La leyenda envuelve la imagen de quien fuera el último de los sultanes nazaríes. Su nombre era Abu Abd Allah Muhammad, conocido por los cristianos como Boabdil. Los granadinos lo llamaron Zogoybi –el desdichado– y también el rey Chico, para distinguirlo de un tío suyo, también llamado Abu Abd Allah, al que apodaban el Viejo. Nació en la Alhambra en 1459, hijo del sultán Abu ul-Hasan, el Muley Hacén de los cristianos, y de la sultana Aisha bint Muhammad, a quien los musulmanes se referían como Fátima y que, en las crónicas cristianas, aparece como Aixa.
Para comprender el papel que jugó en la desaparición del último Estado islámico en la península, hemos de tener presente que, tras pasar su infancia y adolescencia bajo el cuidado de su madre, vio cómo esta quedaba postergada en las preferencias del sultán por la presencia en la corte nazarí de Isabel de Solís, quien, convertida al islam, recibió el nombre de Zoraida. Los celos de Aixa jugaron un papel, si no categórico, sin duda importante en el conflicto que acabaría enfrentando a Boabdil con su padre. A esa lucha palatina se sumó la amenaza de la poderosa Corona de Castilla, que, superados los largos años de enfrentamientos internos durante la época de Juan II y Enrique IV, había puesto sus ojos en el reino de Granada. Su conquista por los cristianos era algo de suma importancia, en un momento en que el poder de los otomanos –correligionarios de los granadinos–era una amenaza cada vez mayor en el área del