes del paraguayo de ley», «Farmacia kue», «La tierra sin mal», «Del turu ñe'ẽ al celular», «Che po remói o la buena suerte» y «Jaguary'ái». En síntesis, en «Más paraguayo que la mandioca» el Dr. Romero Sanabria «desnuda» al paraguayo, o mejor, al paraguayito, y lo muestra tal cual es.
¿Más paraguayo que la mandioca?
Cabe preguntarse, ¿Existe algo más paraguayo que la mandioca? Al respecto podemos manifestar que la mandioca es un insumo noble y fiel en la vida del paraguayo. Ella es prácticamente un miembro más de la familia. Es parte del paisaje campesino paraguayo. Fue y es el primer aumento abundante y de fácil cultivo alrededor del rancho paraguayo. La mandioca es lo único que nunca falta en la mesa e incluso se convierte en el principal alimento-sustento del paraguayo cuando todo lo demás ya no está disponible. Es de origen precolombino (por más que algunos duden de su origen americano). Por más que exista en otros países de América nunca fue tan importante como lo es en el Paraguay. Forma parte de la alimentación básica del paraguayo e inclusive de sus animales: vacas, caballos, cerdos, gallinas, etc. (más allá de que existan variedades venenosas). Es inadmisible, impensable, un plato de comida paraguaya sin mandioca y obviamente el pan ni remotamente sustituye a la mandioca. La comida parece que no es comida o bien parece que tiene otro gusto sin la mandioca. El paraguayo hasta siente añoranza de la mandioca cuando está fuera del país o cuando no tiene mandioca para acompañar a cualquier comida. Por consiguiente, hay un profundo, indisoluble y vital vínculo entre la mandioca y el paraguayo y, entonces, es justo decir que nada hay más paraguayo que la mandioca.
Diversidad e identidad cultural
Por otro lado, hablar del ser humano es hablar básicamente de sociedad, cultura, tiempo y espacio, y por consiguiente, el ser humano implica diversidad. Precisamente, la Antropología Cultural nos demuestra que no somos iguales y que en muchos casos apenas nos parecemos. Es así que un paraguayo se diferencia de un argentino, un brasileño, un norteamericano, un alemán o un japonés por el idioma que habla, por las costumbres, creencias, usos y tradiciones que aprende, posee, practica, difunde y hereda; y por el espacio y el tiempo en el cual vive. Definitivamente, más nos parecemos en las pequeñas asociaciones (núcleo familiar) y nos parecemos menos, mucho menos, en las asociaciones más generales o globalizadas. Obviamente esto deja al descubierto que la globalización es apenas un pretexto, una cuestión de marketing, donde algunas poderosas transnacionales «hacen su golpe» procurando hacernos creer que todo apunta indefectiblemente a una fantasiosa «supra-cultura». Por tanto, es muy difícil que Mc Donald's y Coca Cola puedan ser más que el Guaraní, la mandioca y el terere, o que un guiso carretero correntino o que una felpada brasileña. En el fondo, a todos nos gusta y nos sentimos muy orgullosos de «lo nuestro», de nuestra gente, de nuestro valle y de nuestra patria. En serio, para mi es imposible imaginarme a un paraguayo sin Guaraní, mandioca y terere, es más, sin Guaraní, mandioca y terere ese individuo deja de ser paraguayo y se convierte en cualquier cosa. Lo señalado no es una mera expresión chauvinista ni la manifestación del nacionalismo a ultranza, es simplemente una cuestión lógica e innata a la condición humana.
Así como nosotros los paraguayos, también líos argentinos, los brasileños, los norteamericanos, los alemanes y los japoneses tienen su manera de ser. Al igual que nosotros también ellos se consideran especiales y —por supuesto— más y mejores que el resto del mundo. Es más, pese a los procesos de integración regional como por ejemplo la Unión Europea o el Mercosur, cada Estado miembro de dichos sigue haciendo lo imposible por potenciar su identidad cultural o idiosincrasia (idiomas, artesanías, comidas típicas, fiestas populares, etc.), exponiéndola y «vendiéndola» a través de paquetes turísticos y por los medios tecnológicos de difusión como internet inclusive. Por consiguiente, al hablar de la idiosincrasia o de la identidad cultural hablamos de las particularidades sociales y culturales que definen una manera de ser recurrente, cotidiana y característica de los miembros de una sociedad específica; y por ende, la identidad cultural es algo «normal» en cualquier sociedad humana.
Pero, ¿es el paraguayo tan especial o tan diferente como se dice?
Si, el paraguayito es nomás luego muy diferente a los demás. Oreko la orekóva (tiene lo que tiene) y estoy seguro que esa diferencia proviene de su condición de bilingüe (Guaraní-Castellano). Les habrá llamado la atención que al lado de prólogo haya escrito su equivalente Guarani ñe'ẽnondegua, y es porque quiero partir de ese punto para entender al paraguayito, de cuyo estudio serio y responsable, y que es reciente, se han encargado importantes intelectuales compatriotas de la talla del propio Dr. Aníbal Romero Sanabria, el sacerdote Saro Vera, el Dr. Miguel Ángel Pangrazio y el Dr. Helio Vera, quien incluso acuñó el término paraguayología, aludiendo a un campo especial del conocimiento para el estudio del modus vivendi del paraguayo, diferente y distinto al estudio de cualquier otro individuo de cualquier otra nacionalidad.
No es lo mismo la manera de ser de un individuo monolingüe (hablante de un solo idioma) que la manera de ser de una persona bilingüe (que habla cotidiana, espontánea e indistintamente dos idiomas más aún cuando se tratan de idiomas con estructura y funcionamiento muy diferentes). Esta última situación se da en muy pocos países del mundo y uno de esos casos emblemáticos es el paraguayo, donde hablamos el Guaraní y el Castellano, en ese orden; ya que las estadísticas dicen que el 87% de la población paraguaya habla y entiende el Guaraní, que un 40% es monolingüe Guaraní y que apenas un 7% dice hablar el castellano. Demás está decir que la lengua materna mayoritaria del Paraguay es el Guaraní. Esto es lo que sustenta la singularísima manera de ser del paraguayo quien nace, crece, se reproduce y muere con dos cosmovisiones y, por consiguiente, viendo el todo desde dos perspectivas diferentes pero coincidentes en una misma persona. Fuera de este contexto, podemos afirmar que nada hay de extraordinario en la manera de ser de las personas que viven en sociedades monolingües, donde todos en gran medida tienen una estructura mental, social y cultural parecida y con una única percepción del todo.
El Guarani y el Castellano son idiomas muy distintos y a la vez transmisores de dos sistemas culturales, de dos maneras de ser diametralmente opuestas pero que extrañamente consiguen «convivir» en la persona del paraguayo, lo que equivale a decir —hablando mal y pronto— que hay dos personas, dos identidades, dos mundos, en un solo cuerpo; y que por eso —por ejemplo— el paraguayo es capaz —en un syky— de decir «péva oĩ tuichaite ýre» a una persona y —en centésimas de un segundo— girar y decir a otra persona «te llamo mañana a la tarde». Para cualquiera de nosotros —paraguayos— eso es común y no implica ningún esfuerzo especial.
El paraguayo y sus lenguas. La óptica de la lingüística
Lingüísticamente hablando, para alternar ambas lenguas se requiere de un enorme esfuerzo que al paraguayito le resulta tan simple como tomar un sorbo de terere o comer mandi'o chyryry. Para apreciar mejor la dificultad señalada basta mencionar, por ejemplo, que en el castellano existen preposiciones (voy a casa) y que en el Guaraní hay posposiciones (aha ógape. Traducido: «voy casa a»); o bien, que en la conjugación castellana los verbos agregan sufijos (camino, caminas, camina), en tanto que, en la conjugación Guarani los verbos anteponen prefijos (aguata, reguata, oguata). Este último es un fenómeno muy importante si consideramos que los niños —desde que nacen y por cinco años de su vida hasta entrar a la escuela— estructuran la mente en Guaraní y la escuela, sin éxito hasta hoy, pretende que la criatura cambie radicalmente al código lingüístico y como por obra y gracia del Espíritu Santo aprenda el castellano en uno o dos días. Cosa de locos y obviamente imposible aquí y en cualquier otro país bilingüe. Por otra parte, cabe destacar que los adjetivos calificativos del castellano expresan género y número (señor alto, señora alta, señores altos, señoras altas), en tanto que dichos adjetivos en Guaraní no indican género ni número, es decir, tienen una única forma de uso (karai yvate, kuñakarai yvate, karaikuéra yvate, kuñakaraikuéra yvate. Exagerando, en Guarani no existe yvate, yvata, yvates, yvatas). Por otra parte, en castellano lo poseído precede al poseedor (el hijo de Carlos, la hija de Carlos, la casa de Carlos, el patio de Carlos), en cambio en Guarani primero está el poseedor y luego lo poseído (Kalo ra'y, Kalo rajy, Kalo róga, Kalo korapy).
Lo expuesto y otros numerosos ejemplos que me reservo, nos ayudan a «darnos cuenta» de la diametral diferencia que existe entre el Guarani y el Castellano y que no es tan fácil como parece hablar de manera espontánea el Guarani y el Castellano; y también demuestra porqué es tan necesaria e impostergable la aplicación de la educación bilingüe partiendo de la enseñanza en la lengua materna; lo que de ninguna manera significa que nosotros solamente deseamos que las personas aprendan únicamente el Guarani; muy por el contrario, implica sí que nosotros deseamos la formación de personas bilingües (Guarani - Castellano) y que de ser posible también aprendan otros idiomas y que a través de ellos cualquiera pueda acceder a todos los conocimientos posibles, a la ciencia y a la tecnología. De hecho, el saber no ocupa lugar, y por otra parte, la persona que sabe es libre y cuanto más sabe más libre es.
La situación expuesta (escuelas con clases, libros y exámenes en castellano para una mayoría de estudiantes Guarani-hablantes) solamente benefició a los hispano-hablantes privilegiados de nuestro país, que coincidentemente siempre detentaron el poder; y por el otro lado, perjudicó, en mayoría, a los Guarani-hablantes que entraron a la escuela y pronto la abandonaron por no entender las clases. Lo señalado quedó plasmado en un ñe’ẽnga muy conocido que dice «oike mbo'ehaópe ha mbo'ehao ndoikéi chupe» (entró a la escuela pero la escuela no le entró). Esta situación sirvió única y exclusivamente para mantener en la condición de analfabetos o semi-analfabetos a un alto porcentaje, casi un 40% de la poblachón paraguaya, que tienen en común el Guarani, la ignorancia, la pobreza y la miseria; y que explica por sí porqué el paraguayo quedó detenido en el tiempo, con una cultura sencilla, rústica, en Guarani y con manchones de Castellano, sin tradición literaria, reducido a la oralidad y con escaso acceso a la ciencia y a la tecnología; aclarando que la culpa no es del Guaraní sino del Estado o El Sistema que nunca encaró la enseñanza inicial en la lengua materna mayoritaria del país, el Guarani. Entiéndase bien que el problema de la mayoría de los paraguayos nunca fue el Guarani, el problema siempre fue el castellano.
A ello debe sumarse que en un intento imperialista de aniquilación de la identidad paraguaya y por consiguiente del paraguayo, peor muchos años y hasta hace poco se prohibió el uso