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Poema del Mio Cid
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Libro electrónico165 páginas2 horas

Poema del Mio Cid

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Poema épico medieval, narrado en prosa, que cuenta las aventuras del caballero de Castilla Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Mio Cid Campeador, quien encarna grandes ideales y virtudes.
IdiomaEspañol
EditorialZig-Zag
Fecha de lanzamiento11 nov 2015
ISBN9789561221574
Poema del Mio Cid
Autor

Anonimo

Soy Anónimo.

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  • Calificación: 1 de 5 estrellas
    1/5
    Ta nice, no me deja publicar la reseña sin más palabras
  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5
    An epic poem from the Middle Ages of Spain, this poem packs a decent punch. It is interesting to note that the academic information that is provided with this book provides a framework that can be used to properly glimpse into the understanding of why, and how, the poem was written. The supplementary information was great. The poem is missing some parts, and is in classical style, but it still has a cultured and intriguing flavour that makes it hard to set down before it is finished. I recommend this for all classics enthusiasts. 3.5 stars.
  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5
    Like most medieval epics I thought this one had a lot more substance than it is usually given credit for, but it lacked somewhat in plot and took longer than normal to develop. Nevertheless it goes on my list of recommended texts for young students: alongside Beowulf, The Song of Roland, Troilus and Criseyde, Sir Gawain and the Green Knight. It is easy to understand and its characters are easy to access.
  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5
    "El Poema del mio Cid" tells of the champion Rodrigo Diaz who wins back the trust of his sovereign King Alfonso by conquering Alfonso's enemies in Spain both Christian and Muslim, gaining many lands and possessions for himself, his men and the King. Jealous noblemen (the Infantes de Carrion) insinuate themselves into his coterie by marrying El Cid's daughters and joining his campaign, only to be shown as cowardly, lying wifebeaters. It was enjoyable to read, and I especially liked this edition with the Spanish on one side and English translation on the other. The medieval Spanish was not too difficult to read, and the English translation flowed very well. I was a little disappointed that the story I had heard about El Cid--that having been killed in a fierce battle against the Moors, his wife and Second in command, propped his body up onto his horse and fooled the Moors into thinking he had risen from the dead to continue fighting them--was not in El Poema del Cid. The introduction mentions this story as belonging to later ballads about El Cid. It was also surprising to find (not knowing much about Spanish history) how thin the line between friend and foe was back then. The campaigns were not really about Christians versus Moors, but about one kingly realm paying tribute or taking away tribute from one another, thus El Cid's first campaign is against a Christian king that was demanding tribute of a Moorish king who was the vassal of King Alfonso. Sometimes the Moors helped El Cid against other Moors, or against rival Christians.
  • Calificación: 4 de 5 estrellas
    4/5
    I'm very fond of this work, and Mr. Merwin's verse translation. This is the heroic epic of the Spanish, and deserves a ringing vocal performance. There is not a great deal of real history in this poem, but as an inspirational epic, it has worked just fine. The less poetic, but more accurate version translated by Rita Hamilton and Janet Perry is also a fine version, but not....energetic enough. Both repay reading and rereading, just this one is more fun. It was originally collected and regularized about 1201 - 07.
  • Calificación: 3 de 5 estrellas
    3/5
    I came to this book by way of translator Merwin's many other marvelous translations. He also translated The Song of Roland, another tale of battle during the Age of Chivalry. So far in my reading I have yet to hit the great wall of grief and lugubriousness. Right now The Cid is too successful. He is not necessarily a candidate for hubris because he is too well aware of his astonishing good luck, and too grateful for it. But there's trouble ahead.

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Poema del Mio Cid - Anonimo

e I.S.B.N.: 978-956-12-2157-4

Viento Joven

29ª edición: junio de 2008.

Ilustración de portada de

MARIANO RAMOS.

Edición digital

© por Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

Santiago de Chile.

Derechos exclusivos de la presente versión

reservados para todos los países.

Gerente editorial: José Manuel Zañartu Bezanilla.

Editora: Alejandra Schmidt Urzúa.

Asistente editorial: Camila Domínguez Ureta.

Director de arte: Juan Manuel Neira.

Diseñadora: Mirela Tomicic Petric.

Editado por Empresa Editora Zig-Zag, S.A.

Los Conquistadores 1700. Piso 10. Providencia.

Teléfono 56 2 28107400. Fax 56 2 28107455.

www.zigzag.cl / E-mail: zigzag@zigzag.cl

Santiago de Chile.

El presente libro no puede ser reproducido ni en todo

ni en parte, ni archivado ni transmitido por ningún medio

mecánico, ni electrónico, de grabación, CD-Rom, fotocopia,

microfilmación u otra forma de reproducción,

sin la autorización escrita de su editor.

Índice

PRÓLOGO

CANTAR PRIMERO - DESTIERRO DEL CID

CANTAR SEGUNDO - BODAS DE LAS HIJAS DEL CID

CANTAR TERCERO - LA AFRENTA DE CORPES

PRÓLOGO

La obra medieval más importante de España es el Poema de Mío Cid, escrita hacia 1140. En ella el juglar ¹ se dirige directamente al público con expresiones como sabed, vierais, oíd, etc.; está compuesta en versos heterosílabos –es decir, de una medida irregular– que se agrupan en estrofas también irregulares llamadas tiradas. Se atribuye a Juglares de Medinaceli o de sus inmediaciones, porque estos lugares, que no tienen mayor importancia en el desarrollo de los sucesos, son descritos con pormenores topográficos que velan un conocimiento especial del terreno ² .

La obra se conserva en un manuscrito copiado el año 1307 por un tal Pedro Abad, el que parece haberse valido de un texto muy antiguo, pero en todo caso posterior a la fecha de la creación.

El protagonista del Poema de Mío Cid es un personaje histórico llamado Rodrigo Díaz; nació hacia el 1043, de una familia noble al norte de Burgos, en Vivar. Se crió en la corte junto al infante don Sancho, hijo mayor del rey Fernando, y hermano del futuro Alfonso VI que desterrará al Cid.

Este rey había alcanzado en su vida un inmenso poder sobre los príncipes cristianos y sobre varios reinos árabes.Poco antes de morir dividió el reino entre sus hijos, asignando al primogénito Sancho, el de Castilla; a Alfonso, el de León, y a García, el hijo tercero, Galicia y Portugal; sus hijas Urraca y Elvira recibían el señorío de los monasterios de los tres reinos.

Sancho de Castilla distinguió a su antiguo compañero de estudios y armas Rodrigo, nombrándolo alférez real (1065), cargo que corresponde al jefe del ejército. El rey conocía el valor de su alférez desde que lo vio vencer, apenas de veinte años, a Ramiro I de Aragón. El triunfo en combate individual sobre el caballero navarro Jimeno Garcés hizo muy célebre a Rodrigo y le valió el título de Campeador (1066). Su otro título, Cid (que quiere decir señor), lo ganó combatiendo, siempre a las órdenes de Sancho, al rey árabe de Zaragoza (1067).Rodrigo no cumplía todavía veinticinco años de edad.

No tardó en producirse una honda rivalidad entre Sancho y su hermano Alfonso. Si bien durante un tiempo se pusieron de acuerdo para despojar al menor de su reino de Galicia, las desavenencias los llevaron a batallas en Golpejera (1072). Gracias al valor del Cid, la victoria favoreció a los castellanos; el rey Alfonso fue tomado prisionero, y sólo merced a la intercesión de su hermana Urraca se le permitió expatriarse al reino árabe de Toledo. Lo acompañaron algunos de sus grandes: Pedro, Gonzalo y Fernando Ansúrez. Sancho se tituló rey de León.Sus hazañas repetían las de su padre, Fernando, y de su abuelo Sancho el Mayor.

Pero no todos los leoneses aceptaron la nueva situación.Les dolía especialmente la gloria de Rodrigo Díaz, perteneciente a la nobleza de los infanzones, no de los ricoshombres.La infanta Urraca encabezó el partido de los descontentos, que organizó la resistencia en la ciudad de Zamora. Sancho y su alférez le pusieron duro sitio. Un domingo de octubre del año 1072 los zamoranos enviaron a un tal Vellido Dolfos a matar al rey sitiador.

Los castellanos llevaron el cadáver real a Castilla y lo enterraron en el Monasterio de Oña; perdían desde ese momento su transitoria hegemonía. Los leoneses en cambio, llamaron al desterrado Alfonso, el cual fue recibido con especial júbilo.Sólo los castellanos más leales al difunto Sancho veían con pesar esta situación; a su cabeza estaba Rodrigo. No quisieron atacar a Alfonso, sino después de que jurara no haber tenido participación en la muerte de su hermano. Precisamente a Rodrigo correspondió tomar el juramento en la iglesia de Santa Gadea de Burgos.

Aunque la leyenda dice que inmediatamente después de prestado el juramento, el Cid fue desterrado, la historia enseña que Alfonso trató de conquistarse la buena voluntad de su fiero vasallo, casándolo con Jimena Díaz, hija del conde de Oviedo (1074). Se buscaba así la unión entre familias de León y de Castilla. Pero de ninguna manera la situación de Rodrigo en la nueva corte podía equipararse a la que tuviera en la del rey Sancho. Alfonso era de carácter envidioso, y difícil le sería olvidar a quien había dirigido las tropas que una vez lo vencieron. Pronto se presentó una situación que llevaría a la ruptura entre señor y vasallo.

Todos los años enviaba el rey leonés una embajada a Sevilla para cobrar las parias o tributos ³ que le debía el monarca árabe. En 1079 el embajador fue Rodrigo. El rey Motámid de Sevilla estaba amenazado por el monarca árabe de Granada, al cual amparaban varios nobles cristianos, el más importante de los cuales era el conde García Ordóñez, de Nájera, alférez de Alfonso VI. Rodrigo, dispuesto a proteger a Motámid, escribió al rey de Granada y a quienes lo protegían pidiéndoles que no atacasen al sevillano. Fue inútil, porque los granadinos asolaron las tierras rivales, y el Cid hubo de hacerles frente por las armas. Los venció (1080) y retuvo prisionero tres días en el castillo de Cabra a García Ordóñez; según la leyenda, le mesó incluso las barbas, y de ello se iba a jactar el Campeador en las Cortes de Toledo, ante la insolencia de su rival.

El Cid volvió victorioso a Sevilla y a Castilla, pero el hecho le valió un enemigo poderoso, favorito del rey; los envidiosos esparcieron la noticia de que el Campeador habríaretenido para sí parte de los tributos cobrados. A esto se unió un nuevo hecho: estando Alfonso ausente, Rodrigo emprendió una exitosa excursión armada por el reino de Toledo. Se hizo creer al rey que el Cid había actuado así para que él y otros caballeros cayeran en manos de los musulmanes. Era la gota que colmaba el vaso. Alfonso, mal aconsejado, desterró de su reino al Cid (1081), quien hubo de salir rápidamente de la tierra de sus mayores. Le acompañarían algunos parientes:Alvar Fáñez, Alvar Álvarez, Félix Muñoz y Pedro Bermúdez; también algunas personas criadas de su casa, como Muño Gustioz.

El resto de la vida del Campeador aparece recogida, en gran parte, en el viejo poema que comienza con El Cantar del destierro⁴ . Rodrigo sale de sus tierras de Vivar, que ahora quedan solas y desamparadas; torna la vista en un adiós nostálgico y ve los palacios yermos, las puertas abiertas y sin candados, las perchas vacías. No puede sino suspirar y llorar de los ojos fuertemientre, pero no cae en la desesperación; una profunda fe religiosa lo mueve a la resignación, a ver aun en las mayores adversidades los designios inescrutables de la Divina Providencia. Por eso, las primeras palabras que pronuncia en la obra son una oración de gratitud:

¡Grado a ti, Señor Padre que estás en alto!

Esta actitud cristiana del Cid se prolonga a través de toda la obra. Orará, en efecto, antes de partir a la frontera, a la Virgen, prometiendo a su altar la celebración de mil misas; en Cardeña va a la iglesia junto con su mujer, doña Jimena; se siente consolado por el ángel Gabriel, honra especialmente al valiente obispo don Jerónimo, y apenas si hay un hecho importante en su larga vida que no sea precedido o rematado de un "gracias a Dios, fío en todos los santos, lo agradezco a Jesucristo, quiéranlo Dios y Santa María", etc. Su vida moral corresponde además, cabalmente a esta piedad mostrada con insistencia por el juglar.

Eran tiempos de un catolicismo acendrado en que los caballeros que luchaban contra los árabes se sentían combatiendo no sólo al enemigo de la patria, sino antes que nada al enemigo de la cristiandad. La lucha del Cid y en gran parte la de toda la Reconquista española es lucha de cruzados cristianos contra el infiel.

CANTAR PRIMERO - DESTIERRO DEL CID

El rey Alfonso envía al Cid para cobrar las parias ⁵ del rey moro de Sevilla. Este es atacado por el conde castellano García Ordóñez.– El Cid, amparando al moro vasallo del rey de Castilla, vence a García Ordóñez en Cabra y lo prende afrentosamente.– El Cid toma a Castilla con las parias, pero sus enemigos le indisponen con el rey.– Este destierra al Cid.

Envió el rey don Alfonso al Cid Ruy Díaz por el tributo que los reyes de Córdoba y de Sevilla tenían que pagarle todos los años. Almutamiz, rey de Sevilla, y Almudafar, rey de Granada, eran a la sazón muy enemigos y se odiaban a muerte.Almudafar, rey de Granada, tenía de su parte a algunos ricoshombres que le ayudaban: tal era el conde García Ordóñez,y Fortún Sánchez –yerno del rey don García de Navarra– y Lope Sánchez... Todos éstos auxiliaban con su poder a Almudafar; y juntos marchaban sobre Almutamiz, rey de Sevilla.

El Cid Ruy Díaz, cuando supo cómo venían sobre el rey de Sevilla, que era vasallo y pechero ⁶ del rey don Alfonso, su señor, túvolo a mal y pesóle mucho; y envió a todos cartas rogándoles que no se empeñasen en atacar al rey de Sevilla y destruir sus tierras, por la obligación que tenían al rey don Alfonso, y que si a toda costa querían hacerlo, tuvieran por cierto que el rey don Alfonso no podría dejar de sostener a su vasallo, puesto que era su pechero. El rey de Granada y los ricoshombres no hicieron caso de las cartas del Cid; y cayeron esforzadamente sobre el rey de Sevilla, destruyendo todas sus tierras hasta el castillo de Cabra.

Al ver esto, el Cid Ruy Díaz reclutó todas las fuerzas que pudo juntar entre cristianos y moros, y marchó contra el rey de Granada para expulsarlo de las tierras del rey de Sevilla.Cuando esto supieron el rey de Granada y los ricoshombres que le

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