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Cachivaches & Co: Cuentos Y Vivencias De Dos Venezolanos En El Insólito Y Apasionante Mundo Del  “Fleamarket” “New Yorkino”
Cachivaches & Co: Cuentos Y Vivencias De Dos Venezolanos En El Insólito Y Apasionante Mundo Del  “Fleamarket” “New Yorkino”
Cachivaches & Co: Cuentos Y Vivencias De Dos Venezolanos En El Insólito Y Apasionante Mundo Del  “Fleamarket” “New Yorkino”
Libro electrónico297 páginas3 horas

Cachivaches & Co: Cuentos Y Vivencias De Dos Venezolanos En El Insólito Y Apasionante Mundo Del “Fleamarket” “New Yorkino”

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Por simple casualidad y curiosidad mi esposa y yo nos vimos convertidos un día en mercaderes de cachivaches, en uno de esos tantos “FleaMarket” de esta encantadora, única y hermosa ciudad de New York y sus alrededores.
Por alguna extraña razón estos se convirtieron al poco tiempo en nuestra pasión. Nuestras experiencias resultantes de las innumerables visitas y luego como asiduos vendedores en muchos de ellos año tras año, dejaron invaluables enseñanzas y experiencias, permitiendo conocer centenares de diferentes personas con sus características de humildad, sencillez, que, junto con la osadía, y la soberbia, reafirman por enésima vez y de alguna extraña forma, la autenticidad de esos seres humanos, personajes de este apéndice de nuestra vida que vive en este insólito y apasionante mundo del “FleaMarket” New Yorkino.
El aprendizaje al final de cada día de cada viaje a través de momentos sencillamente auténticos, dejaron invaluables lecciones de vida que nos hicieron más íntegros y más humanos, debiendo quizás por esta razón no poder omitir nuestros característicos y típicos modismos dialectales en estas narraciones.
Allí, en esos momentos inolvidables y mágicos descubrimos un mundo extraño que fue capaz de despertar en nosotros esa oculta pasión por los objetos del ayer.
Nacía así nuestro ineludible amor por aquellos objetos que marcaron historia, esa historia a la cual orgullosamente pertenecemos.
Aquí en este libro están descritos nuestros maravillosos “cuentos y vivencias”, relatados de una manera sencilla y tragicómica apegada estrictamente a la originalidad de los momentos en los cuales ocurrieron.
“Cuentos y vivencias” que bien tendrán en conocer a lo largo de la espero placentera lectura de estas páginas.
G.M. Rossetto
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento23 feb 2022
ISBN9781506539898
Cachivaches & Co: Cuentos Y Vivencias De Dos Venezolanos En El Insólito Y Apasionante Mundo Del  “Fleamarket” “New Yorkino”

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    Cachivaches & Co - G.M. Rossetto

    Copyright © 2022 por G.M. Rossetto.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Fecha de revisión: 19/02/2022

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    838117

    ÍNDICE

    Agradecimiento

    Prologo

    Capítulo 1 El inolvidable y extraño inicio.

    Capítulo 2 Los preparativos del inicio.

    Capítulo 3 La primera aventura. 5 de mayo, primer FleaMarket de la Saint Paul Presbiterian Church de Scarsdale, New York

    Capítulo 4 El aprendizaje en este teatro a cielo abierto.

    Capítulo 5 Tuckahoe Rd FleaMarket Yonkers New York. Un nuevo horizonte. Al son del tambor.

    Capítulo 6 El arte tras los vendedores y su idiosincrasia. Técnicas, estrategias, locura, e improvisación en el argot flimarkero.

    Capítulo 7 Un mundo de objetos, garage sale -tag-moving-yard -multifamily sale, los inefables sifrinotes estate sale y sus ingeniosas y descabelladas estrategias de promoción.

    Capítulo 8 La extraña pasión. Las enseñanzas de un buen amigo. El viaje más allá del tiempo.

    Capítulo 9 Lucha de titanes y Gregorio Nube Negra

    Capítulo 10 Storage pugnas, poder, objetos en el olvido y el limbo.

    Capítulo 11 Las estatuillas japonesas Netsuke.

    Capítulo 12 Una aventura más en Tuckahoe Rd FleaMarket. Everardo, amo y señor de la banda sonora. El Maracucho, el encuentro con un paisano venezolano.

    Capítulo 13 El radio Emerson, la historia tras de él. El despertador volador.

    Capítulo 14 El hechizo del Chamán peruano, y su ancestral cultura.

    Capítulo 15 Nepperham Ave. FleaMarket su inicio y sus buenos tiempos. Los diferentes vendedores y su filosofía. La anécdota de Alexis.

    Capítulo 16 El arte de vendedor. La anécdota de Norrys.

    Capítulo 17 El oculto y extraño mundo tras el comprador en los FleaMarkets.

    Capítulo 18 El perdón del Chaman peruano. Flor, desfilando por Nepperham Ave FleaMarket. La Máquina Singer, un sueño y sus recuerdos. Evelio, el hombre Lupa.

    Capítulo 19 El abrigo de Mink. La alfombra voladora. En el alma de un baúl.

    Capítulo 20 Mas allá de los confines de New York. Elephant’s Trunk FleaMarket Connecticut. Meadowland FleaMarket New Jersey.

    Capítulo 21 Dumbo FleaMarket, nuestro Master en el Aula Magna de Brooklyn New York.

    Epilogo

    Gracias Mamita gracias Papito ........

    G racias:

    A mi esposa por haber sido mi sombra a lo largo de estos maravillosos cuentos y vivencias.

    A ti Merce por tu invaluable didáctica ayuda, y sobre todo por tu cariño y espontaneidad.

    A todos ustedes locos flimarkeros New Yorkinos, que me hicieron descubrir que tan loco llega a ser este mundo.

    PROLOGO

    L es contaré que:

    Probablemente si la vida no me hubiera reservado el destino de vivir lejos de mi tierra a esta ya no tan joven edad, no hubiera tenido la oportunidad o mejor la dicha de vivir una de las más maravillosas experiencias que un ser humano puede tener, en el ámbito social y en el entorno de la sociedad donde se hace nuestra cotidianidad, y menos poder dar a conocer estos momentos y experiencias de una manera coloquial, sincera, simple y por que no tragicómica.

    Lo maravilloso incluye, te lo aseguro:

    la improvisación, la originalidad, la estupidez, la ingenuidad, la viveza, la impetuosidad, y tal vez también la ignorancia, entendida como desconocimiento, que entre todas convergen en la riqueza o la pobreza de ánimo de todos los personajes que aparecen en estos relatos, los cuales son parte ineludible de estas historias y cuentos, personajes de la vida real que son autores y testigos de esta típica actividad en esta tierra americana.

    Lo maravilloso incluye también:

    los detalles de cómo se origina y desarrolla esta actividad muy prolifera en esta nación la cual suma millones de personas entre ávidos, coleccionistas, profesionales, apasionados, aficionados, torpes compradores, simples comerciantes y cazadores de tesoros, gente de cualquier escalafón social, de cualquier raza, sin poder eludir lamentablemente esa gran cantidad de gente, entre una de la más pobres de esta sociedad la cual por desgracia está compuesta en su mayoría por latino-americanos, originarios de las más altas tierras del norte mexicano, hasta llegar a la tierra del fuego.

    Humildes y sin duda dignas personas provenientes muchas veces de los más remotos pueblitos o caseríos de nuestra América Latina, llegados a esta tierra siguiendo el tan nombrado sueño americano, no siempre por propia voluntad, escapándose de los desmanes políticos, sociales y humanos que en nuestras tierras latinas ocurren desgraciadamente cada día y desde hace mucho tiempo, bajo la mirada distraída, benevolente, interesada, apática e hipócrita, este último como adjetivo ineludible en el caso de aquellas organizaciones mundiales, pro defensa de los tan tatareados por ellos mismos, Derechos Humanos.

    Todos ellos también hacen posible el existir de esta actividad, este comercio muchas veces absurdo, necesario, ineludible, en la cual y alrededor de la cual, se mueven los más impensados intereses, sueños, historias increíbles, pobreza riqueza y miseria de cualquier estrato social.

    Lo maravilloso incluye sin falta:

    Como, de donde, cuando y de qué forma llega lo que da vida al FleaMarket, en nuestro castellano Mercado de las Pulgas; una innumerable gama de artículos que es humanamente imposible enumerar y describir, así como las características de cada uno de ellos.

    Un impensable e inimaginable arsenal de objetos de cualquier forma y composición, de cualquier proveniencia, uso, y desuso, tesoros de una vida muchas veces, testigos del pasado muchísimas otras veces, prueba ineludible de una generación, fundiéndose con objetos del saturado mercado moderno, copias burdas de los últimos avances tecnológicos que logran engañar hasta al más entendedor entre otros.

    Productos de la vida actual en continuo avance tecnológico y de los más altos estándares de calidad, de las más famosas marcas mundiales, usados, mutilados, reparados muchas veces astutamente modificados y adaptados, los cuales siempre lograrán cautivar la mirada del apasionado cazador, coleccionista empedernido, de un soñador, hacia la rareza y originalidad de los viejos artículos con los cuales los que nos antecedieron, construyeron esta nación, crearon su entorno familiar, laboral, sentimental, productivo, político, social y religioso.

    Objetos que muchas veces dejaron a lo largo de sus vidas, pasando de generación en generación por deber o amor, por respecto o desgracia, por casualidad o por una firme tradición familiar.

    Objetos muchas veces abandonados, olvidados, desaparecidos, y de seguro muchos dejados ocultos en sitios impensables y que hoy en día luchan por no morir, por no desaparecer, cabales testigos de una vida de lucha y dolor, de éxitos y desaciertos, de tristezas y celebraciones, de fe y esperanza, de amor y odio.

    Objetos, muchos de los cuales fueron parte de viajes interminables por mar y tierra, muchas veces con destinos desconocidos, inciertos y absurdos, que acompañaron a sus dueños, viajeros, emprendedores, exploradores, investigadores, perseguidos, predicadores, comerciantes, luchadores y aventureros, a través de miles de kilómetros desde y hacia cualquier continente, abrigándolos de las inclemencias climáticas, defendiendo sus vidas, ayudándolos en las tareas y proyectos de sus artes, habilidades, de sus profesiones, todo ellos acompañados también de sus sueños y metas, esto último sin duda, estímulos para la perseverancia y su inmensa fe, necesaria y justa.

    Objetos amados y adorados que representaron su credo, su fe, asegurándoles la presencia del Dios de cada uno de ellos en cada paso dado hacia sus lejanas y osadas metas, otros que guardaban y transportaban celosamente sus indumentarias, sus principales herramientas de trabajo, provisiones, para asi lograr alimentar a sus familias, sus tropas, sus esclavos, sus séquitos.

    Objetos que fueron y representaron sus pertenencias más amadas, muchas veces ocultas entre otras, celadas en los más inimaginables lugares, hoy en día probablemente en las manos de cualquier otra persona, o quizás todavía ocultas, esperando salir otra vez a la luz, y poder reanudar su incierto camino.

    Maravillosas son también:

    Las narraciones de conversaciones elementales, casuales, muchas de ellas propiciadas por cada personaje sencillamente por curiosidad, por la inevitable gana de aprender, saber, conocer lo extraño y desconocido hasta ese momento.

    Por conocer y explicarse la rareza de algún objeto, por presumir conocimientos en algún tema, por difundir generosamente lo que nuestros padres, abuelos, y más generaciones de igual forma nos instruyeron y nos dejaron como mayor tesoro.

    Conversaciones con los detalles y sus rasgos típicos, muchas veces irrespetuosos, respetuosos, conservadores, ofensivos adrede mucha de las veces, malintencionados muchas otras, pero al fin, y sin duda originales y a veces pueriles, y en algunos casos fundados sobre la base más auténtica de una gran humildad.

    Debo admitir, momentos extraordinarios e invaluables, refiriéndome al resultado del aprendizaje que estas experiencias dejaron a lo largo de estos años en el negocio del FleaMarket New Yorkino.

    Les confieso que me encontré en esta actividad en los inicios de mi residencia aquí en New York, junto con mi esposa, por pura y sencilla casualidad y sin querer.

    Un día nos planteamos ambos, sencillamente romper con la rutina, distraernos y quizás también desestresarnos dedicándoles quizás un fin de semana cada tres meses a esta actividad definitivamente para nosotros nueva y desconocida, sin dejar a un lado la filosofía del sencillo vivir, del cual ambos somos firmes y genuinos discípulos por nuestra buena, autentica y humilde crianza, que como todo latino-americano tiene raíces de algún país europeo, el mío netamente italiano, el de mi esposa sólidamente canario, uno y otro no anglosajones, en ambos casos ninguno de los dos hubiéramos nunca imaginado hasta ese momento que en nuestras entrañas, había una huella y el espíritu firme de algún mercader de una lejana tierra europea.

    Quizás afianzados en esa casi enfermiza u obsesiva curiosidad que los dos compartimos por los objetos antiguos, viejos, raros, extraños, nos planteamos alegremente que hubiéramos podido, sin la intención de esclavizarnos, combinar el negocio con el placer de la curiosidad, viéndonos involuntaria y sorpresivamente a no muy largo plazo en una actividad que les aseguro despierta pasión, hasta convertirse muchas veces en obsesión, sin olvidar lo más cruel por un periodo de tiempo para nosotros, en necesidad.

    Encontrarán en las siguientes páginas, mis personales descripciones de sitios, personajes, actividades, cosas, por ustedes ya conocidas o por lo menos haber oído de ellas por una tercera persona, por un conocido, un amigo o familiar, mucha veces vista en alguna película, en algún programa de televisión o sencillamente en una página de un periódico local o revista especializada en cualquiera de las actividades, que conforman este extraño y les aseguro apasionante y posiblemente productivo negocio del FleaMarket New Yorkino.

    Sin embargo, la minuciosidad y veracidad de los relatos de estas vivencias que bien tendrán en leer, no les dejará de sorprender y asombrar, y hacerle reír también sin duda, hasta despertar en ustedes esa llama de la curiosidad por este entrelazado mundo donde cada objeto, cada cachivache, por más sencillo que pueda parecer, lleva una historia, un momento vivido, un recuerdo, un deseo, un aliciente, una sospecha, una traición y hasta un peligro, un quizás inmenso valor, bien sea monetario, bien sea sentimental o histórico, ocupando sin duda e inequívocamente su sitio en este mundo.

    En todos los casos siempre acompañado con la originalidad del comprador o vendedor y algún observador oportuno o inoportuno, con su inevitable comicidad y alegría, meticheria, ignorancia, alevosía, incredulidad, incoherencia, soberbia y algo más, como si de actores se tratase, de este extraño apasionante e incomprensible teatro a cielo abierto, bajo un no menos extraño, cielo New Yorkino.

    Sin dejar de hacer el más mínimo esfuerzo por mantener el aspecto tragicómico de estos relatos, se enterarán de muchas intimidades de este, les aseguro intrínseco negocio, de los cuales les hablaré y les describiré con lujo de detalles a lo largo de esta, espero placentera lectura, de estos cuentos y vivencias, apegándome lo más posible a la originalidad del momento en los cuales ocurrieron, haciendo así de hilvanar un apéndice de esta gran obra teatral que es nuestra vida.

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    CAPÍTULO 1

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    El inolvidable y extraño inicio.

    N uestro acostumbrado paseo de los domingos, nos condujo un mes de abril hacia el centro norte del condad o de Westchester, del estado de New York, a algu na millas de distancia de la ciudad de nuestra residencia, en los alrededores de la ciudad de Harstdale, y Scarsdale, en sus principales sectores comerciales, los cuales se encuentran ubicados a lo largo de una de las mayores arterias viales de esa parte geográfica este del estado de New York.

    Habíamos recorrido muchas veces esta larguísima Gran Central Park Avenue que une prácticamente en sus extremos dos grandes ciudades como, al este, White Plains, para los que no están familiarizados con esta zona, ciudad aproximadamente a 26 millas de Manhattan, fundada alrededor del año 1788 con un crecimiento asombroso en los últimos diez años, debido al éxodo desde Manhattan post Septiembre 11.

    Moderna y dinámica, centro financiero de muchas empresas transnacionales, se ha ganado por su modernidad y bullicio el apodo de la pequeña Manhattan, y al otro extremo oeste de esta importante arteria vial, la antigua ciudad de Yonkers fundada en 1646 que se desarrolla a lo largo del famoso Hudson River, centenario e importante centro portuario comercial, muy prospero en las décadas posteriores al 1800.

    A partir de esos años, Yonkers funda su principal actividad en las múltiples medianas y grandes fábricas pioneras de la modernización de esta nación y aun hoy en día alberga algunas de las más grandes corporaciones en su inmensa extensión territorial, dignas herederas de los ancestros que allí fundaron una férrea y sólida economía, la cual contribuye, junto con muchas otras sin duda, a la actividad productiva económica de este oneroso condado de Westchester, próspero y lujoso, el cual esgrime una inconfundible alta calidad de vida, una de las más seguras y mejores de los Estados Unidos, sin embargo, no menos conflictivo que otros de la costa este.

    Y bien, en este enésimo paseo por la Grand Central Park Ave, nuestro ojo curioso, condujo la mirada hacia un terraplén de inmensa extensión, ubicado al frente de las áreas posteriores de un escuela secundaria allí ubicada, en las inmediaciones del más famoso cementerio canino de Estados Unidos, allí donde reposan los restos de los canes que fueron parte de la historia cinematográfica en este país y en el mundo, tales como Rintintin, Lassie, asi como mascotas caninas de muchas celebridades de este país.

    Impecable terreno, con una grama bien cortada y verde, y confinado con una sencilla, casi escueta cerca perimetral de estantillos de madera de no más de un metro de alto, lo cual permitió observar con claridad una veintena de toldos o gazebos, alineados ordenadamente unos tras y frente de otros, creando asi un pasillo central de una decena de metros de ancho pululado de gente, paseando parcamente entre mesas y mesas, sobre las cuales se exponía una variopinta cantidad de objetos.

    Había visto algo parecido antes, por algún canal de televisión, hice memoria rápidamente, allí irrumpí a preguntarle a mi esposa:

    -¿Es un FleaMarket?

    -Yes, it is, (si es) retumbó la respuesta en mi mente, nuestro llamado Mercado de las Pulgas.

    Por el idioma español-venezolano por mi utilizado en este libro, en la narración de estos cuentos y vivencias, encontrarán muchas veces a lo largo de estas páginas, casos como al de la anterior oración en la cual mencioné dos veces el mismo objeto, o bien sea acción, expresión o simple cosa, con dos y a veces más diferentes definiciones o nombres, asi como lo hice con toldo, o gazebo siendo esta mi única intención, la de tratar de no dejar al lector en incognito.

    Esto seguramente y como entenderán, por nuestras diferencias dialectales, las cuales aun siendo parte de nuestra misma madre lengua española, no hay otra intención de tratar, prever y respetar nuestros diferentes modismos hispanos de los cuales cada uno de nosotros nos sentimos orgullosos.

    La tarea de estacionar nuestro vehículo para poder ir a curiosear no fue fácil, debimos por reglamentos de las autoridades allí presentes, recorrer otros quinientos metros, hasta llegar a las calles adyacentes de una iglesia presbiteriana, para asi conseguir un espacio que nos permitiría dejar estacionado nuestro vehículo.

    La curiosidad, acompañada con la todavía casi fría brisa primaveral que soplaba a nuestro favor, hizo acelerar nuestro paso llegando en no más de dos minutos a mezclarnos con el bullicioso andén central, en el cual gente agrupada frente a las mesas, entre ellas, y alrededor de ellas, observando, tocando, preguntando, mostrando, todo eso en honor a algún objeto, austero, frágil, rico de colores, grande, pequeño, acompañados de sonrisas, guiños, y extrañas expresiones faciales, manos en un danzar de curiosas gesticulaciones, todo eso capturando mi atención.

    Estoy seguro que asi como a mí, a muchos de ustedes, quien más y quien menos, tenemos esa sutil habilidad en cuanto a lo que se refiere reconocer a nuestros connacionales sin ni siquiera muchas veces haberlos oído hablar, no importa si de regiones diferentes a la de nosotros, pero al fin y al cabo de la misma tierra.

    Esa percepción, en mi infalible y acentuada, de reconocer solo con una breve mirada de sus rasgos faciales y corporales, basta; en unos de mis dos casos en particular, identificar a los italianos, y también en esta oportunidad no pudo fallarme ese olfato, entre tantos y distintos vendedores, me llamó la atención particularmente una señora de aproximadamente de unos sesenta años, y otro de su misma edad, ambos de una expresión diferente en sus caras, una jovial y sonriente, el otro con una inconfundible seriedad, típica quizás de personalidad militar.

    Es asi, como es de mi costumbre y placer, entablé la conversación con Luisa en mi pobre inglés para aquel entonces, preguntándole el precio de un objeto escogido al azar entre tantos otros, solo con la firme intención de oír su fonética y tono de voz, al escuchar la respuesta, con toda firmeza y seguridad y sin mucha espera le lancé la otra pregunta de rigor que terminaría de aclararme acertadamente mi apreciación, ¿parla italiano?.

    Luisa, aparentemente dispuesta a disfrutar nuestra conversación siguió en idioma italiano con acento netamente sureño, seguramente de la región Campania, sin dejar desaparecer en ningún momento la sonrisa en sus labios, acompañada sin duda de una sincera cordialidad y franco respeto, sin abandonar su actitud muy precavida hacia quien se está conociendo por primera vez.

    Me apresuré sin querer, y sin darme cuenta, a hacerle una serie de preguntas sobre todo el entorno de este FleaMarket, a las cuales ella respondía sin quitar la mirada a sus mesas y asi explicándole en los intervalos en los cuales ella no estuviera atendiendo a algún cliente, que esta actividad siempre me había de alguna manera llamado la atención desde ya todavía niño cuando transcurrí la mayor parte de mi infancia en Italia, confesándole abiertamente que estaba pobremente informado sobre este vender y comprar objetos y participar en este tipo de mercado.

    Desde cuando ella se dedicaba a ello, como y cuando se llegaba a contactar a los promotores de estos eventos, en fin, me descubrí quizás invadiendo su privacidad, distrayéndola de la firme atención que debía poner en dedicarle a atender a los compradores allí presentes y su mercancía, regresé afortunadamente en mí mismo, apenado y avergonzado con ella.

    Sin ahorrar esfuerzos en disculparme por mi casi asedio verbal, inicié tímidamente mi retirada de su puesto, no sin antes agradecerle amablemente su gentileza, y demostrándole de una forma afable y espontanea mi gratitud con un abrazo y doble beso, uno en cada mejilla, a la más firme y típica costumbre de

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