VEINTE MIL LEGUAS (Y MÁS ALLÁ) DE VIAJE SUBMARINO
Imagina que estás en la playa y miras el mar: una inmensidad, casi infinita, de agua salada. Los primeros navegantes se aventuraron a explorarlo en su superFIcie. Aunque es común sumergirse para pescar, la exploración submarina como tal es una actividad bastante nueva.
Más del 70% de la Tierra está cubierta por agua. No hemos explorado ni el 20% del mar (“mar” engloba mares y océanos), y lo hemos cartografiado (hecho mapas) mucho menos. En comparación, tenemos dos sondas que viajan más allá de nuestro Sistema Solar (es decir, en el espacio interestelar), otra explora cerca del Sol y vehículos robóticos se encuentran en Marte y en el lado oscuro de la Luna. ¡Hemos explorado más el espacio que el mar!
Pero esto es así no por falta de ganas, sino por razones en parte físicas y en parte tecnológicas: por un lado, es más complicado respirar bajo el agua, y por otro, entre más te sumerges hay menos luz, aumenta la presión, la temperatura disminuye y no puedes salir corriendo a buscar ayuda. Resulta relativamente más fácil mandar astronautas al espacio que buzos al fondo del mar.
PARA QUÉ EXPLORARLO
Conocer más acerca del mar es muy importante porque:
Mucho de lo que comes proviene del mar. Es necesario saber qué se puede pescar, cuánto y cómo para evitar su agotamiento, lo cual ocurre ya con algunas especies como el bacalao.
Es una fuente potencial de generación de energía.
Aunque vivas en una ciudad del centro del país, el mar influye en el aire que respiras y en los patrones del clima y el tiempo.
Este hermoso puntito azul en el Universo que es la Tierra, es además nuestra casa.
Habitan en él especies que pueden ser clave para desarrollar medicamentos, vacunas, innovaciones tecnológicas o de ingeniería.
La mayor parte de a través de
