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Mi... Canario
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Libro electrónico69 páginas27 minutos

Mi... Canario

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Información de este libro electrónico

¿Puedo cogerlo con la mano sin hacerle daño?
¿Qué come?
¿Es verdad que tiene orejas?
¿Cómo modula su canto?
Tiene bonitos colores, es alegre y cantarín...
Es mi amigo preferido. Es... mi canario.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 mar 2020
ISBN9781644617069
Mi... Canario

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    Mi... Canario - Bruno Fenerezza

    razas

    Su vida con el hombre

    El nombre dado a este alegre y vivaz pájaro no deja lugar a dudas: las Islas Canarias es el lugar donde se le vio por primera vez. Pero, en realidad, también vivía en los alrededores...

    Antaño, escondido entre la exuberante vegetación de las dieciocho islas mayores que componen el archipiélago canario y los de las Azores y Madeira, relativamente próximos, vivía tranquilo un pajarito de menos de 12 cm de longitud.

    Su plumaje de fondo verde, con rayas grises y amarillas, le habría permitido mimetizarse con facilidad, haciéndolo prácticamente invisible, si su canto melodioso no hubiese traicionado su presencia.

    De aborigen…

    Así, cuando en el siglo XIV los navegantes genoveses descubrieron las Canarias lo «desenmascararon» enseguida. Pronto llegaron también los españoles, que procedían de la cercana África occidental, y entre conquistadores ibéricos y genoveses empezó una larga disputa para atribuirse el mérito de quién había visto antes al gracioso pájaro.

    Pese a la polémica, todo concluyó con un empate y el canario siguió viviendo en paz hasta el año 1402, cuando Jean de Bethencourt, un francés que había ocupado las islas, trajo varios ejemplares a España para regalárselos al rey de Castilla, Enrique III, llamado el Doliente.

    Bonito ejemplar de canario rojo intenso de alas blancas y, abajo:, un malinois en «posición de atención», es decir, ligeramente inclinado hacia adelante

    ... a estrella internacional

    El éxito del animal fue inmediato, toda Europa hablaba de él, y el deseo de poseer uno se extendió como una mancha de aceite, hasta el punto de que muchos partían hacia las Canarias con el objetivo de capturar estas aves y comerciar con ellas.

    A finales del siglo XV, los españoles, que mientras tanto se habían adueñado de los tres archipiélagos, se dieron cuenta de que era posible conseguir la reproducción en cautividad del preciado pájaro, por lo que prohibieron capturar y exportar de las islas los ejemplares hembra para mantener el monopolio sobre el que ya era el animal de jaula más apreciado del Viejo Continente.

    Pero el predominio español no estaba destinado a durar. A finales del siglo XVI un navío cargado de canarios silvestres machos naufragó a escasas millas de la isla de Elba: al recobrar la libertad, los canarios se adaptaron muy bien, formando familias con hembras del lugar.

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